/ jueves 7 de junio de 2018

Científicos descubren una red de vías de comunicación en centros Mayas de Quintana Roo

Unía los centros cívico ceremoniales y la infraestructura de producción agrícola del sistema de asentamiento Dzibanché y los centros de Ichkabal y El Cedral

En un hallazgo importante sobre la cultura maya, un grupo de científicos detectó una red de vías de comunicación que unía los centros cívico ceremoniales y la infraestructura de producción agrícola del sistema de asentamiento Dzibanché y los centros de Ichkabal y El Cedral, Quintana Roo.

Este descubrimiento se realizó con la tecnología denominada Light Detection and Ranging (LIDAR), capaz de “penetrar” con pulsos de láser la cubierta vegetal, que en la zona llega a tener árboles de hasta 20 o 30 metros de altura.

El grupo científico está integrado por especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como de escuela e instituto nacionales de Antropología e Historia (ENAH e INAH, respectivamente). Gerardo Jiménez Delgado, del IIA de la máxima casa de estudios, afirmó que en esta investigación visualizaron la integración del espacio urbano que se encuentra debajo de la selva en el área maya: unidades habitacionales, infraestructura agrícola y de comunicaciones, edificios relacionados con el poder, todo en una sola imagen. “Hemos detectado vías de comunicación, una auténtica red de carreteras que unía los centros cívico ceremoniales, además de la infraestructura de producción agrícola que consistía en campos levantados, camellones, albarradas y obras para el almacenamiento de agua en gran escala”, destacó el especialista mediante un comunicado de la UNAM.

Los especialistas afirmaron que se observan sacbés (caminos) que conectan Dzibanché, Kinichná y Tutil, más anchos que el Periférico de la Ciudad de México, además de una “impresionante” infraestructura hidráulica, decenas de aguadas, una de 365 por 375 metros y tres metros de profundidad, para almacenar millones de litros de agua.

Es por ello que para los expertos está por investigarse el por qué las carreteras tenían esas dimensiones, y saber cuánta gente habitaba la zona por la dimensión del sistema hidráulico. Dzibanché, vocablo maya que significa “escritura en madera”, fue una importante ciudad que tuvo su apogeo en el Clásico Temprano y que dominó un amplio territorio al sur de Quintana Roo. Fue descubierta en la década de 1920 por el arqueólogo inglés Thomas Gann.

Se trata de un sitio atípico, porque a diferencia de otras áreas en el Petén central, como Tikal, que tienen un epicentro marcado, en esta urbe hay varios grupos arquitectónicos, como Tutil y Kinichná, que se unen mediante caminos o sacbés. En noviembre de 2017, Adriana Velázquez Morlet, del INAH Quintana Roo, hizo las gestiones para cubrir con tecnología LIDAR la franja que va de Dzibanché a Ichkabal, a 12 kilómetros al noreste. El LIDAR es un sensor láser que puede estar montado en un avión, avioneta, helicóptero o drones, y emite miles de pulsos de energía láser por segundo, los cuales rebotan.

El producto resultante es una nube de puntos, cada uno en ejes X, Y y Z. El uso de esa herramienta promete un cambio paradigmático en la manera de entender las sociedades del México antiguo. Aún más: esta investigación, que incluye el estudio de sistemas agrícolas, podría impactar en el presente, y al entender por qué y cómo los mayas habitaron la región y aplicarlo en la actualidad.

En un hallazgo importante sobre la cultura maya, un grupo de científicos detectó una red de vías de comunicación que unía los centros cívico ceremoniales y la infraestructura de producción agrícola del sistema de asentamiento Dzibanché y los centros de Ichkabal y El Cedral, Quintana Roo.

Este descubrimiento se realizó con la tecnología denominada Light Detection and Ranging (LIDAR), capaz de “penetrar” con pulsos de láser la cubierta vegetal, que en la zona llega a tener árboles de hasta 20 o 30 metros de altura.

El grupo científico está integrado por especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como de escuela e instituto nacionales de Antropología e Historia (ENAH e INAH, respectivamente). Gerardo Jiménez Delgado, del IIA de la máxima casa de estudios, afirmó que en esta investigación visualizaron la integración del espacio urbano que se encuentra debajo de la selva en el área maya: unidades habitacionales, infraestructura agrícola y de comunicaciones, edificios relacionados con el poder, todo en una sola imagen. “Hemos detectado vías de comunicación, una auténtica red de carreteras que unía los centros cívico ceremoniales, además de la infraestructura de producción agrícola que consistía en campos levantados, camellones, albarradas y obras para el almacenamiento de agua en gran escala”, destacó el especialista mediante un comunicado de la UNAM.

Los especialistas afirmaron que se observan sacbés (caminos) que conectan Dzibanché, Kinichná y Tutil, más anchos que el Periférico de la Ciudad de México, además de una “impresionante” infraestructura hidráulica, decenas de aguadas, una de 365 por 375 metros y tres metros de profundidad, para almacenar millones de litros de agua.

Es por ello que para los expertos está por investigarse el por qué las carreteras tenían esas dimensiones, y saber cuánta gente habitaba la zona por la dimensión del sistema hidráulico. Dzibanché, vocablo maya que significa “escritura en madera”, fue una importante ciudad que tuvo su apogeo en el Clásico Temprano y que dominó un amplio territorio al sur de Quintana Roo. Fue descubierta en la década de 1920 por el arqueólogo inglés Thomas Gann.

Se trata de un sitio atípico, porque a diferencia de otras áreas en el Petén central, como Tikal, que tienen un epicentro marcado, en esta urbe hay varios grupos arquitectónicos, como Tutil y Kinichná, que se unen mediante caminos o sacbés. En noviembre de 2017, Adriana Velázquez Morlet, del INAH Quintana Roo, hizo las gestiones para cubrir con tecnología LIDAR la franja que va de Dzibanché a Ichkabal, a 12 kilómetros al noreste. El LIDAR es un sensor láser que puede estar montado en un avión, avioneta, helicóptero o drones, y emite miles de pulsos de energía láser por segundo, los cuales rebotan.

El producto resultante es una nube de puntos, cada uno en ejes X, Y y Z. El uso de esa herramienta promete un cambio paradigmático en la manera de entender las sociedades del México antiguo. Aún más: esta investigación, que incluye el estudio de sistemas agrícolas, podría impactar en el presente, y al entender por qué y cómo los mayas habitaron la región y aplicarlo en la actualidad.

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