El privilegio de mandar…los
“La gente paga, e rider vuole qua (La gente paga y aquí quiere reír)”, así canta el protagonista de la trágica ópera de Leoncavallo, que narra el dolor del payaso. Así es la política, provoca risa, rabia y llanto, casi al mismo tiempo.
Este fin de semana opté por la risa y acudimos a ver la obra “El privilegio de mandar”. Se trata de una comedia burlesca caracterizada por el genial talento de improvisación de los actores, quienes dan vida a los políticos más conocidos del momento. En medio de las carcajadas y hasta reclamos del público se abre un pequeño espacio que invita a la reflexión sobre nuestro papel como ciudadanos. Nos convocan a ejercer nuestro privilegio para mandar, para que prevalezca la soberanía a través del voto. Falta poco para saber cuántos decidimos hacer valer nuestro derecho y responsabilidad ciudadana.
Hablando de risas y de llanto, se acerca el tercer debate presidencial. El próximo martes atestiguaremos el segundo encuentro que pasará a la historia política nacional por realizarse fuera de la capital de la república. Para ello, el INE tomó sus providencias y consensó un par de acuerdos trascendentales: los candidatos no vestirán guayaberas ni podrán acercarse a sus contrincantes. Así que el señor López podrá estar tranquilo, ya que Anaya no podrá invadir su espacio vital, aunque el tabasqueño se sentiría más cómodo con su camisa tropical y sin debate.
Quien me tiene sorprendido es el presidente Peña Nieto, pues vaya que se ha fajado los pantalones. Contrario a lo que pudiesen pensar, su arrojo no ha sido ante quienes vienen, sino ante quienes lo acompañaron y hasta lo presionaron en su gobierno. Si bien el presidente, como todo humano, se equivocó, pero nadie puede cuestionar su valentía. Le restan dos alternativas, consumar la teoría anayista o apostar el resto a su candidato. En cualquiera que sea el caso, Peña desafía al sistema y exige hacer valer su privilegio de cuasi expresidente.
Además, en la obra es el personaje que se lleva la mayor parte de los aplausos por su espontaneidad y capacidad para transmitir verdades entre bromas. Que Meade es el candidato de Peña y no necesariamente del aparato es una de ellas.
La obra teatral me recuerda a la sátira política que se acostumbró a finales del siglo XIX e inicios del XX, escenas que se mofaban desde don Porfirio hasta Calles, pasando por Obregón. La farsa que montan hoy en día cuenta con mejores efectos de iluminación y vestuario, pero en esencia son los mismos. Varió la forma, pero se preservó el fondo.
Particularmente, atrajo poderosamente mi atención la escena intergaláctica en la que Peje Skywalker, el excandidato priista-perredista que tomó pozos petroleros, formó su partido y proclamó el autodedazo, se enfrenta a Darth Salinas, mientras retumbaba la confesión de ¡yo soy tu padre! Una sátira para llorar de risa o reír de llanto.
Post Scriptum.- “ A la mayor parte de los que no quieren ser oprimidos no les disgustaría ser opresores", Bonaparte.
* El autor es maestro en Comunicación Estratégica para Gobiernos e Instituciones. Contacto: @fcoruhe oteroymestas@gmail.com.