/ jueves 7 de mayo de 2020

Expediente Confidencial | Cazador de ingenieros

A la memoria de Moisés Márquez Villegas, a quien el maldito Covid-19 nos arrebató. Un abrazo fraterno a su familia.


La sucesión está a punto de desatarse o de amarrarse en Baja California. Quizás sea el lunes si, al menos, ocho ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se manifiestan a favor del proyecto de sentencia elaborado por el magistrado José Fernando Franco González Salas, o cuatro lo hacen en contra de este. O tal vez sea el martes cuando, con absoluta certeza, se conozca si el máximo tribunal del país valida, o no, la reforma que amplió el periodo de Jaime Bonilla Valdez, como gobernador de Baja California, de dos a cinco años, contraviniendo lo decidido en las urnas, pues el actual mandatario fue electo por un periodo que concluye en 2021, pese a que, con artimañas verbales (como decir que, cuando él se registró como candidato, el periodo era de cinco), intenta ocultar la verdadera, simple, clara y única razón que mueve a cualquier político a seguir en el poder: la ambición.

Y en esa determinación, aparece como factor, igual que en las sucesiones de 2007 y 2013, Fernando Jorge Castro Trenti, quien, paradójicamente, podría recibir la oportunidad de gobernar el estado, justo cuando más lejos parecía estar, pues su carrera política, tras su vuelta de Argentina, estaba, por decir lo menos, en hibernación. La representación del gobierno estatal en la Ciudad de México parecía –y aún parece– el cementerio de elefantes al que había sido confinado, para ponerle punto final a una carrera que, apenas en 2013, era fulgurante.

En las renovadas posibilidades de Castro Trenti influyen varias cuestiones. La primera es que, salvo caso fortuito, Francisco Alfonso Durazo Montaño, actual Secretario de Seguridad Pública federal, será gobernador de Sonora a partir del 13 de septiembre de 2021. No solamente porque las encuestas así lo indican, o debido a que la única posibilidad para descarrilarlo, según estas, sea una imposible alianza PRI-PAN, sino, sobre todo, porque la llegada de Durazo al palacio de la calle Comonfort forma parte de los compromisos efectuados por el actual gobierno mexicano con sus aliados estadounidenses, los demócratas, quienes han palomeado, uno a uno, a los aspirantes morenistas que tendrán el poder estatal al sur de los dominios del Tío Sam, en los próximos años, cuando ellos retomen el mando del vecino país.

Con la llegada de Durazo, el beltronismo deberá buscar nuevos caminos, pues el nuevo mandatario no viene a compartir el poder con los amigos de Claudia Pavlovich. Pero, siendo parte de ese priismo filomorenista, que ayudó, con mano no tan invisible, al triunfo del presidente, dicho grupo no será relegado y, de hecho, se apunta como uno de sus posibles refugios a Baja California, por cercanía geográfica y política. Ahí entra Castro.

La otra coyuntura es que el bonillismo se ha convertido en una piedra en el zapato para el grupo de Marcelo Luis Ebrard Casaubón, poderoso canciller que siempre ha visto con malos ojos al gobernador bajacaliforniano, cosa que dejó muy clara desde que, en voz de su más importante ujier, Mario Martín Delgado Carrillo, mandamás morenista en la cámara de diputados, condenó la chicanada bien conocida en el argot político como la ‘Ley Bonilla’.

Fuentes refieren que una llamada de otro escudero del canciller, Alfonso Ramírez Cuéllar, paró en seco el impuesto que pretendía ponerse a las entregas de comida y medicinas a domicilio, en plena efervescencia de las mismas, ante el confinamiento domiciliario a que ha sujetado el Covid-19. La advertencia, efectuada, según cuentan, a los diputados locales morenistas, fue seca: “Las postulaciones del partido no las decide el gobernador, sino el partido. Y ante el desprestigio que cargarían, tendríamos que buscar otros candidatos para la próxima elección”.

Así, ni Bonilla, ni sus fieles escuderos, se hallan en la lista de simpatías de Ebrard y su grupo, quien, para todo efecto, se ha convertido en un vicepresidente, si no es que en un copresidente: él como mandatario más allá de las fronteras y Andrés Manuel López Obrador como un presidente cuyo poder acaba en los límites del territorio nacional. Si hay elecciones en 2021, descarten, entonces, a los que orbitan en torno al mandatario estatal.

