/ sábado 23 de marzo de 2019

Así se vivió la muerte de Colosio hace 25 años en Tijuana

"Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla"

Juan Miguel Hernández

Tijuana.- El miércoles 23 de marzo de 1994 a las 17:12 horas, la historia moderna de Tijuana dio un vuelco de 360 grados. A partir de ese momento, Tijuana ha sido una antes del asesinato de Luis Donaldo Colosio y otra luego del magnicidio del candidato priista.

Hace 25 años, Tijuana apenas contaba con 800 mil habitantes; no existía la tercera etapa del río Tijuana, y era impensable que se urbanizara la zona aledaña al bulevar 2000.

En esta frontera existe una “Generación Colosio”, personas que tras un cuarto de siglo del atentado que costó la vida al político sonorense tienen muy presente en su memoria cómo se fue desarrollando el hecho que marcó la época moderna de México.

“PUDO HABER SIDO UN BUEN PRESIDENTE”

En 1994, Othón Cortés era chófer del PRI. En aquellos años, servía al entonces partido hegemónico como un fiel militante que añoraba una mejor vida para él y su familia.

La expectativas que tenía Othón de Luis Donaldo eran muy grandes. Soñaba con que este se convirtiera en presidente y con ello tener la oportunidad de solicitarle un trabajo estable alejado de cualquier tipo de incertidumbre laboral.

Aquel mitin en Lomas Taurinas lo recuerda como cualquier otro evento partidista con el típico acarreo de gente, música a todo volumen, entrega de dádivas y una numerosa concentración de personas.

“Termina de hablar el licenciado y veo que vamos bajando; cuando volteo, escucho dos cuetitos y lo miro tirado en el suelo ya muerto con los sesos por fuera. Es un momento muy triste que no lo deseo recordar. Como yo iba cerca de él, vi que era muerte segura desde el momento en que me cae y me salpica de sangre”, rememoró.

Aunque Othón reconoce que tenía pocas esperanzas de que Colosio sobreviviera, siguió a la ambulancia que trasladó al candidato hacia el Hospital General, en donde posteriormente le fue asignada la tarea de cuidar el acceso a la sala donde era intervenido el político.

“Permanecí cuidando la puerta hasta que llegó el grupo táctico y llegó Diana Laura. Me puse a llorar cuando confirmaron la muerte, a llorar el amigo, por el jefe, por un ser humano, por lo que pasó, porque la esperanza se había truncado una vez más. Colosio era un hombre que miraba a un México con hambre y sed de justicia”, enfatizó.

“LA DECISIÓN DE LOMAS TAURINAS OBEDECIÓ A UN TEMA DE LOGÍSTICA”

Como presidente del Comité Directivo Municipal del PRI, Antonio Cano Chávez encabezó los trabajos de organización de la gira de Colosio Murrieta por Tijuana, que contemplaba dos actos, uno popular y otro, que no se llegó a realizar, sería una reunión con profesores de Baja California en el Club Campestre.

Para aprovechar cada minuto de la estancia de Colosio en Tijuana, Lomas Taurinas era el lugar ideal para que se desarrollara el evento, además de que el sonorense ya había estado años atrás en la colonia ubicada en la delegación Otay.

“Se hizo una asamblea en las instalaciones del partido para plantear el lugar. Nos pidieron que fuese un evento popular; se había pensado en el este de la ciudad, pero entre el aeropuerto y el sindicato estaba ubicado Lomas Taurinas, que era un lugar que Colosio había beneficiado con obras. Hicimos la propuesta y ese lugar se decidió”, explicó.

Segundos después de que Colosio recibiera el tiro que le costó la vida, Cano Chávez debió asumir el mando de las labores de atención médica del candidato; no tuvo tiempo de dimensionar al momento que estaba presenciando, porque tenía que salvar la vida del candidato de su partido.

“En ese momento del disparo, es una impresión muy grande, lo primero que piensas es en la gravedad de lo que está ocurriendo; es un momento de una gran intensidad emocional. Todo corre muy rápido. Después de las detonaciones, caigo al piso, veo como se moviliza todo mundo. A mi lado derecho, tenía al asesino; y a izquierdo, el cuerpo de Luis Donaldo. Es correr, ver qué sigue, ver el vehículo que lo iba a conducir, llegar al hospital, estar atento a colaborar lo más posible, que lo que nosotros pensábamos no era tan grave”, enfatizó.

