/ lunes 25 de marzo de 2024

Crónicas Tijuanenses / Las Madres Buscadoras

Las Madres que incesantemente buscan en todos los rincones del país, a sus hijos injusta, absurdamente desaparecidos. Representan a miles de madres, padres, esposas, esposos, hijos, hermanos y amigos, quienes llenos de dolor y rabia contenida por saberse indefensos, desprotegidos, despreciados, humillados y hasta burlados por las autoridades de todos los niveles, a lo largo y ancho de una patria que en medio de su desventura la sienten ajena y distante. Las personas que forman la heroicas brigadas que todos los días muy temprano salen a buscar a sus familiares desaparecidos, algunos desde hace diez o más años con la vaga esperanza, algunos de encontrarlos vivos, otros tan sólo para recoger sus amados restos y darles la sepultura que traerá la paz indignada de toda su familia y el rencor en contra de las autoridades que no supieron, no pudieron o no quisieron por contubernio, guardar la seguridad social que tanto anhela el pueblo, desde que entró este nuevo siglo de desgracia, pena e injusticia.

Claro que los verdaderos culpables son los miles y miles de acervos criminales que roban, asaltan, secuestran, trafican con drogas y hasta con seres humanos y, asesinan a diestra y siniestra, forman ya, un ejército fuertemente armado, que en todos los estados de la república constituyen “un estado dentro de otro estado” sin consciencia, sin moral, sin pudor ni honor ni humanismo; pues también, la mayor parte de ellos han perdido una gran parte de su humanidad, formados por las condiciones de desorden, miseria económica y humana, contubernio e impunidad que les impele a actuar fuera de la ley, por sus problemas personales, inconsciencia y profundas deformaciones de personalidad, ante un estado de cosas que hoy y desde hace por lo menos tres décadas, prohíjan la delincuencia. El pueblo inerme contempla con tristeza, como seguramente lo hacen los corderos frente a sus verdugos, tanta violencia, tanto crimen, mientras las patrullas de policías, guardias y militares recorren las calles, sin resultados reales. Es necesario ya, que el estado, en sus tres instancias reconozca que no podrá salir de este ambiente de desorden, si no toma en cuenta la participación masiva del pueblo. El pueblo debe intervenir, antes de que se dé un estallido social provocado por la delincuencia como en el sufrido pueblo hermano de Haití, porque las consecuencias serían peores.

Envío: Ojalá, que nuestro presidente, hubiera entendido que la madre que le pidió entrar con una pala a Palacio Nacional, representaba en ese momento a todas las sufrientes madres de nuestra historia…

(El autor es Cronista de la ciudad y catedrático del CUT)

Correo electrónico: marioortizvillacorta@gmail.com

Las Madres que incesantemente buscan en todos los rincones del país, a sus hijos injusta, absurdamente desaparecidos. Representan a miles de madres, padres, esposas, esposos, hijos, hermanos y amigos, quienes llenos de dolor y rabia contenida por saberse indefensos, desprotegidos, despreciados, humillados y hasta burlados por las autoridades de todos los niveles, a lo largo y ancho de una patria que en medio de su desventura la sienten ajena y distante. Las personas que forman la heroicas brigadas que todos los días muy temprano salen a buscar a sus familiares desaparecidos, algunos desde hace diez o más años con la vaga esperanza, algunos de encontrarlos vivos, otros tan sólo para recoger sus amados restos y darles la sepultura que traerá la paz indignada de toda su familia y el rencor en contra de las autoridades que no supieron, no pudieron o no quisieron por contubernio, guardar la seguridad social que tanto anhela el pueblo, desde que entró este nuevo siglo de desgracia, pena e injusticia.

Claro que los verdaderos culpables son los miles y miles de acervos criminales que roban, asaltan, secuestran, trafican con drogas y hasta con seres humanos y, asesinan a diestra y siniestra, forman ya, un ejército fuertemente armado, que en todos los estados de la república constituyen “un estado dentro de otro estado” sin consciencia, sin moral, sin pudor ni honor ni humanismo; pues también, la mayor parte de ellos han perdido una gran parte de su humanidad, formados por las condiciones de desorden, miseria económica y humana, contubernio e impunidad que les impele a actuar fuera de la ley, por sus problemas personales, inconsciencia y profundas deformaciones de personalidad, ante un estado de cosas que hoy y desde hace por lo menos tres décadas, prohíjan la delincuencia. El pueblo inerme contempla con tristeza, como seguramente lo hacen los corderos frente a sus verdugos, tanta violencia, tanto crimen, mientras las patrullas de policías, guardias y militares recorren las calles, sin resultados reales. Es necesario ya, que el estado, en sus tres instancias reconozca que no podrá salir de este ambiente de desorden, si no toma en cuenta la participación masiva del pueblo. El pueblo debe intervenir, antes de que se dé un estallido social provocado por la delincuencia como en el sufrido pueblo hermano de Haití, porque las consecuencias serían peores.

Envío: Ojalá, que nuestro presidente, hubiera entendido que la madre que le pidió entrar con una pala a Palacio Nacional, representaba en ese momento a todas las sufrientes madres de nuestra historia…

(El autor es Cronista de la ciudad y catedrático del CUT)

Correo electrónico: marioortizvillacorta@gmail.com