/ viernes 22 de julio de 2022

Expediente Confidencial | Los narcos (y sus socios) quieren la alfombra roja

De las bacinicas que Estados Unidos tiene en los países de América Latina, una de sus predilectas ha sido Colombia, para desgracia de su pueblo.

Cuando el método Bush, versión acentuada de la Doctrina Monroe, campeó por la región, en Colombia se implementó el sistema de salud más inhumano del continente, calcado del estadounidense, donde, si no tienes dinero, te mueres. Nada más que la crueldad de esa máxima en Colombia, donde la mayoría de la población apenas si tiene recursos para sobrevivir, se elevó a la enésima potencia. Peor aún: en Colombia, si el afectado no tiene dinero, representado en una póliza de seguro que lo avale, el hospital no lo recibe, dando así lugar a los tristemente cotidianos 'paseos de la muerte', donde el enfermo vive sus últimos minutos en una ambulancia. Periplos donde no solamente se mata, de facto, a pacientes, sino también al juramento hipocrático.

Pero eso ocurrió cuando en Washington se buscaba privatizar todo, para construir fértiles praderas donde las empresas estadounidenses pudiesen esquilmar hasta el último centavo latinoamericano. Ahora, en cambio, quienes mandan en la Casa Blanca son amigos de las mafias criminales y, por ello, el nuevo experimento para Colombia es perdonar a los narcotraficantes y legalizar su negocio, bajo el eufemismo de "regular el mercado de los estupefacientes".

El objetivo no es otro que abrir la Ventana de Overton en más países y, sobre todo, en los Estados Unidos, donde los "conservadores" republicanos y algunos demócratas "necios", como Wes Moore o Bob Menéndez, insisten en que se debe cumplir la ley. Son estorbos para los grandes planes de Biden, Harris, los Obama, las Ocasio y amigos que les acompañan, de encamarse bien y bonito con el crimen, sin estar teniendo que escuchar críticas, ni enfrentar resistencias. Tanto dinero que podrían estar ganando si ya tuviéramos un pensamiento único en favor del amor a los delincuentes y las drogas. Porque eso sí, las ganancias serán para ellos. Y las pérdidas, como siempre, para nosotros.

Ya el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, que no tiene el menor pudor de reconocer su simpatía por el narcotráfico, dijo que buscará una "negociación judicial" con este. Esa "negociación" no es otra cosa que perdonarles sus crímenes y convertirlos, de la noche a la mañana y por obra y gracia de Washington, en seres respetables. Permítanme una duda razonable: ¿Y los colectivos feministas colombianos que apoyan a Petro, por qué aquí no alzan la voz ante los incontables casos de violencia de género cometidos por el narcotráfico, incluyendo múltiples ultrajes sexuales, que permanecerían impunes? ¿O es que como son los patrocinadores, ahí no hay bronca?

Antier, las seis principales bandas de narcotraficantes de Colombia dijeron que están "dispuestos" a parar la violencia y ordenar "un cese al fuego contra la institucionalidad a partir del 7 de agosto de 2022", es decir, desde el día que Petro tomará posesión (https://www.eltiempo.com/justicia/conflicto-y-narcotrafico/bandas-criminales-piden-negociacion-con-gustavo-petro-688745).

La carta que le envían a Petro disecciona el nivel de cinismo que tienen esos cerdos y también la soberbia que sienten al saber que sus amigos están en el poder.

Por ejemplo, dicen que están "dispuestos a pedir perdón" y a aportar "verdad total e integral", "no repetir los actos criminales", "cumplir con la justicia restaurativa" y "unirse con las instituciones para proteger el medio ambiente".

Caracho, ¡ahora hasta ecologistas son esos "angelitos"!

Claro, su ofrecimiento es a cambio "de beneficios de la justicia transicional" y exigen que "en la medida de lo posible nadie debe llegar a la cárcel".

¿Así o más dura la cara de esos marranos?

