/ viernes 11 de septiembre de 2020

Expediente Confidencial | La 4T: vieja escuela


En memoria de los 3314 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y a la ineptitud y corrupción de las autoridades de salud, federales y estatales

Decenas de miles de muertos por el Covid-19, protestas feministas, un conflicto por el agua en Chihuahua con dos campesinos asesinados por la Guardia Nacional, un sorteo de lotería fracasado, la compra de una vacuna fallida… todos esos elementos han formado parte de un septiembre al estilo 4T: problemas por doquier que, para el presidente López Obrador, no hay que resolver, pues basta con negarlos y acusar, a todo el que protesta, de ser un “conservador”, un “proporfirista” o estar financiado por estos -aunque se trate de una niña de 7 años, ultrajada, como pasó en la toma de la CNDH-.

Algunos, ingenuos, se sorprenden al ver la reacción del gobierno federal ante las feministas -que ya había quedado clara en marzo- o los campesinos -esa si de nuevo cuño-. Se quedan sin palabras porque López Obrador y Morena, supuestamente, eran de “izquierda”. Evidentemente, quienes lo hacen, no escuchan, a diario, la autodefinición presidencial: Andrés Manuel se llama a si mismo “liberal”. Y liberal no es izquierdista. Y el liberalismo del que habla el presidente no es tampoco el de Emmanuel Macron, sino el de Benito Juárez. Y, para completar, López Obrador tampoco es liberal, de ninguna época, sino un priista nacionalista revolucionario. En su toma de posesión, anunció que devolvería a México a esa época del priismo -la del “Milagro mexicano”, en realidad engaño, pues se basó en una política de sustitución de importaciones-. Hubo quien lo oyó, pero no lo escuchó.

Y para el viejo priismo, el enemigo, per se, es todo aquel que emita cualquier queja contra el régimen, porque, ya se sabe, este es “perfecto” y el presidente es “Dios”.

La reacción de López Obrador ante los campesinos de Chihuahua o las feministas es igualita a la que hubiese tenido Miguel de la Madrid o José López Portillo, si ahora gobernaran ellos.

En el asunto del Covid-19, concurren todos los elementos del viejo priismo: falseo de las cifras -igual que los muertos de San Juanico o del terremoto de 1985-, minimización del problema –“no necesitamos ayuda internacional”, dijo De la Madrid tras el 19S- y ansiedad gubernamental por volver a la “normalidad”, esto es, por escapar del problema sin resolverlo -¿qué diferencia objetiva hay entre la “nueva normalidad” y el “México está de pie”?-.

En la bronca con las feministas, existe la misma narrativa gubernamental que se dio, por ejemplo, ante las protestas por el fraude que llevó a Salinas al poder: centrarse en las actitudes -destrucción de mobiliario, pintas, bloqueos, el “vandalismo” producido por la ira humana ante una injusticia- para criminalizar las demandas -el castigo y la reparación de un daño que si es real-.

En las protestas de los campesinos y el homicidios de dos de ellos -Jessica Silva y Jaime Torres-, el gobierno aplica la misma dinámica del viejo priismo ante cualquier movimiento social: los campesinos están azuzados por “fuerzas desestabilizadoras” y, respecto de los asesinados, acusar que estos “habían agredido” primero a la Guardia Nacional ¿Alguien no ha visto el impresionante parecido de esa explicación con la dio, en su día, el gobierno de Díaz Ordaz, para asesinar estudiantes en Tlatelolco?

Por cierto, que en el caso de los campesinos chihuahuenses, es menester señalar que es el gobierno estadounidense quien presiona para que se le entregue agua de la presa La Boquilla, a pesar de que los agricultores indican que eso los dejará sin el vital líquido para sus cultivos ¿No que López Obrador no iba a ser títere de los “gringos”? Otra cosa en la que es igual que el viejo priismo.

