Tijuana.- Los Titanes más emblemáticos del universo cinematográfico reúnen fuerzas para proteger a la humanidad de la inminente destrucción.
Godzilla y Kong reaparecen con más química que nunca. Lejos de encararse, deciden unirse para conseguir un objetivo: la salvación.
La acción y el entrenamiento es el principal ingrediente en un filme cargado de adrenalina con escena de combate que pueden, en un futuro, ser reconocidas como algunas de las mejores en el ‘monsterverso’.
La última vez que vimos en la gran pantalla a Kong y Godzilla, el reptil radiactivo se quedó cerca de destruir al emblemático primate. En esta ocasión unen fuerzas por el bienestar de la civilización.
Kong es el gran protagonista de este filme, no sólo por su participación en los combates, sino también por las dificultades que tiene que atravesar en soledad. En medio de una crisis existencial por creer ser el último de su especie, navega por el mundo del subsuelo para enfrentar a un tirano con deseo de conquistar la superficie terrestre.
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Godzilla luce más ágil y poderoso que en ocasiones anteriores y eso ayudó a la fluidez de los combates. El reptil se alimenta de toda clase de fuentes nucleares para incrementar su poder, pero en esta ocasión llega a un nivel superior.
La premisa carece de total sentido y llega a ser ridícula. Los seres humanos son un adorno que no tienen peso en las acciones más destacadas de la pelea. El ojo se centró en los míticos enfrentamientos. Y ese fue un acierto.