Vale la pena aclarar dos términos, dos eufemismos, que usa el "progresismo" cuando quiere perdonar delincuentes. Uno, "justicia transicional", que no es otra cosa que ya no aplicarle la ley a los narcotraficantes y legalizar su negocio. Punto. A eso se refiere lo "transicional" de esa justicia, a una "transición" de un estado de derecho igualitario hacia uno donde habrá escoria a la que no se le aplique la ley y se le perdonen todos sus crímenes. Así de simple y así de desvergonzado.

El otro es "justicia restaurativa". Una patraña donde el gobierno se alía con los criminales para callarle la boca a las víctimas y decirles "tienes que perdonar al asesino de tus hijos, de tus padres, de tu esposo, de tu esposa, o a tu secuestrador, o a tu violador, porque mira, ya se mostró arrepentido y, además, va a dar dinero (sucio) para hacer un centro que atienda mujeres vulnerables en tu comunidad. Lo que viviste, lo que sufriste, pues nos vale. Apechuga y perdona". Esa es la "restauración" que ofrece el "progresismo" entrelazado con el crimen.

Obviamente, en México, hay "activistas" y "periodistas" a los que se les cae la baba con esas ideas, porque llevan años, décadas, viviendo del dinero del narco y su profesión es ser corifeos de la escoria.

Así como Peña Nieto le vendió su Reforma Energética al pueblo, diciendo que iban a bajar la gasolina, la energía eléctrica y el gas, así estos aliados del narcotráfico quieren vender la legalización de las drogas como la solución al mal de la violencia criminal y la inseguridad, con falacias como decir que, una vez que la cocaína y el fentanilo se vendan en el Oxxo, todo estará "regulado", que los menores de edad ya no podrán acceder a esas sustancias, que no habrá más balazos, solamente abrazos y que, con el dinero que se dejará de gastar en la seguridad pública, se harán cientos y cientos de clínicas públicas para tratar a los adictos.

El argumento cae por los suelos cuando hemos visto lo que ha pasado con el alcohol y el tabaco. Oficialmente, están prohibidos para los menores de edad ¡Y millones de menores de edad han tenido acceso a ellos!

Con las drogas siendo ilegales, hay casos como el ocurrido en Tijuana, donde seis menores de edad acabaron consumiendo fentanilo en una pijamada ¿Y quién llevó el fentanilo a la fiesta? ¡La mamá de uno de esos menores! Ahora, imagínense cuando la droga se venda en Soriana, cuando ya no haya que irla a buscar al callejón oscuro, y sea tan socialmente aceptable llevar cocaína, mariguana o heroína a una fiesta, como lo es hoy llevar un brandy.

Cuando los narcotraficantes sean "respetables" empresarios y las drogas se vendan en Walmart junto al jamón, lo que les interesará será hacer más y más negocio, sin importar las consecuencias para la sociedad. Así, por ejemplo, si alguien provoca un percance de tránsito bajo el influjo de las drogas, saldrá de la cárcel en tres patadas, como ahora pasa con quienes lo hacen bajo el influjo del alcohol. Las cerveceras jamás permitirán que los homicidios provocados por conductores ebrios dejen de ser culposos -es decir, que no ameriten cárcel-, porque ahí se les acaba el negocio ¿Y quién ha pagado por ese negocio? Los millones de muertos y lesionados permanentemente en accidentes de tránsito provocados por el alcohol. Mientras, los dueños de Heineken y Coors duermen tan tranquilos...

No me crean a mí. Nora Volkow, científica mexicana y directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Estados Unidos, dijo, en una entrevista al periodista Israel Sánchez, que legalizar los estupefacientes creará "una industria empecinada en generar consumidores (y) multiplicar el número de adictos para aumentar sus ganancias, que al final del día suele ser su objetivo principal. Ese es el modelo que les va a dar más dinero, eso es lo que los motiva".

