/ miércoles 28 de octubre de 2020

Expediente Confidencial | Los 12 años que se nos vienen

En memoria de los 3842 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19, pero, sobre todo, a la IRRESPONSABILIDAD de empresarios y personas, y a la INCAPACIDAD de los gobiernos. Dedicado este texto también a todo el personal sanitario que se la está jugando, a diario. Y recordando que en TIJUANA MUEREN 22 DE CADA 100 ENFERMOS DE Covid-19, 11 VECES MÁS QUE EN SAN DIEGO

En 1980, el Partido Demócrata no perdió la presidencia de Estados Unidos. Lo que perdió fueron las siguientes tres. El fallido gobierno de Jimmy Carter era, en realidad, un canto de cisne para los demócratas, que ya venían desangrándose desde 1968, a consecuencia de un modelo que empezó con John F. Kennedy, el cual había resultado desastroso para Estados Unidos: Kennedy se metió en Vietnam, una guerra sin salida, y fracasó en Cuba; el consumo de drogas y la criminalidad crecieron rampantemente con Johnson; y Carter desplomó el PIB en 5.8 puntos en sus dos últimos años. Además, los Kennedy inocularon el virus hippie en el Partido Demócrata, que ha crecido hasta invadirlo por completo.

Así que cuando llegó Ronald Reagan y creó, luego, esa pinza virtuosa con Margaret Thatcher, el conservadurismo vivió su mejor época en un siglo. Reagan no solamente ganó en 1980 y arrasó en 1984, sino que los republicanos aún tuvieron fuerza para que Bush padre triunfara, holgadamente, en 1988. Nada más que a Reagan le falló la elección de su reemplazo: Bush padre apenas pudo sostenerse cuatro años, muchísimo más preocupado por sus negocios petroleros -y oscuros-, que por el bienestar del pueblo estadounidense. Entonces, Bill Clinton los destronó, pero fue un paréntesis: en los 28 años de 1981 a 2009, los republicanos gobernaron 20.

Los Reagan y las Thatcher no caen de los árboles, ni nacen a diario. Por eso, el Partido Republicano se encontró, en 2016, presentando de candidato a un ‘show man’ como Donald Trump. Sin embargo, Trump fue y es lo que Carter a los demócratas: un canto de cisne.

A diferencia del Partido Demócrata, donde las candidaturas importantes se las ha repartido una misma nomenklatura desde 1992, ignorando a las bases -si las bases mandaran, Bernie Sanders habría sido el candidato a presidente en 2020-, en el Partido Republicano todavía las bases mandan y mucho: ahí está no solo Trump, sino también el ‘Tea Party’, como ejemplos.

Y esas bases creyeron que se necesitaba un radical ultra como Trump, para evitar el triunfo de Hillary Clinton que, por otra parte, sintetiza a esa nomenklatura del Partido Demócrata: doble cara, hipócrita, falsaria. Hillary se autonombró -y los “progresistas” la compraron- como la gran representante de las mujeres ¿En qué parte del discurso feminista cabe lo de Hillary, una mujer que no solamente perdonó a un marido infiel, que la humilló públicamente, sino que siguió casada con él, usando su apellido como una marca publicitaria? Pero ya se sabe que la moral “progresista” tiene doble rasero: se vale si lo hacen ellos, si no, pues no. Y eso por no hablar de la amistad y el financiamiento que ese cerdo llamado Harvey Weinstein le dio a los Clinton y al Partido Demócrata…

Pero los republicanos, con Trump, en realidad solamente aplazaron el desastre por cuatro años. Tan lo sabían que, por eso, utilizaron esos cuatro años en cincelar una mayoría conservadora, de 6-3, en la Suprema Corte de Justicia. Los republicanos saben que viene un huracán “progresista”, así que ganaron tiempo para recoger las pertenencias valiosas, salvaguardar aquellas que no podrán llevarse… y a colgarse la mochila para la evacuación hacia la nada, al desierto que es la oposición, donde se lucha contra todo y contra todos, día tras día, noche tras noche.

