/ lunes 9 de mayo de 2022

Expediente Confidencial | La factura de la migración

La cifra es elocuente: 14 mil millones de dólares. Eso es lo que, de acuerdo con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, mueven, al año, los traficantes de personas que cruzan migrantes hacia los Estados Unidos.

Para darnos una idea de cuánto es eso, haremos una comparación: Las ganancias de Walmart en nuestro país, durante 2021, fueron de 2 mil 186 millones de dólares (https://elceo.com/negocios/walmart-crece-flujo-ventas-y-utilidad-en-2021-va-por-mas-gasolineras/)

Es decir, los ‘polleros’ ganan, al año, siete veces lo que consigue Walmart. De ese tamaño resulta ese negocio criminal.

El Título 42, como cualquier restricción migratoria, ha resultado fabuloso para esas mafias delincuenciales. Es una puerta giratoria macabra, inmisericorde, que les devuelve a los migrantes una y otra vez, para ser su botín, una y otra vez, en eterna revictimización.

¿De qué tamaño es la puerta giratoria? Un estudio del Consejo de Inmigración Estadounidense (AIC, por sus siglas en inglés) refiere: “Antes de que comenzara la pandemia, solo el 7 % de las personas arrestadas en la frontera habían cruzado más de una vez, pero para octubre de 2020, el 40 % de todas las personas arrestadas habían cruzado varias veces ese año. A lo largo del año fiscal 2021, una de cada 3 personas detenidas en la frontera ya había cruzado al menos una vez ese año” (https://www.americanimmigrationcouncil.org/research/guide-title-42-expulsions-border).

Recordemos que, en los Estados Unidos, cada ‘año fiscal’ va de octubre a septiembre. En seis meses del actual (de octubre de 2021 a marzo de 2022) van un millón 60 mil 954 detenidos en la frontera con México. En los 12 meses del año fiscal 2018-19, el total fue de 977 mil 509. Así de exponencial ha sido el aumento del negocio para los ‘polleros’ (https://www.cbp.gov/newsroom/stats/southwest-land-border-encounters)

Y de esa puerta giratoria ha salido una cifra particularmente cruel, mencionada por el AIC: “Más de 130 mil familias y niños han sido expulsados” bajo el Título 42.

Con los migrantes, no hay partido estadounidense bueno. El gobierno de Donald Trump creó el Título 42, pero el de Joe Biden ha impedido quitarlo.

El discurso de que Biden y su partido, el Demócrata, son “amigos” de los migrantes es una falsedad. Son tan enemigos como Trump y los suyos. El 17 de septiembre de 2021, Biden apeló la orden del juez Emmet Sullivan y una corte federal del Distrito de Columbia, que le prohibía usar el Título 42 para expulsar migrantes que fueran acompañados de niñas o niños. Es decir, familias. Lógico: el Partido Demócrata es un gran amigo de las mafias, incluyendo las de ‘polleros’, y las familias son su mejor negocio, porque un hombre solo podría aventurarse a esa ruleta rusa que es cruzar por el desierto, pero las familias que llevan niños no tienen otra: ‘polleros’ o ‘polleros’.

Ahora, el gobierno de Biden busca dejar de utilizar el Título 42 porque hay elecciones legislativas en noviembre.

Sin embargo, su eliminación hará que se incrementen los migrantes de forma exponencial, porque esos ‘polleros’ le dirán a los migrantes que, ahora sí es un buen momento para intentar el cruce. Más negocio.

El sistema migratorio estadounidense es, ante todo, un instrumento político de sus gobiernos. Lo anterior lleva a prácticas deleznables, como el racismo migratorio que existe ahora, donde a los ucranianos se les abren las puertas de par en par, mientras a los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, que huyen de las maras, se les cierran a piedra y lodo. Es que en Guatemala, Honduras y El Salvador no hay litio, o no tanto como en Ucrania. Business are business.

