Durante la noche del lunes, horas antes de lo previsto, partió la nueva caravana migrante de San Pedro Sula, Honduras, en medio de un fuerte despliegue policial en ese país para inhibir la salida de sus ciudadanos, especialmente de menores no acompañados y sin documentos.
Son alrededor de mil personas las que se disponen salir del país con destino a Estados Unidos, vía Guatemala y México.
Esta cifra es menor a la que partió en octubre, y de los cuales un gran número permanece en Tijuana a la espera de visas humanitarias o asilo político en el vecino del norte. Otros, regresaron a Honduras, ya sea por voluntad propia o por deportación.
El ministro de Seguridad de Honduras, Julián Pacheco, advirtió a sus conciudadanos que si van salir del país deben hacerlo por los pasos fronterizos autorizados y portando sus documentos.
Por su parte, la vicecanciller hondureña, Nelly Jerez, señaló que 60 niños fueron retenidos en la frontera entre Honduras con Guatemala por viajar solos y no contar con pasaporte y permiso escrito de sus padres para abandonar el país.
De la misma manera, advirtió que los menores que viajen con uno de sus padres, pero sin la documentación requerida, también serán retenidos. Jerez indicó que los menores requeridos serán remitidos a la Dirección Nacional de la Niñez y la Familia de Honduras (Dinaf) y luego retornados a sus lugares de origen.
En México, el delegado del Instituto Nacional de Migración, Tonatiuh Guillén, afirmó que “el Estado tendrá una actitud de recepción humana” con la nueva caravana migrante. Garantizó que se va a cuidar la integridad de niñas, niños y personas con vulnerabilidad física, a quienes se les dará tarjetas de estancia por razones humanitarias para que puedan transitar.