/ sábado 31 de agosto de 2019

[VIDEO] La vida en Tijuana siendo de talla baja

Personas con acondroplasia mencionaron que su primer objetivo es que exista la inclusión de personas de talla baja en la sociedad

Juan Miguel Hernández

Tijuana.- La primera vez que Jacqueline se cuestionó si iba a crecer más, fue cuando cursaba la primaria. Desde el inicio de su vida escolar, siempre le tocaba ser la primera en la fila, la más pequeña de estatura de su grupo, sin embargo, todo el tiempo conservó la idea de que en futuro no muy lejano, iba a alcanzar una altura promedio.

“Ya cuando salí de la primaria en sexto, supe que ya me iba a quedar así, a mi mamá siempre le preguntaba: ¿por qué no crezco? ¿por qué no estoy como los demás? Ella me decía que yo tenía una condición física diferente y me dijo que era acondroplasia y de ahí investigué y supe que a cierta edad, ahí te quedas ya no creces“, recordó.

A partir de ese momento arrancó una nueva etapa en la vida de Jacqueline. La educación primaria había transcurrido con cierta normalidad, pero eso cambió en la adolescencia, cuando de un momento a otro, escuchaba voces y comentarios de las personas de talla promedio, que le miraban diferente.

“Mis enojos son: ¿por qué no crecí?, ¿por qué no alcanzo?, pero de alguna a otra manera, le encuentro solución, no tengo problemas. Más que nada cuando sales a las calles, tiendas, súper mercados, siento las miradas, cuando la gente dice que hay una enanita y la gente se me queda viendo; ya no, no me afecta, lo veo algo normal, siento más lástima porque no saben lo que tengo”, confesó.

Han desafiado los prejuicios que existen hacia las personas de talla baja.

Con 19 años de edad, la joven habla con total naturalidad sobre cómo vivir en una ciudad como Tijuana, siendo una persona de talla baja. Lejos quedaron los días en qué se preguntaba el porqué de su discapacidad, ahora sus sueños están enfocados en concluir su formación como docente de preescolar.

“Voy a entrar para maestra, quiero como todo muchacho, ser alguien en la vida, quiero demostrar a las personas que sí se puede, aunque sea de estatura baja, puedes hacer lo de una persona de estatura promedio”, manifestó.

Pese a llevar una vida normal en su juventud, a Jacqueline le surgieron varias preguntas sobre: ¿cómo iba a desarrollar su etapa adulta?, ¿qué iba a hacer cuando tuviera hijos?, ¿cómo era convivir con otras personas de talla baja?

“Cuando convives con personas de talla baja, es algo nuevo para mí, nunca he convivido, es la primera vez que le hablo a alguien así. Sé que hay partes que ellos me comprenden, por todo lo que han pasado, cómo es tu vida cotidiana, pero lo que a mí me interesa con ello es saber cómo son de papás, todo lo que ellos han pasado, saber lo qué voy a pasar yo. Siempre he querido saber cómo van a ser de papás y cuando tenga hijos, cómo a ellos les enseñan a valerse por ellos mismos y salir adelante, siempre he querido saber eso”, relató.

Sus inquietudes le llevaron a unirse al grupo de personas de Talla Baja, primera organización de su tipo en Tijuana, que fue fundada hace menos de un año, y que ya cuenta con 17 integrantes.

Mencionan que a todos sus problemas encuentran solución.

Entre esos miembros se encuentran Enrique y Paola, que forman un matrimonio de personas de talla baja, quienes al igual que Jacqueline, les ha tocado enfrentar la discriminación de un sector de la sociedad, que desconoce el origen de su condición.

“Nuestro primer objetivo es que exista la inclusión de personas de talla baja en la sociedad, en todas las áreas, que a dónde vayan, haya acceso, aceptación, que la sociedad vaya formando esa cultura de aceptar que somos iguales, pero que solo tenemos alguna limitación“, expresó Paola.

A diferencia de Jacqueline que nunca ha tenido la oportunidad de trabajar, Enrique y Paola han desafiado los prejuicios que existen hacia las personas de talla baja, que además de las limitaciones que tienen en la vía pública o en el transporte colectivo, ven limitadas las opciones de conseguir un empleo.

Tijuana es una de las pocas ciudades del país que cuenta con una asociación de personas de talla baja.

“Ha sido un reto, al principio no fue un reto, en mi infancia no fue un reto, sino en la etapa laboral fue un reto. Cuando empecé a trabajar miré que la sociedad no estaba preparada e inclusive las empresas. Día a día en donde trabajé, fueron viendo que yo tenía ganas de trabajar y fueron apoyando en cosas que necesitaba, como poniéndome un escalón o adaptándome una oficina chica”, relató Enrique.

Aunque no es de talla baja, en el grupo también está Irene Sánchez, quien es madre de una niña de tres años que tiene esa condición, por lo que busca prepararla para afrontar los retos que viven las personas de talla baja a lo largo de toda su vida.