Biden ya dijo que solamente viene por cuatro años. Cosa lógica, porque tiene 77 años -cumplirá 78 el 20 de noviembre-. Incluso, habría que preguntarse si realmente va a gobernar él o serán los Obama a trasmano. Casi seguro esto último. Y si Biden viene por solamente cuatro años, como un vulgar “Juanito” de los Obama, es dable concluir que, en 2024, será el lanzamiento de Michelle como candidata a la presidencia estadounidense, para que la señora gobierne ocho años más y el “progresismo” sume 12, haciendo y deshaciendo, legalizando drogas, indultando criminales que ya están en la cárcel y evitando que otros tantos lleguen a esta, patrocinando “primaveras árabes” que sirven para crear grupos terroristas que, después, se lancen contra los enemigos políticos, y por supuesto, apuntalando la dictadura china, regenteando a Europa mediante la matrona Merkel y buscando destruir a Putin, archiultrarecontraenemigo de los Obama y de sus patrocinadores.

Guarde, por favor, esta columna. Y en 2032, sáquela del cajón. Verá que América Latina tendrá presidentes “progresistas” por doquier, empezando por el mexicano Marcelo Ebrard, que, para entonces, ya tendrá dos años de haber dejado el poder, no sin antes, claro, legalizar, a nivel nacional, la mariguana. El debate ya estará, para ese momento, en si legalizamos la cocaína o la amapola. O a lo mejor me quedo corto, y ya legalizamos la última y andamos en camino de hacerlo con la primera, con el pretexto de que así “se acabará la violencia”. Como si Estados Unidos no hubiese declarado la famosa Guerra contra las Drogas, en 1971, precisamente porque el crimen y la violencia aumentaron galopantemente. El consumo de drogas es un problema de seguridad, no de salud.

Por supuesto, el “progresismo” liberal estadounidense ya habrá derrotado, para entonces, a los “enemigos de la democracia”. Empezando por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, cuyo “pecado” consiste en haber enfrentado a los maras, reducirlos a su mínima expresión y tratarlos como lo que son: unos cerdos criminales, desalmados, asesinos, violadores. Escoria social. Eso hace que el “progresismo” ponga el grito en el cielo porque, ya se sabe, los maras, como todas las mafias criminales, son sus amigos. Si Bukele no le entrega su alma a Putin -que no es un santo, pero es su única esperanza de resistir-, lo harán caer y hasta lo encarcelarán. Los “progresistas” no tienen piedad de sus enemigos.

Por supuesto, en 2022 también Colombia caerá en sus manos. Ya tienen a su candidata: la alcaldesa bogotana, Claudia López. Con ella, como ya ocurre en España con el etarra Otegui y sus aliados, llegarán los guerrilleros al poder ¿Qué son unos asesinos? Ah, minucias. Lo que importa es cuanto han apoyado a la causa “progresista”. Asesinos, violadores, secuestradores, todos son perdonados cuando juran fidelidad y vasallaje eterno a la religión del dios -en minúsculas- Barack y Michelle, la Virgen María del “progresismo”.

Además, las FARC colombianas tienen una “estrellita” muy importante para el “progresismo”: son, como los maras, amigos del narco, quienes, a su vez, son grandes aliados del “progresismo” liberal, tanto, que este busca legalizar su negocio de sangre y muerte.

Ese mismo año enfilarán baterías contra Brasil y Bolsonaro, loquito que no necesita demasiado para que lo tumben. Ya tienen a João Doria, gran amigo de la dictadura china, listo para lo que se ofrezca. También irán por Chile, en 2021, con un sujeto llamado Daniel Jadue, un comunista corrupto. Pero no importa que lo sea. Ya se sabe que los “progresistas” solamente persiguen a los corruptos del bando contrario.

