/ lunes 27 de junio de 2022

Expediente Confidencial | Aborto

La noticia que copó, desde el viernes, a la opinión pública, publicada y emitida, en los Estados Unidos, fue el fallo de la Suprema Corte de Justicia del vecino país, anulando el derecho de las mujeres al aborto, mismo que no quedó, per se, propiamente cancelado, sino sujeto, de aquí en adelante, al arbitrio de cada estado.

Las mujeres podían abortar, libremente, desde 1973, cuando el máximo tribunal estadounidense falló en favor de Norma McCorvey, conocida en su demanda con el seudónimo de "Jane Roe", durante su litigio contra Henry Wade, un fiscal de distrito texano. McCorvey busca abortar y las leyes de su estado le impedían hacerlo.

En aquel momento, el aborto no era un pañuelo en la cuerda tan grande como hoy, donde el radicalismo presente a uno y otro lado del espectro político, propició un fallo donde, al final del día, las mujeres más débiles pagarán el precio.


ASCENSO Y CAÍDA

Los políticos estadounidenses, como todos, hablan según lo que sus electores desean escuchar.

De acuerdo con la Encuesta Social General de 1977, un 39% de los republicanos apoyaba el aborto, frente a un 35% de los demócratas.

La hemeroteca no deja mentir. Así como suele decirse que siempre hay un tuit, también hay siempre una página impresa.

“No creo que una mujer tenga el derecho exclusivo de decir qué debería pasar con su cuerpo”. Esta frase no la pronunció Donald Trump, sino Joe Biden, quien, en 1974, siendo el senador más joven de aquel tiempo, le dio una entrevista a la revista Washingtonian (https://www.washingtonian.com/1974/06/01/joe-biden-kitty-kelley-1974-profile-death-and-the-all-american-boy/)

Biden mantuvo su opinión durante largo tiempo. En 1982, fue uno de los dos legisladores demócratas que apoyaban una enmienda constitucional, para que los estados pudieran anular Roe vs Wade y aprobar sus propias leyes sobre el aborto (https://www.nytimes.com/1982/03/11/us/abortion-curbs-endorsed-10-7-by-senate-panel.html). Lo mismo que la Corte estadounidense hizo el viernes.

Una vez que tenemos claro quién es quién, veremos cuáles han sido los intereses que llevaron hasta ese fallo.

En 1980, la Convención Bautista del Sur aprobó una resolución que se oponía al aborto, pese a que, inicialmente, se hallaba a favor ¿La razón del cambio? Que el aparato judicial había limitado, a través de diversas sentencias, la oración en lugares públicos. Eso hizo voltear a los bautistas, una de las mayores agrupaciones religiosas evangélicas, hacia la política.

Y, al final del día, todo, como siempre en política, es igualmente tema de pesos y centavos.

De acuerdo con el Center for Responsive Politics y su sitio opensecrets.org, desde 1989 a la fecha, los grupos defensores del aborto han donado 32 millones de dólares a candidatos demócratas y tres a republicanos. En contraste, quienes se oponen al aborto le han otorgado 14 millones de dólares a candidatos republicanos y 372 mil dólares a demócratas.


TODO O NADA

Pero más allá del dinero, lo del viernes hubiese sido imposible sin la polarización enloquecida que azota a la política estadounidense desde 2009.

Republicanos y demócratas siempre se han dado hasta con la cubeta. Eso no es nuevo. Ahí están Watergate, Mónica Lewinsky o el más que polémico triunfo electoral de George W. Bush en 2000.

La limpieza nunca ha sido sello de identidad del sistema político estadounidense.

Pero lo que sí es nuevo es el maratón de radicalismo que se ha dado a partir del ascenso de Barack Obama a la presidencia.

A partir de entonces, ocurrieron dos cosas: una, hay un sector del Partido Demócrata y sus simpatizantes que empezó a comportarse de forma violenta y radical, a la usanza de los comunistas setenteros. Abandonaron el gradualismo para centrarse en un 'aquí y ahora', donde, además, dejó de importarles lo que opinara el resto de la sociedad, mantra sintetizado en frases como "los derechos no se consultan, se aplican", que rompe toda posibilidad de diálogo y acuerdo. Es la llamada ideología 'Woke'.