“Aún hay mucha discriminación. Tengo una niña pequeña que ahorita está en la etapa de que la gente dice qué bonita, qué curiosita, qué gordita, miran sus manitas, pero cuando entre al escuela es otra etapa diferente, donde los niños se dan cuenta que hay diferencias, preguntan por qué se mira rara, por qué piernas y brazos cortos, por qué cabeza grande, por qué manos en tridente, por qué la frente abultada y es cuando los niños empiezan a notar la diferencia”, comentó.

Irene admitió que al principio fue difícil aceptar la discapacidad que tiene su hija, al conocer a más personas de talla baja, supo que la pequeña podría llevar una vida normal, en donde aspiraría a estudiar y trabajar en un futuro.

“Al principio no quieres aceptar que tu hija tiene una discapacidad, pero conoces a más papás y te das cuenta que tu hija puede hacer lo mismo que cualquier otra persona. La expectativa de vida es la misma, la niña está bien intelectualmente, caminó al año tres meses, como otros niños”, expresó.

Irene Sánchez es madre de una niña de 3 años que tiene esa condición.

Tijuana es una de las pocas ciudades del país que cuenta con una asociación de personas de talla baja. Contrario a lo que sucede en Estados Unidos, en México son contados los estados en donde hay grupos que buscan la inclusión para las personas que viven con esa discapacidad.

“Mi esposo y yo platicamos de crear un grupo, nos dimos a la tarea de buscar algo en Facebook y no encontramos nada. Fue cuando dijimos hay que aventarnos a buscar gente y poco a poco se fueron corriendo la voz de gente de talla baja y así lo creamos. Encontrábamos a una persona, buscamos talla baja y nos íbamos con sus amigos, para ver si encontrábamos más personas y luego les mandábamos invitación“, dijo Irene Sánchez, sobre la conformación del grupo.

Actualmente en México no hay cifras exactas que den a conocer de manera fidedigna cuántas personas de talla baja hay en el país. Grupos y organismos de la sociedad civil trabajan en un censo para lograr un estimado, con ello obtener una muestra que permita la adaptación de espacios públicos y que facilite la vida para las personas de estatura pequeña.

“No se rindan, la vida sigue, no hay ninguna discapacidad que no podamos enfrentar, nosotros estamos dispuestos a asesorar y que no estén en la sombra, que salgan, es difícil, pero todo se puede en la vida, tenemos que dejar marcas en el mundo para las demás personas que vienen”, manifestó Enrique, integrante del grupo de personas de Talla Baja Tijuana.

Juan Miguel Hernández

Tijuana.- La primera vez que Jacqueline se cuestionó si iba a crecer más, fue cuando cursaba la primaria. Desde el inicio de su vida escolar, siempre le tocaba ser la primera en la fila, la más pequeña de estatura de su grupo, sin embargo, todo el tiempo conservó la idea de que en futuro no muy lejano, iba a alcanzar una altura promedio.

“Ya cuando salí de la primaria en sexto, supe que ya me iba a quedar así, a mi mamá siempre le preguntaba: ¿por qué no crezco? ¿por qué no estoy como los demás? Ella me decía que yo tenía una condición física diferente y me dijo que era acondroplasia y de ahí investigué y supe que a cierta edad, ahí te quedas ya no creces“, recordó.

A partir de ese momento arrancó una nueva etapa en la vida de Jacqueline. La educación primaria había transcurrido con cierta normalidad, pero eso cambió en la adolescencia, cuando de un momento a otro, escuchaba voces y comentarios de las personas de talla promedio, que le miraban diferente.

“Mis enojos son: ¿por qué no crecí?, ¿por qué no alcanzo?, pero de alguna a otra manera, le encuentro solución, no tengo problemas. Más que nada cuando sales a las calles, tiendas, súper mercados, siento las miradas, cuando la gente dice que hay una enanita y la gente se me queda viendo; ya no, no me afecta, lo veo algo normal, siento más lástima porque no saben lo que tengo”, confesó.

Han desafiado los prejuicios que existen hacia las personas de talla baja.

Con 19 años de edad, la joven habla con total naturalidad sobre cómo vivir en una ciudad como Tijuana, siendo una persona de talla baja. Lejos quedaron los días en qué se preguntaba el porqué de su discapacidad, ahora sus sueños están enfocados en concluir su formación como docente de preescolar.

“Voy a entrar para maestra, quiero como todo muchacho, ser alguien en la vida, quiero demostrar a las personas que sí se puede, aunque sea de estatura baja, puedes hacer lo de una persona de estatura promedio”, manifestó.

Pese a llevar una vida normal en su juventud, a Jacqueline le surgieron varias preguntas sobre: ¿cómo iba a desarrollar su etapa adulta?, ¿qué iba a hacer cuando tuviera hijos?, ¿cómo era convivir con otras personas de talla baja?

