/ miércoles 3 de abril de 2024

Expediente Confidencial / Monserrat, a la cola con Jaime

La relación entre Monserrat, todavía presidenta municipal, cuando menos de membrete, y el todavía senador, también cuando menos de membrete, Jaime Bonilla, ha sido de muchas idas y venidas.

Jaime fue creador de Monserrat como política. La hizo a su imagen y semejanza, como Gepeto a Pinocho. Y como este, 'Monse' dejó de escuchar a su fabricante y se le salió del redil, para luego, como en aquella película de Disney, volver hacia su vetusto y senecto padre, arrepentido -o arrepentida-, pidiéndole perdón, y enmendando su comportamiento rebelde. Esto solamente en la película, porque en la novena original de Collodi, el muñeco acabó muerto.

Pero no nos distraigamos. La versión de Monserrat y Jaime es como la de Disney, es caricaturesca y famigliar, a lo siciliano.

Monserrat saltó a la fama -es un decir- en aquellas cápsulas de PSN, donde Bonilla puso a varios de sus pupilos a refinar sus aptitudes para convertirse en una estrella más del canal de la 4T. Ahí, prompter en ristre, la hoy alcaldesa entonaba sentidas loas hacia el morenismo y hacia su mesías. Juro amor y lealtad eterna al dios morenista y a su entonces profeta en Baja California.

Y de cápsula en cápsula, de ida en ida y de venida en venida, un buen día Monserrat apareció como candidata a diputada en el distrito 13, que ya no es tampoco de ella, porque en el juego político del inicio de su gobierno, la alcaldesa perdió no solamente su corazón morenista, sino ese jugoso territorio que el ex leyzaolista 'Gera' López entregó como Santa Anna a Texas.

Y Monserrat se convirtió en diputada local, y más aún, sin un solo antecedente en la administración pública, pero por obra y gracia de su creador, en coordinadora de la fracción morenista y presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado. Entonces, Monserrat no tenía nada que reprocharle a Gepeto... que diga, a Jaime. Al contrario, votó fiel aquel mamotreto apodado sarcásticamente 'Ley Bonilla II' ¿Ya la olvidaron? Aquel intento, burdo, del entonces gobernador y hoy dizque senador, mediante el cual pretendía eternizarse en el poder con un Maximato, dejando un mandatario títere por tres años, para convocar, otra vez, a elecciones de gobernador, en 2024.

Como Pinocho, desde aquel momento, Monserrat enseñó un infiníto músculo para mentir. Arguía que, con esa 'Ley Bonilla II', el estado se ahorraría dinero, al emparejar las elecciones de gobernador con las presidenciales, soslayando que se gastaría más organizando dos elecciones de gobernador en tres años, que una sola.

Monserrat transformó al Congreso en la oficialía de partes de Bonilla. Convertida en el Carlitos Pek que reescribía la Constitución a instancias de Vargas, en la Ley de Herodes, también "operó", referían en el Palacio Legislativo, aquella otra reforma demencial para que las comisiones del agua pasaran a manos de los ayuntamientos.

Todo fue vida y dulzura hasta que Monserrat, como Pinocho, descubrió que tenía vida propia y vio a Gepeto Bonilla demasiado senil para respetarlo. Además, como el muñeco de madera, por los callejones del Congreso ya se había hecho de una camarada de malas compañías, que la acompañaron al ayuntamiento de Tijuana, convertida en presidenta municipal.

Empoderada, Monserrat no respetaba ni al secretario de Gobernación (¿todavía recuerdan cuando lo mandó a volar en público?), (auto) convencida de que era la consentida del Presidente y que su corcholata, Marcelo Ebrard, sería presidente.

Fue entonces la época en que 'Monse' no solamente dio la espalda a su creador, sino que buscó destruirlo, denunciándolo por, supuestamente, exponer a su hijo. También la emprendió contra sus 'minions'. Jaime respondió enviando a los corifeos de su canal de televisión y sus radiodifusoras a criticar los problemas que creaba el gobierno de Caballero a las y los tijuanenses, sazonados con una buena dosis de adjetivos.

Pero el sueño de Monserrat se convirtió en pesadilla. Marcelo es el eterno Cruz Azul de la política mexicana. Tampoco era la consentida del profesor. Y su camarilla traída del Congreso solamente dejó a Tijuana llena de baches por todos lados, pero políticos los que más.

Sin futuro político, ni en Morena, ni en ninguna otra parte, Monserrat no tuvo de otra que alargar otro poco su ya abultada nariz (política) y recular, para desandar lo ido y emprender la venida con su creador, por supuesto, ya no empoderada, sino como el can aquel del poema que recitaba El Chavo del 8.