El problema es que Ebrard no tiene gallo en Baja California, sino, dicho respetuosamente y sin ánimo peyorativo, gallina: Marina del Pilar Ávila Olmeda. Y aún no está lista para una eventual contienda en 2021. Respecto al presidente municipal de Tijuana, Luis Arturo González Cruz, también desprende un aroma avícola, pero más escorado hacia el gallo que es sacrificado para el platillo de los patrones de la casa, pues algunos informantes apuntan que será entregado como ofrenda al PES, quien mantendría la alianza legislativa con Morena para la 65 legislatura del Congreso de la Unión, a cambio de que el teniente Julián Leyzaola Pérez, al fin, pudiese gobernar Tijuana. Toda una carambola a varias bandas: el PES feliz, López Obrador exhibiendo que las de 2021 fueron elecciones limpias, pues Morena puede perder –aunque a manos de un aliado, en realidad– y González fuera de la jugada, para que Marina sea la única tiradora hacia lo que viene.

En política no hay casualidades, sino causalidades. El ministro Franco fue el primero que ratificó el senado durante la 60 legislatura federal, la misma donde Manlio Fabio Beltrones Rivera fue no solo el coordinador de la fracción priista en ese cámara, sino el mismo rey, con Castro como un Marcos Ciutti. Otros tres ministros también fueron ratificados cuando Beltrones era el mandamás de la cámara alta y Castro su segundo: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Luis María Aguilar Morales. Cuatro barajas. Las mismas que necesita Bonilla para quedarse.

Por ello, llama la atención que, teniendo Castro, en sus manos, por lo ya dicho, esas cuatro barajas, haya decidido, como en culebrón televisivo, patear el antídoto salvador lejos de las manos de Bonilla. Lo sabemos porque una amiga muy querida y de muchos años -28 de conocernos, para ser exactos–, quien labora en la SCJN, nos envió un mensaje para relatarnos las constantes visitas que, en estos días, anda haciendo el otrora candidato a la sede del más alto tribunal. Parece que ‘El Diablo’ ha vuelto a cabalgar y que Bonilla no leyó la fábula del sapo y el alacrán. Y este no es cualquier alacrán: no le picó al sapo a medio río, sino cuando entendió que ya tenía a su alcance la orilla. El ex embajador siempre salía de cada visita, nos cuentan, con su enigmática sonrisa.

Peor aún es dejar a un alacrán suelto. Y en un arenal tan grande y fructífero como la Ciudad de México. Si en Buenos Aires, Castro llegó a besar la mano del mismo Mauricio Macri, en la capital del país le ha sido aún más fácil, nos dicen, visitar la cancillería. Y no para recordar sus tiempos como diplomático, sino haciendo uso de su diplomacia para que el vicepresidente de facto y su grupo lo adopten.

Tal vez por el temor de que López Obrador se derrumbe con la crisis que viene y sea necesario aplicar, en las elecciones de 2024, las malas artes chavistas, el vicepresidente de su facto y su grupo le compraron a Castro su plan: derrumbar a Bonilla para que, en 2021, antes de que cualquier otra cosa suceda, Marina sea candidata –y gobernadora, porque Gustavo de Hoyos Walther es un plomo–.

En una reunión con la Alameda Central de fondo, Castro les habría mostrado al canciller, Mario y Alfonso, una serie de análisis, con encuestas y proyecciones, que muestran el desgaste de Morena, electoralmente hablando, con Bonilla en el poder. Los impuestos a la gasolina, el gas y las apps de transporte, así como el ‘Caso Moches’, han ido mermando la credibilidad de Baja California en la 4T, según dicho estudio demoscópico. De seguir así, les diría, en 2024 no solamente es imposible que Marina –o cualquier otro– gane, sino que Ebrard tendría en arameo triunfar en la entidad. Así, el ex embajador vendió la “urgente necesidad” de sacar a Bonilla del poder en 2021 y, a la par, permitir, con ello, la candidatura y llegada de la ex diputada federal, para que “recupere la entidad hacia el 2024”.

Ebrard, que se sabe inmune a cualquier rabieta de López Obrador, porque su permanencia y continuidad descansan en Joe Biden y no en el tabasqueño, no ha dudado en darle luz verde al plan de Castro, que mata, en apariencia, dos pájaros de un tiro. Además, el Diablo garantiza el apoyo del beltronismo en favor de la alcaldesa mexicalense… a cambio, claro, de unos lugarcitos para los amigos que dejarán la nómina cuando el poder de Claudia Artemiza Pavlovich Arellano se extinga. Pero si París vale una misa, la gubernatura de Baja California bien vale un secretario de Hacienda beltronista.

