/ domingo 18 de febrero de 2018

El Poder

Hubo una época en la que los organismos del sector privado tenían una fuerte presencia en la sociedad de Tijuana, y en muchas ocasiones tomaron las banderas de las causas populares hasta lograr que los funcionarios públicos atendieran y solucionaran las justificadas demandas.

Fue por las últimas dos décadas del siglo veinte, cuando la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) dieron cauce a las quejas de los ciudadanos por el aumento del impuesto predial, el gravamen sobre remuneraciones al trabajo personal y por abusos policiacos, entre otras.

Las actuaciones de los dirigentes empresariales hicieron recordar a los más antiguos de la comarca, a Víctor González Príncipe y Roberto Estudillo, encabezando protestas de los tijuanenses desde la Unión de Contribuyentes.

En efecto, cada uno con su propia personalidad, al frente de la Canaco destacaron Humberto Tessada Romero, Zósimo Mora Pérez, Héctor Santillán Muñoz, Alejandro Limón Padilla, Octavio Javier Corona Flores, Pedro Rentería Arreola y Pablo Gutiérrez Barrón.

El empuje de estos distinguidos empresarios, en aquellos años, fue decisivo también para que la Cámara Nacional de Comercio se cambiara de sus instalaciones de la avenida México a un moderno edificio en la Zona de Río Tijuana, frente al Palacio Municipal que construyó el entonces alcalde René Treviño Arredondo.

Mientras tanto, en la Canacintra, siguiendo los pasos de sus antecesores en la presidencia de este organismo, Ernesto Jiménez, Carlos Bustamante Anchondo y Rafael Balderrábano Zayas, pioneros del sector fabril, conjugaron esfuerzos Carlos Muñoz Rodríguez, Armando Lara Calderón, Rigoberto Morfín Arvizu y Sergio Luis González Melo para colocar en un primer plano a la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.

Sumaron para tal propósito, a otros destacados industriales como Alfonso Gamboa Núñez, Rafael Rubio Alarcón, Juan Manuel García Ramírez, Horacio Vera Loyola, Tomás Castrejón Diego, José Luis Vázquez Espinoza, Víctor Acevedo Rodríguez, José Pineda Arenas, Isauro Barrutia Calderón, Enrique Sierra Espinoza y Raúl Narváez.

Hoy proliferan los membretes de asociaciones empresariales en detrimento de la Canaco y la Canacintra que han perdido fuerza, también en la medida en que la normatividad ha terminado con la obligación de las empresas para afiliarse, y en gran parte por la apatía y la falta de imaginación, de enjundia y de talento que les sobró a los forjadores del comercio y de la industria.

LA POLITICA ES ASÍ

Con el permiso de los cronistas del beisbol, muy bien está lanzando a doña Blanca el comisionado de Seguridad Pública del estado de Morelos, Alberto Capella Ibarra, con la celebración de un foro nacional en la Ciudad de México, donde participan académicos y especialistas en estrategias y planes de combate a la delincuencia.

Por cierto, el secretario de Seguridad Pública de Baja California, Gerardo Manuel Sosa Olachea, realiza tiros de precisión en contra del hampa, al detener a una cabecilla del grupo delictivo Los Rojos, para entregarla al titular de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Renato Sales Heredia, y después en otro eficaz operativo puso a disposición de las autoridades un cargamento de más de dos toneladas de mariguana.

Hubo una época en la que los organismos del sector privado tenían una fuerte presencia en la sociedad de Tijuana, y en muchas ocasiones tomaron las banderas de las causas populares hasta lograr que los funcionarios públicos atendieran y solucionaran las justificadas demandas.

Fue por las últimas dos décadas del siglo veinte, cuando la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) dieron cauce a las quejas de los ciudadanos por el aumento del impuesto predial, el gravamen sobre remuneraciones al trabajo personal y por abusos policiacos, entre otras.

Las actuaciones de los dirigentes empresariales hicieron recordar a los más antiguos de la comarca, a Víctor González Príncipe y Roberto Estudillo, encabezando protestas de los tijuanenses desde la Unión de Contribuyentes.

En efecto, cada uno con su propia personalidad, al frente de la Canaco destacaron Humberto Tessada Romero, Zósimo Mora Pérez, Héctor Santillán Muñoz, Alejandro Limón Padilla, Octavio Javier Corona Flores, Pedro Rentería Arreola y Pablo Gutiérrez Barrón.

El empuje de estos distinguidos empresarios, en aquellos años, fue decisivo también para que la Cámara Nacional de Comercio se cambiara de sus instalaciones de la avenida México a un moderno edificio en la Zona de Río Tijuana, frente al Palacio Municipal que construyó el entonces alcalde René Treviño Arredondo.

Mientras tanto, en la Canacintra, siguiendo los pasos de sus antecesores en la presidencia de este organismo, Ernesto Jiménez, Carlos Bustamante Anchondo y Rafael Balderrábano Zayas, pioneros del sector fabril, conjugaron esfuerzos Carlos Muñoz Rodríguez, Armando Lara Calderón, Rigoberto Morfín Arvizu y Sergio Luis González Melo para colocar en un primer plano a la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.

Sumaron para tal propósito, a otros destacados industriales como Alfonso Gamboa Núñez, Rafael Rubio Alarcón, Juan Manuel García Ramírez, Horacio Vera Loyola, Tomás Castrejón Diego, José Luis Vázquez Espinoza, Víctor Acevedo Rodríguez, José Pineda Arenas, Isauro Barrutia Calderón, Enrique Sierra Espinoza y Raúl Narváez.

Hoy proliferan los membretes de asociaciones empresariales en detrimento de la Canaco y la Canacintra que han perdido fuerza, también en la medida en que la normatividad ha terminado con la obligación de las empresas para afiliarse, y en gran parte por la apatía y la falta de imaginación, de enjundia y de talento que les sobró a los forjadores del comercio y de la industria.

LA POLITICA ES ASÍ

Con el permiso de los cronistas del beisbol, muy bien está lanzando a doña Blanca el comisionado de Seguridad Pública del estado de Morelos, Alberto Capella Ibarra, con la celebración de un foro nacional en la Ciudad de México, donde participan académicos y especialistas en estrategias y planes de combate a la delincuencia.

Por cierto, el secretario de Seguridad Pública de Baja California, Gerardo Manuel Sosa Olachea, realiza tiros de precisión en contra del hampa, al detener a una cabecilla del grupo delictivo Los Rojos, para entregarla al titular de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Renato Sales Heredia, y después en otro eficaz operativo puso a disposición de las autoridades un cargamento de más de dos toneladas de mariguana.