/ lunes 25 de junio de 2018

El Poder

Impresionantes son los avances de la tecnología en estos tiempos de una comunicación instantánea, arrojando resultados positivos para la humanidad, aunque en ocasiones se desvirtúan los objetivos por una mala aplicación de las herramientas disponibles.

Allá en Rusia, donde los equipos de diferentes naciones participan en el campeonato mundial de futbol, algunos aficionados mexicanos han enseñado el cobre al protagonizar hechos vergonzosos y reprobables exhibiendo la falta de una buena educación.

Cierto es que también fanáticos de Argentina y Colombia han puesto en vergüenza a sus países de origen, pero tampoco debe ser consuelo mal de otros, sino ocuparse del caso propio para poner remedio.

Si el gobierno de México y la sociedad emprendieran una campaña permanente de civismo y de promoción de los valores, la gente evitaría el mal uso de las redes sociales y aprovecharía para bien las ventajas que ofrece la tecnología.

Maestros que hacen de su profesión un apostolado ponen el dedo en la llaga señalando que, en el sexenio del entonces presidente Ernesto Zedillo, fue eliminada la materia de civismo en las escuelas, y luego, en la administración de Vicente Fox, se quitó la obligatoriedad del servicio militar para los jóvenes.

Dos factores, que inciden negativamente en la formación de las generaciones al desconocer la importancia de la educación cívica y el valor de la disciplina castrense, por eso la delincuencia encuentra materia prima para engrosar sus filas.

Sin embargo, a muchos gobernantes y políticos les interesa más cuidar sus propios intereses pensando en el corto plazo; jamás, en una visión que fortalezca a la sociedad y, por tanto, atienda el inicio de una cruzada institucional que trascienda a las administraciones y los partidos.

A través de una brega de eternidad que involucre a los tres niveles de gobierno y a todos los poderes, es factible rescatar el tejido social promoviendo una sana convivencia en la que los buenos ejemplos se den lo mismo en los hogares que en las escuelas.

No solo el cáncer que genera la delincuencia está en los estratos bajos, sino entre la clase media y alta, pues, en las latitudes de la antigua Unión Soviética, fueron personas con suficientes recursos económicos para costear un viaje a Europa las que subieron videos para dar cuenta de sus felonías.

Se trata de una tarea titánica que es impostergable comenzar desde el seno familiar, con la participación del gobierno, reconociendo que nada está bien hecho si se puede hacer mejor, y que el cambio empieza con uno mismo.


Impresionantes son los avances de la tecnología en estos tiempos de una comunicación instantánea, arrojando resultados positivos para la humanidad, aunque en ocasiones se desvirtúan los objetivos por una mala aplicación de las herramientas disponibles.

Allá en Rusia, donde los equipos de diferentes naciones participan en el campeonato mundial de futbol, algunos aficionados mexicanos han enseñado el cobre al protagonizar hechos vergonzosos y reprobables exhibiendo la falta de una buena educación.

Cierto es que también fanáticos de Argentina y Colombia han puesto en vergüenza a sus países de origen, pero tampoco debe ser consuelo mal de otros, sino ocuparse del caso propio para poner remedio.

Si el gobierno de México y la sociedad emprendieran una campaña permanente de civismo y de promoción de los valores, la gente evitaría el mal uso de las redes sociales y aprovecharía para bien las ventajas que ofrece la tecnología.

Maestros que hacen de su profesión un apostolado ponen el dedo en la llaga señalando que, en el sexenio del entonces presidente Ernesto Zedillo, fue eliminada la materia de civismo en las escuelas, y luego, en la administración de Vicente Fox, se quitó la obligatoriedad del servicio militar para los jóvenes.

Dos factores, que inciden negativamente en la formación de las generaciones al desconocer la importancia de la educación cívica y el valor de la disciplina castrense, por eso la delincuencia encuentra materia prima para engrosar sus filas.

Sin embargo, a muchos gobernantes y políticos les interesa más cuidar sus propios intereses pensando en el corto plazo; jamás, en una visión que fortalezca a la sociedad y, por tanto, atienda el inicio de una cruzada institucional que trascienda a las administraciones y los partidos.

A través de una brega de eternidad que involucre a los tres niveles de gobierno y a todos los poderes, es factible rescatar el tejido social promoviendo una sana convivencia en la que los buenos ejemplos se den lo mismo en los hogares que en las escuelas.

No solo el cáncer que genera la delincuencia está en los estratos bajos, sino entre la clase media y alta, pues, en las latitudes de la antigua Unión Soviética, fueron personas con suficientes recursos económicos para costear un viaje a Europa las que subieron videos para dar cuenta de sus felonías.

Se trata de una tarea titánica que es impostergable comenzar desde el seno familiar, con la participación del gobierno, reconociendo que nada está bien hecho si se puede hacer mejor, y que el cambio empieza con uno mismo.