/ miércoles 17 de mayo de 2017

Ambientes ruidosos pueden provocar males, insomnio y depresión

Guadalajara (Notimex).- Estudios académicos revelan que losmales causados por virus o bacterias, dificultad para conciliar elsueño y depresión son algunas de las consecuencias que puedensufrir las personas expuestas a ambientes ruidosos.

Los académicos del Instituto Tecnológico de EstudiosSuperiores de Occidente (ITESO), Everardo Camacho y Claudia VegaMichel, han trabajado desde hace varios años en el tema delestrés y su relación con la exposición continua alestrépito.

Efectivamente el ruido molesta, pero además, ahora se sabe quede manera indirecta también puede provocar que las personasdesarrollen enfermedades por virus o bacterias, afecten la calidadde su sueño y consuman más alcohol.

Este conocimiento ha sido posible gracias a la reunión de lasciencias exactas y la psicología, y se enriquece con lasinvestigaciones que realizan estos académicos del Departamento dePsicología, Educación y Salud del ITESO.

Entre sus conclusiones está la certeza de que existendiferencias entre los niveles de estrés de las personas que seexponen de forma crónica a sobredosis de ruido –más de 85decibeles—y las que permanecen en ambientes silenciosos y, poreso mismo, relajadas.

Hace cinco años, Everardo Camacho y Sergio Galán Cuevas,académicos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,compilaron una serie de artículos y publicaron Estrés y salud:investigación básica y aplicada (Ed. Manual Moderno, 2012).

Dentro de ese libro, Camacho y Claudia Vega publicaron unarevisión sistemática sobre diversas investigaciones alrededor delmundo que documentan la relación entre el ruido y el estrés.Además, nos dimos cuenta de que hay unproblema de ruido en la ciudad. Un severo problema provocado porlos vehículos automotores —que provocan 80 por ciento de laestridencia—, aviones y, por supuesto, talleres y antros”,relatan. De ahí nació el interés de enriquecer lasinvestigaciones locales sobre los niveles de estrés relacionadoscon el ruido y la salud.

En 2016, se publicó su investigación “Análisis de zonasruidosas urbanas, contra zonas no ruidosas, con respecto a nivelesde cortisol, depresión, horas de sueño y consumo dealcohol”.

Los especialistas se preguntaban si los habitantes cotidianos detres espacios de la ciudad donde los sonidos están arriba de los85 decibeles, por lo menos ocho horas diarias, durante cinco añoso más, tienen mayores niveles de estrés.

Así como hábitos de conducta distintos que los que hacen suvida en tres zonas que no pasan los 65 decibeles, que es lorecomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los investigadores realizaron su estudio a partir de reportes dehábitos de vida y el análisis de la hormona cortisol, que seconcentra en la saliva y se eleva ante los estímulosestresores.

El cortisol tiene una respuesta adaptativa que, ante el estrés,produce cambios metabólicos en el organismo: apaga nuestro sistemainmunológico.

Es importante decir que un apagón prolongado no ocurre antesituaciones esporádicas que nos causan agobio como una junta,examen, o un ruido estruendoso repentino, sino con situacionescrónicas.

La investigación sobre el ruido como estresor es formidableporque, a través de la observación de la saliva, reúne a lasllamadas ciencias duras o exactas con las del comportamiento. Yporque estos análisis, los de saliva y cortisol, se hacen en loslaboratorios del ITESO.

A su vez, la explicación del ruido como causante de estrés, ydel estrés como causante de afecciones físicas es fascinante,entre otras muchas razones, porque habla de cómo funciona elcuerpo humano.

Para funcionar, el sistema inmunológico requiere muchaenergía. Al mismo tiempo, el sentido positivo del estrés es lageneración de una alerta para la supervivencia, que tambiénrequiere altas dosis de vigor, por ejemplo, huir ante unpeligro.

Cuando nos sometemos al estrés crónico, la vigilia o elapagón inmunológico es crónico. Esto favorece que una bacteria oun virus ingresen al organismo y lo ataquen, destacan losinvestigadores.