Y en Europa, cinco años más para el francés Macron. U otros diez, si sigue tan dúctil. También más años para Sánchez e Iglesias, que son como un binomio cogobernante en España. Pero, sobre todo, habrá uno y mil intentos para que el Partido Laborista retorne al poder en el Reino Unido, haga otro referéndum para revertir el Brexit y vuelva a la Unión Europea, a la yunta de los banqueros y especuladores. También, en 2023, si no es que antes, a punta de atentados del ISIS, como ya lo intentaron, buscarán echar del poder al presidente turco Erdoğan ¿Quién se ha creído ese turquito que pretende recordarle a su pueblo que no son la bacinica de la OTAN, sino los herederos del luminoso Imperio Otomano? Si por eso, en las postrimerías de la presidencia obamista, el “progresismo” lo andaba derrocando. Nada más que ese pueblo turco, tan “tonto”, no quiso ser “rescatado” por el “progresismo” e impidió ese golpe. Luego, Erdoğan permitió que las turcas que así quisieran pudieran llevar hiyab ¡eso es anti feminista!... a menos, claro, que el hiyab lo lleve Ilhan Omar, congresista estadounidense a la que los Soros le patrocinaron su campaña ¡Qué diferencia! ¡Hay de hiyabs a hiyabs! El de Omar es un hiyab “progresista” y “feminista”.

También, claro, vendrán mil y un intentos de tumbar a Putin. Y si se muere, de poner a un alfil, como en su día pusieron a Gorbachov. Alguien que le quite su gran enemigo al “progresismo” liberal.

Y si en las “operaciones” para deshacerse de Bukele, Bolsonaro o Erdoğan, hay que matar a unos cientos o miles de civiles, ni modo. Son “daños colaterales” para que el “progresismo” instale su reino en la tierra…

En cambio, habrá alfombra roja para los amigos: Cuba, China, Venezuela. Habrá todas las facilidades, disfrazadas de “diálogo”, de “tolerancia”, para que sus dictaduras sigan en el poder y se entronicen más ¡Capaz que Biden o la señora Obama acaban ganando el Nobel de la Paz! Mientras tanto, al exilio cubano lo ignorarán. A la resistencia democrática de Hong Kong, más. A la oposición venezolana le darán atole con el dedo ¿A nadie le dice algo que el Partido Demócrata sea tan amigo de puras dictaduras, como las de los Castro, Maduro o Xi? ¿A nadie le parece ni medianamente sospechoso que, mientras tienen “diálogo” con esos dictadores, ligados a las mafias, persiguen sin misericordia a Bukele, que enfrenta a los criminales?

En cuanto a la sociedad, el “progresismo” liberal estadounidense liderará su “transformación” mundial, donde hay que eliminar a las familias y los valores. Los valores como la honestidad, la solidaridad, la honradez, el esfuerzo, no son “progresistas” y, por ello, el nuevo régimen se abocará a su destrucción. Las madres y padres que les dicen a sus hijas e hijos que sean responsables y no caigan en los vicios son “un lastre” para los “progresistas”. Lo que hacen falta son madres y padres que no solamente consientan que sus hijas e hijos consuman ‘mota’ y sean promiscuos, sino que se la fumen con ellos ¡Eso si es “inspirador”! ¡Eso si “empodera” a las próximas generaciones!

No por nada, en uno de los comerciales de Joe Biden, sale el ‘reguetonero’ Bad Bunny, quien canta letras tan edificantes como “Ella es callaíta', pero pa'l sexo es atrevida yo sé, marihuana y bebida, gozándose la vida como es” o “Vino ready ya, puesta pa' una cepillá'. Me chupa la lollipop, solita se arrodilla, hey ¿Cómo te atreve', mami, a venir sin panty? Más puta que Betty Boop”. Si, la sociedad será infundida por los “nuevos valores” progresistas, por ese “feminismo” de Bad Bunny, donde el “empoderamiento” de la mujer no consiste en su independencia emocional y económica del hombre, ni en su éxito profesional, sino en ser drogadicta, alcohólica y estar dispuesta como objeto sexual.