Peor aún, esos "derechos" se han ampliado hasta ser bastante debatible cuáles reciben esa categoría simple y sencillamente por ser parte de la agenda "progresista" y cuáles lo son en verdad. Un caso es el de la mariguana, donde ahora existen supuestos "derechos cannábicos", que, no hace falta ser muy listo, luego darán paso a "derechos cocainómanos", "derechos fentanílicos" y un largo etcétera que busca legalizar todas las drogas, pese a que aumentaría, con ello, su consumo y, por ende, las consecuencias que sufre la sociedad.

Otra manifestación de este grupo es la Cultura de la cancelación, que ha convertido en policías del pensamiento a sus simpatizantes, acosando de forma realmente virulenta a políticos, escritores, académicos y hasta comediantes, si no se sujetan a sus ideas.

El radicalismo extremo puede ser muy efectivo para reclutar universitarios deseosos de un vehículo que le dé sustento y justificación a la rebeldía intrínseca a su edad. Sin embargo, traducido en políticas públicas y, sobre todo, en estrategia para construir un país, para mejorar un país, es veneno.

Ese 'todo o nada' ha sido, en buena parte, causante de lo ocurrido el viernes.

La segunda es que Obama y los suyos rompieron equilibrios que habían existido por décadas. Por ejemplo, el rechazo a la dictadura cubana.

Eso hizo que grupos a quienes el aborto les preocupaba poco o nada, voltearan a ver toda la agenda conservadora y defenderla como si la vida les fuese en ello.

Es decir, los militantes republicanos -y por ende sus políticos, que viven de sus votos y donaciones- se pusieron en pie de guerra ante lo que consideran una amenaza no al triunfo de su opción política en las próximas elecciones, sino al modo de vida que conocen.

Los agresores fueron esos militantes y políticos radicales del Partido Demócrata, puesto que, en 2009, ningún político tenía en su agenda, como prioridad, revertir temas como el acceso legal al aborto. Quienes comenzaron con esa locura de la cultura de la cancelación fueron los demócratas.

Más: El discurso feroz, radical y sin el mínimo atisbo de empatía de congresistas demócratas, como Alexandria Ocasio-Cortez o Ilhan Omar, esta última comparando e igualando las acciones bélicas estadounidenses con las del grupo terrorista Hamas, no solamente explican y validan el estado de azoro de los simpatizantes republicanos, sino que lo justifican, porque dibujan, en efecto, la intención de demoler su país e implementar un régimen al gusto marxista.

Súmele a eso que cada día la sociedad está más harta de ese radicalismo "progresista" que todo quiere resolver gritando, rompiendo, quemando e imponiendo. Hasta quienes veían con simpatía sus posiciones, se alejan, asustados por esa visión del mundo dividido en "ellos" y "nosotros".


TRINCHERA

Todo el anterior escenario ha propiciado una sociedad de trincheras.

Como a los políticos demócratas no les interesa convencer al votante moderado o 'switcher', es decir, aquel que podía votar a veces demócrata y otras republicano, basándose en acciones y propuestas de cada partido, por imitación, sobrevivencia o astucia, los republicanos hacen lo mismo: toman decisiones sin importarles que diga el de enfrente.

Y es que, a la par que se radicalizó, con Obama, el discurso y acciones del Partido Demócrata, también se ha enarbolado un desprecio por todo aquel que piense diferente. En esa cultura de la cancelación, se exige certificado de radicalismo para poder ser aceptado. Quien no lo tiene, en automático, es "enemigo".

Donald Trump se cuece aparte. Pero si, digamos, Ron DeSantis viera que podía 'jalar' votantes demócratas, a disgusto, por ejemplo, con el manejo económico de Biden, seguramente moderaría su agenda, como, durante décadas, lo hicieron otros republicanos. Sin embargo, si haga lo que haga, DeSantis va a ser odiado por esos votantes, simplemente por ser republicano, mejor se atrinchera y enroca en sus posiciones, para fortalecerse con su mercado electoral...

