/ sábado 18 de mayo de 2019

Cinema Latino, sobreviviendo del erotismo

Su fachada parece indicar que está abandonado.

Crisstian Villicaña

Su fachada parece indicar que está abandonado. La ausencia de títulos de películas en la cartelera exterior acentúa esta idea. La taquilla, de igual forma, se encuentra sin uso y solo luce protegida por un herraje de color verde; pese a todo este escenario, el “Cinema Latino” sigue funcionando, proyectando películas pornográficas que le generan lo suficiente para mantenerse.

Ubicado en la calle Quinta y avenida Niños Héroes, el lugar no siempre lució igual que hoy en día. Tuvo, como muchos otros cines de la ciudad, sus épocas de gloria. En este caso, una que inició a partir de 1941, cuando el cine era familiar, según el señor Alberto.

"Era un cine pequeño pero bonito. En ese entonces, el cine se llenaba, porque las familias no tenían muchas opciones; entonces, había que ir al cine, que también era como un atractivo. Estaba en esas épocas el cine “Bujazán”, el “Roble”, pero los primeros, que recuerdo, fueron el “Zaragoza” y el “Cinema Latino”, que ahora ya es otra cosa muy diferente a aquellos tiempos donde sí iban las familias".

Al entrar al lugar, hay una persona joven sentada en un banco; la experiencia es muy distinta a la que de manera habitual se tiene sobre ir al cine. Acá no hay filas para comprar boletos, nadie lee los títulos de películas y solo existe un horario de 12:00 a 22:00 horas.

La mayoría son hombres, tanto jóvenes como adultos, predominando estos últimos. Entrar es fácil; solo se compra un boleto y se entra a la sala, en donde, más allá de ir a observar a una película de clasificación triple equis, se va a ligar, a buscar "favores" sexuales, afirma "Carlos".

"En mi caso, fui por curiosidad. Amigos me habían platicado que en ese cine había 'chance' de todo; que nada más ibas, te sentabas o te acomodabas en una pared y alguien se te acercaba a preguntarte si querías algo o simplemente nomás te empezaba a tocar, y ya es cuestión de uno si accede".

Hombres, homosexuales, “heterocuriosos” y transgénero son los que más frecuentan el espacio que se ha convertido, desde hace tiempo, en un especie de cueva donde la oscuridad da pie a encuentros sexuales de todo tipo, según "Carlos".

"Hasta cierto punto, la comunidad 'gay' es la que está manteniendo al cine; te encuentras a gente masturbándose, otros incluso teniendo relaciones sexuales; también acuden hombres con mujeres, pero generalmente son mujeres de la calle que se las llevan ahí para tener relaciones. La atmosfera es así: puedes caminar, ver y si te gusta alguien, se gustan, ahí puedes tener un encuentro".

Sin embargo, esta realidad que hoy vive el “Cinema Latino” no siempre fue parte de sus rincones; fue hasta la década de los 70 cuando el recinto comenzó a vivir un cambio.

Sobre esto habla Víctor Soto Ferrel, maestro y catedrático de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y experto en cine y literatura.

"Cuando empieza el abandono de las salas, comienza una apertura que se da en la época de Echeverría, que incluso alcanza todo el país. Empiezan las funciones de medianoche y empieza a ampliarse el programa hasta las 2:00 de la mañana, 3:00, con películas de otra connotación. Entonces, eso va a hacer que cambie totalmente la dinámica; todo eso fue un abandono, porque desaparece la compañía operadora de teatros y jubilan a los empleados".

Otro de los factores que llevó al cine a buscar otras alternativas fue la llegada de los cines a los centros comerciales, agrega Soto, los cuales fueron de alguna manera causando que los del Centro quedaran en el olvido. Asimismo, en años posteriores, la posibilidad de ver películas en videocaseteras acrecentó el problema.

Durante 2016, este cine volvió a sus inicios al proyectar películas familiares, un intento que, luego de un tiempo, no fue redituable al grado que tuvo que volver a ofrecer filmes pornográficos para poder seguir en pie.

Pese a contar con poco más de siete décadas de vida, este cine no es considerado un edificio histórico de la ciudad. Su estado parece crítico y, por su antigüedad, requiere de reparaciones interiores y exteriores.

Este abandono de los cines de la zona Centro dejó a casi todos los inmuebles sin ser utilizados; a otros tantos, convertidos en tiendas de ropa y electrodomésticos siendo el “Cinema Latino” el único de aquellos de gran estructura que siguen subsistiendo gracias a las películas para adultos, un género cinematográfico del que poco se habla, pero que mantiene a este recinto en pie.