En la forma de encarar el fiasco que resultó la vacuna de AstraZeneca, se emula lo mismo que con la ayuda internacional tras el terremoto de 1985: desandar el camino. A los días de asegurar que México podía solo, De la Madrid acabó recibiendo a los Reagan con toneladas de ayuda. Ahora se repite eso: El mismo día que Rusia dio a conocer su vacuna, Sputnik V, Hugo López Gatell la desacreditó ¡Y ahora resulta que es lo máximo y por eso la compramos! Por cierto, ¿dónde están ahora el “salvador” -y amigo del presidente- Carlos Slim y su petulante yerno Arturo Elías Ayub? ¿Cuánto fue el dinero público que se gastó en “apartar” la vacuna sueca, el cual se perdería si no funcionaba?

Y en el sorteo de lotería, como siempre hacía el PRI, el presidente comete tonterías y todos las pagaremos: como no se han vendido suficientes boletos para la rifa del 15 de septiembre, ni para pagar los 100 premios de 20 millones de pesos, que en realidad es lo que se sorteará y no el avión presidencial, pues ahora López Obrador gastará 500 millones de pesos DE NUESTRO DINERO, en comprar un millón de boletos –“cachitos”-. Insultante resulta que se los vaya a “regalar” a los hospitales Covid, para que, si ganan uno de los premios, se invierta en el nosocomio en cuestión. Pregunta: ¿Por qué en vez de hacer eso, no le entrega esos 500 millones de pesos, a la de ya, a los hospitales Covid, donde, como en Tijuana, no hay ni medicamentos suficientes? Respuesta: Porque lo importante para López Obrador no es salvar vidas, sino tapar su fracaso, maquillando que, pese a su popularidad supuestamente arrasadora, las mexicanas y los mexicanos no le compraron su engañosa rifa.

Así las cosas, México está de vuelta en la era del viejo PRI. La vieja escuela volvió al gobierno. El dinosaurio, con acento tabasqueño, sigue más vivo que nunca.

P.D.: "Si algo nos pasa, es que quieren callarnos"

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com


En memoria de los 3314 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y a la ineptitud y corrupción de las autoridades de salud, federales y estatales

Decenas de miles de muertos por el Covid-19, protestas feministas, un conflicto por el agua en Chihuahua con dos campesinos asesinados por la Guardia Nacional, un sorteo de lotería fracasado, la compra de una vacuna fallida… todos esos elementos han formado parte de un septiembre al estilo 4T: problemas por doquier que, para el presidente López Obrador, no hay que resolver, pues basta con negarlos y acusar, a todo el que protesta, de ser un “conservador”, un “proporfirista” o estar financiado por estos -aunque se trate de una niña de 7 años, ultrajada, como pasó en la toma de la CNDH-.

Algunos, ingenuos, se sorprenden al ver la reacción del gobierno federal ante las feministas -que ya había quedado clara en marzo- o los campesinos -esa si de nuevo cuño-. Se quedan sin palabras porque López Obrador y Morena, supuestamente, eran de “izquierda”. Evidentemente, quienes lo hacen, no escuchan, a diario, la autodefinición presidencial: Andrés Manuel se llama a si mismo “liberal”. Y liberal no es izquierdista. Y el liberalismo del que habla el presidente no es tampoco el de Emmanuel Macron, sino el de Benito Juárez. Y, para completar, López Obrador tampoco es liberal, de ninguna época, sino un priista nacionalista revolucionario. En su toma de posesión, anunció que devolvería a México a esa época del priismo -la del “Milagro mexicano”, en realidad engaño, pues se basó en una política de sustitución de importaciones-. Hubo quien lo oyó, pero no lo escuchó.

Y para el viejo priismo, el enemigo, per se, es todo aquel que emita cualquier queja contra el régimen, porque, ya se sabe, este es “perfecto” y el presidente es “Dios”.

La reacción de López Obrador ante los campesinos de Chihuahua o las feministas es igualita a la que hubiese tenido Miguel de la Madrid o José López Portillo, si ahora gobernaran ellos.