Volkow tiene razón. Si Unilever busca generar más ventas y ganancias, sin importarle los diabéticos que provoca, ¿por qué a una hipotética industria de las drogas le preocuparía generar más adictos? ¿Qué tipo de valores y responsabilidad social tendría una industria de las drogas cuyos "empresarios" serían sujetos que han asesinado y cometido toda clase de crímenes?

Y violencia y crimen seguiría habiendo. Aún con las drogas siendo ilegales, ¿cuántos robos, violentos la mayoría, son cometidos por adictos, en su afán de tener dinero para una dosis más? Ahora, imagínese con una multiplicación de adictos, como la que se ha dado, de acuerdo con la ONU, en los países donde se legalizó la mariguana (https://www.unodc.org/mexicoandcentralamerica/es/webstories/2020/06_26_Informe_Mundial_Drogas_2020.html).

Porque las drogas son sustancias muchísimo más adictivas que el alcohol y el tabaco. Los ricos enviarán a sus familiares adictos a Oceánica ¿Y los pobres? Esos sufrirán, ya sea por tener adictos en sus casas, con toda la violencia y sufrimiento que ello generará, o por tenerlos en las calles, padeciendo los robos y delitos que cometan, estando drogados, o buscando obtener dinero para comprar más droga, así sea en el Oxxo, con una marca pegajosa, pero droga al fin.

Para no ir más lejos, dos de los hechos criminales que han impactado a México, en las últimas semanas, fueron cometidos por sujetos que estaban drogados. Uno, el asesinato de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora y el guía de turistas Pedro Palma. Otro, el del pasante de medicina Eric Andrade.

Y lo más importante: claro que existe otro camino para frenar la violencia y el dominio criminal. Lo ha mostrado el presidente salvadoreño Nayib Bukele, cuyo país ha registrado cero homicidios en la mayoría de los días del estado de excepción que instauró, para aplicarle la ley a los delincuentes, encarcelándolos.

Obviamente, todos los amigos del narcotráfico, como organizaciones de derechos humanos, "activistas", "periodistas" y medios como Univisión y Telemundo, pegan el grito en el cielo ante lo hecho por Bukele y los resultados que ha obtenido. Pues lógico, buscan que creamos que el único camino para la paz es arrodillarnos ante los narcos, perdonarles sus crímenes y legalizar su negocio.

Por eso, aunque existan sujetos como Petro, dispuestos a ponerle la alfombra roja al narcotráfico, no podemos perder la perspectiva. El "progresismo" solamente quiere facilitarle el negocio al crimen y a sus socios, donde pasan lista banqueros, corredores de bolsa, empresarios, que están en la parte de arriba de la pirámide. Si los dejamos, las consecuencias, las pérdidas, solamente las pagaremos nosotros.

PROMOCIÓN: Anoche, en los Premios Juventud, certamen que organiza la cadena Univisión, propiedad de Televisa, el premio al "track viral del año" (sic) se lo llevó la canción 'Pepas', del reguetonero Farruko. ¿De qué habla 'Pepas'? Pues es una apología nítida del consumo de drogas, Un fragmento de su "edificante" letra dice: "Pepa y agua pa' la seca. To' el mundo en pastilla' en la discoteca" ¿Alguien duda de que Univisión es aliada del narcotráfico?

ENFERMO: Ayer, el noticiero nocturno de Telemundo le dedicó una gran parte al hecho de que Joe Biden enfermó de Covid-19. Hicieron un drama. Que si la edad, que si los "efectos secundarios" por el tratamiento con Paxlovid, de Pfizer, que le dieron. Ese carísimo tratamiento -alrededor de 15 mil pesos por una caja- puede tomarlo Biden por estar en el sitio de privilegio que tiene. La inmensa mayoría de adultos mayores afroamericanos y latinos, por los cuales dicen estar preocupadisimos Biden y el Partido Demócrata, no tendrían ni la oportunidad de experimentar esos efectos secundarios, porque, simplemente, no pueden pagar ese tratamiento. Así el discurso y así la realidad...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

De las bacinicas que Estados Unidos tiene en los países de América Latina, una de sus predilectas ha sido Colombia, para desgracia de su pueblo.

