Juan Miguel Hernández
Tijuana.- Al grito de no “somos criminales”, una decena de migrantes centroamericanos treparon el muro fronterizo en Playas de Tijuana, y ondearon las banderas de El Salvador y Honduras para exigir un alto a las políticas racistas de Donald Trump.
Como parte de la Caravana Migrante 2018, un grupo de 300 personas llegaron a la “esquina de Latinoamérica” para reunirse con un contingente de la Marcha sin Fronteras, que estaba en el lado americano, a unos metros de la valla fronteriza.
“Me dan ganas de llorar, me remuerde estar tan cerca de Estados Unidos, de tan lejos que venimos. Estamos a un paso de Estados Unidos, y el no poder cruzarnos me da mucha tristeza”, afirmó uno de los migrantes hondureños que escaló la valla fronteriza.
Bajo el resguardo de la Patrulla Fronteriza, los migrantes centroamericanos amagaban con cruzarse hacia el vecino país; sin embargo, nunca estuvo entre los planes de los organizadores de la caravana que las personas saltaran el muro, ya que, más tarde, se iba a realizar el proceso de entrega en “El Chaparral”.
Entre los cientos de migrantes que llegaron a Tijuana tras una travesía de más de 30 días por todo el país, se encuentra Osmar Salvador, un joven de 16 años que dejó Honduras por causa de la violencia y las extorsiones en ese país.
“Para mí fue triste, pero corría riesgos, pero toda mi familia está allá; mi destino es estar en Estados Unidos. Si Dios me lo permite, voy a hacer el esfuerzo. Espero que Dios me ayude, porque él me ha ayudado desde que empezamos hasta el fin”, expresó.
En la misma caravana está Maximiliano, un hombre proveniente de El Salvador que sueña con reunirse con sus seres queridos que viven en Boston, al norte de los Estados Unidos.
“Dejamos el país por un mejor porvenir, pero las cosas a veces no se dan. Yo sé que es difícil el asilo, pero uno siempre está con la esperanza (de) que lo pueden dejar pasar”, dijo el hombre de 45 años.
Alex Mensing, del comité organizador de la caravana, reconoció que hubo momentos difíciles durante el trayecto hacia la frontera; sin embargo, no hubo ninguna tragedia que lamentar en estos 30 días.
“El tren los dejó tirados; no sabían cómo van a ir de un lugar a otro. No siempre es todo emoción, pero a través del camino crecen mucho, porque tienen que ir resolviendo problemas. Todos aprendemos a luchar por los derechos y el bienestar”, comentó.
Posterior a su estancia en Playas de Tijuana, los migrantes centroamericanos se trasladaron en 10 camiones a la zona Centro de la ciudad, donde iban a recibir asesoría legal antes de entregarse a las autoridades norteamericanas.
