Katherine salió en 2018 de El Salvador sin un destino fijo y buscando protección, porque en su lugar de origen corría peligro por la inseguridad a consecuencia de las pandillas.
No tenía un país destino, mi opción cuando salí de El Salvador fue buscar una protección. Fui a Guatemala primeramente, y luego de Guatemala seguí huyendo también por violencia hasta llegar a México.
Relató que en México estuvo en dos ciudades en las que también sufrió violencia, como un robo en el que los ladrones la amenazaron.
“Después fue que llegué a Tijuana, en un principio fue con la intención de pedir asilo en Estados Unidos, cansada de ir a muchas ciudades y encontrarme con lo mismo, pero al final Tijuana me adoptó y aquí estoy”, añadió.
Contó que recibió de México la condición de refugio desde el 2020, pero empezó su proceso en 2018.
Katherine dijo que hoy su objetivo es naturalizarse como mexicana, ya que actualmente está cursando una licenciatura en Tijuana y trabaja para la asociación Al Otro Lado, dedicada a la orientación y apoyo a personas en contexto de movilidad.
“Los primeros tres años no podía ni pronunciar la palabra El Salvador sin llorar, porque recordaba a mi casa, mis amigos y a toda mi familia, todavía se me rompe el alma poquito. Creo que eso es lo que no terminas de sanar, con lo que vas a vivir siempre”, dijo.
Comentó que una de las situaciones más dificles que sufren las personas en contexto de movilidad como ella es la discriminación, por lo que tuvo que cambiar su manera de hablar y ocultar su gusto por la comida de su país.
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“La única forma de sobrevivir es encajando en una ciudad que a lo mejor no eres bienvenida”, replicó.
Resaltó que es importante la forma en que las autoridades y las figuras públicas emiten noticias sobre sobre las personas en contexto de movilidad, porque es así cómo lo va a percibir la sociedad.
“Cuando llegué a Tijuana me encontré con una ciudad que detestaba a los centroamericanos porque había pasado lo de la caravana y se hicieron muchos comentarios negativos acerca de eso, criminalizándonos”, señaló.
Comentó que afortunadamente pudo trabajar y estudiar una vez que emigró de El Salvador a Tijuana, pero ha escuchado múltiples comentarios negativos sobre sus compatriotas, como que son ladrones o pandilleros, entre otros prejuicios.