Todo, sin contar con que las ondas del ruido tienen efectos enel corazón y el sistema circulatorio, y la exposición continua através de audífonos está provocando que los jóvenes vayan allegar casi sordos a los 40 años, según investigaciones de laUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el caso de la investigación del ITESO, Camacho y Vegatomaron muestras de saliva de los participantes, cuatro veces aldía. Luego, a través de la prueba conocida como Elisa, revisaronde cerca los salivazos, con un microscopio, y continuaron una seriede pasos metodológicos rigurosos.

Entre ellos, entrevistaron a los dueños de la saliva sobre suscomportamientos cotidianos. Entonces, descubrieron que los que seexponen de manera cotidiana al ruido de la calle —ocho horasdiarias, durante un mínimo de cinco años—, duermen una horamás y consumen una cantidad mayor de cerveza.

Estos datos no resultaron significativos, por lo cual quedaroncomo una línea de investigación abierta para el futuro.

Lo que sí se demostró fue la relación entre la exposición alruido y el gasto de cortisol en la saliva. Los más expuestos a lossonidos estridentes sufren más estrés y, por lo tanto, son másvulnerables a padecer enfermedades físicas.

Tras concluir su trabajo, Everardo Camacho y Claudia Vegaafirman que es importante que las personas identifiquen si estánexpuestas a un lugar ruidoso de manera continua. “Hay gente quecree que se habitúa y no es cierto; lo que pasa es que vaperdiendo la audición y escucha menos ruido”.

Después de la identificación del problema se tendría quepasar a la acción, dicen. Por ejemplo, al uso de tapones yaditamentos que ayuden a disminuir el impacto de la estridencia, ya la realización de actividades para afrontar el estrés, como elejercicio físico y las actividades recreativas en lugares noruidosos, por supuesto.

También existen aplicaciones telefónicas con las que esposible calcular los decibeles para conocer cuál es la exposicióncotidiana al bullicio (goo.gl/0tjKOH) para pedir la intervenciónde las autoridades, cuando es necesario.

Lo ideal sería que en la Zona Metropolitana de Guadalajaraexistiera un mapa del ruido, como el que ya funciona en la Ciudadde México.

Con sus estudios, estos académicos del ITESO contribuyen ahacer más evidente el contaminante más invisible según la OMS:el ruido. Camacho afirma que los estudios continuarán. Como ocurrecon la ciencia, la investigación genera ciertos conocimientos,pero formula nuevas preguntas.

Guadalajara (Notimex).- Estudios académicos revelan que losmales causados por virus o bacterias, dificultad para conciliar elsueño y depresión son algunas de las consecuencias que puedensufrir las personas expuestas a ambientes ruidosos.

Los académicos del Instituto Tecnológico de EstudiosSuperiores de Occidente (ITESO), Everardo Camacho y Claudia VegaMichel, han trabajado desde hace varios años en el tema delestrés y su relación con la exposición continua alestrépito.

Efectivamente el ruido molesta, pero además, ahora se sabe quede manera indirecta también puede provocar que las personasdesarrollen enfermedades por virus o bacterias, afecten la calidadde su sueño y consuman más alcohol.

Este conocimiento ha sido posible gracias a la reunión de lasciencias exactas y la psicología, y se enriquece con lasinvestigaciones que realizan estos académicos del Departamento dePsicología, Educación y Salud del ITESO.

Entre sus conclusiones está la certeza de que existendiferencias entre los niveles de estrés de las personas que seexponen de forma crónica a sobredosis de ruido –más de 85decibeles—y las que permanecen en ambientes silenciosos y, poreso mismo, relajadas.

Hace cinco años, Everardo Camacho y Sergio Galán Cuevas,académicos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,compilaron una serie de artículos y publicaron Estrés y salud:investigación básica y aplicada (Ed. Manual Moderno, 2012).

Dentro de ese libro, Camacho y Claudia Vega publicaron unarevisión sistemática sobre diversas investigaciones alrededor delmundo que documentan la relación entre el ruido y el estrés.Además, nos dimos cuenta de que hay unproblema de ruido en la ciudad. Un severo problema provocado porlos vehículos automotores —que provocan 80 por ciento de laestridencia—, aviones y, por supuesto, talleres y antros”,relatan. De ahí nació el interés de enriquecer lasinvestigaciones locales sobre los niveles de estrés relacionadoscon el ruido y la salud.

En 2016, se publicó su investigación “Análisis de zonasruidosas urbanas, contra zonas no ruidosas, con respecto a nivelesde cortisol, depresión, horas de sueño y consumo dealcohol”.