Cuando el método Bush, versión acentuada de la Doctrina Monroe, campeó por la región, en Colombia se implementó el sistema de salud más inhumano del continente, calcado del estadounidense, donde, si no tienes dinero, te mueres. Nada más que la crueldad de esa máxima en Colombia, donde la mayoría de la población apenas si tiene recursos para sobrevivir, se elevó a la enésima potencia. Peor aún: en Colombia, si el afectado no tiene dinero, representado en una póliza de seguro que lo avale, el hospital no lo recibe, dando así lugar a los tristemente cotidianos 'paseos de la muerte', donde el enfermo vive sus últimos minutos en una ambulancia. Periplos donde no solamente se mata, de facto, a pacientes, sino también al juramento hipocrático.

Pero eso ocurrió cuando en Washington se buscaba privatizar todo, para construir fértiles praderas donde las empresas estadounidenses pudiesen esquilmar hasta el último centavo latinoamericano. Ahora, en cambio, quienes mandan en la Casa Blanca son amigos de las mafias criminales y, por ello, el nuevo experimento para Colombia es perdonar a los narcotraficantes y legalizar su negocio, bajo el eufemismo de "regular el mercado de los estupefacientes".

El objetivo no es otro que abrir la Ventana de Overton en más países y, sobre todo, en los Estados Unidos, donde los "conservadores" republicanos y algunos demócratas "necios", como Wes Moore o Bob Menéndez, insisten en que se debe cumplir la ley. Son estorbos para los grandes planes de Biden, Harris, los Obama, las Ocasio y amigos que les acompañan, de encamarse bien y bonito con el crimen, sin estar teniendo que escuchar críticas, ni enfrentar resistencias. Tanto dinero que podrían estar ganando si ya tuviéramos un pensamiento único en favor del amor a los delincuentes y las drogas. Porque eso sí, las ganancias serán para ellos. Y las pérdidas, como siempre, para nosotros.

Ya el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, que no tiene el menor pudor de reconocer su simpatía por el narcotráfico, dijo que buscará una "negociación judicial" con este. Esa "negociación" no es otra cosa que perdonarles sus crímenes y convertirlos, de la noche a la mañana y por obra y gracia de Washington, en seres respetables. Permítanme una duda razonable: ¿Y los colectivos feministas colombianos que apoyan a Petro, por qué aquí no alzan la voz ante los incontables casos de violencia de género cometidos por el narcotráfico, incluyendo múltiples ultrajes sexuales, que permanecerían impunes? ¿O es que como son los patrocinadores, ahí no hay bronca?

Antier, las seis principales bandas de narcotraficantes de Colombia dijeron que están "dispuestos" a parar la violencia y ordenar "un cese al fuego contra la institucionalidad a partir del 7 de agosto de 2022", es decir, desde el día que Petro tomará posesión (https://www.eltiempo.com/justicia/conflicto-y-narcotrafico/bandas-criminales-piden-negociacion-con-gustavo-petro-688745).

La carta que le envían a Petro disecciona el nivel de cinismo que tienen esos cerdos y también la soberbia que sienten al saber que sus amigos están en el poder.

Por ejemplo, dicen que están "dispuestos a pedir perdón" y a aportar "verdad total e integral", "no repetir los actos criminales", "cumplir con la justicia restaurativa" y "unirse con las instituciones para proteger el medio ambiente".

Caracho, ¡ahora hasta ecologistas son esos "angelitos"!

Claro, su ofrecimiento es a cambio "de beneficios de la justicia transicional" y exigen que "en la medida de lo posible nadie debe llegar a la cárcel".

¿Así o más dura la cara de esos marranos?