Crisstian Villicaña

Su fachada parece indicar que está abandonado. La ausencia de títulos de películas en la cartelera exterior acentúa esta idea. La taquilla, de igual forma, se encuentra sin uso y solo luce protegida por un herraje de color verde; pese a todo este escenario, el “Cinema Latino” sigue funcionando, proyectando películas pornográficas que le generan lo suficiente para mantenerse.

Ubicado en la calle Quinta y avenida Niños Héroes, el lugar no siempre lució igual que hoy en día. Tuvo, como muchos otros cines de la ciudad, sus épocas de gloria. En este caso, una que inició a partir de 1941, cuando el cine era familiar, según el señor Alberto.

"Era un cine pequeño pero bonito. En ese entonces, el cine se llenaba, porque las familias no tenían muchas opciones; entonces, había que ir al cine, que también era como un atractivo. Estaba en esas épocas el cine “Bujazán”, el “Roble”, pero los primeros, que recuerdo, fueron el “Zaragoza” y el “Cinema Latino”, que ahora ya es otra cosa muy diferente a aquellos tiempos donde sí iban las familias".

Al entrar al lugar, hay una persona joven sentada en un banco; la experiencia es muy distinta a la que de manera habitual se tiene sobre ir al cine. Acá no hay filas para comprar boletos, nadie lee los títulos de películas y solo existe un horario de 12:00 a 22:00 horas.

La mayoría son hombres, tanto jóvenes como adultos, predominando estos últimos. Entrar es fácil; solo se compra un boleto y se entra a la sala, en donde, más allá de ir a observar a una película de clasificación triple equis, se va a ligar, a buscar "favores" sexuales, afirma "Carlos".

"En mi caso, fui por curiosidad. Amigos me habían platicado que en ese cine había 'chance' de todo; que nada más ibas, te sentabas o te acomodabas en una pared y alguien se te acercaba a preguntarte si querías algo o simplemente nomás te empezaba a tocar, y ya es cuestión de uno si accede".

Hombres, homosexuales, “heterocuriosos” y transgénero son los que más frecuentan el espacio que se ha convertido, desde hace tiempo, en un especie de cueva donde la oscuridad da pie a encuentros sexuales de todo tipo, según "Carlos".

"Hasta cierto punto, la comunidad 'gay' es la que está manteniendo al cine; te encuentras a gente masturbándose, otros incluso teniendo relaciones sexuales; también acuden hombres con mujeres, pero generalmente son mujeres de la calle que se las llevan ahí para tener relaciones. La atmosfera es así: puedes caminar, ver y si te gusta alguien, se gustan, ahí puedes tener un encuentro".

Sin embargo, esta realidad que hoy vive el “Cinema Latino” no siempre fue parte de sus rincones; fue hasta la década de los 70 cuando el recinto comenzó a vivir un cambio.

Sobre esto habla Víctor Soto Ferrel, maestro y catedrático de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y experto en cine y literatura.

"Cuando empieza el abandono de las salas, comienza una apertura que se da en la época de Echeverría, que incluso alcanza todo el país. Empiezan las funciones de medianoche y empieza a ampliarse el programa hasta las 2:00 de la mañana, 3:00, con películas de otra connotación. Entonces, eso va a hacer que cambie totalmente la dinámica; todo eso fue un abandono, porque desaparece la compañía operadora de teatros y jubilan a los empleados".

Otro de los factores que llevó al cine a buscar otras alternativas fue la llegada de los cines a los centros comerciales, agrega Soto, los cuales fueron de alguna manera causando que los del Centro quedaran en el olvido. Asimismo, en años posteriores, la posibilidad de ver películas en videocaseteras acrecentó el problema.

Durante 2016, este cine volvió a sus inicios al proyectar películas familiares, un intento que, luego de un tiempo, no fue redituable al grado que tuvo que volver a ofrecer filmes pornográficos para poder seguir en pie.

Pese a contar con poco más de siete décadas de vida, este cine no es considerado un edificio histórico de la ciudad. Su estado parece crítico y, por su antigüedad, requiere de reparaciones interiores y exteriores.

Este abandono de los cines de la zona Centro dejó a casi todos los inmuebles sin ser utilizados; a otros tantos, convertidos en tiendas de ropa y electrodomésticos siendo el “Cinema Latino” el único de aquellos de gran estructura que siguen subsistiendo gracias a las películas para adultos, un género cinematográfico del que poco se habla, pero que mantiene a este recinto en pie.

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