Tijuana.- Su trabajo de venta de burritos podría pasar desapercibido, pero es altamente riesgoso, pues ha presenciado muchos de los accidentes automovilísticos que se registran en el corredor 2000, en la llamada “Curva de la muerte”, pero también cadáveres que han sido abandonados en las inmediaciones de esa vialidad que conecta a los municipios de Tijuana y Rosarito.
Leopoldo Gómez Gómez desde hace tres años vende burritos en el bulevar 2000, en el entronque con el bulevar Popotla en Playas de Rosarito, desde las 5:00 horas inicia con la venta de lunes a sábado, lo que diferencia a este puesto del resto es que ha embellecido el lugar con plantas endémicas y unos cercos.
La peculiaridad de su trabajo nos alentó a pedir una entrevista, pues sus clientes no solo comen burritos y toman café, sus clientes escuchan las historias de accidentes que se registran en la zona.
¿Le ha tocado presenciar los accidentes que se registran en el entronque del bulevar 2000 y Popotla?
Uff, muchos oiga, y es que vienen muy fuerte como hay una rampita, ya cuando quieren frenar, pues van a parar hasta la “Casa de piedra”, que era la “Casa de piedra”, ya ahora quedan los puros muros. Ya ha habido mucho accidente, la otra vez se volteó un tráiler de la leche (Lala). Fue algo horrible, porque ahí estuvo el tráiler mucho tiempo hasta que llegó peritaje, toda la gente llegó a agarrar la leche y todo eso era esa leche que no tiene grasa. Fíjate que el chofer fue inteligente porque pasando el puente lo estrelló el tráiler y se deshizo el tráiler, pero si se hubiera seguido para abajo haya sido una matazón, fue mucha pericia del chofer. Lo que hace falta es poner una rampa que baje la velocidad allí en la “Casa de piedra” para que ya no sean tan aparatosos los accidentes, por ejemplo, que puedas meterte a la rampa si te quedas sin frenos.
También en el corredor 2000 la inseguridad está presente. ¿Le ha tocado ver cuerpos sin vida?
Sí, los vienen a tirar porque aquí en las noches porque no hay alumbrado, aquí en el bulevar 2000 han tirado cuerpos, un día yo venía a vender tempranito y estaba acordonado, estaba llegando la policía porque a unos (cuerpos sin vida) los echaron en una bolsa, se alcanzaba a ver las manos y pies, lo amarraron con un riata. Me regresaron hasta y tuve que irme hasta el Seven y Eleven para poder poner el puesto, porque no puedo dejar de ponerme.
¿Desde cuándo se pone en su puesto de burritos que está arreglado como un jardín, usted lo arregló?
Yo tengo tres años aquí, en mi parquecito, mira, apenas lo estoy arreglando, nada más que le pongo plantas bonitas, apenas compré unas bugambilias y todo, pero me la robaron los malandros, la gente es mala, pasan y los arrancan y se los llevan.
¿Por qué le gustó Rosarito y desde cuándo se pone aquí?
Yo trabajo a diario, menos el día domingo. Llegó a las 5:30 horas, normalmente me retiro del puesto a las 10:00 o 11:00 horas de la mañana. Yo soy de un paraíso del Valle de Bravo, Estado de México, ya tengo muchos años, tengo 35 años aquí en Rosarito, estuve viviendo en el otro lado 10 años y pues bueno, me gustó aquí (en Rosarito) porque estaba más tranquilo, pero ahora está un poco difícil en todo por la inseguridad en Rosarito. Es un lugar muy hermoso Rosarito, la verdad de todo Baja California es el municipio más hermoso.
¿Aquí vive con su familia?
Tengo a mi esposa y tengo tres hijos, tengo una hija que ya se casó, pero sigue estudiando la universidad y tengo otra más chica de 15 años, un hijo que tiene 16, gracias a Dios los he podido sacar adelante con la venta de burritos.
Antes de vender burritos, ¿a qué se dedicaba?
Yo manejaba transporte público, traía taxis, pero por el peligro lo dejé, me gusta más aquí (en mi puesto de burritos) y me va mucho mejor con la venta, porque en el taxi ya hay muchos y es mucho más difícil ganar el día y tienes que trabajar todo el día.
Polo Gómez dice que llegó a Baja California de Valle de Bravo, del Estado de México hace 35 años, su gran satisfacción es sacar adelante a su familia con trabajos honrados y llegó a esta tierra como miles de migrantes connacionales que, aunque extrañan a su natal Valle de Bravo, fue Playas de Rosarito la ciudad que les dio la oportunidad de una mejor vida que no tuvo en su lugar de origen.