Ya en el Hospital General, se encargó de proteger el área donde se intervenía a Luis Donaldo supervisando quiénes ingresaban a la sala de emergencias para buscar salvarle la vida, algo que finalmente no se logró.

“Estaba muy cerca del quirófano; salen los médicos con expresión de mucha tristeza y me dicen que había fallecido. En ese momento, sentí una gran consternación por el crimen. Nos quedamos en el hospital hasta muy en la madrugada; salí solo por un momento para tranquilizarme un poco con la familia y de inmediato regresé a continuar atendiendo todo lo que debía hacer”, puntualizó.

Luego de 25 años del magnicidio, Antonio Cano reflexiona y asegura que esas horas posteriores al atentado fueron de las más difíciles de toda su vida.

“En lo personal, cada vez que recuerdo eso, son momentos intensos de mucha reflexión; quedas marcado para toda la vida. A nadie puede agradarle participar en un evento como esto. Todo era muy intenso, segundo tras segundo; era atender, tomar decisiones, registrar acciones”, confesó.

EL CEREBRO DE COLOSIO PERMANECIÓ EN EL HOSPITAL GENERAL

La doctora Rosalinda Guerra dirigía en el año 1994 el Hospital General de Tijuana. En aquellos entonces, el nosocomio era la opción más cercana para brindarle atención al candidato a la presidencia de la república, ya que las instalaciones de la Cruz Roja se encontraban en remodelación.

“En el hospital, había la capacidad para atender a pacientes complejos o con heridas severas; en este caso, era el candidato. Existía todo para atender al licenciado: cirujano general, anestesiólogo, neurocirujano; estaba todo un equipo en el hospital”, aseveró.

Luego de sufrir el atentado, casi de inmediato la doctora recibió una llamada vía telefónica que le advertía que Colosio sería trasladado al Hospital General. En menos de 15 minutos, se vio obligada a coordinar toda la logística de atención al candidato para lograr mantenerlo con vida.

“En el área de urgencias, mi responsabilidad era todo, el bienestar del licenciado, como la gente que estaba en el hospital. No hay tiempo para escuchar lo que dice la gente en los pasillos; hay mucho trabajo que hacer, mucho trabajo que organizar, estar al pendiente para lograr que todo funcione”, expresó.

Pese a que se llegó a sugerir trasladar a Colosio Murrieta a San Diego, California, la entonces directora del Hospital General asegura que eso nunca fue posible ante lo delicado de la intervención que se realizaba y las posibles secuelas que le acarrearía.

No pasaron más de dos horas desde su llegada al hospital para que se confirmara la muerte de Luis Donaldo. Al estar en él área de urgencias, la doctora fue de las primeras en escuchar la noticia.

“Me dio una tristeza profunda, porque México estaba perdiendo, además de un gran hombre, a una parte de su esencia. Luego de la noticia, hubo gente en el hospital hasta que partió el cuerpo del licenciado, hasta las 2:00 o 3:00 de la mañana, posteriormente cada quien tomó su espacio. Esas 24 horas fueron muy difíciles e intensas”, continuó.

Varios meses después de que se registrara el asesinato, el cerebro de Luis Donaldo Colosio estuvo bajo resguardo en las instalaciones del Hospital General por órdenes de las instancias judiciales.

“Por protocolo, así lo decidieron quienes estaban en las áreas competentes. Estuvo bajo llave, cuidado con discreción, porque hay gente que es morbosa. Ya después se dio el trámite conducente de acuerdo a las autoridades”, apuntó.

[EXCLUSIVA] El video de la autopsia de Colosio

“NO NOS PIDIERON PRESENCIA POLICIACA”

El alcalde de Tijuana en el trienio 1992-1995, Héctor Osuna Jaime, fue el segundo presidente municipal de la historia de la ciudad emanado del Partido Acción Nacional.

Aquella tarde del 23 de marzo de 1994, el edil sostenía una reunión en el Centro Social Israelita y posteriormente se trasladó a su casa, donde recibió una llamada de Federico Benítez, entonces director de Seguridad Pública Municipal, quien le advertía que algo grave había ocurrido.