Los especialistas se preguntaban si los habitantes cotidianos detres espacios de la ciudad donde los sonidos están arriba de los85 decibeles, por lo menos ocho horas diarias, durante cinco añoso más, tienen mayores niveles de estrés.

Así como hábitos de conducta distintos que los que hacen suvida en tres zonas que no pasan los 65 decibeles, que es lorecomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los investigadores realizaron su estudio a partir de reportes dehábitos de vida y el análisis de la hormona cortisol, que seconcentra en la saliva y se eleva ante los estímulosestresores.

El cortisol tiene una respuesta adaptativa que, ante el estrés,produce cambios metabólicos en el organismo: apaga nuestro sistemainmunológico.

Es importante decir que un apagón prolongado no ocurre antesituaciones esporádicas que nos causan agobio como una junta,examen, o un ruido estruendoso repentino, sino con situacionescrónicas.

La investigación sobre el ruido como estresor es formidableporque, a través de la observación de la saliva, reúne a lasllamadas ciencias duras o exactas con las del comportamiento. Yporque estos análisis, los de saliva y cortisol, se hacen en loslaboratorios del ITESO.

A su vez, la explicación del ruido como causante de estrés, ydel estrés como causante de afecciones físicas es fascinante,entre otras muchas razones, porque habla de cómo funciona elcuerpo humano.

Para funcionar, el sistema inmunológico requiere muchaenergía. Al mismo tiempo, el sentido positivo del estrés es lageneración de una alerta para la supervivencia, que tambiénrequiere altas dosis de vigor, por ejemplo, huir ante unpeligro.

Cuando nos sometemos al estrés crónico, la vigilia o elapagón inmunológico es crónico. Esto favorece que una bacteria oun virus ingresen al organismo y lo ataquen, destacan losinvestigadores.

Todo, sin contar con que las ondas del ruido tienen efectos enel corazón y el sistema circulatorio, y la exposición continua através de audífonos está provocando que los jóvenes vayan allegar casi sordos a los 40 años, según investigaciones de laUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el caso de la investigación del ITESO, Camacho y Vegatomaron muestras de saliva de los participantes, cuatro veces aldía. Luego, a través de la prueba conocida como Elisa, revisaronde cerca los salivazos, con un microscopio, y continuaron una seriede pasos metodológicos rigurosos.

Entre ellos, entrevistaron a los dueños de la saliva sobre suscomportamientos cotidianos. Entonces, descubrieron que los que seexponen de manera cotidiana al ruido de la calle —ocho horasdiarias, durante un mínimo de cinco años—, duermen una horamás y consumen una cantidad mayor de cerveza.

Estos datos no resultaron significativos, por lo cual quedaroncomo una línea de investigación abierta para el futuro.

Lo que sí se demostró fue la relación entre la exposición alruido y el gasto de cortisol en la saliva. Los más expuestos a lossonidos estridentes sufren más estrés y, por lo tanto, son másvulnerables a padecer enfermedades físicas.

Tras concluir su trabajo, Everardo Camacho y Claudia Vegaafirman que es importante que las personas identifiquen si estánexpuestas a un lugar ruidoso de manera continua. “Hay gente quecree que se habitúa y no es cierto; lo que pasa es que vaperdiendo la audición y escucha menos ruido”.

Después de la identificación del problema se tendría quepasar a la acción, dicen. Por ejemplo, al uso de tapones yaditamentos que ayuden a disminuir el impacto de la estridencia, ya la realización de actividades para afrontar el estrés, como elejercicio físico y las actividades recreativas en lugares noruidosos, por supuesto.

También existen aplicaciones telefónicas con las que esposible calcular los decibeles para conocer cuál es la exposicióncotidiana al bullicio (goo.gl/0tjKOH) para pedir la intervenciónde las autoridades, cuando es necesario.

Lo ideal sería que en la Zona Metropolitana de Guadalajaraexistiera un mapa del ruido, como el que ya funciona en la Ciudadde México.

Con sus estudios, estos académicos del ITESO contribuyen ahacer más evidente el contaminante más invisible según la OMS:el ruido. Camacho afirma que los estudios continuarán. Como ocurrecon la ciencia, la investigación genera ciertos conocimientos,pero formula nuevas preguntas.

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