Por lo demás, una tangible parte de la sociedad estadounidense sigue y seguirá reactiva a la migración, por una ‘razón’ de la sinrazón: los estadounidenses toda la vida han visto la película, desde el mejor lugar de la sala, sin pagar su boleto. Particularmente, la élite. Lejos de su disfraz de sociedad democrática e igualitaria con el que se venden, son un pueblo absolutamente perverso y sin escrúpulos, donde no solamente el pez grande se come al chico, sino que, dentro de la misma población estadounidense, hay quienes son escalón y otros el zapato. Así, mientras hay veteranos de Irak o la Guerra del Golfo con miembros amputados o imborrables secuelas psiquiátricas, los Bush, padre e hijo, creadores de las guerras pérsicas, quedaron como respetados personajes políticos y no perdieron ni la uña del dedo meñique. Respetados, que no respetables. El estiércol no es respetable.

Pero también los estadounidenses han abusado de otros al sur de su frontera. Para ellos, América Latina es cantina, basurero, prostíbulo y cómodo para defecar. También es un limón al que le exprimen hasta la última gota de jugo.

Sin embargo, el dinero es finito. Cada dólar que alguien obtiene sin merecerlo se lo está robando a otro. El dinero es como un buñuelo. No puede estirarse. Es el que es y, por tanto, si alguien quiere más de lo que toca, debe ‘robárselo’ a otro. Para que un oficinista estadounidense tenga una buena alimentación, casa bonita en un suburbio limpio y seguro, atención médica de calidad y una escuela digna para sus hijos, debe existir un oficinista mexicano, brasileño o colombiano mal alimentado, que vive en una pocilga, entre violencia criminal, enfermo -quizás sin saberlo- y con sus hijos acudiendo a una pésima escuela.

El zapato estadounidense se ha ido haciendo tan grande y pesado, que muchos, al sur de su frontera, ya no aguantan el oprobio. Entonces, deciden escapar al castillo imperial que se ha edificado con ladrillos hechos con su sangre y sufrimiento. Pero resulta que, en ese castillo, ni los reyes, ni los súbditos, los quieren. Pero la migración no es otra cosa que el pago de una inmensa factura que la sociedad estadounidense se niega a liquidar. Han vivido de gratis porque, generación tras generación, sus gobiernos les han dicho que el mundo es su juguete y pueden tomar de este lo que deseen, sin consecuencias.

Tal vez alguien, con un poco de cinismo, diga que eso no es culpa del oficinista estadounidense, que los estadounidenses de a pie no sembraron el horror en América Latina, sino sus gobiernos. Esa es una salida inmoral: esos estadounidenses de a pie sabían todo el sufrimiento que generaban sus guerras, sus dictaduras, su explotación al sur de la frontera, pero lejos de ponerle freno al zapato, lo hundieron sobre América Latina y otras partes del mundo con más ahínco, a través de sus votos, porque así les convenía, porque esa vida cómoda, gratuita y sin consecuencias, pagada con lo que se les arrebató, robó o expolió a otros, les gustaba y les gusta ¿Qué esos estadounidenses pagaron esa vida con sus impuestos? No, no pagaron esa vida. Les pagaron a sus gobiernos para que fuesen a matar, robar y saquear, para dárselas. Los únicos que pagaron un precio por esa vida fueron quienes vieron como alguno de sus seres queridos regresaba en un féretro o mutilado, por ir a defender a su “patria” en esas incursiones, muchos de ellos, por cierto, latinos también. El resto no.

Los migrantes están solos. La prensa estadounidense alineada con el Partido Demócrata critica sin cesar las políticas migratorias de los republicanos, pero está presta a lavar la cara de gobiernos como los de Obama y Biden. De Fox News, ni hablemos. Criticarán todo de los demócratas, menos la mano dura contra esos migrantes. Y en México pasa igual. Todos los medios y la prensa alineada con el Partido Demócrata aplauden como focas todo lo que hacen Biden y su partido. Para no ir más lejos, antier, que Biden dijo “México no es nuestro patio trasero”, ante Beatriz Gutiérrez Müeller, de inmediato salieron Reforma y El Universal a desvivirse en elogios para el mandatario estadounidense, cuando su afirmación es no solamente falaz, sino casi burlona, al ser contrastada con la realidad indubitable.

