/ lunes 3 de mayo de 2021

El Espectador | El fin de la intimidad

Entre políticos mexicanos dicen que si no quieres que se sepa algo, no debes pensarlo. Y eso viene al caso porque con la idea de hacer una base de datos biométricos a partir de los usuarios de telefonía móvil en este país, muchos mexicanos, probablemente incluyéndote a ti, creen que se trata solamente de tener una base de datos que nadie logrará explotar al máximo, como si se tratara de una caja de cartón llena de actas de nacimiento guardadas sin orden en alguna vieja prisión. El uso de los datos es el que preocupa a los que saben que al cruzar un par de datos es posible desde hace muchos años saber si eres gay sin que tú lo sepas, si estás embarazada sin que una prueba te lo confirme, o a quién entregarás tu voto si te dice en tu cuenta de Facebook que es la hija de un político que el sistema no dejó pelear para gobernar el Estado de Guerrero, con pocos estudios y común y corriente, como sucede con la que dice que no se llama Juanita. El poder de los datos es mágico, ese factor que busca la tecnología para sorprender y conquistar sociedades y economías.

El uso de los datos es lo que impide a Huawei seguir conquistando el mundo, luego de conseguir con éxito superar a las empresas de Estados Unidos en el desarrollo de nuevas redes, teléfonos, almacenamiento e inteligencia artificial. Ellos enfrentaban en Europa desde hace muchos años los bloqueos de ciertos países a los que no les parecía que el uso de grandes archivos con secretos de sus ciudadanos se utilizara como inteligencia comercial, para vender autos, viajes o seguros de vida y accidentes. Tecnología que te permite ubicar a los ciudadanos premium y desechar de golpe a los que no tienen capacidad de compra, más allá de representar un voto. Es lo que mantiene también un pleito abierto por las campañas de marketing a través de aplicaciones y software que te espía desde tu pantalla de televisión a través del audio que emite tu familia desde la sala sin saber que eso se está procesando en una oficina a miles de kilómetros de distancia y se entrega a un almacén por el que pasas y que al momento te dice que debes comprar esa playera que habías olvidado, necesitabas comprar.

Te cuento sobre este tema en esta entrega porque seguiremos escribiendo y hablando de ello en los próximos meses y años, ojalá no sea demasiado tarde cuando te des cuenta de que toda esa información que regalaste a Facebook, esos videos estúpidos que hiciste para Tik Tok o los reclamos al aire que lanzaste en Twitter, pueden ser usados en tu contra. Te pueden hacer perder un trabajo, una familia o elementos al gobierno para considerarte un personaje peligroso. Hace más de una década intentaron en este país usar credenciales con chips para rastrear a los ciudadanos que participaban en marchas, todo desde la Secretaría de Gobernación. El intento falló, aunque tenían el apoyo de las telefónicas y de los bancos. Hoy, en el año 2021, parece que los que defendemos nuestra intimidad, perdimos la guerra.

Entre políticos mexicanos dicen que si no quieres que se sepa algo, no debes pensarlo. Y eso viene al caso porque con la idea de hacer una base de datos biométricos a partir de los usuarios de telefonía móvil en este país, muchos mexicanos, probablemente incluyéndote a ti, creen que se trata solamente de tener una base de datos que nadie logrará explotar al máximo, como si se tratara de una caja de cartón llena de actas de nacimiento guardadas sin orden en alguna vieja prisión. El uso de los datos es el que preocupa a los que saben que al cruzar un par de datos es posible desde hace muchos años saber si eres gay sin que tú lo sepas, si estás embarazada sin que una prueba te lo confirme, o a quién entregarás tu voto si te dice en tu cuenta de Facebook que es la hija de un político que el sistema no dejó pelear para gobernar el Estado de Guerrero, con pocos estudios y común y corriente, como sucede con la que dice que no se llama Juanita. El poder de los datos es mágico, ese factor que busca la tecnología para sorprender y conquistar sociedades y economías.

El uso de los datos es lo que impide a Huawei seguir conquistando el mundo, luego de conseguir con éxito superar a las empresas de Estados Unidos en el desarrollo de nuevas redes, teléfonos, almacenamiento e inteligencia artificial. Ellos enfrentaban en Europa desde hace muchos años los bloqueos de ciertos países a los que no les parecía que el uso de grandes archivos con secretos de sus ciudadanos se utilizara como inteligencia comercial, para vender autos, viajes o seguros de vida y accidentes. Tecnología que te permite ubicar a los ciudadanos premium y desechar de golpe a los que no tienen capacidad de compra, más allá de representar un voto. Es lo que mantiene también un pleito abierto por las campañas de marketing a través de aplicaciones y software que te espía desde tu pantalla de televisión a través del audio que emite tu familia desde la sala sin saber que eso se está procesando en una oficina a miles de kilómetros de distancia y se entrega a un almacén por el que pasas y que al momento te dice que debes comprar esa playera que habías olvidado, necesitabas comprar.

Te cuento sobre este tema en esta entrega porque seguiremos escribiendo y hablando de ello en los próximos meses y años, ojalá no sea demasiado tarde cuando te des cuenta de que toda esa información que regalaste a Facebook, esos videos estúpidos que hiciste para Tik Tok o los reclamos al aire que lanzaste en Twitter, pueden ser usados en tu contra. Te pueden hacer perder un trabajo, una familia o elementos al gobierno para considerarte un personaje peligroso. Hace más de una década intentaron en este país usar credenciales con chips para rastrear a los ciudadanos que participaban en marchas, todo desde la Secretaría de Gobernación. El intento falló, aunque tenían el apoyo de las telefónicas y de los bancos. Hoy, en el año 2021, parece que los que defendemos nuestra intimidad, perdimos la guerra.