Y en 2032, el debate mundial ya estará en la “conveniencia” de legalizar la pedofilia… perdón, de salvaguardar los “derechos sexuales” de niñas y niños. El “progresismo” dictará que, si una niña de 4 años ya tiene capacidad de elegir ser bisexual, también debe tener “derecho” a “vivir su sexualidad”, teniendo sexo con otras niñas y niños, pero también con adultos. Oponerse a la pedofilia será negarle sus “derechos” a la infancia. Si alguien piensa que exagero, basta con recordar que, en 1977, Foucault, Danet y Hocquenghem, entre otros “intelectuales” franceses, firmaron un manifiesto para pedir la legalización de la pedofilia en su país, durante la primera ola hippie-progresista que sufrió este mundo.

Mientras tanto, afroamericanos y latinos seguirán sufriendo terriblemente para tener movilidad social, continuarán viviendo entre pobreza y violencia, en barrios donde, por supuesto, jamás vivió Barack Obama, quien, de niño y adolescente, iba a la Punahou School, una escuela para niños ricos de Hawái. Tampoco Biden, clasemediero en su infancia y pubertad. Un dato es revelador: de acuerdo a la Oficina del Censo, en 2007, último año antes de la crisis financiera global, el 12.5% de los estadounidenses eran pobres. Al salir el “progresista” Obama del poder, había 12.7%. Es decir, Obama no sacó a ninguna persona de la pobreza. En contraste, con el “ultraderechista” Trump, en 2019, antes del Covid-19, la tasa de pobreza era de 10.5%. Es la tasa más baja desde 1959, año en que se empezaron a llevar registros. Incluso, la cifra de pobreza entre las personas afroamericanas también fue la más baja de la historia en 2019 (18.8%). He aquí la fuente: https://www2.census.gov/programs-surveys/cps/tables/time-series/historical-poverty-people/hstpov2.xlsx

Pero Trump fue un remedio caro, que no solamente salió peor que la enfermedad, sino que la incrementó, como una medicina ineficaz que, lejos de aliviar, enmascara síntomas y hace perder tiempo vital al paciente. Decir que lo idóneo es que Trump no se hubiera radicalizado cada vez más, que no apoyara, con su silencio, grupos racistas, que jugara a la política con menos hígado y más cerebro, era pedir que Trump volviera a nacer. El problema fue haberlo puesto ahí. Es cierto que los “progresistas” le cooptaron la CIA y el FBI, pero creer que el trabajo de inteligencia y gobernabilidad se podía hacer con el yerno Jared, Fox News y Breitbart, resultó, francamente, estúpido.

Una vez que el vendaval feroz del “progresismo” liberal haya sacado la picota por el mundo durante 12 años, demoliendo a la sociedad democrática y sus valores, los republicanos verán que, a la larga, hubiese sido mejor perder ante Hillary. El Partido Demócrata ya se estaba desgastando, por lo que Hillary hubiese sido una presidenta débil, un canto del cisne para el “progresismo”. Los republicanos habrían tenido cuatro años para buscar o construir a un nuevo Reagan o, al menos, un Eisenhower, capaz de hacer un gobierno que acabara con esta nueva oleada hippie-progresista. El mundo ya había vivido una en los sesentas y setentas, y Reagan, ayudado por Thatcher, pudo apagarla. Los ultramontanos que apoyaron a Trump, no iban a dejar de votar por el Partido Republicano. Habrían salido en tropel, para evitar una reelección de Hillary, aunque el candidato no fuese un radical como el actual presidente. Derrotada Hillary y desgastado el Partido Demócrata, disminuía también la amenaza de la señora Obama. Quizás habría llegado en 2029 o 2033, pero acotada, como llegó Bill Clinton en 1993, no con manos libres y el arado que le efectuará Biden.

Así, el mundo se habría salvado de los 12 años que vienen. Veremos si, cuando los “progresistas” liberales se vayan, si es que alguna vez se logra echarles, aún queda algo que levantar.