Vale la pena aclarar dos términos, dos eufemismos, que usa el "progresismo" cuando quiere perdonar delincuentes. Uno, "justicia transicional", que no es otra cosa que ya no aplicarle la ley a los narcotraficantes y legalizar su negocio. Punto. A eso se refiere lo "transicional" de esa justicia, a una "transición" de un estado de derecho igualitario hacia uno donde habrá escoria a la que no se le aplique la ley y se le perdonen todos sus crímenes. Así de simple y así de desvergonzado.

El otro es "justicia restaurativa". Una patraña donde el gobierno se alía con los criminales para callarle la boca a las víctimas y decirles "tienes que perdonar al asesino de tus hijos, de tus padres, de tu esposo, de tu esposa, o a tu secuestrador, o a tu violador, porque mira, ya se mostró arrepentido y, además, va a dar dinero (sucio) para hacer un centro que atienda mujeres vulnerables en tu comunidad. Lo que viviste, lo que sufriste, pues nos vale. Apechuga y perdona". Esa es la "restauración" que ofrece el "progresismo" entrelazado con el crimen.

Obviamente, en México, hay "activistas" y "periodistas" a los que se les cae la baba con esas ideas, porque llevan años, décadas, viviendo del dinero del narco y su profesión es ser corifeos de la escoria.

Así como Peña Nieto le vendió su Reforma Energética al pueblo, diciendo que iban a bajar la gasolina, la energía eléctrica y el gas, así estos aliados del narcotráfico quieren vender la legalización de las drogas como la solución al mal de la violencia criminal y la inseguridad, con falacias como decir que, una vez que la cocaína y el fentanilo se vendan en el Oxxo, todo estará "regulado", que los menores de edad ya no podrán acceder a esas sustancias, que no habrá más balazos, solamente abrazos y que, con el dinero que se dejará de gastar en la seguridad pública, se harán cientos y cientos de clínicas públicas para tratar a los adictos.

El argumento cae por los suelos cuando hemos visto lo que ha pasado con el alcohol y el tabaco. Oficialmente, están prohibidos para los menores de edad ¡Y millones de menores de edad han tenido acceso a ellos!

Con las drogas siendo ilegales, hay casos como el ocurrido en Tijuana, donde seis menores de edad acabaron consumiendo fentanilo en una pijamada ¿Y quién llevó el fentanilo a la fiesta? ¡La mamá de uno de esos menores! Ahora, imagínense cuando la droga se venda en Soriana, cuando ya no haya que irla a buscar al callejón oscuro, y sea tan socialmente aceptable llevar cocaína, mariguana o heroína a una fiesta, como lo es hoy llevar un brandy.

Cuando los narcotraficantes sean "respetables" empresarios y las drogas se vendan en Walmart junto al jamón, lo que les interesará será hacer más y más negocio, sin importar las consecuencias para la sociedad. Así, por ejemplo, si alguien provoca un percance de tránsito bajo el influjo de las drogas, saldrá de la cárcel en tres patadas, como ahora pasa con quienes lo hacen bajo el influjo del alcohol. Las cerveceras jamás permitirán que los homicidios provocados por conductores ebrios dejen de ser culposos -es decir, que no ameriten cárcel-, porque ahí se les acaba el negocio ¿Y quién ha pagado por ese negocio? Los millones de muertos y lesionados permanentemente en accidentes de tránsito provocados por el alcohol. Mientras, los dueños de Heineken y Coors duermen tan tranquilos...

No me crean a mí. Nora Volkow, científica mexicana y directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Estados Unidos, dijo, en una entrevista al periodista Israel Sánchez, que legalizar los estupefacientes creará "una industria empecinada en generar consumidores (y) multiplicar el número de adictos para aumentar sus ganancias, que al final del día suele ser su objetivo principal. Ese es el modelo que les va a dar más dinero, eso es lo que los motiva".