“Al contestar el celular percibí un ruido de patrullas; sabía que había pasado algo, pero no me decía nada. Fue cuando me dijo Federico que hubo un atentado contra el candidato.

Agarre mi carro y me fui a la oficina de Palacio Municipal. De las primeras llamadas que recibí fue de la alcaldesa de San Diego, y nos dijeron en que nos podía apoyar porque se habían enterado de la desgracia”, añadió.

Tras algunas horas en su oficina de Palacio Municipal, fue informado sobre el deceso del abanderado priista. Luego de que se confirmara la muerte de Colosio, en algún momento llegó a temer que se culpara al PAN por el asesinato.

“Se te viene el mundo encima de las noticias. No era cualquier cosa; era un candidato a la presidencia de la república. Veía venir algún tipo de avalancha mediática para buscar culpables. Me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero en ese momento era ver en qué podíamos hacer para apoyar”, confesó.

Osuna Jaime revela que la dirigencia del PRI municipal no le solicitó un operativo especial para vigilar la estancia de Colosio Murrieta en Tijuana, ya que únicamente se le requirió que se agilizara el tráfico por las zonas donde transitaría el candidato.

“Ellos no nos pidieron policía, porque no le gustaba esa imagen a Colosio. Veíamos en televisión voces que decían que nosotros éramos el gobierno del PAN. Luego Antonio Cano salió a decir que el ayuntamiento le dio lo que habían solicitado, y desde ese momento dejé de ser tema”, concluyó.

Video no editado del crimen de Colosio

“DIANA LAURA PENSABA QUE COLOSIO HABÍA SIDO ATACADO CON PIEDRAS”

La periodista Rocío Galván laboraba en el año 1994 como reportera de El Sol de Tijuana y como corresponsal del periódico Excélsior. Pese a que no tenía como asignación cubrir el mitin, llegó a Lomas Taurinas para estar cerca del candidato del PRI y con ello comprobar todo lo que se decía sobre Colosio Murrieta.

“Me daba curiosidad de ver un mitin en un lugar tan insólito, en donde había habido inundaciones; quién sabe cómo lo habrán arreglado. Estaba todo mundo: empresarios, gente de primer nivel; no eran solos colonos o personas del sector popular; había de todo. Habíamos muchos periodistas de Tijuana; los nacionales se fueron a San Diego de compras, pero no estaban en el evento. Solo se quedaron algunos, como Miguel Reyes Razo”, rememoró.

Tras terminar su discurso, Luis Donaldo bajó del templete para posteriormente ser atacado. En ese momento se vivieron momentos de tensión e incertidumbre en Lomas Taurinas. Los presentes desconocían el alcance de lo que estaba pasando.

“Recuerdo haber escuchado los dos disparos, pero era tanta la confusión que nadie sabía. Lo único es que un priista que trabaja en la Sedesol, llamado Miguel Islas, empezó a decir “lo mataron”. Entre medio de la confusión, vimos a Aburto llevándolo en la multitud; como que lo tenían, como un trofeo”, comentó.

Luego del atentado, un grupo de reporteros se trasladó al Hospital General para cubrir la atención médica que recibiría el sonorense. Tras algunas horas de escuchar versiones sobre el estado de salud del candidato, finalmente se confirmó lo que muchos ya temían.

“Me quede con el Hospital General; tenía alguna duda, pero supe que estaba muerto cuando vi que iba a aterrizar un helicóptero que venía desde San Diego. Ni si quiera aterrizo, hizo la maniobra y se volvió a ir; era evidente que le avisaron que no había nada que hacer aunque el anuncio de la muerte se hizo una hora después.

Me tocó presenciar la llegada de Diana Laura al Hospital General acompañada de Talina Fernández.

Ella gritó preguntado en dónde le pegaron las piedras. Nadie le había dicho que habían sido disparos”, dijo.

Las horas posteriores al magnicidio, fueron para investigar todo lo relacionado a Mario Aburto. Los reporteros de la época se concentraron en conocer el entorno del asesino material de Colosio Murrieta.

“El gran enigma era quién mató a Colosio, encontrar toda la historia de Mario Aburto suponiendo que en realidad era Mario Aburto. El caso Colosio me marcó de una manera impresionante; puedo decirte que es uno de los hechos más relevantes que me tocó cubrir. Se quedaron muchos eslabones perdidos”, finalizó.

