/ miércoles 23 de junio de 2021

Expediente Confidencial | De López Gatell y otros mercenarios de blanco

En memoria de los 8 mil 651 bajacalifornianas y bajacalifornianos fallecidos -oficialmente- por Covid-19

El viernes 11, Hugo López Gatell dio su última conferencia de prensa sobre la pandemia de Covid-19. La cronología de su adiós, cinco días después de los comicios del 6 de junio, confirma, si acaso hace falta, que su presencia diaria fue un ejercicio político y nunca de difusión, que su comparecencia vespertina fue una estrategia de control de daños y no un afán de divulgación.

Y como las elecciones ya se fueron, López Gatell también se marchó. Su labor de zapa respecto a la versión oficialista de la pandemia, de cancerbero ante las divergencias, lo pusieron en las antípodas del juramento hipocrático. Los médicos, si tienen honor y ética, no pueden tener dos caras como la luna. O son la ciencia, o son el gobierno. Y en ese balance, tanto desinformaron López Gatell, como sus antecesores de oposición amalgamados en igual lance político. Incluso, riñendo con el funcionario federal en desvergüenza, Salomón Chertorivski, quien fue secretario de Salud, pero no es médico, se disfrazó de galeno en Twitter, opinando sobre temas de los que ni tiene acreditación científica, ni debiese pontificar, por puro afán de justificar el sueldo ante su patrón, Dante Delgado.

Pero López Gatell no fue criatura singular en la trágica epidemia global. Cada gobierno tuvo el suyo, para mostrarnos que el poder es capaz de corromper la entrañable figura de los médicos, hasta devenirlos en vulgar símil de los ministros del interior, nada más que con bata blanca. Lo mismo, pero más barato

Notables compañeros de López Gatell, en la arena terráquea, han sido Fernando Simón y Anthony Fauci, quienes ejecutan a la perfección su papel como muñecos de ventrílocuo, mostrando, sin pudor, que, por encima de la epístola a Hipócrates, para ellos se halla el juramento al partido político de su preferencia y la cómoda vida que conlleva.

Simón, ujier del gobierno español, ha sido invaluable herrero, capaz de forjar la verdad científica, a conveniencia del presidente para el cual trabaja. Y Fauci, impúdico fanático del Partido Demócrata, fue tan duro contrapeso del gobierno republicano, como inofensiva mascota de la administración Biden. Los tres, el mexicano, el español y el estadounidense, han vivido bajo el paraguas de los aplausos que medios afines a sus gobiernos les conceden, para desacreditar a quienes, desde una absoluta lealtad a la ciencia, han sido contrapunto del vodevil con estetoscopios...

El único maridaje profesional que puede permitirse un médico que se precie de serlo, es con la ciencia. Por ello, aunque López Gatell se marche, como más tarde lo harán Fauci y Simón, tenemos el deber como sociedad de no olvidar, ni mucho menos perdonar, su traición deontológica, por cuanto su única explicación es la ambición de esos hombres, como motivación lúbrica para traicionar a las personas y, eventualmente, a sí mismos...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

En memoria de los 8 mil 651 bajacalifornianas y bajacalifornianos fallecidos -oficialmente- por Covid-19

El viernes 11, Hugo López Gatell dio su última conferencia de prensa sobre la pandemia de Covid-19. La cronología de su adiós, cinco días después de los comicios del 6 de junio, confirma, si acaso hace falta, que su presencia diaria fue un ejercicio político y nunca de difusión, que su comparecencia vespertina fue una estrategia de control de daños y no un afán de divulgación.

Y como las elecciones ya se fueron, López Gatell también se marchó. Su labor de zapa respecto a la versión oficialista de la pandemia, de cancerbero ante las divergencias, lo pusieron en las antípodas del juramento hipocrático. Los médicos, si tienen honor y ética, no pueden tener dos caras como la luna. O son la ciencia, o son el gobierno. Y en ese balance, tanto desinformaron López Gatell, como sus antecesores de oposición amalgamados en igual lance político. Incluso, riñendo con el funcionario federal en desvergüenza, Salomón Chertorivski, quien fue secretario de Salud, pero no es médico, se disfrazó de galeno en Twitter, opinando sobre temas de los que ni tiene acreditación científica, ni debiese pontificar, por puro afán de justificar el sueldo ante su patrón, Dante Delgado.

Pero López Gatell no fue criatura singular en la trágica epidemia global. Cada gobierno tuvo el suyo, para mostrarnos que el poder es capaz de corromper la entrañable figura de los médicos, hasta devenirlos en vulgar símil de los ministros del interior, nada más que con bata blanca. Lo mismo, pero más barato

Notables compañeros de López Gatell, en la arena terráquea, han sido Fernando Simón y Anthony Fauci, quienes ejecutan a la perfección su papel como muñecos de ventrílocuo, mostrando, sin pudor, que, por encima de la epístola a Hipócrates, para ellos se halla el juramento al partido político de su preferencia y la cómoda vida que conlleva.

Simón, ujier del gobierno español, ha sido invaluable herrero, capaz de forjar la verdad científica, a conveniencia del presidente para el cual trabaja. Y Fauci, impúdico fanático del Partido Demócrata, fue tan duro contrapeso del gobierno republicano, como inofensiva mascota de la administración Biden. Los tres, el mexicano, el español y el estadounidense, han vivido bajo el paraguas de los aplausos que medios afines a sus gobiernos les conceden, para desacreditar a quienes, desde una absoluta lealtad a la ciencia, han sido contrapunto del vodevil con estetoscopios...

El único maridaje profesional que puede permitirse un médico que se precie de serlo, es con la ciencia. Por ello, aunque López Gatell se marche, como más tarde lo harán Fauci y Simón, tenemos el deber como sociedad de no olvidar, ni mucho menos perdonar, su traición deontológica, por cuanto su única explicación es la ambición de esos hombres, como motivación lúbrica para traicionar a las personas y, eventualmente, a sí mismos...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com