/ jueves 24 de agosto de 2023

Fuera de Agenda  | Claves desde Jalisco 

Los reportes que desde el año 2020 ha generado la inteligencia militar sobre el autodenominado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), lo catalogan como la organización criminal más violenta y peligrosa del país, la que más ha desarrollado capacidades en poco tiempo, la que más crecido desde el pasado sexenio, y la primera que empezó a imponer el reclutamiento forzado. Esta expansión no se entendería sin la falta de estrategia y coordinación en los tres niveles de gobierno para combatirlo, acentuada en esta administración, y la facilidad para disponer de recursos resultado de ganancias en actividades ilícitas.

Se sabe que desde 2007 iniciaron como un grupo compacto que actuaba como brazo armado del cártel de Sinaloa, se hacían llamar “los Torcidos” pero tiempo después la prensa los identificó como “los Mata Zetas”. Tras la muerte de Ignacio “Nacho” Coronel en 2010 en Jalisco, se separaron liderados por Nemesio Oseguera Cervantes y Erik Valencia Salazar, quien fue capturado en 2012. Las redes de esta organización de tráfico de drogas, armas y lavado de dinero, crecieron con el clan González Valencia, conocidos como “los Cuinis”, cuñados de Oseguera, con quienes amplió el mapa de conexiones fuera del país.

Un documento de la secretaría de la Defensa Nacional fechado en julio del 2020, señalaba que en ese momento tenía presencia en el 80 por ciento del estado de Jalisco, “logrando permear las estructuras gubernamentales a nivel estatal y municipal (Procuración de Justicia, Corporaciones de Seguridad Pública y del Centro de Coordinación. Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo, “C-5”.

A nivel local el CJNG reclutaba personal mediante empresas de seguridad privada, después pasó a los “call-center”, se supo en el primer caso los adoctrinaban y adiestraban en Talpa de Allende. Hace un par de semanas se visibilizó un patrón de reclutamiento que data desde 2015 con casos documentados en Guadalajara, que consiste en secuestrar jóvenes menores de 25 años para usarlos como esclavos en laboratorios de drogas, y como pistoleros en diversas zonas del país. El caso de los cinco jóvenes que fueron plagiados y desaparecidos en Lagos de Moreno, y días después aparecieron en un video donde uno de ellos aparentemente ataca con una arma a sus amigos que lucen maniatados con huellas de golpes en sus rostros, exhibió no solo la brutalidad de esta organización sino la utilización del terror como estrategia disuasiva.

Ex militares de Centro y Sudamérica enrolados como mercenarios, uso de drones con explosivos, y minas terrestres, son tres rasgos que caracterizan el uso de la fuerza de este grupo criminal. Esto se ha visto por ejemplo en la región Ciénega, límites de Jalisco con Michoacán, donde mantienen una pugna por el control territorial con el grupo criminal conocido como “los Viagras”. También en los límites de Jalisco y Guanajuato, donde tienen una confrontación directa con el llamado Cartel de Santa Rosa de Lima, usando al “grupo Delta”, que se sabe tienen entrenamiento paramilitar.

El tamaño del reto que representa la expansión territorial, redes de protección oficial y uso de la fuerza de esta organización, representa una amenaza a la seguridad nacional que tocará resolver al próximo gobierno. Porque en éste los “abrazos” les allanaron el camino.

@velediaz424

Los reportes que desde el año 2020 ha generado la inteligencia militar sobre el autodenominado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), lo catalogan como la organización criminal más violenta y peligrosa del país, la que más ha desarrollado capacidades en poco tiempo, la que más crecido desde el pasado sexenio, y la primera que empezó a imponer el reclutamiento forzado. Esta expansión no se entendería sin la falta de estrategia y coordinación en los tres niveles de gobierno para combatirlo, acentuada en esta administración, y la facilidad para disponer de recursos resultado de ganancias en actividades ilícitas.

Se sabe que desde 2007 iniciaron como un grupo compacto que actuaba como brazo armado del cártel de Sinaloa, se hacían llamar “los Torcidos” pero tiempo después la prensa los identificó como “los Mata Zetas”. Tras la muerte de Ignacio “Nacho” Coronel en 2010 en Jalisco, se separaron liderados por Nemesio Oseguera Cervantes y Erik Valencia Salazar, quien fue capturado en 2012. Las redes de esta organización de tráfico de drogas, armas y lavado de dinero, crecieron con el clan González Valencia, conocidos como “los Cuinis”, cuñados de Oseguera, con quienes amplió el mapa de conexiones fuera del país.

Un documento de la secretaría de la Defensa Nacional fechado en julio del 2020, señalaba que en ese momento tenía presencia en el 80 por ciento del estado de Jalisco, “logrando permear las estructuras gubernamentales a nivel estatal y municipal (Procuración de Justicia, Corporaciones de Seguridad Pública y del Centro de Coordinación. Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo, “C-5”.

A nivel local el CJNG reclutaba personal mediante empresas de seguridad privada, después pasó a los “call-center”, se supo en el primer caso los adoctrinaban y adiestraban en Talpa de Allende. Hace un par de semanas se visibilizó un patrón de reclutamiento que data desde 2015 con casos documentados en Guadalajara, que consiste en secuestrar jóvenes menores de 25 años para usarlos como esclavos en laboratorios de drogas, y como pistoleros en diversas zonas del país. El caso de los cinco jóvenes que fueron plagiados y desaparecidos en Lagos de Moreno, y días después aparecieron en un video donde uno de ellos aparentemente ataca con una arma a sus amigos que lucen maniatados con huellas de golpes en sus rostros, exhibió no solo la brutalidad de esta organización sino la utilización del terror como estrategia disuasiva.

Ex militares de Centro y Sudamérica enrolados como mercenarios, uso de drones con explosivos, y minas terrestres, son tres rasgos que caracterizan el uso de la fuerza de este grupo criminal. Esto se ha visto por ejemplo en la región Ciénega, límites de Jalisco con Michoacán, donde mantienen una pugna por el control territorial con el grupo criminal conocido como “los Viagras”. También en los límites de Jalisco y Guanajuato, donde tienen una confrontación directa con el llamado Cartel de Santa Rosa de Lima, usando al “grupo Delta”, que se sabe tienen entrenamiento paramilitar.

El tamaño del reto que representa la expansión territorial, redes de protección oficial y uso de la fuerza de esta organización, representa una amenaza a la seguridad nacional que tocará resolver al próximo gobierno. Porque en éste los “abrazos” les allanaron el camino.

@velediaz424