P.D.: "Si algo nos pasa, es que quieren callarnos"

P.D. 2: Vaya esta columna a la memoria de mi madre, que hoy habría cumplido 82 años


Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

En memoria de los 3842 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19, pero, sobre todo, a la IRRESPONSABILIDAD de empresarios y personas, y a la INCAPACIDAD de los gobiernos. Dedicado este texto también a todo el personal sanitario que se la está jugando, a diario. Y recordando que en TIJUANA MUEREN 22 DE CADA 100 ENFERMOS DE Covid-19, 11 VECES MÁS QUE EN SAN DIEGO

En 1980, el Partido Demócrata no perdió la presidencia de Estados Unidos. Lo que perdió fueron las siguientes tres. El fallido gobierno de Jimmy Carter era, en realidad, un canto de cisne para los demócratas, que ya venían desangrándose desde 1968, a consecuencia de un modelo que empezó con John F. Kennedy, el cual había resultado desastroso para Estados Unidos: Kennedy se metió en Vietnam, una guerra sin salida, y fracasó en Cuba; el consumo de drogas y la criminalidad crecieron rampantemente con Johnson; y Carter desplomó el PIB en 5.8 puntos en sus dos últimos años. Además, los Kennedy inocularon el virus hippie en el Partido Demócrata, que ha crecido hasta invadirlo por completo.

Así que cuando llegó Ronald Reagan y creó, luego, esa pinza virtuosa con Margaret Thatcher, el conservadurismo vivió su mejor época en un siglo. Reagan no solamente ganó en 1980 y arrasó en 1984, sino que los republicanos aún tuvieron fuerza para que Bush padre triunfara, holgadamente, en 1988. Nada más que a Reagan le falló la elección de su reemplazo: Bush padre apenas pudo sostenerse cuatro años, muchísimo más preocupado por sus negocios petroleros -y oscuros-, que por el bienestar del pueblo estadounidense. Entonces, Bill Clinton los destronó, pero fue un paréntesis: en los 28 años de 1981 a 2009, los republicanos gobernaron 20.

Los Reagan y las Thatcher no caen de los árboles, ni nacen a diario. Por eso, el Partido Republicano se encontró, en 2016, presentando de candidato a un ‘show man’ como Donald Trump. Sin embargo, Trump fue y es lo que Carter a los demócratas: un canto de cisne.

A diferencia del Partido Demócrata, donde las candidaturas importantes se las ha repartido una misma nomenklatura desde 1992, ignorando a las bases -si las bases mandaran, Bernie Sanders habría sido el candidato a presidente en 2020-, en el Partido Republicano todavía las bases mandan y mucho: ahí está no solo Trump, sino también el ‘Tea Party’, como ejemplos.

Y esas bases creyeron que se necesitaba un radical ultra como Trump, para evitar el triunfo de Hillary Clinton que, por otra parte, sintetiza a esa nomenklatura del Partido Demócrata: doble cara, hipócrita, falsaria. Hillary se autonombró -y los “progresistas” la compraron- como la gran representante de las mujeres ¿En qué parte del discurso feminista cabe lo de Hillary, una mujer que no solamente perdonó a un marido infiel, que la humilló públicamente, sino que siguió casada con él, usando su apellido como una marca publicitaria? Pero ya se sabe que la moral “progresista” tiene doble rasero: se vale si lo hacen ellos, si no, pues no. Y eso por no hablar de la amistad y el financiamiento que ese cerdo llamado Harvey Weinstein le dio a los Clinton y al Partido Demócrata…

Pero los republicanos, con Trump, en realidad solamente aplazaron el desastre por cuatro años. Tan lo sabían que, por eso, utilizaron esos cuatro años en cincelar una mayoría conservadora, de 6-3, en la Suprema Corte de Justicia. Los republicanos saben que viene un huracán “progresista”, así que ganaron tiempo para recoger las pertenencias valiosas, salvaguardar aquellas que no podrán llevarse… y a colgarse la mochila para la evacuación hacia la nada, al desierto que es la oposición, donde se lucha contra todo y contra todos, día tras día, noche tras noche.