“Cuando convives con personas de talla baja, es algo nuevo para mí, nunca he convivido, es la primera vez que le hablo a alguien así. Sé que hay partes que ellos me comprenden, por todo lo que han pasado, cómo es tu vida cotidiana, pero lo que a mí me interesa con ello es saber cómo son de papás, todo lo que ellos han pasado, saber lo qué voy a pasar yo. Siempre he querido saber cómo van a ser de papás y cuando tenga hijos, cómo a ellos les enseñan a valerse por ellos mismos y salir adelante, siempre he querido saber eso”, relató.

Sus inquietudes le llevaron a unirse al grupo de personas de Talla Baja, primera organización de su tipo en Tijuana, que fue fundada hace menos de un año, y que ya cuenta con 17 integrantes.

Mencionan que a todos sus problemas encuentran solución.

Entre esos miembros se encuentran Enrique y Paola, que forman un matrimonio de personas de talla baja, quienes al igual que Jacqueline, les ha tocado enfrentar la discriminación de un sector de la sociedad, que desconoce el origen de su condición.

“Nuestro primer objetivo es que exista la inclusión de personas de talla baja en la sociedad, en todas las áreas, que a dónde vayan, haya acceso, aceptación, que la sociedad vaya formando esa cultura de aceptar que somos iguales, pero que solo tenemos alguna limitación“, expresó Paola.

A diferencia de Jacqueline que nunca ha tenido la oportunidad de trabajar, Enrique y Paola han desafiado los prejuicios que existen hacia las personas de talla baja, que además de las limitaciones que tienen en la vía pública o en el transporte colectivo, ven limitadas las opciones de conseguir un empleo.

Tijuana es una de las pocas ciudades del país que cuenta con una asociación de personas de talla baja.

“Ha sido un reto, al principio no fue un reto, en mi infancia no fue un reto, sino en la etapa laboral fue un reto. Cuando empecé a trabajar miré que la sociedad no estaba preparada e inclusive las empresas. Día a día en donde trabajé, fueron viendo que yo tenía ganas de trabajar y fueron apoyando en cosas que necesitaba, como poniéndome un escalón o adaptándome una oficina chica”, relató Enrique.

Aunque no es de talla baja, en el grupo también está Irene Sánchez, quien es madre de una niña de tres años que tiene esa condición, por lo que busca prepararla para afrontar los retos que viven las personas de talla baja a lo largo de toda su vida.

“Aún hay mucha discriminación. Tengo una niña pequeña que ahorita está en la etapa de que la gente dice qué bonita, qué curiosita, qué gordita, miran sus manitas, pero cuando entre al escuela es otra etapa diferente, donde los niños se dan cuenta que hay diferencias, preguntan por qué se mira rara, por qué piernas y brazos cortos, por qué cabeza grande, por qué manos en tridente, por qué la frente abultada y es cuando los niños empiezan a notar la diferencia”, comentó.

Irene admitió que al principio fue difícil aceptar la discapacidad que tiene su hija, al conocer a más personas de talla baja, supo que la pequeña podría llevar una vida normal, en donde aspiraría a estudiar y trabajar en un futuro.

“Al principio no quieres aceptar que tu hija tiene una discapacidad, pero conoces a más papás y te das cuenta que tu hija puede hacer lo mismo que cualquier otra persona. La expectativa de vida es la misma, la niña está bien intelectualmente, caminó al año tres meses, como otros niños”, expresó.

Irene Sánchez es madre de una niña de 3 años que tiene esa condición.

Tijuana es una de las pocas ciudades del país que cuenta con una asociación de personas de talla baja. Contrario a lo que sucede en Estados Unidos, en México son contados los estados en donde hay grupos que buscan la inclusión para las personas que viven con esa discapacidad.

“Mi esposo y yo platicamos de crear un grupo, nos dimos a la tarea de buscar algo en Facebook y no encontramos nada. Fue cuando dijimos hay que aventarnos a buscar gente y poco a poco se fueron corriendo la voz de gente de talla baja y así lo creamos. Encontrábamos a una persona, buscamos talla baja y nos íbamos con sus amigos, para ver si encontrábamos más personas y luego les mandábamos invitación“, dijo Irene Sánchez, sobre la conformación del grupo.

Actualmente en México no hay cifras exactas que den a conocer de manera fidedigna cuántas personas de talla baja hay en el país. Grupos y organismos de la sociedad civil trabajan en un censo para lograr un estimado, con ello obtener una muestra que permita la adaptación de espacios públicos y que facilite la vida para las personas de estatura pequeña.

“No se rindan, la vida sigue, no hay ninguna discapacidad que no podamos enfrentar, nosotros estamos dispuestos a asesorar y que no estén en la sombra, que salgan, es difícil, pero todo se puede en la vida, tenemos que dejar marcas en el mundo para las demás personas que vienen”, manifestó Enrique, integrante del grupo de personas de Talla Baja Tijuana.

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