/ sábado 13 de febrero de 2021

[Video] Salvadoreño sí cumplió sus sueños en Rosarito

Marlon Mejía narra que fue un respiro de paz la calidez mexicana; él y su familia huyeron de las guerrillas en Centroamérica

Tijuana.- Marlon Mejía es uno de los muchos centroamericanos que encontró el sueño americano, pero no Estados Unidos, sino en territorio bajacaliforniano desde hace 40 años que llegó a suelo mexicano; dijo que la calidez con que recibieron a su familia, quienes huían de las guerrillas en Centroamérica, fue un respiro de paz.

“Con mi familia empezamos nueva vida acá y lo que recuerdo, que cuando veníamos en el camino, es que toda la gente nos recibió bien, desde la entrada hasta aquí (en Playas de Rosarito) y en este lugar empecé a aprender un poco de la cocina, que no era la de mi país El Salvador, pero era cocina y ahí se me prendió de empezar a vender comida de mi país acá, esto lo empecé hace 10 años”, mencionó.

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El hombre salvadoreño, de 52 años de edad, refirió que en sus años de adolescencia logró llegar a Los Ángeles, California, en Estados Unidos, donde vivió por varios años, pero era un tipo de vida que no quería en su edad adulta y contrario a lo que la mayoría de los migrantes salvadoreños piensan de vivir en la Unión Americana, por lo que se regresó a Baja California y ahí empezó su aventura en la cocina.

“Fui (a Estados Unidos) y no me gustó, cuando yo llegué a la parte del Este de Los Ángeles, no me gusto para nada, ahí conocí a la gente mexicana y es así como empecé a conocer en México, porque me decía lo bonito que era acá y decidí regresarme para acá (a Playas de Rosarito) y me quedé porque me gustó mucho”, recuerda.

Tras años de trabajar en la cocina, decidió por una apuesta culinaria y abrió un puesto de comida conocido en El Salvador como “pupuserias”, donde ofrecen pupusas y auténtica comida salvadoreña, con ingredientes y cocineros del mismo El Salvador.

En el restaurante trabajan puros cocineros salvadoreños. Foto: Ángeles García | El Sol de Tijuana

“La gente empieza a conocer la comida (salvadoreña) poco a poco y se va adaptando, porque siempre fue muy duro, porque nadie sabía lo que era la pupusa, es como un taco aquí, pero allá son las pupusas. Todos pensaban que eran gorditas mexicanas porque se miran igual, pero es diferente la preparación, porque con nosotros es tortilla sellada”.

Los primeros años fueron difíciles, los bajacalifornianos no se familiarizaban con la comida centroamericana, pero insistió y hoy en día pasó de ser un puesto de comida a un pequeño restaurante que ofrece comida verdaderamente salvadoreña.

A 10 años de haber abierto su negocio, hoy emplea a cinco personas salvadoreñas, quienes con su conocimiento cocinan con ese sazón que requiere preparar las emblemáticas pupusas salvadoreñas, y pese a la pandemia, el restaurante sigue creciendo.

“Aquí la verdad la gente es más amable, es más fácil la vida acá, aquí tal vez no gana dólares, pero la vida es más a gusto, allá en Estados Unidos es trabajo a casa y de casa a trabajo, aquí uno por lo menos sale a respirar el aire, así que el sueño americano yo lo tengo en México”, expresó..

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Marlon Mejía es sobreviviente de las guerras civiles centroamericanas a finales de los años noventa, un conflicto bélico que dejó más de 80 mil muertes y miles de niños desaparecidos, por fortuna Marlon no fue de esos niños y logró salir de su país.

“Salimos de allá (El Salvador) por lo de la guerra, mi padre por eso nos sacó de allá, por lo de la Guerra. Mi mamá se fue primero para Estados Unidos y después ella se fue por nosotros, pero fue básicamente por lo de la guerra”, platicó.

Como propietario de la pupuseria “El Pulgarcito” en Playas de Rosarito, diariamente atiende a sus clientes y don Marlon Mejía dice que ya se siente mexicano.