Eso fue, precisamente, lo que hicieron los cinco ministros -que no seis, como erróneamente se ha dicho- de la Suprema Corte de los Estados Unidos que anularon el acceso legal al aborto: se deben al Partido Republicano, a sus votos, a un presidente, Trump, que los ungió, no a la sociedad toda. No es así, pero así es como se ven ellos a través de esa realidad que, como un estarcido, solamente observa lo igual y anula lo distinto ¿Para qué tomar en cuenta a la otra parte de la sociedad si, hagan lo que hagan, los odiarán y verán como enemigos a destruir?

Ahí está la desgracia que ha provocado el radicalismo demócrata...

Hay un dato que Pablo Pardo, corresponsal de El Mundo en Estados Unidos y excelente periodista, pone sobre la mesa: Apenas el 26% de los votantes demócratas se autodenominan 'provida', mientras que tan solo el 22% de los republicanos se declaran 'prochoice' (o 'pro-elección'). Visto en términos políticos, los republicanos hicieron algo que aplauden el 78% de sus votantes y, de pasada, 26% del rival. Negocio redondo. Además, el 22% republicano que es favorable al aborto, no se irá a votar por Biden y sus candidatos, con el desastre económico que trae.

Ese ambiente de trincheras hace que decisiones como las del viernes, complazcan a la parte de la grada que importa a quienes las toman y tengan un costo político casi de cero.

Los llamados de gente como Ocasio, a seguir en esa línea de gritar, romper, quemar e imponer, solamente provocarán que, efectivamente, tras la anulación del acceso legal al aborto, otros temas sean puestos en la mira, como las bodas gays. Samuel Alito, uno de los ministros de la Suprema, lo negó, pero este autor, francamente, no le cree. Reitero: ¿Qué incentivos tienen esos ministros para moderarse y ver a la otra mitad, si una buena parte de esa otra mitad tiene una retórica belicista, donde hay que destruir a quienes no son como ellos?


CONCLUSIÓN

Las más afectadas por la decisión de los togados estadounidenses serán, por supuesto, las mujeres más pobres y vulnerables.

A una texana con dinero, le bastará tomar un avión a Nueva York o Los Ángeles, abortar en una clínica de ahí y listo. Problema resuelto.

Pero ¿qué hará una latina, cuyo sueldo apenas le dé para vivir?

Siempre he sostenido, y este nuevo ejemplo lo refrenda, que los "progresistas" han sido más perjudiciales que benéficos para los grupos que dicen defender.

Aunque siempre dicen llegar para luchar por los más débiles, donde gobiernan esos "progresistas" cada vez hay más pobres, sufren más, y los grupos vulnerables... o son abiertamente perseguidos, o siguen viviendo en las mismas condiciones socioeconómicas que los izquierdistas prometieron transformar. Por ejemplo, el terrorismo islámico que tanto defiende la congresista Ilhan Omar, se caracteriza por matar gays arrojándolos desde edificios.

Pese a que el "progresismo" dice enarbolar aquello plural y diverso, la realidad es que, en los hechos, lo aborrecen. Lo que sí buscan, en cambio, es igualar a la sociedad, pero en sus ideas y preceptos. Lo típico, desde Lenin, en las izquierdas radicales: si lo hago yo, se vale. Si lo haces tú, no.

Y como pasó en este caso, esa retórica "progresista" de golpear, destruir, quemar, imponer, robar e insultar, propicia que lo peor del otro extremo justifique sus actos.

Se aplica lo de 'el que a hierro mata, a hierro muere', lamentablemente...

Resulta indispensable que la política estadounidense y, en general, la sociedad, vuelvan al equilibrio, donde exista respeto por todas las formas de pensamiento y, desde ese respeto, se deje claro, con argumentos racionales y no con guerrilla urbana, por qué algo, en las leyes, es como es...

En lo personal, este autor está a favor del aborto y siempre lo estará. Las razones son dos: la primera, que es padrísimo decirle a una mujer que tenga un bebé, sin tener que asumir la responsabilidad de, al menos, 18 años, que eso implica. Los provida son geniales postulando su teología, pero malísimos actuando para modificar la cruda realidad. Yo no he visto providas, muchos de ellos adinerados, acudiendo a regalar pañales y leche a madres solteras. La segunda razón es más fuerte que la primera: toda niña, todo niño, merecen venir a este mundo para ser amados y felices. Hacer que una niña o un niño queden bajo el yugo de una madre que no tiene las capacidades económicas o emocionales para serlo, es un crimen. Eso sí, para que vean, no tiene perdón de Dios...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

La noticia que copó, desde el viernes, a la opinión pública, publicada y emitida, en los Estados Unidos, fue el fallo de la Suprema Corte de Justicia del vecino país, anulando el derecho de las mujeres al aborto, mismo que no quedó, per se, propiamente cancelado, sino sujeto, de aquí en adelante, al arbitrio de cada estado.

