/ domingo 26 de junio de 2022

El riesgo de estanflación aumenta en medio de una fuerte desaceleración del crecimiento económico

La guerra en Ucrania conduce a una mayor inflación y condiciones económicas y financieras más estrictas en 2022.

La estanflación es un concepto económico que implica la aceleración de la inflación coexistiendo con tasas de desempleo moderadas o altas. El término fue acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod como fusión de los vocablos estancamiento económico e inflación en un discurso en la Cámara de los comunes.

Agravando el daño de la pandemia de COVID-19, la invasión rusa de Ucrania ha magnificado la desaceleración de la economía mundial, que está entrando en lo que podría convertirse en un período prolongado de crecimiento económico débil e inflación elevada, según el último informe de Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial. Esto aumenta el riesgo de estanflación económica, con consecuencias potencialmente dañinas para las economías de medianos y bajos ingresos por igual.

Se espera que el crecimiento mundial caiga del 5.7 % en 2021 al 2.9 % en 2022, significativamente más bajo que el 4.1 % previsto en enero de 2022. Se espera que se mantenga a ese ritmo durante 2023-2024, ya que la guerra en Ucrania interrumpe la actividad económica, la inversión y el comercio a corto plazo. La demanda reprimida se desvanece y se retira la política fiscal y monetaria acomodaticia en diversos países. Como resultado de los daños causados por la pandemia del covid-19 y la guerra, el nivel de ingreso per cápita en las economías en desarrollo este año 2022 estará casi un 5 por ciento por debajo de su tendencia previa a la pandemia.

La guerra en Ucrania, los bloqueos en China, las interrupciones en la cadena de suministro y el riesgo de estanflación están afectando el crecimiento económico. Para muchos países, será difícil evitar la recesión económica. Los mercados miran hacia adelante, por lo que es urgente incentivar la producción y evitar restricciones comerciales. Se necesitan cambios en la política fiscal, monetaria, climática y de deuda para contrarrestar la mala asignación de capital y la desigualdad en las economías del mundo.

La recuperación de la estanflación de la década de 1970 requirió fuertes aumentos en las tasas de interés en las principales economías avanzadas, lo que desempeñó un papel destacado en el desencadenamiento de una serie de crisis financieras en las economías de mercados emergentes y en desarrollo.

La comunicación clara de las decisiones de política monetaria, el aprovechamiento de marcos de política monetaria creíbles y la protección de la independencia del banco central pueden anclar de manera efectiva las expectativas de inflación y reducir la cantidad de políticas restrictivas necesarias para lograr los efectos deseados sobre la inflación y la actividad económica.

La coyuntura actual se asemeja a la década de 1970 en tres aspectos clave como las persistentes perturbaciones del lado de la oferta que alimentan la inflación, precedida por un período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las principales economías avanzadas, perspectivas de debilitamiento del crecimiento económico y vulnerabilidades que enfrentan las economías de mercados emergentes y en desarrollo con respecto a al endurecimiento de la política monetaria que será necesario para controlar la inflación.

Sin embargo, la economía de 2022 también difiere de la década de 1970 en múltiples dimensiones como incrementos porcentuales en los precios de las materias primas que son menores; y los balances de las principales instituciones financieras son generalmente sólidos. La diferencia de la economía actual con la década de 1970 es que los bancos centrales de las economías avanzadas y muchas economías en desarrollo ahora tienen mandatos claros para la estabilidad de precios y, durante las últimas tres décadas, han establecido un historial económico creíble de lograr sus objetivos de inflación.

Se espera que la inflación global se modere el próximo año 2023, pero probablemente se mantendrá por encima de las metas de inflación en muchas economías.

El análisis económico nos indica que, si la inflación sigue siendo elevada, una repetición del episodio anterior de estanflación podría traducirse en una fuerte desaceleración económica mundial junto con crisis financieras en algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo.

La guerra en Ucrania ha provocado un aumento en los precios de una amplia gama de productos básicos relacionados con la energía. Los precios más altos de la energía reducirán los ingresos reales, aumentarán los costos de producción, endurecerán las condiciones financieras y limitarán la política macroeconómica, especialmente en los países importadores de energía.