Juan Miguel Hernández

Tijuana.- El miércoles 23 de marzo de 1994 a las 17:12 horas, la historia moderna de Tijuana dio un vuelco de 360 grados. A partir de ese momento, Tijuana ha sido una antes del asesinato de Luis Donaldo Colosio y otra luego del magnicidio del candidato priista.

Hace 25 años, Tijuana apenas contaba con 800 mil habitantes; no existía la tercera etapa del río Tijuana, y era impensable que se urbanizara la zona aledaña al bulevar 2000.

En esta frontera existe una “Generación Colosio”, personas que tras un cuarto de siglo del atentado que costó la vida al político sonorense tienen muy presente en su memoria cómo se fue desarrollando el hecho que marcó la época moderna de México.

“PUDO HABER SIDO UN BUEN PRESIDENTE”

En 1994, Othón Cortés era chófer del PRI. En aquellos años, servía al entonces partido hegemónico como un fiel militante que añoraba una mejor vida para él y su familia.

La expectativas que tenía Othón de Luis Donaldo eran muy grandes. Soñaba con que este se convirtiera en presidente y con ello tener la oportunidad de solicitarle un trabajo estable alejado de cualquier tipo de incertidumbre laboral.

Aquel mitin en Lomas Taurinas lo recuerda como cualquier otro evento partidista con el típico acarreo de gente, música a todo volumen, entrega de dádivas y una numerosa concentración de personas.

“Termina de hablar el licenciado y veo que vamos bajando; cuando volteo, escucho dos cuetitos y lo miro tirado en el suelo ya muerto con los sesos por fuera. Es un momento muy triste que no lo deseo recordar. Como yo iba cerca de él, vi que era muerte segura desde el momento en que me cae y me salpica de sangre”, rememoró.

Aunque Othón reconoce que tenía pocas esperanzas de que Colosio sobreviviera, siguió a la ambulancia que trasladó al candidato hacia el Hospital General, en donde posteriormente le fue asignada la tarea de cuidar el acceso a la sala donde era intervenido el político.

“Permanecí cuidando la puerta hasta que llegó el grupo táctico y llegó Diana Laura. Me puse a llorar cuando confirmaron la muerte, a llorar el amigo, por el jefe, por un ser humano, por lo que pasó, porque la esperanza se había truncado una vez más. Colosio era un hombre que miraba a un México con hambre y sed de justicia”, enfatizó.

“LA DECISIÓN DE LOMAS TAURINAS OBEDECIÓ A UN TEMA DE LOGÍSTICA”

Como presidente del Comité Directivo Municipal del PRI, Antonio Cano Chávez encabezó los trabajos de organización de la gira de Colosio Murrieta por Tijuana, que contemplaba dos actos, uno popular y otro, que no se llegó a realizar, sería una reunión con profesores de Baja California en el Club Campestre.

Para aprovechar cada minuto de la estancia de Colosio en Tijuana, Lomas Taurinas era el lugar ideal para que se desarrollara el evento, además de que el sonorense ya había estado años atrás en la colonia ubicada en la delegación Otay.

“Se hizo una asamblea en las instalaciones del partido para plantear el lugar. Nos pidieron que fuese un evento popular; se había pensado en el este de la ciudad, pero entre el aeropuerto y el sindicato estaba ubicado Lomas Taurinas, que era un lugar que Colosio había beneficiado con obras. Hicimos la propuesta y ese lugar se decidió”, explicó.

Segundos después de que Colosio recibiera el tiro que le costó la vida, Cano Chávez debió asumir el mando de las labores de atención médica del candidato; no tuvo tiempo de dimensionar al momento que estaba presenciando, porque tenía que salvar la vida del candidato de su partido.

“En ese momento del disparo, es una impresión muy grande, lo primero que piensas es en la gravedad de lo que está ocurriendo; es un momento de una gran intensidad emocional. Todo corre muy rápido. Después de las detonaciones, caigo al piso, veo como se moviliza todo mundo. A mi lado derecho, tenía al asesino; y a izquierdo, el cuerpo de Luis Donaldo. Es correr, ver qué sigue, ver el vehículo que lo iba a conducir, llegar al hospital, estar atento a colaborar lo más posible, que lo que nosotros pensábamos no era tan grave”, enfatizó.