Biden ya dijo que solamente viene por cuatro años. Cosa lógica, porque tiene 77 años -cumplirá 78 el 20 de noviembre-. Incluso, habría que preguntarse si realmente va a gobernar él o serán los Obama a trasmano. Casi seguro esto último. Y si Biden viene por solamente cuatro años, como un vulgar “Juanito” de los Obama, es dable concluir que, en 2024, será el lanzamiento de Michelle como candidata a la presidencia estadounidense, para que la señora gobierne ocho años más y el “progresismo” sume 12, haciendo y deshaciendo, legalizando drogas, indultando criminales que ya están en la cárcel y evitando que otros tantos lleguen a esta, patrocinando “primaveras árabes” que sirven para crear grupos terroristas que, después, se lancen contra los enemigos políticos, y por supuesto, apuntalando la dictadura china, regenteando a Europa mediante la matrona Merkel y buscando destruir a Putin, archiultrarecontraenemigo de los Obama y de sus patrocinadores.

Guarde, por favor, esta columna. Y en 2032, sáquela del cajón. Verá que América Latina tendrá presidentes “progresistas” por doquier, empezando por el mexicano Marcelo Ebrard, que, para entonces, ya tendrá dos años de haber dejado el poder, no sin antes, claro, legalizar, a nivel nacional, la mariguana. El debate ya estará, para ese momento, en si legalizamos la cocaína o la amapola. O a lo mejor me quedo corto, y ya legalizamos la última y andamos en camino de hacerlo con la primera, con el pretexto de que así “se acabará la violencia”. Como si Estados Unidos no hubiese declarado la famosa Guerra contra las Drogas, en 1971, precisamente porque el crimen y la violencia aumentaron galopantemente. El consumo de drogas es un problema de seguridad, no de salud.

Por supuesto, el “progresismo” liberal estadounidense ya habrá derrotado, para entonces, a los “enemigos de la democracia”. Empezando por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, cuyo “pecado” consiste en haber enfrentado a los maras, reducirlos a su mínima expresión y tratarlos como lo que son: unos cerdos criminales, desalmados, asesinos, violadores. Escoria social. Eso hace que el “progresismo” ponga el grito en el cielo porque, ya se sabe, los maras, como todas las mafias criminales, son sus amigos. Si Bukele no le entrega su alma a Putin -que no es un santo, pero es su única esperanza de resistir-, lo harán caer y hasta lo encarcelarán. Los “progresistas” no tienen piedad de sus enemigos.

Por supuesto, en 2022 también Colombia caerá en sus manos. Ya tienen a su candidata: la alcaldesa bogotana, Claudia López. Con ella, como ya ocurre en España con el etarra Otegui y sus aliados, llegarán los guerrilleros al poder ¿Qué son unos asesinos? Ah, minucias. Lo que importa es cuanto han apoyado a la causa “progresista”. Asesinos, violadores, secuestradores, todos son perdonados cuando juran fidelidad y vasallaje eterno a la religión del dios -en minúsculas- Barack y Michelle, la Virgen María del “progresismo”.

Además, las FARC colombianas tienen una “estrellita” muy importante para el “progresismo”: son, como los maras, amigos del narco, quienes, a su vez, son grandes aliados del “progresismo” liberal, tanto, que este busca legalizar su negocio de sangre y muerte.

Ese mismo año enfilarán baterías contra Brasil y Bolsonaro, loquito que no necesita demasiado para que lo tumben. Ya tienen a João Doria, gran amigo de la dictadura china, listo para lo que se ofrezca. También irán por Chile, en 2021, con un sujeto llamado Daniel Jadue, un comunista corrupto. Pero no importa que lo sea. Ya se sabe que los “progresistas” solamente persiguen a los corruptos del bando contrario.