Pero, como ya dijimos arriba, Castro va más allá. Si tras el martes, Bonilla hiede, el ex embajador, cuentan sus allegados, ya tiene un plan: le dirá a Marcelo Luis que su pupila aún no está lista, que según tal o cual encuesta se vería mal que ‘chapulineara’ y, por lo tanto, él se sacrificaría para contender en 2021, pero no para quedarse hasta 2027, sino únicamente dos años, para luego pedir licencia y forzar a una nueva elección en 2024, cuando Marina pueda dejar su cargo sin temor a las críticas y más curtida. Macabrón el asunto.

Si no fructifica eso, Castro le apuesta, al menos, a que la futura gobernadora lo nombre como secretario general de Gobierno, apelando a la frase cinematográfica aquella de Germán Valdés: “Dios mío, no me des. Ponme donde hay”.

Desesperado por retener el poder otros tres años, Bonilla, además, ha cometido el error (otro), mal aconsejado, de arrojarse a los brazos del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, para que cabildee su permanencia con los magistrados ¿La amistad de Rita Fimbres con Beatriz Gutiérrez Müller bastará para perdonar esa provocación?

Total, que no se tienen noticias de que a Castro le guste la cacería, como a su ex rival Francisco Arturo Vega de Lamadrid, pero está a punto de colgar dos cabezas de ingeniero en su sala, pues, aunque Dios no les dio alas a los alacranes, si se las dio a los diablos. El martes veremos…

NO ES CASUAL: Amplia difusión ha tenido el jolgorio efectuado por la parentela del senador Gerardo Novelo Osuna, en plena pandemia, arrebato, por supuesto, irresponsable y condenable. Novelo, como ya se sabe, es el suplente de Bonilla en la cámara alta. A diferencia de cualquier otra nota adversa a personajes morenistas, UnoTV, la empresa mediática de Carlos Slim Helú, la envió en su cadena de mensajes SMS a la red Telcel, que tiene millones de usuarios. Slim y el presidente se llevan de piquete de ombligo ¿Anticipo de la sentencia?

¿Comentarios? ¿Críticas? ¿Denuncias?: gerardofm2020@gmail.com

A la memoria de Moisés Márquez Villegas, a quien el maldito Covid-19 nos arrebató. Un abrazo fraterno a su familia.


La sucesión está a punto de desatarse o de amarrarse en Baja California. Quizás sea el lunes si, al menos, ocho ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se manifiestan a favor del proyecto de sentencia elaborado por el magistrado José Fernando Franco González Salas, o cuatro lo hacen en contra de este. O tal vez sea el martes cuando, con absoluta certeza, se conozca si el máximo tribunal del país valida, o no, la reforma que amplió el periodo de Jaime Bonilla Valdez, como gobernador de Baja California, de dos a cinco años, contraviniendo lo decidido en las urnas, pues el actual mandatario fue electo por un periodo que concluye en 2021, pese a que, con artimañas verbales (como decir que, cuando él se registró como candidato, el periodo era de cinco), intenta ocultar la verdadera, simple, clara y única razón que mueve a cualquier político a seguir en el poder: la ambición.

Y en esa determinación, aparece como factor, igual que en las sucesiones de 2007 y 2013, Fernando Jorge Castro Trenti, quien, paradójicamente, podría recibir la oportunidad de gobernar el estado, justo cuando más lejos parecía estar, pues su carrera política, tras su vuelta de Argentina, estaba, por decir lo menos, en hibernación. La representación del gobierno estatal en la Ciudad de México parecía –y aún parece– el cementerio de elefantes al que había sido confinado, para ponerle punto final a una carrera que, apenas en 2013, era fulgurante.

En las renovadas posibilidades de Castro Trenti influyen varias cuestiones. La primera es que, salvo caso fortuito, Francisco Alfonso Durazo Montaño, actual Secretario de Seguridad Pública federal, será gobernador de Sonora a partir del 13 de septiembre de 2021. No solamente porque las encuestas así lo indican, o debido a que la única posibilidad para descarrilarlo, según estas, sea una imposible alianza PRI-PAN, sino, sobre todo, porque la llegada de Durazo al palacio de la calle Comonfort forma parte de los compromisos efectuados por el actual gobierno mexicano con sus aliados estadounidenses, los demócratas, quienes han palomeado, uno a uno, a los aspirantes morenistas que tendrán el poder estatal al sur de los dominios del Tío Sam, en los próximos años, cuando ellos retomen el mando del vecino país.