En el asunto del Covid-19, concurren todos los elementos del viejo priismo: falseo de las cifras -igual que los muertos de San Juanico o del terremoto de 1985-, minimización del problema –“no necesitamos ayuda internacional”, dijo De la Madrid tras el 19S- y ansiedad gubernamental por volver a la “normalidad”, esto es, por escapar del problema sin resolverlo -¿qué diferencia objetiva hay entre la “nueva normalidad” y el “México está de pie”?-.

En la bronca con las feministas, existe la misma narrativa gubernamental que se dio, por ejemplo, ante las protestas por el fraude que llevó a Salinas al poder: centrarse en las actitudes -destrucción de mobiliario, pintas, bloqueos, el “vandalismo” producido por la ira humana ante una injusticia- para criminalizar las demandas -el castigo y la reparación de un daño que si es real-.

En las protestas de los campesinos y el homicidios de dos de ellos -Jessica Silva y Jaime Torres-, el gobierno aplica la misma dinámica del viejo priismo ante cualquier movimiento social: los campesinos están azuzados por “fuerzas desestabilizadoras” y, respecto de los asesinados, acusar que estos “habían agredido” primero a la Guardia Nacional ¿Alguien no ha visto el impresionante parecido de esa explicación con la dio, en su día, el gobierno de Díaz Ordaz, para asesinar estudiantes en Tlatelolco?

Por cierto, que en el caso de los campesinos chihuahuenses, es menester señalar que es el gobierno estadounidense quien presiona para que se le entregue agua de la presa La Boquilla, a pesar de que los agricultores indican que eso los dejará sin el vital líquido para sus cultivos ¿No que López Obrador no iba a ser títere de los “gringos”? Otra cosa en la que es igual que el viejo priismo.

En la forma de encarar el fiasco que resultó la vacuna de AstraZeneca, se emula lo mismo que con la ayuda internacional tras el terremoto de 1985: desandar el camino. A los días de asegurar que México podía solo, De la Madrid acabó recibiendo a los Reagan con toneladas de ayuda. Ahora se repite eso: El mismo día que Rusia dio a conocer su vacuna, Sputnik V, Hugo López Gatell la desacreditó ¡Y ahora resulta que es lo máximo y por eso la compramos! Por cierto, ¿dónde están ahora el “salvador” -y amigo del presidente- Carlos Slim y su petulante yerno Arturo Elías Ayub? ¿Cuánto fue el dinero público que se gastó en “apartar” la vacuna sueca, el cual se perdería si no funcionaba?

Y en el sorteo de lotería, como siempre hacía el PRI, el presidente comete tonterías y todos las pagaremos: como no se han vendido suficientes boletos para la rifa del 15 de septiembre, ni para pagar los 100 premios de 20 millones de pesos, que en realidad es lo que se sorteará y no el avión presidencial, pues ahora López Obrador gastará 500 millones de pesos DE NUESTRO DINERO, en comprar un millón de boletos –“cachitos”-. Insultante resulta que se los vaya a “regalar” a los hospitales Covid, para que, si ganan uno de los premios, se invierta en el nosocomio en cuestión. Pregunta: ¿Por qué en vez de hacer eso, no le entrega esos 500 millones de pesos, a la de ya, a los hospitales Covid, donde, como en Tijuana, no hay ni medicamentos suficientes? Respuesta: Porque lo importante para López Obrador no es salvar vidas, sino tapar su fracaso, maquillando que, pese a su popularidad supuestamente arrasadora, las mexicanas y los mexicanos no le compraron su engañosa rifa.

Así las cosas, México está de vuelta en la era del viejo PRI. La vieja escuela volvió al gobierno. El dinosaurio, con acento tabasqueño, sigue más vivo que nunca.

P.D.: "Si algo nos pasa, es que quieren callarnos"

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com