Ya en el Hospital General, se encargó de proteger el área donde se intervenía a Luis Donaldo supervisando quiénes ingresaban a la sala de emergencias para buscar salvarle la vida, algo que finalmente no se logró.

“Estaba muy cerca del quirófano; salen los médicos con expresión de mucha tristeza y me dicen que había fallecido. En ese momento, sentí una gran consternación por el crimen. Nos quedamos en el hospital hasta muy en la madrugada; salí solo por un momento para tranquilizarme un poco con la familia y de inmediato regresé a continuar atendiendo todo lo que debía hacer”, puntualizó.

Luego de 25 años del magnicidio, Antonio Cano reflexiona y asegura que esas horas posteriores al atentado fueron de las más difíciles de toda su vida.

“En lo personal, cada vez que recuerdo eso, son momentos intensos de mucha reflexión; quedas marcado para toda la vida. A nadie puede agradarle participar en un evento como esto. Todo era muy intenso, segundo tras segundo; era atender, tomar decisiones, registrar acciones”, confesó.

EL CEREBRO DE COLOSIO PERMANECIÓ EN EL HOSPITAL GENERAL

La doctora Rosalinda Guerra dirigía en el año 1994 el Hospital General de Tijuana. En aquellos entonces, el nosocomio era la opción más cercana para brindarle atención al candidato a la presidencia de la república, ya que las instalaciones de la Cruz Roja se encontraban en remodelación.

“En el hospital, había la capacidad para atender a pacientes complejos o con heridas severas; en este caso, era el candidato. Existía todo para atender al licenciado: cirujano general, anestesiólogo, neurocirujano; estaba todo un equipo en el hospital”, aseveró.

Luego de sufrir el atentado, casi de inmediato la doctora recibió una llamada vía telefónica que le advertía que Colosio sería trasladado al Hospital General. En menos de 15 minutos, se vio obligada a coordinar toda la logística de atención al candidato para lograr mantenerlo con vida.

“En el área de urgencias, mi responsabilidad era todo, el bienestar del licenciado, como la gente que estaba en el hospital. No hay tiempo para escuchar lo que dice la gente en los pasillos; hay mucho trabajo que hacer, mucho trabajo que organizar, estar al pendiente para lograr que todo funcione”, expresó.

Pese a que se llegó a sugerir trasladar a Colosio Murrieta a San Diego, California, la entonces directora del Hospital General asegura que eso nunca fue posible ante lo delicado de la intervención que se realizaba y las posibles secuelas que le acarrearía.

No pasaron más de dos horas desde su llegada al hospital para que se confirmara la muerte de Luis Donaldo. Al estar en él área de urgencias, la doctora fue de las primeras en escuchar la noticia.

“Me dio una tristeza profunda, porque México estaba perdiendo, además de un gran hombre, a una parte de su esencia. Luego de la noticia, hubo gente en el hospital hasta que partió el cuerpo del licenciado, hasta las 2:00 o 3:00 de la mañana, posteriormente cada quien tomó su espacio. Esas 24 horas fueron muy difíciles e intensas”, continuó.

Varios meses después de que se registrara el asesinato, el cerebro de Luis Donaldo Colosio estuvo bajo resguardo en las instalaciones del Hospital General por órdenes de las instancias judiciales.

“Por protocolo, así lo decidieron quienes estaban en las áreas competentes. Estuvo bajo llave, cuidado con discreción, porque hay gente que es morbosa. Ya después se dio el trámite conducente de acuerdo a las autoridades”, apuntó.

[EXCLUSIVA] El video de la autopsia de Colosio

“NO NOS PIDIERON PRESENCIA POLICIACA”

El alcalde de Tijuana en el trienio 1992-1995, Héctor Osuna Jaime, fue el segundo presidente municipal de la historia de la ciudad emanado del Partido Acción Nacional.

Aquella tarde del 23 de marzo de 1994, el edil sostenía una reunión en el Centro Social Israelita y posteriormente se trasladó a su casa, donde recibió una llamada de Federico Benítez, entonces director de Seguridad Pública Municipal, quien le advertía que algo grave había ocurrido.

“Al contestar el celular percibí un ruido de patrullas; sabía que había pasado algo, pero no me decía nada. Fue cuando me dijo Federico que hubo un atentado contra el candidato.