Las mujeres podían abortar, libremente, desde 1973, cuando el máximo tribunal estadounidense falló en favor de Norma McCorvey, conocida en su demanda con el seudónimo de "Jane Roe", durante su litigio contra Henry Wade, un fiscal de distrito texano. McCorvey busca abortar y las leyes de su estado le impedían hacerlo.

En aquel momento, el aborto no era un pañuelo en la cuerda tan grande como hoy, donde el radicalismo presente a uno y otro lado del espectro político, propició un fallo donde, al final del día, las mujeres más débiles pagarán el precio.


ASCENSO Y CAÍDA

Los políticos estadounidenses, como todos, hablan según lo que sus electores desean escuchar.

De acuerdo con la Encuesta Social General de 1977, un 39% de los republicanos apoyaba el aborto, frente a un 35% de los demócratas.

La hemeroteca no deja mentir. Así como suele decirse que siempre hay un tuit, también hay siempre una página impresa.

“No creo que una mujer tenga el derecho exclusivo de decir qué debería pasar con su cuerpo”. Esta frase no la pronunció Donald Trump, sino Joe Biden, quien, en 1974, siendo el senador más joven de aquel tiempo, le dio una entrevista a la revista Washingtonian (https://www.washingtonian.com/1974/06/01/joe-biden-kitty-kelley-1974-profile-death-and-the-all-american-boy/)

Biden mantuvo su opinión durante largo tiempo. En 1982, fue uno de los dos legisladores demócratas que apoyaban una enmienda constitucional, para que los estados pudieran anular Roe vs Wade y aprobar sus propias leyes sobre el aborto (https://www.nytimes.com/1982/03/11/us/abortion-curbs-endorsed-10-7-by-senate-panel.html). Lo mismo que la Corte estadounidense hizo el viernes.

Una vez que tenemos claro quién es quién, veremos cuáles han sido los intereses que llevaron hasta ese fallo.

En 1980, la Convención Bautista del Sur aprobó una resolución que se oponía al aborto, pese a que, inicialmente, se hallaba a favor ¿La razón del cambio? Que el aparato judicial había limitado, a través de diversas sentencias, la oración en lugares públicos. Eso hizo voltear a los bautistas, una de las mayores agrupaciones religiosas evangélicas, hacia la política.

Y, al final del día, todo, como siempre en política, es igualmente tema de pesos y centavos.

De acuerdo con el Center for Responsive Politics y su sitio opensecrets.org, desde 1989 a la fecha, los grupos defensores del aborto han donado 32 millones de dólares a candidatos demócratas y tres a republicanos. En contraste, quienes se oponen al aborto le han otorgado 14 millones de dólares a candidatos republicanos y 372 mil dólares a demócratas.


TODO O NADA

Pero más allá del dinero, lo del viernes hubiese sido imposible sin la polarización enloquecida que azota a la política estadounidense desde 2009.

Republicanos y demócratas siempre se han dado hasta con la cubeta. Eso no es nuevo. Ahí están Watergate, Mónica Lewinsky o el más que polémico triunfo electoral de George W. Bush en 2000.

La limpieza nunca ha sido sello de identidad del sistema político estadounidense.

Pero lo que sí es nuevo es el maratón de radicalismo que se ha dado a partir del ascenso de Barack Obama a la presidencia.

A partir de entonces, ocurrieron dos cosas: una, hay un sector del Partido Demócrata y sus simpatizantes que empezó a comportarse de forma violenta y radical, a la usanza de los comunistas setenteros. Abandonaron el gradualismo para centrarse en un 'aquí y ahora', donde, además, dejó de importarles lo que opinara el resto de la sociedad, mantra sintetizado en frases como "los derechos no se consultan, se aplican", que rompe toda posibilidad de diálogo y acuerdo. Es la llamada ideología 'Woke'.