La guerra en Ucrania conduce a una mayor inflación y condiciones económicas y financieras más estrictas en 2022.

La estanflación es un concepto económico que implica la aceleración de la inflación coexistiendo con tasas de desempleo moderadas o altas. El término fue acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod como fusión de los vocablos estancamiento económico e inflación en un discurso en la Cámara de los comunes.

Agravando el daño de la pandemia de COVID-19, la invasión rusa de Ucrania ha magnificado la desaceleración de la economía mundial, que está entrando en lo que podría convertirse en un período prolongado de crecimiento económico débil e inflación elevada, según el último informe de Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial. Esto aumenta el riesgo de estanflación económica, con consecuencias potencialmente dañinas para las economías de medianos y bajos ingresos por igual.

Se espera que el crecimiento mundial caiga del 5.7 % en 2021 al 2.9 % en 2022, significativamente más bajo que el 4.1 % previsto en enero de 2022. Se espera que se mantenga a ese ritmo durante 2023-2024, ya que la guerra en Ucrania interrumpe la actividad económica, la inversión y el comercio a corto plazo. La demanda reprimida se desvanece y se retira la política fiscal y monetaria acomodaticia en diversos países. Como resultado de los daños causados por la pandemia del covid-19 y la guerra, el nivel de ingreso per cápita en las economías en desarrollo este año 2022 estará casi un 5 por ciento por debajo de su tendencia previa a la pandemia.

La guerra en Ucrania, los bloqueos en China, las interrupciones en la cadena de suministro y el riesgo de estanflación están afectando el crecimiento económico. Para muchos países, será difícil evitar la recesión económica. Los mercados miran hacia adelante, por lo que es urgente incentivar la producción y evitar restricciones comerciales. Se necesitan cambios en la política fiscal, monetaria, climática y de deuda para contrarrestar la mala asignación de capital y la desigualdad en las economías del mundo.

La recuperación de la estanflación de la década de 1970 requirió fuertes aumentos en las tasas de interés en las principales economías avanzadas, lo que desempeñó un papel destacado en el desencadenamiento de una serie de crisis financieras en las economías de mercados emergentes y en desarrollo.

La comunicación clara de las decisiones de política monetaria, el aprovechamiento de marcos de política monetaria creíbles y la protección de la independencia del banco central pueden anclar de manera efectiva las expectativas de inflación y reducir la cantidad de políticas restrictivas necesarias para lograr los efectos deseados sobre la inflación y la actividad económica.

La coyuntura actual se asemeja a la década de 1970 en tres aspectos clave como las persistentes perturbaciones del lado de la oferta que alimentan la inflación, precedida por un período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las principales economías avanzadas, perspectivas de debilitamiento del crecimiento económico y vulnerabilidades que enfrentan las economías de mercados emergentes y en desarrollo con respecto a al endurecimiento de la política monetaria que será necesario para controlar la inflación.

Sin embargo, la economía de 2022 también difiere de la década de 1970 en múltiples dimensiones como incrementos porcentuales en los precios de las materias primas que son menores; y los balances de las principales instituciones financieras son generalmente sólidos. La diferencia de la economía actual con la década de 1970 es que los bancos centrales de las economías avanzadas y muchas economías en desarrollo ahora tienen mandatos claros para la estabilidad de precios y, durante las últimas tres décadas, han establecido un historial económico creíble de lograr sus objetivos de inflación.

Se espera que la inflación global se modere el próximo año 2023, pero probablemente se mantendrá por encima de las metas de inflación en muchas economías.

El análisis económico nos indica que, si la inflación sigue siendo elevada, una repetición del episodio anterior de estanflación podría traducirse en una fuerte desaceleración económica mundial junto con crisis financieras en algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo.

La guerra en Ucrania ha provocado un aumento en los precios de una amplia gama de productos básicos relacionados con la energía. Los precios más altos de la energía reducirán los ingresos reales, aumentarán los costos de producción, endurecerán las condiciones financieras y limitarán la política macroeconómica, especialmente en los países importadores de energía.