/ jueves 21 de julio de 2022

Expediente Confidencial | Debanhi, en manos de sus Manson

La podredumbre de quienes "imparten" justicia ha alcanzado un punto macabro y execrable en el caso de la joven regiomontana Debanhi Escobar, cuya resolución habría quedado en "un accidente", si no fuese por los arrestos y el amor de su padre, Mario.

Los resultados de la tercera autopsia, efectuada al cadáver de la víctima, desmintieron a los de las anteriores. Tales incongruencias solamente pueden deberse a que los médicos legistas que efectuaron las dos primeras aprendieron su profesión con el Operando de Hasbro, o son unos corruptos que pusieron lo que convenía a quienes les pagaron. Elija usted.

Las conclusiones de esta tercera y -esperemos- última autopsia, reflejan que Debanhi murió asfixiada, más no por sumersión, es decir, jamás se ahogó en la cisterna del motel Nueva Castilla. Pero lo más relevante es que apenas tenía entre tres y cinco días de haber muerto cuando su cuerpo fue hallado. Es decir, hay siete días entre su desaparición y el hallazgo de su cadáver, donde nadie sabe, nadie supo, qué pasó con Debanhi.

Pese a que ese hecho agiganta lo condenable, hasta niveles superlativos, del tongo armado por Gustavo Adolfo Guerrero, fiscal de Nuevo León, y su fiel escudera, Griselda Núñez, la fiscal "especializada" en Feminicidios y Delitos contra la Mujer, parece que aquí no hubiera pasado nada, que esa operación política y mediática para sostener la versión del "accidente" hubiese sido una inocente travesura. Como si enlodar la memoria de una mujer, Debanhi en este caso, fuese un chascarrillo estudiantil. Ya nada más faltó que Guerrero y Núñez hicieran la sonrisa de 'La Chimoltrufia', cuando alguien la descubría en uno de sus enjuagues. Igual sus cómplices, Televisa, Reforma y Multimedios/Milenio, que no tuvieron empacho en intentar construir otra Paulette, con Azucena Uresti haciéndola de soprano en esa opera de vileza mediática e impunidad judicial (¿Alguien ya olvidó la frase "no voy a revelar lo que nos han dicho extraoficialmente respecto a qué tenía al interior de la bolsa"?).

Ahora, resulta que la fiscalía nuevoleonesa ya investigará el caso como lo que siempre fue: un salvaje feminicidio. Pero de ahí a que se haga justicia, hay una distancia abismal. Resulta ingenuo pensar que los mismos que pretendían convertir la muerte de Debanhi en un accidente, ahora se comportarán con probidad. Es como si se hubiera dejado en manos de la Familia Manson una investigación sobre el asesinato de Sharon Tate. Así, solamente el valor de Mario Escobar es la última esperanza de que haya justicia para Debanhi.

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

La podredumbre de quienes "imparten" justicia ha alcanzado un punto macabro y execrable en el caso de la joven regiomontana Debanhi Escobar, cuya resolución habría quedado en "un accidente", si no fuese por los arrestos y el amor de su padre, Mario.

Los resultados de la tercera autopsia, efectuada al cadáver de la víctima, desmintieron a los de las anteriores. Tales incongruencias solamente pueden deberse a que los médicos legistas que efectuaron las dos primeras aprendieron su profesión con el Operando de Hasbro, o son unos corruptos que pusieron lo que convenía a quienes les pagaron. Elija usted.

Las conclusiones de esta tercera y -esperemos- última autopsia, reflejan que Debanhi murió asfixiada, más no por sumersión, es decir, jamás se ahogó en la cisterna del motel Nueva Castilla. Pero lo más relevante es que apenas tenía entre tres y cinco días de haber muerto cuando su cuerpo fue hallado. Es decir, hay siete días entre su desaparición y el hallazgo de su cadáver, donde nadie sabe, nadie supo, qué pasó con Debanhi.

Pese a que ese hecho agiganta lo condenable, hasta niveles superlativos, del tongo armado por Gustavo Adolfo Guerrero, fiscal de Nuevo León, y su fiel escudera, Griselda Núñez, la fiscal "especializada" en Feminicidios y Delitos contra la Mujer, parece que aquí no hubiera pasado nada, que esa operación política y mediática para sostener la versión del "accidente" hubiese sido una inocente travesura. Como si enlodar la memoria de una mujer, Debanhi en este caso, fuese un chascarrillo estudiantil. Ya nada más faltó que Guerrero y Núñez hicieran la sonrisa de 'La Chimoltrufia', cuando alguien la descubría en uno de sus enjuagues. Igual sus cómplices, Televisa, Reforma y Multimedios/Milenio, que no tuvieron empacho en intentar construir otra Paulette, con Azucena Uresti haciéndola de soprano en esa opera de vileza mediática e impunidad judicial (¿Alguien ya olvidó la frase "no voy a revelar lo que nos han dicho extraoficialmente respecto a qué tenía al interior de la bolsa"?).

Ahora, resulta que la fiscalía nuevoleonesa ya investigará el caso como lo que siempre fue: un salvaje feminicidio. Pero de ahí a que se haga justicia, hay una distancia abismal. Resulta ingenuo pensar que los mismos que pretendían convertir la muerte de Debanhi en un accidente, ahora se comportarán con probidad. Es como si se hubiera dejado en manos de la Familia Manson una investigación sobre el asesinato de Sharon Tate. Así, solamente el valor de Mario Escobar es la última esperanza de que haya justicia para Debanhi.

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com