/ jueves 23 de julio de 2020

Expediente Confidencial | Las abstenciones, cómplices

En memoria de los 2,454 bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y a la ineptitud de las autoridades de salud del estado. En Tijuana, mueren 29 de cada 100 enfermos de Covid-19. Cinco veces más que en Nueva York o Sao Paulo y casi once veces más que en San Diego…

Esta semana, Elí Topete, diputado local de Movimiento Ciudadano, presentó una iniciativa a fin de que prohibir que un diputado vote “en abstención”.

La iniciativa de Topete fue motivada por las siete abstenciones que se registraron, hace una semana, en el dictamen para legalizar las bodas gays en Baja California, cambio que, debido a esos siete votos, no se concretó.

De entrada, es menester precisar que no se puede, como dicen algunos diputados, “votar en abstención”.

Una abstención es, precisamente, declinar la acción de votar. No votar, pues.

Es lo mismo que no estar presente al momento en que se vota un tema.

Entonces, si es lo mismo estar presente y abstenerse, que no ir a votar, ¿por qué una diputada o un diputado, de todas formas, se presenta a una sesión y anuncia su “abstención”?

Ah, pues muy sencillo: porque esa “abstención” anunciada le permite quedar bien con Dios y con el diablo.

En temas como las bodas gays, o las diferentes versiones de la Ley Bonilla, algunos diputados se ven entre la espada y la pared, porque sus jefes políticos o patrocinadores están en lados distintos.

A veces, el jefe político quiere ir a favor, pero el patrocinador (entendido como el que le metió dinero a la campaña electoral de la diputada o diputado en cuestión, o el que va a pagar la siguiente) está en contra. O viceversa. Y ahí es donde la abstención cobra valor para esos políticos. No se queda bien con nadie, pero tampoco mal. Nada de “muertito” y conserva el favor de ambas partes.

Luego, ya entrando al terreno de los políticos “profesionales” (en política, lo profesional es sinónimo de turbio), hay quienes venden su “abstención”. De esa forma, se restan del grupo de los que están a favor o en contra y disfrazan (o eso creen) sus auténticas intenciones.

Han existido “abstenciones” claves. Por ejemplo, la de Marco Antonio Blásquez Salinas quien, siendo senador, se “abstuvo” y, así, dio paso a la reforma que subió el IVA de 11 a 16% en la frontera ¿Cuánto le pagarían a Blásquez por esa abstención? Es pregunta.

Una vez entendido lo anterior, podemos ver, de relieve, cuál es la importancia de la reforma que ha presentado Topete.

No es una reforma para acabar, simplemente, con las “abstenciones”, utilizadas por algunos diputados como escudo, para no definirse en temas claves.

Se trata de un cambio para evitar algo que ha sido un camino para la corrupción en todos los parlamentos: la venta de “abstenciones”.

Una venta de votos, indigna e indignante, con la cual los políticos se han enriquecido, al traicionar a las ciudadanas y los ciudadanos que dicen representar. Una aberración...

Así que deseamos, fervientemente, que la iniciativa de Topete se haga realidad, porque ya no se vale “abstenerse” en ese tenebroso juego político.

En memoria de los 2,454 bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y a la ineptitud de las autoridades de salud del estado. En Tijuana, mueren 29 de cada 100 enfermos de Covid-19. Cinco veces más que en Nueva York o Sao Paulo y casi once veces más que en San Diego…

Esta semana, Elí Topete, diputado local de Movimiento Ciudadano, presentó una iniciativa a fin de que prohibir que un diputado vote “en abstención”.

La iniciativa de Topete fue motivada por las siete abstenciones que se registraron, hace una semana, en el dictamen para legalizar las bodas gays en Baja California, cambio que, debido a esos siete votos, no se concretó.

De entrada, es menester precisar que no se puede, como dicen algunos diputados, “votar en abstención”.

Una abstención es, precisamente, declinar la acción de votar. No votar, pues.

Es lo mismo que no estar presente al momento en que se vota un tema.

Entonces, si es lo mismo estar presente y abstenerse, que no ir a votar, ¿por qué una diputada o un diputado, de todas formas, se presenta a una sesión y anuncia su “abstención”?

Ah, pues muy sencillo: porque esa “abstención” anunciada le permite quedar bien con Dios y con el diablo.

En temas como las bodas gays, o las diferentes versiones de la Ley Bonilla, algunos diputados se ven entre la espada y la pared, porque sus jefes políticos o patrocinadores están en lados distintos.

A veces, el jefe político quiere ir a favor, pero el patrocinador (entendido como el que le metió dinero a la campaña electoral de la diputada o diputado en cuestión, o el que va a pagar la siguiente) está en contra. O viceversa. Y ahí es donde la abstención cobra valor para esos políticos. No se queda bien con nadie, pero tampoco mal. Nada de “muertito” y conserva el favor de ambas partes.

Luego, ya entrando al terreno de los políticos “profesionales” (en política, lo profesional es sinónimo de turbio), hay quienes venden su “abstención”. De esa forma, se restan del grupo de los que están a favor o en contra y disfrazan (o eso creen) sus auténticas intenciones.

Han existido “abstenciones” claves. Por ejemplo, la de Marco Antonio Blásquez Salinas quien, siendo senador, se “abstuvo” y, así, dio paso a la reforma que subió el IVA de 11 a 16% en la frontera ¿Cuánto le pagarían a Blásquez por esa abstención? Es pregunta.

Una vez entendido lo anterior, podemos ver, de relieve, cuál es la importancia de la reforma que ha presentado Topete.

No es una reforma para acabar, simplemente, con las “abstenciones”, utilizadas por algunos diputados como escudo, para no definirse en temas claves.

Se trata de un cambio para evitar algo que ha sido un camino para la corrupción en todos los parlamentos: la venta de “abstenciones”.

Una venta de votos, indigna e indignante, con la cual los políticos se han enriquecido, al traicionar a las ciudadanas y los ciudadanos que dicen representar. Una aberración...

Así que deseamos, fervientemente, que la iniciativa de Topete se haga realidad, porque ya no se vale “abstenerse” en ese tenebroso juego político.