Y Gepeto Bonilla no ha dudado en hacerle pagar sus faltas de respeto. Monserrat creyó que su antiguo mecenas y creador la trataría como al Hijo Pródigo, quizás pensando que tendría la misma suerte que Marco Antonio Blásquez. Pero ya se sabe que Jaime, además de todo, es muy macho. Así que una cosa son los hijos y otra las hijas. Por eso, a Blásquez le abrió las puertas del Indivi -y Marco Antonio se encargó de abrir solito la caja fuerte-, y a Monserrat solamente las de la "militancia". Ojos que te vieron irte como capitana, ahora te ven volver como Adelita. Ay mis hijas, dicen los espíritus en el Palacio Municipal.

Por eso, Monserrat, como la muñeca de la canción de Cri Cri, que anhelaba el cobijo de alguna araña o algún recogedor, se ofrece un día para coordinarle la campaña a Burgueño, como si Lutero se le hubiese ofrecido al Papa para ser su secretario, y al otro dice que es más petista que el Papa Bonilla. Pero el que se fue a La Villa, perdió su silla. Si en 2021, rebasó a 'Meli' y Vicenta, ahora ambas están por delante en la fila y Monserrat, como revendedor descubierto, fue enviada a la cola. Y aunque se ha auto investido en abanderada de la reunificación de Morena y el PT, la verdad es que esa reunificación solamente ha tenido lugar en su imaginación y en sus deseos, interesados, por supuesto.

Y aunque argumentó, antes de ofrecerse de coordinadora de campaña, que la dejaron fuera a la mala, por no ser la favorita del grupo político dominante, Monserrat no acepta que su fracaso es solamente culpa de ella. Pudo ser Clara Brugada y acabó siendo Lilly Téllez por sus yerros, por sus declaraciones disparatadas y fuera de toda lógica y madurez política (¿Se acuerdan de aquellas sobre el 'cobro' que debían hacer quienes incendiaron vehículos en 2022?), por dejarse mal aconsejar, por meter sujetos como Bujanda o el 'Patitas' Jr. a su gobierno (¿con qué cara habla de Jorge Ramos después de que su brazo derecho es el ex secretario particular de 'Kiko' y su tesorero fue prominente panista?), por su soberbia, por su falta de astucia e inteligencia política. El pez por la boca muere y Monserrat, en su incontenible verborrea, olvidó que esta siempre es hoja de lata en una actividad donde, como la política, el silencio, frecuentemente, es oro y la palabra, plata.

Pero que 'Monse' no pierda aliento. Al paso que lleva, va que vuela de regreso al Congreso para 2024... como secretaria técnica de 'Meli' o de Vicenta

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com



La relación entre Monserrat, todavía presidenta municipal, cuando menos de membrete, y el todavía senador, también cuando menos de membrete, Jaime Bonilla, ha sido de muchas idas y venidas.

Jaime fue creador de Monserrat como política. La hizo a su imagen y semejanza, como Gepeto a Pinocho. Y como este, 'Monse' dejó de escuchar a su fabricante y se le salió del redil, para luego, como en aquella película de Disney, volver hacia su vetusto y senecto padre, arrepentido -o arrepentida-, pidiéndole perdón, y enmendando su comportamiento rebelde. Esto solamente en la película, porque en la novena original de Collodi, el muñeco acabó muerto.

Pero no nos distraigamos. La versión de Monserrat y Jaime es como la de Disney, es caricaturesca y famigliar, a lo siciliano.

Monserrat saltó a la fama -es un decir- en aquellas cápsulas de PSN, donde Bonilla puso a varios de sus pupilos a refinar sus aptitudes para convertirse en una estrella más del canal de la 4T. Ahí, prompter en ristre, la hoy alcaldesa entonaba sentidas loas hacia el morenismo y hacia su mesías. Juro amor y lealtad eterna al dios morenista y a su entonces profeta en Baja California.

Y de cápsula en cápsula, de ida en ida y de venida en venida, un buen día Monserrat apareció como candidata a diputada en el distrito 13, que ya no es tampoco de ella, porque en el juego político del inicio de su gobierno, la alcaldesa perdió no solamente su corazón morenista, sino ese jugoso territorio que el ex leyzaolista 'Gera' López entregó como Santa Anna a Texas.

Y Monserrat se convirtió en diputada local, y más aún, sin un solo antecedente en la administración pública, pero por obra y gracia de su creador, en coordinadora de la fracción morenista y presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado. Entonces, Monserrat no tenía nada que reprocharle a Gepeto... que diga, a Jaime. Al contrario, votó fiel aquel mamotreto apodado sarcásticamente 'Ley Bonilla II' ¿Ya la olvidaron? Aquel intento, burdo, del entonces gobernador y hoy dizque senador, mediante el cual pretendía eternizarse en el poder con un Maximato, dejando un mandatario títere por tres años, para convocar, otra vez, a elecciones de gobernador, en 2024.