Con la llegada de Durazo, el beltronismo deberá buscar nuevos caminos, pues el nuevo mandatario no viene a compartir el poder con los amigos de Claudia Pavlovich. Pero, siendo parte de ese priismo filomorenista, que ayudó, con mano no tan invisible, al triunfo del presidente, dicho grupo no será relegado y, de hecho, se apunta como uno de sus posibles refugios a Baja California, por cercanía geográfica y política. Ahí entra Castro.

La otra coyuntura es que el bonillismo se ha convertido en una piedra en el zapato para el grupo de Marcelo Luis Ebrard Casaubón, poderoso canciller que siempre ha visto con malos ojos al gobernador bajacaliforniano, cosa que dejó muy clara desde que, en voz de su más importante ujier, Mario Martín Delgado Carrillo, mandamás morenista en la cámara de diputados, condenó la chicanada bien conocida en el argot político como la ‘Ley Bonilla’.

Fuentes refieren que una llamada de otro escudero del canciller, Alfonso Ramírez Cuéllar, paró en seco el impuesto que pretendía ponerse a las entregas de comida y medicinas a domicilio, en plena efervescencia de las mismas, ante el confinamiento domiciliario a que ha sujetado el Covid-19. La advertencia, efectuada, según cuentan, a los diputados locales morenistas, fue seca: “Las postulaciones del partido no las decide el gobernador, sino el partido. Y ante el desprestigio que cargarían, tendríamos que buscar otros candidatos para la próxima elección”.

Así, ni Bonilla, ni sus fieles escuderos, se hallan en la lista de simpatías de Ebrard y su grupo, quien, para todo efecto, se ha convertido en un vicepresidente, si no es que en un copresidente: él como mandatario más allá de las fronteras y Andrés Manuel López Obrador como un presidente cuyo poder acaba en los límites del territorio nacional. Si hay elecciones en 2021, descarten, entonces, a los que orbitan en torno al mandatario estatal.

El problema es que Ebrard no tiene gallo en Baja California, sino, dicho respetuosamente y sin ánimo peyorativo, gallina: Marina del Pilar Ávila Olmeda. Y aún no está lista para una eventual contienda en 2021. Respecto al presidente municipal de Tijuana, Luis Arturo González Cruz, también desprende un aroma avícola, pero más escorado hacia el gallo que es sacrificado para el platillo de los patrones de la casa, pues algunos informantes apuntan que será entregado como ofrenda al PES, quien mantendría la alianza legislativa con Morena para la 65 legislatura del Congreso de la Unión, a cambio de que el teniente Julián Leyzaola Pérez, al fin, pudiese gobernar Tijuana. Toda una carambola a varias bandas: el PES feliz, López Obrador exhibiendo que las de 2021 fueron elecciones limpias, pues Morena puede perder –aunque a manos de un aliado, en realidad– y González fuera de la jugada, para que Marina sea la única tiradora hacia lo que viene.

En política no hay casualidades, sino causalidades. El ministro Franco fue el primero que ratificó el senado durante la 60 legislatura federal, la misma donde Manlio Fabio Beltrones Rivera fue no solo el coordinador de la fracción priista en ese cámara, sino el mismo rey, con Castro como un Marcos Ciutti. Otros tres ministros también fueron ratificados cuando Beltrones era el mandamás de la cámara alta y Castro su segundo: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Luis María Aguilar Morales. Cuatro barajas. Las mismas que necesita Bonilla para quedarse.

Por ello, llama la atención que, teniendo Castro, en sus manos, por lo ya dicho, esas cuatro barajas, haya decidido, como en culebrón televisivo, patear el antídoto salvador lejos de las manos de Bonilla. Lo sabemos porque una amiga muy querida y de muchos años -28 de conocernos, para ser exactos–, quien labora en la SCJN, nos envió un mensaje para relatarnos las constantes visitas que, en estos días, anda haciendo el otrora candidato a la sede del más alto tribunal. Parece que ‘El Diablo’ ha vuelto a cabalgar y que Bonilla no leyó la fábula del sapo y el alacrán. Y este no es cualquier alacrán: no le picó al sapo a medio río, sino cuando entendió que ya tenía a su alcance la orilla. El ex embajador siempre salía de cada visita, nos cuentan, con su enigmática sonrisa.