Peor aún, esos "derechos" se han ampliado hasta ser bastante debatible cuáles reciben esa categoría simple y sencillamente por ser parte de la agenda "progresista" y cuáles lo son en verdad. Un caso es el de la mariguana, donde ahora existen supuestos "derechos cannábicos", que, no hace falta ser muy listo, luego darán paso a "derechos cocainómanos", "derechos fentanílicos" y un largo etcétera que busca legalizar todas las drogas, pese a que aumentaría, con ello, su consumo y, por ende, las consecuencias que sufre la sociedad.

Otra manifestación de este grupo es la Cultura de la cancelación, que ha convertido en policías del pensamiento a sus simpatizantes, acosando de forma realmente virulenta a políticos, escritores, académicos y hasta comediantes, si no se sujetan a sus ideas.

El radicalismo extremo puede ser muy efectivo para reclutar universitarios deseosos de un vehículo que le dé sustento y justificación a la rebeldía intrínseca a su edad. Sin embargo, traducido en políticas públicas y, sobre todo, en estrategia para construir un país, para mejorar un país, es veneno.

Ese 'todo o nada' ha sido, en buena parte, causante de lo ocurrido el viernes.

La segunda es que Obama y los suyos rompieron equilibrios que habían existido por décadas. Por ejemplo, el rechazo a la dictadura cubana.

Eso hizo que grupos a quienes el aborto les preocupaba poco o nada, voltearan a ver toda la agenda conservadora y defenderla como si la vida les fuese en ello.

Es decir, los militantes republicanos -y por ende sus políticos, que viven de sus votos y donaciones- se pusieron en pie de guerra ante lo que consideran una amenaza no al triunfo de su opción política en las próximas elecciones, sino al modo de vida que conocen.

Los agresores fueron esos militantes y políticos radicales del Partido Demócrata, puesto que, en 2009, ningún político tenía en su agenda, como prioridad, revertir temas como el acceso legal al aborto. Quienes comenzaron con esa locura de la cultura de la cancelación fueron los demócratas.

Más: El discurso feroz, radical y sin el mínimo atisbo de empatía de congresistas demócratas, como Alexandria Ocasio-Cortez o Ilhan Omar, esta última comparando e igualando las acciones bélicas estadounidenses con las del grupo terrorista Hamas, no solamente explican y validan el estado de azoro de los simpatizantes republicanos, sino que lo justifican, porque dibujan, en efecto, la intención de demoler su país e implementar un régimen al gusto marxista.

Súmele a eso que cada día la sociedad está más harta de ese radicalismo "progresista" que todo quiere resolver gritando, rompiendo, quemando e imponiendo. Hasta quienes veían con simpatía sus posiciones, se alejan, asustados por esa visión del mundo dividido en "ellos" y "nosotros".


TRINCHERA

Todo el anterior escenario ha propiciado una sociedad de trincheras.

Como a los políticos demócratas no les interesa convencer al votante moderado o 'switcher', es decir, aquel que podía votar a veces demócrata y otras republicano, basándose en acciones y propuestas de cada partido, por imitación, sobrevivencia o astucia, los republicanos hacen lo mismo: toman decisiones sin importarles que diga el de enfrente.

Y es que, a la par que se radicalizó, con Obama, el discurso y acciones del Partido Demócrata, también se ha enarbolado un desprecio por todo aquel que piense diferente. En esa cultura de la cancelación, se exige certificado de radicalismo para poder ser aceptado. Quien no lo tiene, en automático, es "enemigo".

Donald Trump se cuece aparte. Pero si, digamos, Ron DeSantis viera que podía 'jalar' votantes demócratas, a disgusto, por ejemplo, con el manejo económico de Biden, seguramente moderaría su agenda, como, durante décadas, lo hicieron otros republicanos. Sin embargo, si haga lo que haga, DeSantis va a ser odiado por esos votantes, simplemente por ser republicano, mejor se atrinchera y enroca en sus posiciones, para fortalecerse con su mercado electoral...

Eso fue, precisamente, lo que hicieron los cinco ministros -que no seis, como erróneamente se ha dicho- de la Suprema Corte de los Estados Unidos que anularon el acceso legal al aborto: se deben al Partido Republicano, a sus votos, a un presidente, Trump, que los ungió, no a la sociedad toda. No es así, pero así es como se ven ellos a través de esa realidad que, como un estarcido, solamente observa lo igual y anula lo distinto ¿Para qué tomar en cuenta a la otra parte de la sociedad si, hagan lo que hagan, los odiarán y verán como enemigos a destruir?