PODRIDO: México aceptó recibir cubanos y nicaragüenses expulsados por Estados Unidos, debido al Título 42. Hasta 100 cubanos y 22 nicaragüenses por día. Son personas que buscaban escapar de las dictaduras que gobiernan sus naciones. El acuerdo se había realizado en lo oscurito. AP lo destapó.

No faltó una parte de la prensa mexicana que, en su amor por Biden, dijo que su gobierno lo hacía para no deportarlos a su país de origen, porque ahí correrían peligro ¿Y acaso en México no lo correrán igual? ¿O qué creen hará el gobierno morenista, cuando el presidente López Obrador acaba de pedir que Cuba, Nicaragua y Venezuela sean aceptados en la Cumbre de las Américas?

Biden y su partido no quieren ensuciarse las manos. Así que para eso tienen a México, que es su sirviente. En vez de ser ellos quienes les entreguen esos migrantes a las dictaduras de Cuba y Nicaragua, será México. Así, los regímenes de esos países podrán encarcelar, torturar, violar o matar a esos rebeldes que osaron escaparse. Biden y López Obrador son amigos de esas dictaduras. Nada más que Joe lo disimula y Andrés Manuel presume de tal cosa…

Tampoco sería remoto que López Obrador haya efectuado la gira por Cuba y Centroamérica para hacerle a Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, el trabajo de hablar con los gobiernos de Nayib Bukele (para que desista de combatir, como se debe, a los criminales) y Miguel Díaz Canel (o, más bien, de Raúl Castro, para solicitarle que se aleje un poquito de Rusia, y así el Partido Demócrata ya no tenga que andar ocultando su amor por la dictadura castrista).

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

La cifra es elocuente: 14 mil millones de dólares. Eso es lo que, de acuerdo con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, mueven, al año, los traficantes de personas que cruzan migrantes hacia los Estados Unidos.

Para darnos una idea de cuánto es eso, haremos una comparación: Las ganancias de Walmart en nuestro país, durante 2021, fueron de 2 mil 186 millones de dólares (https://elceo.com/negocios/walmart-crece-flujo-ventas-y-utilidad-en-2021-va-por-mas-gasolineras/)

Es decir, los ‘polleros’ ganan, al año, siete veces lo que consigue Walmart. De ese tamaño resulta ese negocio criminal.

El Título 42, como cualquier restricción migratoria, ha resultado fabuloso para esas mafias delincuenciales. Es una puerta giratoria macabra, inmisericorde, que les devuelve a los migrantes una y otra vez, para ser su botín, una y otra vez, en eterna revictimización.

¿De qué tamaño es la puerta giratoria? Un estudio del Consejo de Inmigración Estadounidense (AIC, por sus siglas en inglés) refiere: “Antes de que comenzara la pandemia, solo el 7 % de las personas arrestadas en la frontera habían cruzado más de una vez, pero para octubre de 2020, el 40 % de todas las personas arrestadas habían cruzado varias veces ese año. A lo largo del año fiscal 2021, una de cada 3 personas detenidas en la frontera ya había cruzado al menos una vez ese año” (https://www.americanimmigrationcouncil.org/research/guide-title-42-expulsions-border).

Recordemos que, en los Estados Unidos, cada ‘año fiscal’ va de octubre a septiembre. En seis meses del actual (de octubre de 2021 a marzo de 2022) van un millón 60 mil 954 detenidos en la frontera con México. En los 12 meses del año fiscal 2018-19, el total fue de 977 mil 509. Así de exponencial ha sido el aumento del negocio para los ‘polleros’ (https://www.cbp.gov/newsroom/stats/southwest-land-border-encounters)

Y de esa puerta giratoria ha salido una cifra particularmente cruel, mencionada por el AIC: “Más de 130 mil familias y niños han sido expulsados” bajo el Título 42.