Agarre mi carro y me fui a la oficina de Palacio Municipal. De las primeras llamadas que recibí fue de la alcaldesa de San Diego, y nos dijeron en que nos podía apoyar porque se habían enterado de la desgracia”, añadió.

Tras algunas horas en su oficina de Palacio Municipal, fue informado sobre el deceso del abanderado priista. Luego de que se confirmara la muerte de Colosio, en algún momento llegó a temer que se culpara al PAN por el asesinato.

“Se te viene el mundo encima de las noticias. No era cualquier cosa; era un candidato a la presidencia de la república. Veía venir algún tipo de avalancha mediática para buscar culpables. Me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero en ese momento era ver en qué podíamos hacer para apoyar”, confesó.

Osuna Jaime revela que la dirigencia del PRI municipal no le solicitó un operativo especial para vigilar la estancia de Colosio Murrieta en Tijuana, ya que únicamente se le requirió que se agilizara el tráfico por las zonas donde transitaría el candidato.

“Ellos no nos pidieron policía, porque no le gustaba esa imagen a Colosio. Veíamos en televisión voces que decían que nosotros éramos el gobierno del PAN. Luego Antonio Cano salió a decir que el ayuntamiento le dio lo que habían solicitado, y desde ese momento dejé de ser tema”, concluyó.

Video no editado del crimen de Colosio

“DIANA LAURA PENSABA QUE COLOSIO HABÍA SIDO ATACADO CON PIEDRAS”

La periodista Rocío Galván laboraba en el año 1994 como reportera de El Sol de Tijuana y como corresponsal del periódico Excélsior. Pese a que no tenía como asignación cubrir el mitin, llegó a Lomas Taurinas para estar cerca del candidato del PRI y con ello comprobar todo lo que se decía sobre Colosio Murrieta.

“Me daba curiosidad de ver un mitin en un lugar tan insólito, en donde había habido inundaciones; quién sabe cómo lo habrán arreglado. Estaba todo mundo: empresarios, gente de primer nivel; no eran solos colonos o personas del sector popular; había de todo. Habíamos muchos periodistas de Tijuana; los nacionales se fueron a San Diego de compras, pero no estaban en el evento. Solo se quedaron algunos, como Miguel Reyes Razo”, rememoró.

Tras terminar su discurso, Luis Donaldo bajó del templete para posteriormente ser atacado. En ese momento se vivieron momentos de tensión e incertidumbre en Lomas Taurinas. Los presentes desconocían el alcance de lo que estaba pasando.

“Recuerdo haber escuchado los dos disparos, pero era tanta la confusión que nadie sabía. Lo único es que un priista que trabaja en la Sedesol, llamado Miguel Islas, empezó a decir “lo mataron”. Entre medio de la confusión, vimos a Aburto llevándolo en la multitud; como que lo tenían, como un trofeo”, comentó.

Luego del atentado, un grupo de reporteros se trasladó al Hospital General para cubrir la atención médica que recibiría el sonorense. Tras algunas horas de escuchar versiones sobre el estado de salud del candidato, finalmente se confirmó lo que muchos ya temían.

“Me quede con el Hospital General; tenía alguna duda, pero supe que estaba muerto cuando vi que iba a aterrizar un helicóptero que venía desde San Diego. Ni si quiera aterrizo, hizo la maniobra y se volvió a ir; era evidente que le avisaron que no había nada que hacer aunque el anuncio de la muerte se hizo una hora después.

Me tocó presenciar la llegada de Diana Laura al Hospital General acompañada de Talina Fernández.

Ella gritó preguntado en dónde le pegaron las piedras. Nadie le había dicho que habían sido disparos”, dijo.

Las horas posteriores al magnicidio, fueron para investigar todo lo relacionado a Mario Aburto. Los reporteros de la época se concentraron en conocer el entorno del asesino material de Colosio Murrieta.

“El gran enigma era quién mató a Colosio, encontrar toda la historia de Mario Aburto suponiendo que en realidad era Mario Aburto. El caso Colosio me marcó de una manera impresionante; puedo decirte que es uno de los hechos más relevantes que me tocó cubrir. Se quedaron muchos eslabones perdidos”, finalizó.

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