“Cuando yo voy a mi país, a las dos semanas ya me quiero regresar porque ya me adapté aquí, me gusta visitar mi país porque es bonito, pero yo ya soy de aquí, de México”.

Tijuana.- Marlon Mejía es uno de los muchos centroamericanos que encontró el sueño americano, pero no Estados Unidos, sino en territorio bajacaliforniano desde hace 40 años que llegó a suelo mexicano; dijo que la calidez con que recibieron a su familia, quienes huían de las guerrillas en Centroamérica, fue un respiro de paz.

“Con mi familia empezamos nueva vida acá y lo que recuerdo, que cuando veníamos en el camino, es que toda la gente nos recibió bien, desde la entrada hasta aquí (en Playas de Rosarito) y en este lugar empecé a aprender un poco de la cocina, que no era la de mi país El Salvador, pero era cocina y ahí se me prendió de empezar a vender comida de mi país acá, esto lo empecé hace 10 años”, mencionó.

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El hombre salvadoreño, de 52 años de edad, refirió que en sus años de adolescencia logró llegar a Los Ángeles, California, en Estados Unidos, donde vivió por varios años, pero era un tipo de vida que no quería en su edad adulta y contrario a lo que la mayoría de los migrantes salvadoreños piensan de vivir en la Unión Americana, por lo que se regresó a Baja California y ahí empezó su aventura en la cocina.

“Fui (a Estados Unidos) y no me gustó, cuando yo llegué a la parte del Este de Los Ángeles, no me gusto para nada, ahí conocí a la gente mexicana y es así como empecé a conocer en México, porque me decía lo bonito que era acá y decidí regresarme para acá (a Playas de Rosarito) y me quedé porque me gustó mucho”, recuerda.

Tras años de trabajar en la cocina, decidió por una apuesta culinaria y abrió un puesto de comida conocido en El Salvador como “pupuserias”, donde ofrecen pupusas y auténtica comida salvadoreña, con ingredientes y cocineros del mismo El Salvador.

En el restaurante trabajan puros cocineros salvadoreños. Foto: Ángeles García | El Sol de Tijuana

“La gente empieza a conocer la comida (salvadoreña) poco a poco y se va adaptando, porque siempre fue muy duro, porque nadie sabía lo que era la pupusa, es como un taco aquí, pero allá son las pupusas. Todos pensaban que eran gorditas mexicanas porque se miran igual, pero es diferente la preparación, porque con nosotros es tortilla sellada”.

Los primeros años fueron difíciles, los bajacalifornianos no se familiarizaban con la comida centroamericana, pero insistió y hoy en día pasó de ser un puesto de comida a un pequeño restaurante que ofrece comida verdaderamente salvadoreña.

A 10 años de haber abierto su negocio, hoy emplea a cinco personas salvadoreñas, quienes con su conocimiento cocinan con ese sazón que requiere preparar las emblemáticas pupusas salvadoreñas, y pese a la pandemia, el restaurante sigue creciendo.

“Aquí la verdad la gente es más amable, es más fácil la vida acá, aquí tal vez no gana dólares, pero la vida es más a gusto, allá en Estados Unidos es trabajo a casa y de casa a trabajo, aquí uno por lo menos sale a respirar el aire, así que el sueño americano yo lo tengo en México”, expresó..

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Marlon Mejía es sobreviviente de las guerras civiles centroamericanas a finales de los años noventa, un conflicto bélico que dejó más de 80 mil muertes y miles de niños desaparecidos, por fortuna Marlon no fue de esos niños y logró salir de su país.

“Salimos de allá (El Salvador) por lo de la guerra, mi padre por eso nos sacó de allá, por lo de la Guerra. Mi mamá se fue primero para Estados Unidos y después ella se fue por nosotros, pero fue básicamente por lo de la guerra”, platicó.

Como propietario de la pupuseria “El Pulgarcito” en Playas de Rosarito, diariamente atiende a sus clientes y don Marlon Mejía dice que ya se siente mexicano.

“Cuando yo voy a mi país, a las dos semanas ya me quiero regresar porque ya me adapté aquí, me gusta visitar mi país porque es bonito, pero yo ya soy de aquí, de México”.

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