Con los migrantes, no hay partido estadounidense bueno. El gobierno de Donald Trump creó el Título 42, pero el de Joe Biden ha impedido quitarlo.

El discurso de que Biden y su partido, el Demócrata, son “amigos” de los migrantes es una falsedad. Son tan enemigos como Trump y los suyos. El 17 de septiembre de 2021, Biden apeló la orden del juez Emmet Sullivan y una corte federal del Distrito de Columbia, que le prohibía usar el Título 42 para expulsar migrantes que fueran acompañados de niñas o niños. Es decir, familias. Lógico: el Partido Demócrata es un gran amigo de las mafias, incluyendo las de ‘polleros’, y las familias son su mejor negocio, porque un hombre solo podría aventurarse a esa ruleta rusa que es cruzar por el desierto, pero las familias que llevan niños no tienen otra: ‘polleros’ o ‘polleros’.

Ahora, el gobierno de Biden busca dejar de utilizar el Título 42 porque hay elecciones legislativas en noviembre.

Sin embargo, su eliminación hará que se incrementen los migrantes de forma exponencial, porque esos ‘polleros’ le dirán a los migrantes que, ahora sí es un buen momento para intentar el cruce. Más negocio.

El sistema migratorio estadounidense es, ante todo, un instrumento político de sus gobiernos. Lo anterior lleva a prácticas deleznables, como el racismo migratorio que existe ahora, donde a los ucranianos se les abren las puertas de par en par, mientras a los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, que huyen de las maras, se les cierran a piedra y lodo. Es que en Guatemala, Honduras y El Salvador no hay litio, o no tanto como en Ucrania. Business are business.

Por lo demás, una tangible parte de la sociedad estadounidense sigue y seguirá reactiva a la migración, por una ‘razón’ de la sinrazón: los estadounidenses toda la vida han visto la película, desde el mejor lugar de la sala, sin pagar su boleto. Particularmente, la élite. Lejos de su disfraz de sociedad democrática e igualitaria con el que se venden, son un pueblo absolutamente perverso y sin escrúpulos, donde no solamente el pez grande se come al chico, sino que, dentro de la misma población estadounidense, hay quienes son escalón y otros el zapato. Así, mientras hay veteranos de Irak o la Guerra del Golfo con miembros amputados o imborrables secuelas psiquiátricas, los Bush, padre e hijo, creadores de las guerras pérsicas, quedaron como respetados personajes políticos y no perdieron ni la uña del dedo meñique. Respetados, que no respetables. El estiércol no es respetable.

Pero también los estadounidenses han abusado de otros al sur de su frontera. Para ellos, América Latina es cantina, basurero, prostíbulo y cómodo para defecar. También es un limón al que le exprimen hasta la última gota de jugo.

Sin embargo, el dinero es finito. Cada dólar que alguien obtiene sin merecerlo se lo está robando a otro. El dinero es como un buñuelo. No puede estirarse. Es el que es y, por tanto, si alguien quiere más de lo que toca, debe ‘robárselo’ a otro. Para que un oficinista estadounidense tenga una buena alimentación, casa bonita en un suburbio limpio y seguro, atención médica de calidad y una escuela digna para sus hijos, debe existir un oficinista mexicano, brasileño o colombiano mal alimentado, que vive en una pocilga, entre violencia criminal, enfermo -quizás sin saberlo- y con sus hijos acudiendo a una pésima escuela.