Peor aún es dejar a un alacrán suelto. Y en un arenal tan grande y fructífero como la Ciudad de México. Si en Buenos Aires, Castro llegó a besar la mano del mismo Mauricio Macri, en la capital del país le ha sido aún más fácil, nos dicen, visitar la cancillería. Y no para recordar sus tiempos como diplomático, sino haciendo uso de su diplomacia para que el vicepresidente de facto y su grupo lo adopten.

Tal vez por el temor de que López Obrador se derrumbe con la crisis que viene y sea necesario aplicar, en las elecciones de 2024, las malas artes chavistas, el vicepresidente de su facto y su grupo le compraron a Castro su plan: derrumbar a Bonilla para que, en 2021, antes de que cualquier otra cosa suceda, Marina sea candidata –y gobernadora, porque Gustavo de Hoyos Walther es un plomo–.

En una reunión con la Alameda Central de fondo, Castro les habría mostrado al canciller, Mario y Alfonso, una serie de análisis, con encuestas y proyecciones, que muestran el desgaste de Morena, electoralmente hablando, con Bonilla en el poder. Los impuestos a la gasolina, el gas y las apps de transporte, así como el ‘Caso Moches’, han ido mermando la credibilidad de Baja California en la 4T, según dicho estudio demoscópico. De seguir así, les diría, en 2024 no solamente es imposible que Marina –o cualquier otro– gane, sino que Ebrard tendría en arameo triunfar en la entidad. Así, el ex embajador vendió la “urgente necesidad” de sacar a Bonilla del poder en 2021 y, a la par, permitir, con ello, la candidatura y llegada de la ex diputada federal, para que “recupere la entidad hacia el 2024”.

Ebrard, que se sabe inmune a cualquier rabieta de López Obrador, porque su permanencia y continuidad descansan en Joe Biden y no en el tabasqueño, no ha dudado en darle luz verde al plan de Castro, que mata, en apariencia, dos pájaros de un tiro. Además, el Diablo garantiza el apoyo del beltronismo en favor de la alcaldesa mexicalense… a cambio, claro, de unos lugarcitos para los amigos que dejarán la nómina cuando el poder de Claudia Artemiza Pavlovich Arellano se extinga. Pero si París vale una misa, la gubernatura de Baja California bien vale un secretario de Hacienda beltronista.

Pero, como ya dijimos arriba, Castro va más allá. Si tras el martes, Bonilla hiede, el ex embajador, cuentan sus allegados, ya tiene un plan: le dirá a Marcelo Luis que su pupila aún no está lista, que según tal o cual encuesta se vería mal que ‘chapulineara’ y, por lo tanto, él se sacrificaría para contender en 2021, pero no para quedarse hasta 2027, sino únicamente dos años, para luego pedir licencia y forzar a una nueva elección en 2024, cuando Marina pueda dejar su cargo sin temor a las críticas y más curtida. Macabrón el asunto.

Si no fructifica eso, Castro le apuesta, al menos, a que la futura gobernadora lo nombre como secretario general de Gobierno, apelando a la frase cinematográfica aquella de Germán Valdés: “Dios mío, no me des. Ponme donde hay”.

Desesperado por retener el poder otros tres años, Bonilla, además, ha cometido el error (otro), mal aconsejado, de arrojarse a los brazos del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, para que cabildee su permanencia con los magistrados ¿La amistad de Rita Fimbres con Beatriz Gutiérrez Müller bastará para perdonar esa provocación?

Total, que no se tienen noticias de que a Castro le guste la cacería, como a su ex rival Francisco Arturo Vega de Lamadrid, pero está a punto de colgar dos cabezas de ingeniero en su sala, pues, aunque Dios no les dio alas a los alacranes, si se las dio a los diablos. El martes veremos…

NO ES CASUAL: Amplia difusión ha tenido el jolgorio efectuado por la parentela del senador Gerardo Novelo Osuna, en plena pandemia, arrebato, por supuesto, irresponsable y condenable. Novelo, como ya se sabe, es el suplente de Bonilla en la cámara alta. A diferencia de cualquier otra nota adversa a personajes morenistas, UnoTV, la empresa mediática de Carlos Slim Helú, la envió en su cadena de mensajes SMS a la red Telcel, que tiene millones de usuarios. Slim y el presidente se llevan de piquete de ombligo ¿Anticipo de la sentencia?

¿Comentarios? ¿Críticas? ¿Denuncias?: gerardofm2020@gmail.com