Y en Europa, cinco años más para el francés Macron. U otros diez, si sigue tan dúctil. También más años para Sánchez e Iglesias, que son como un binomio cogobernante en España. Pero, sobre todo, habrá uno y mil intentos para que el Partido Laborista retorne al poder en el Reino Unido, haga otro referéndum para revertir el Brexit y vuelva a la Unión Europea, a la yunta de los banqueros y especuladores. También, en 2023, si no es que antes, a punta de atentados del ISIS, como ya lo intentaron, buscarán echar del poder al presidente turco Erdoğan ¿Quién se ha creído ese turquito que pretende recordarle a su pueblo que no son la bacinica de la OTAN, sino los herederos del luminoso Imperio Otomano? Si por eso, en las postrimerías de la presidencia obamista, el “progresismo” lo andaba derrocando. Nada más que ese pueblo turco, tan “tonto”, no quiso ser “rescatado” por el “progresismo” e impidió ese golpe. Luego, Erdoğan permitió que las turcas que así quisieran pudieran llevar hiyab ¡eso es anti feminista!... a menos, claro, que el hiyab lo lleve Ilhan Omar, congresista estadounidense a la que los Soros le patrocinaron su campaña ¡Qué diferencia! ¡Hay de hiyabs a hiyabs! El de Omar es un hiyab “progresista” y “feminista”.

También, claro, vendrán mil y un intentos de tumbar a Putin. Y si se muere, de poner a un alfil, como en su día pusieron a Gorbachov. Alguien que le quite su gran enemigo al “progresismo” liberal.

Y si en las “operaciones” para deshacerse de Bukele, Bolsonaro o Erdoğan, hay que matar a unos cientos o miles de civiles, ni modo. Son “daños colaterales” para que el “progresismo” instale su reino en la tierra…

En cambio, habrá alfombra roja para los amigos: Cuba, China, Venezuela. Habrá todas las facilidades, disfrazadas de “diálogo”, de “tolerancia”, para que sus dictaduras sigan en el poder y se entronicen más ¡Capaz que Biden o la señora Obama acaban ganando el Nobel de la Paz! Mientras tanto, al exilio cubano lo ignorarán. A la resistencia democrática de Hong Kong, más. A la oposición venezolana le darán atole con el dedo ¿A nadie le dice algo que el Partido Demócrata sea tan amigo de puras dictaduras, como las de los Castro, Maduro o Xi? ¿A nadie le parece ni medianamente sospechoso que, mientras tienen “diálogo” con esos dictadores, ligados a las mafias, persiguen sin misericordia a Bukele, que enfrenta a los criminales?

En cuanto a la sociedad, el “progresismo” liberal estadounidense liderará su “transformación” mundial, donde hay que eliminar a las familias y los valores. Los valores como la honestidad, la solidaridad, la honradez, el esfuerzo, no son “progresistas” y, por ello, el nuevo régimen se abocará a su destrucción. Las madres y padres que les dicen a sus hijas e hijos que sean responsables y no caigan en los vicios son “un lastre” para los “progresistas”. Lo que hacen falta son madres y padres que no solamente consientan que sus hijas e hijos consuman ‘mota’ y sean promiscuos, sino que se la fumen con ellos ¡Eso si es “inspirador”! ¡Eso si “empodera” a las próximas generaciones!

No por nada, en uno de los comerciales de Joe Biden, sale el ‘reguetonero’ Bad Bunny, quien canta letras tan edificantes como “Ella es callaíta', pero pa'l sexo es atrevida yo sé, marihuana y bebida, gozándose la vida como es” o “Vino ready ya, puesta pa' una cepillá'. Me chupa la lollipop, solita se arrodilla, hey ¿Cómo te atreve', mami, a venir sin panty? Más puta que Betty Boop”. Si, la sociedad será infundida por los “nuevos valores” progresistas, por ese “feminismo” de Bad Bunny, donde el “empoderamiento” de la mujer no consiste en su independencia emocional y económica del hombre, ni en su éxito profesional, sino en ser drogadicta, alcohólica y estar dispuesta como objeto sexual.