El zapato estadounidense se ha ido haciendo tan grande y pesado, que muchos, al sur de su frontera, ya no aguantan el oprobio. Entonces, deciden escapar al castillo imperial que se ha edificado con ladrillos hechos con su sangre y sufrimiento. Pero resulta que, en ese castillo, ni los reyes, ni los súbditos, los quieren. Pero la migración no es otra cosa que el pago de una inmensa factura que la sociedad estadounidense se niega a liquidar. Han vivido de gratis porque, generación tras generación, sus gobiernos les han dicho que el mundo es su juguete y pueden tomar de este lo que deseen, sin consecuencias.

Tal vez alguien, con un poco de cinismo, diga que eso no es culpa del oficinista estadounidense, que los estadounidenses de a pie no sembraron el horror en América Latina, sino sus gobiernos. Esa es una salida inmoral: esos estadounidenses de a pie sabían todo el sufrimiento que generaban sus guerras, sus dictaduras, su explotación al sur de la frontera, pero lejos de ponerle freno al zapato, lo hundieron sobre América Latina y otras partes del mundo con más ahínco, a través de sus votos, porque así les convenía, porque esa vida cómoda, gratuita y sin consecuencias, pagada con lo que se les arrebató, robó o expolió a otros, les gustaba y les gusta ¿Qué esos estadounidenses pagaron esa vida con sus impuestos? No, no pagaron esa vida. Les pagaron a sus gobiernos para que fuesen a matar, robar y saquear, para dárselas. Los únicos que pagaron un precio por esa vida fueron quienes vieron como alguno de sus seres queridos regresaba en un féretro o mutilado, por ir a defender a su “patria” en esas incursiones, muchos de ellos, por cierto, latinos también. El resto no.

Los migrantes están solos. La prensa estadounidense alineada con el Partido Demócrata critica sin cesar las políticas migratorias de los republicanos, pero está presta a lavar la cara de gobiernos como los de Obama y Biden. De Fox News, ni hablemos. Criticarán todo de los demócratas, menos la mano dura contra esos migrantes. Y en México pasa igual. Todos los medios y la prensa alineada con el Partido Demócrata aplauden como focas todo lo que hacen Biden y su partido. Para no ir más lejos, antier, que Biden dijo “México no es nuestro patio trasero”, ante Beatriz Gutiérrez Müeller, de inmediato salieron Reforma y El Universal a desvivirse en elogios para el mandatario estadounidense, cuando su afirmación es no solamente falaz, sino casi burlona, al ser contrastada con la realidad indubitable.

PODRIDO: México aceptó recibir cubanos y nicaragüenses expulsados por Estados Unidos, debido al Título 42. Hasta 100 cubanos y 22 nicaragüenses por día. Son personas que buscaban escapar de las dictaduras que gobiernan sus naciones. El acuerdo se había realizado en lo oscurito. AP lo destapó.

No faltó una parte de la prensa mexicana que, en su amor por Biden, dijo que su gobierno lo hacía para no deportarlos a su país de origen, porque ahí correrían peligro ¿Y acaso en México no lo correrán igual? ¿O qué creen hará el gobierno morenista, cuando el presidente López Obrador acaba de pedir que Cuba, Nicaragua y Venezuela sean aceptados en la Cumbre de las Américas?

Biden y su partido no quieren ensuciarse las manos. Así que para eso tienen a México, que es su sirviente. En vez de ser ellos quienes les entreguen esos migrantes a las dictaduras de Cuba y Nicaragua, será México. Así, los regímenes de esos países podrán encarcelar, torturar, violar o matar a esos rebeldes que osaron escaparse. Biden y López Obrador son amigos de esas dictaduras. Nada más que Joe lo disimula y Andrés Manuel presume de tal cosa…

Tampoco sería remoto que López Obrador haya efectuado la gira por Cuba y Centroamérica para hacerle a Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, el trabajo de hablar con los gobiernos de Nayib Bukele (para que desista de combatir, como se debe, a los criminales) y Miguel Díaz Canel (o, más bien, de Raúl Castro, para solicitarle que se aleje un poquito de Rusia, y así el Partido Demócrata ya no tenga que andar ocultando su amor por la dictadura castrista).

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com