Volkow tiene razón. Si Unilever busca generar más ventas y ganancias, sin importarle los diabéticos que provoca, ¿por qué a una hipotética industria de las drogas le preocuparía generar más adictos? ¿Qué tipo de valores y responsabilidad social tendría una industria de las drogas cuyos "empresarios" serían sujetos que han asesinado y cometido toda clase de crímenes?

Y violencia y crimen seguiría habiendo. Aún con las drogas siendo ilegales, ¿cuántos robos, violentos la mayoría, son cometidos por adictos, en su afán de tener dinero para una dosis más? Ahora, imagínese con una multiplicación de adictos, como la que se ha dado, de acuerdo con la ONU, en los países donde se legalizó la mariguana (https://www.unodc.org/mexicoandcentralamerica/es/webstories/2020/06_26_Informe_Mundial_Drogas_2020.html).

Porque las drogas son sustancias muchísimo más adictivas que el alcohol y el tabaco. Los ricos enviarán a sus familiares adictos a Oceánica ¿Y los pobres? Esos sufrirán, ya sea por tener adictos en sus casas, con toda la violencia y sufrimiento que ello generará, o por tenerlos en las calles, padeciendo los robos y delitos que cometan, estando drogados, o buscando obtener dinero para comprar más droga, así sea en el Oxxo, con una marca pegajosa, pero droga al fin.

Para no ir más lejos, dos de los hechos criminales que han impactado a México, en las últimas semanas, fueron cometidos por sujetos que estaban drogados. Uno, el asesinato de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora y el guía de turistas Pedro Palma. Otro, el del pasante de medicina Eric Andrade.

Y lo más importante: claro que existe otro camino para frenar la violencia y el dominio criminal. Lo ha mostrado el presidente salvadoreño Nayib Bukele, cuyo país ha registrado cero homicidios en la mayoría de los días del estado de excepción que instauró, para aplicarle la ley a los delincuentes, encarcelándolos.

Obviamente, todos los amigos del narcotráfico, como organizaciones de derechos humanos, "activistas", "periodistas" y medios como Univisión y Telemundo, pegan el grito en el cielo ante lo hecho por Bukele y los resultados que ha obtenido. Pues lógico, buscan que creamos que el único camino para la paz es arrodillarnos ante los narcos, perdonarles sus crímenes y legalizar su negocio.

Por eso, aunque existan sujetos como Petro, dispuestos a ponerle la alfombra roja al narcotráfico, no podemos perder la perspectiva. El "progresismo" solamente quiere facilitarle el negocio al crimen y a sus socios, donde pasan lista banqueros, corredores de bolsa, empresarios, que están en la parte de arriba de la pirámide. Si los dejamos, las consecuencias, las pérdidas, solamente las pagaremos nosotros.

PROMOCIÓN: Anoche, en los Premios Juventud, certamen que organiza la cadena Univisión, propiedad de Televisa, el premio al "track viral del año" (sic) se lo llevó la canción 'Pepas', del reguetonero Farruko. ¿De qué habla 'Pepas'? Pues es una apología nítida del consumo de drogas, Un fragmento de su "edificante" letra dice: "Pepa y agua pa' la seca. To' el mundo en pastilla' en la discoteca" ¿Alguien duda de que Univisión es aliada del narcotráfico?

ENFERMO: Ayer, el noticiero nocturno de Telemundo le dedicó una gran parte al hecho de que Joe Biden enfermó de Covid-19. Hicieron un drama. Que si la edad, que si los "efectos secundarios" por el tratamiento con Paxlovid, de Pfizer, que le dieron. Ese carísimo tratamiento -alrededor de 15 mil pesos por una caja- puede tomarlo Biden por estar en el sitio de privilegio que tiene. La inmensa mayoría de adultos mayores afroamericanos y latinos, por los cuales dicen estar preocupadisimos Biden y el Partido Demócrata, no tendrían ni la oportunidad de experimentar esos efectos secundarios, porque, simplemente, no pueden pagar ese tratamiento. Así el discurso y así la realidad...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com