Y en 2032, el debate mundial ya estará en la “conveniencia” de legalizar la pedofilia… perdón, de salvaguardar los “derechos sexuales” de niñas y niños. El “progresismo” dictará que, si una niña de 4 años ya tiene capacidad de elegir ser bisexual, también debe tener “derecho” a “vivir su sexualidad”, teniendo sexo con otras niñas y niños, pero también con adultos. Oponerse a la pedofilia será negarle sus “derechos” a la infancia. Si alguien piensa que exagero, basta con recordar que, en 1977, Foucault, Danet y Hocquenghem, entre otros “intelectuales” franceses, firmaron un manifiesto para pedir la legalización de la pedofilia en su país, durante la primera ola hippie-progresista que sufrió este mundo.

Mientras tanto, afroamericanos y latinos seguirán sufriendo terriblemente para tener movilidad social, continuarán viviendo entre pobreza y violencia, en barrios donde, por supuesto, jamás vivió Barack Obama, quien, de niño y adolescente, iba a la Punahou School, una escuela para niños ricos de Hawái. Tampoco Biden, clasemediero en su infancia y pubertad. Un dato es revelador: de acuerdo a la Oficina del Censo, en 2007, último año antes de la crisis financiera global, el 12.5% de los estadounidenses eran pobres. Al salir el “progresista” Obama del poder, había 12.7%. Es decir, Obama no sacó a ninguna persona de la pobreza. En contraste, con el “ultraderechista” Trump, en 2019, antes del Covid-19, la tasa de pobreza era de 10.5%. Es la tasa más baja desde 1959, año en que se empezaron a llevar registros. Incluso, la cifra de pobreza entre las personas afroamericanas también fue la más baja de la historia en 2019 (18.8%). He aquí la fuente: https://www2.census.gov/programs-surveys/cps/tables/time-series/historical-poverty-people/hstpov2.xlsx

Pero Trump fue un remedio caro, que no solamente salió peor que la enfermedad, sino que la incrementó, como una medicina ineficaz que, lejos de aliviar, enmascara síntomas y hace perder tiempo vital al paciente. Decir que lo idóneo es que Trump no se hubiera radicalizado cada vez más, que no apoyara, con su silencio, grupos racistas, que jugara a la política con menos hígado y más cerebro, era pedir que Trump volviera a nacer. El problema fue haberlo puesto ahí. Es cierto que los “progresistas” le cooptaron la CIA y el FBI, pero creer que el trabajo de inteligencia y gobernabilidad se podía hacer con el yerno Jared, Fox News y Breitbart, resultó, francamente, estúpido.

Una vez que el vendaval feroz del “progresismo” liberal haya sacado la picota por el mundo durante 12 años, demoliendo a la sociedad democrática y sus valores, los republicanos verán que, a la larga, hubiese sido mejor perder ante Hillary. El Partido Demócrata ya se estaba desgastando, por lo que Hillary hubiese sido una presidenta débil, un canto del cisne para el “progresismo”. Los republicanos habrían tenido cuatro años para buscar o construir a un nuevo Reagan o, al menos, un Eisenhower, capaz de hacer un gobierno que acabara con esta nueva oleada hippie-progresista. El mundo ya había vivido una en los sesentas y setentas, y Reagan, ayudado por Thatcher, pudo apagarla. Los ultramontanos que apoyaron a Trump, no iban a dejar de votar por el Partido Republicano. Habrían salido en tropel, para evitar una reelección de Hillary, aunque el candidato no fuese un radical como el actual presidente. Derrotada Hillary y desgastado el Partido Demócrata, disminuía también la amenaza de la señora Obama. Quizás habría llegado en 2029 o 2033, pero acotada, como llegó Bill Clinton en 1993, no con manos libres y el arado que le efectuará Biden.

Así, el mundo se habría salvado de los 12 años que vienen. Veremos si, cuando los “progresistas” liberales se vayan, si es que alguna vez se logra echarles, aún queda algo que levantar.

P.D.: "Si algo nos pasa, es que quieren callarnos"

P.D. 2: Vaya esta columna a la memoria de mi madre, que hoy habría cumplido 82 años


Comentarios: gerardofm2020@gmail.com