Ahí está la desgracia que ha provocado el radicalismo demócrata...

Hay un dato que Pablo Pardo, corresponsal de El Mundo en Estados Unidos y excelente periodista, pone sobre la mesa: Apenas el 26% de los votantes demócratas se autodenominan 'provida', mientras que tan solo el 22% de los republicanos se declaran 'prochoice' (o 'pro-elección'). Visto en términos políticos, los republicanos hicieron algo que aplauden el 78% de sus votantes y, de pasada, 26% del rival. Negocio redondo. Además, el 22% republicano que es favorable al aborto, no se irá a votar por Biden y sus candidatos, con el desastre económico que trae.

Ese ambiente de trincheras hace que decisiones como las del viernes, complazcan a la parte de la grada que importa a quienes las toman y tengan un costo político casi de cero.

Los llamados de gente como Ocasio, a seguir en esa línea de gritar, romper, quemar e imponer, solamente provocarán que, efectivamente, tras la anulación del acceso legal al aborto, otros temas sean puestos en la mira, como las bodas gays. Samuel Alito, uno de los ministros de la Suprema, lo negó, pero este autor, francamente, no le cree. Reitero: ¿Qué incentivos tienen esos ministros para moderarse y ver a la otra mitad, si una buena parte de esa otra mitad tiene una retórica belicista, donde hay que destruir a quienes no son como ellos?


CONCLUSIÓN

Las más afectadas por la decisión de los togados estadounidenses serán, por supuesto, las mujeres más pobres y vulnerables.

A una texana con dinero, le bastará tomar un avión a Nueva York o Los Ángeles, abortar en una clínica de ahí y listo. Problema resuelto.

Pero ¿qué hará una latina, cuyo sueldo apenas le dé para vivir?

Siempre he sostenido, y este nuevo ejemplo lo refrenda, que los "progresistas" han sido más perjudiciales que benéficos para los grupos que dicen defender.

Aunque siempre dicen llegar para luchar por los más débiles, donde gobiernan esos "progresistas" cada vez hay más pobres, sufren más, y los grupos vulnerables... o son abiertamente perseguidos, o siguen viviendo en las mismas condiciones socioeconómicas que los izquierdistas prometieron transformar. Por ejemplo, el terrorismo islámico que tanto defiende la congresista Ilhan Omar, se caracteriza por matar gays arrojándolos desde edificios.

Pese a que el "progresismo" dice enarbolar aquello plural y diverso, la realidad es que, en los hechos, lo aborrecen. Lo que sí buscan, en cambio, es igualar a la sociedad, pero en sus ideas y preceptos. Lo típico, desde Lenin, en las izquierdas radicales: si lo hago yo, se vale. Si lo haces tú, no.

Y como pasó en este caso, esa retórica "progresista" de golpear, destruir, quemar, imponer, robar e insultar, propicia que lo peor del otro extremo justifique sus actos.

Se aplica lo de 'el que a hierro mata, a hierro muere', lamentablemente...

Resulta indispensable que la política estadounidense y, en general, la sociedad, vuelvan al equilibrio, donde exista respeto por todas las formas de pensamiento y, desde ese respeto, se deje claro, con argumentos racionales y no con guerrilla urbana, por qué algo, en las leyes, es como es...

En lo personal, este autor está a favor del aborto y siempre lo estará. Las razones son dos: la primera, que es padrísimo decirle a una mujer que tenga un bebé, sin tener que asumir la responsabilidad de, al menos, 18 años, que eso implica. Los provida son geniales postulando su teología, pero malísimos actuando para modificar la cruda realidad. Yo no he visto providas, muchos de ellos adinerados, acudiendo a regalar pañales y leche a madres solteras. La segunda razón es más fuerte que la primera: toda niña, todo niño, merecen venir a este mundo para ser amados y felices. Hacer que una niña o un niño queden bajo el yugo de una madre que no tiene las capacidades económicas o emocionales para serlo, es un crimen. Eso sí, para que vean, no tiene perdón de Dios...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com