Como Pinocho, desde aquel momento, Monserrat enseñó un infiníto músculo para mentir. Arguía que, con esa 'Ley Bonilla II', el estado se ahorraría dinero, al emparejar las elecciones de gobernador con las presidenciales, soslayando que se gastaría más organizando dos elecciones de gobernador en tres años, que una sola.

Monserrat transformó al Congreso en la oficialía de partes de Bonilla. Convertida en el Carlitos Pek que reescribía la Constitución a instancias de Vargas, en la Ley de Herodes, también "operó", referían en el Palacio Legislativo, aquella otra reforma demencial para que las comisiones del agua pasaran a manos de los ayuntamientos.

Todo fue vida y dulzura hasta que Monserrat, como Pinocho, descubrió que tenía vida propia y vio a Gepeto Bonilla demasiado senil para respetarlo. Además, como el muñeco de madera, por los callejones del Congreso ya se había hecho de una camarada de malas compañías, que la acompañaron al ayuntamiento de Tijuana, convertida en presidenta municipal.

Empoderada, Monserrat no respetaba ni al secretario de Gobernación (¿todavía recuerdan cuando lo mandó a volar en público?), (auto) convencida de que era la consentida del Presidente y que su corcholata, Marcelo Ebrard, sería presidente.

Fue entonces la época en que 'Monse' no solamente dio la espalda a su creador, sino que buscó destruirlo, denunciándolo por, supuestamente, exponer a su hijo. También la emprendió contra sus 'minions'. Jaime respondió enviando a los corifeos de su canal de televisión y sus radiodifusoras a criticar los problemas que creaba el gobierno de Caballero a las y los tijuanenses, sazonados con una buena dosis de adjetivos.

Pero el sueño de Monserrat se convirtió en pesadilla. Marcelo es el eterno Cruz Azul de la política mexicana. Tampoco era la consentida del profesor. Y su camarilla traída del Congreso solamente dejó a Tijuana llena de baches por todos lados, pero políticos los que más.

Sin futuro político, ni en Morena, ni en ninguna otra parte, Monserrat no tuvo de otra que alargar otro poco su ya abultada nariz (política) y recular, para desandar lo ido y emprender la venida con su creador, por supuesto, ya no empoderada, sino como el can aquel del poema que recitaba El Chavo del 8.

Y Gepeto Bonilla no ha dudado en hacerle pagar sus faltas de respeto. Monserrat creyó que su antiguo mecenas y creador la trataría como al Hijo Pródigo, quizás pensando que tendría la misma suerte que Marco Antonio Blásquez. Pero ya se sabe que Jaime, además de todo, es muy macho. Así que una cosa son los hijos y otra las hijas. Por eso, a Blásquez le abrió las puertas del Indivi -y Marco Antonio se encargó de abrir solito la caja fuerte-, y a Monserrat solamente las de la "militancia". Ojos que te vieron irte como capitana, ahora te ven volver como Adelita. Ay mis hijas, dicen los espíritus en el Palacio Municipal.

Por eso, Monserrat, como la muñeca de la canción de Cri Cri, que anhelaba el cobijo de alguna araña o algún recogedor, se ofrece un día para coordinarle la campaña a Burgueño, como si Lutero se le hubiese ofrecido al Papa para ser su secretario, y al otro dice que es más petista que el Papa Bonilla. Pero el que se fue a La Villa, perdió su silla. Si en 2021, rebasó a 'Meli' y Vicenta, ahora ambas están por delante en la fila y Monserrat, como revendedor descubierto, fue enviada a la cola. Y aunque se ha auto investido en abanderada de la reunificación de Morena y el PT, la verdad es que esa reunificación solamente ha tenido lugar en su imaginación y en sus deseos, interesados, por supuesto.

Y aunque argumentó, antes de ofrecerse de coordinadora de campaña, que la dejaron fuera a la mala, por no ser la favorita del grupo político dominante, Monserrat no acepta que su fracaso es solamente culpa de ella. Pudo ser Clara Brugada y acabó siendo Lilly Téllez por sus yerros, por sus declaraciones disparatadas y fuera de toda lógica y madurez política (¿Se acuerdan de aquellas sobre el 'cobro' que debían hacer quienes incendiaron vehículos en 2022?), por dejarse mal aconsejar, por meter sujetos como Bujanda o el 'Patitas' Jr. a su gobierno (¿con qué cara habla de Jorge Ramos después de que su brazo derecho es el ex secretario particular de 'Kiko' y su tesorero fue prominente panista?), por su soberbia, por su falta de astucia e inteligencia política. El pez por la boca muere y Monserrat, en su incontenible verborrea, olvidó que esta siempre es hoja de lata en una actividad donde, como la política, el silencio, frecuentemente, es oro y la palabra, plata.

Pero que 'Monse' no pierda aliento. Al paso que lleva, va que vuela de regreso al Congreso para 2024... como secretaria técnica de 'Meli' o de Vicenta

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com