Un trabajo incluyente

El Centro Integral de Aprendizaje Laboral, AC, recibe actualmente a ocho jóvenes entre los 20 a 30 años de edad con discapacidad

  · sábado 6 de julio de 2019

Las madres conformaron la asociación civil a base de su esfuerzo y propio recurso.

Karina Torres

Tijuana.- Daniel se levanta todas las mañanas para ir a trabajar. De lunes a viernes cumple una jornada de cuatro horas en la preparación y venta de galletas que le permiten obtener un recurso quincenal y comprarse ropa o salir de paseo con su familia. A sus 21 años es el primer trabajo que ha logrado obtener gracias al proyecto impulsado por su madre, la señora María del Carmen López, que inició junto a seis madres de familia un programa de inclusión laboral para sus hijos con discapacidad intelectual.

Jorge Alberto Pickett Corona, abogado fiscalista

Las madres conformaron una asociación civil a base de su esfuerzo y propio recurso. “Todo esto se construyó a raíz de que un día nos quedamos sin escuela (para nuestros hijos), sin trabajo (para ellos) porque en aquel entonces tenían 16 años. No había dónde emplearlos, entonces ¿Qué hacemos? Pues nos juntamos y a raíz del 2015 a la fecha, a base de trabajo, a base de lo que hacemos, es que como hemos logrado sostenernos”, explicó López Velázquez.

El Centro Integral de Aprendizaje Laboral (CIALAC), AC recibe actualmente a ocho jóvenes entre los 20 a 30 años de edad. El trabajo inicia a las nueve de la mañana. La dinámica consiste en alistar el área de trabajo, sacar charolas, preparar la masa, alistar los cortadores, separar las bolitas de masa y comenzar con la preparación de galletas. El menú se conforma por empanadas de cajeta, coricos, polvorones y galletas de avena. Aunque para los paladares más exigentes, las galletas decoradas son otras de las opciones bajo pedido.

El menú se conforma por empanadas de cajeta, coricos, polvorones y galletas de avena / Carlos Luna

El patio de la casa de la señora María del Carmen se acondicionó con el paso de los años hasta conformar una construcción sólida, con el equipo necesario para procesar en promedio 50 kilos de masa al mes. “Tuvimos que pensarle, pensarle qué es lo que íbamos a hacer. En aquel entonces ellos estaban en un curso de elaboración de piñatas y galletas y de ahí surgió la idea”, afirmó María del Carmen.

La intención es que las horas de trabajo se conviertan en un trampolín para que los jóvenes pidan una oportunidad laboral en las empresas de la ciudad. “Primero que nada nosotros queríamos que ellos hicieran algo, pero la intención verdadera es que queremos que sea el trampolín o la plataforma para que otra empresa los acepte, los incluya. Ya hemos incluido a uno de nuestros muchachos en Cinépolis, pero como te comento hay discapacidades que por más que nosotros quisiéramos acomodarlos es difícil, las empresas no están preparadas”, afirmó.

María de las Mercedes es una de las madres iniciadoras del proyecto y asegura que desde que iniciaron el proyecto ha notado una evolución en el desenvolvimiento del joven. El problema principal es que su lenguaje siempre había sido limitado, pero la interacción con otros jóvenes le ha permitido avanzar en el tema y hoy asegura es un muchacho más independiente.

“La oportunidad a lo mejor está pero el miedo está más arriba de la oportunidad. El miedo a lo desconocido, el miedo a no estar informado, el miedo a tener que no aceptar sino tener la decisión lo incluyo o no lo incluyo. Más bien es aceptar que él tiene otras habilidades diferentes a las mías”, expresó María de las Mercedes.

A la fecha, cinco empresas maquiladoras se han sumado a esta organización, a donde acuden cada viernes a vender su producto. Aunque los jóvenes cuentan ya con un proyecto que les permite desarrollar sus habilidades laborales, estas madres de familia aseguran que su intención es lograr su aceptación en las diferentes áreas laborales de la ciudad.