/ jueves 24 de agosto de 2023

El espectador | Profeco va contra influencers

Los influencers, con sus millones de seguidores, han demostrado ser una herramienta poderosa para promocionar productos y servicios. Para vender. Muchos compañeros reporteros de la fuente de tecnología y de turismo, desde hace algunos años, se quejan de que las empresas ya no los invitan a sus tours de prensa, en los que las marcas presentan productos y en algunos casos realizan visitas a las plantas de fabricación y diseño de los dispositivos. En lugar de reporteros de la fuente de los diarios tradicionales, empresas como Samsung, Huawei y Hisense, por citar algunos casos, invitan a “estrellas” de YouTube que utilizan su popularidad con ciertos segmentos para promocionar sus adelantos. Una fiesta, un recorrido por las zonas turísticas del país destino y listo. El trabajo está hecho.

Estos influencers, en lugar de adoptar el papel de periodistas incómodos que indagan en la veracidad de lo que se ofrece, se pasean por la clase media baja, asombrándose ante todo, disfrutando de privilegios instantáneos y concediéndole al producto el título de “lo mejor del mundo”, sin siquiera entender su verdadero propósito. Esta carencia de regulación ha abierto las puertas para que algunos influencers presenten contenido engañoso, camuflándolo como recomendaciones genuinas.

Es un hecho que marcas como Apple y Samsung y Sony y Microsoft han sido arrastradas al epicentro de la controversia, donde periodistas se venden a cambio de viajes y adulan los productos o el software, los videojuegos y los teléfonos.

Esto nos lleva a cuestionar dónde trazar la línea entre una colaboración auténtica y la manipulación de la opinión pública. Las marcas tienen la obligación de ser transparentes y respetuosas con su audiencia, mientras que los periodistas deben velar por su integridad y mantener la confianza del público.

Pues resulta que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) entra a escena para combatir la publicidad engañosa de los reporteros de la fuente, seudoperiodistas, youtuberos, tuiteros, influencers o tiktokerssimpáticos. Comenzará a castigar y controlar estos discursos y muchos de los involucrados se preguntan si esto es algo que deba hacer el Gobierno.

La Profeco emitió un acuerdo en el que presenta una “Guía de publicidad para influencers”. Dicha guía tiene como objetivo orientar a estos personajes y creadores de contenido en el cumplimiento de las disposiciones legales en materia de publicidad, especialmente en medios electrónicos y tecnologías similares. El acuerdo, firmado por el procurador Francisco Ricardo Sheffield Padilla, responde a esta crisis.

El acuerdo considera que la publicidad generada por influencers y creadores de contenido a través de medios electrónicos a menudo puede ser engañosa y plantear problemas para los consumidores. Con base en las atribuciones de la Profeco y en las recomendaciones del Consejo Consultivo del Consumo, se estableció un “Grupo de Trabajo, Propuesta de regulación de la publicidad para influencers” para analizar la situación y proponer soluciones. Será interesante conocer los castigos y si esto genera algún cambio en el escenario.

En última instancia, la guía de la Profeco es un paso en la dirección correcta, pero también es un recordatorio de que la regulación no puede abordar todos los problemas. Se necesita un cambio en la mentalidad tanto de los influencers como de las marcas. Los consumidores merecen la verdad y la transparencia, y es esencial que la industria se esfuerce por cumplir con estas expectativas. Mientras tanto, debemos mantenernos atentos y críticos ante las influencias que pueden venir envueltas en un paquete atractivo, pero potencialmente engañoso.

Los influencers, con sus millones de seguidores, han demostrado ser una herramienta poderosa para promocionar productos y servicios. Para vender. Muchos compañeros reporteros de la fuente de tecnología y de turismo, desde hace algunos años, se quejan de que las empresas ya no los invitan a sus tours de prensa, en los que las marcas presentan productos y en algunos casos realizan visitas a las plantas de fabricación y diseño de los dispositivos. En lugar de reporteros de la fuente de los diarios tradicionales, empresas como Samsung, Huawei y Hisense, por citar algunos casos, invitan a “estrellas” de YouTube que utilizan su popularidad con ciertos segmentos para promocionar sus adelantos. Una fiesta, un recorrido por las zonas turísticas del país destino y listo. El trabajo está hecho.

Estos influencers, en lugar de adoptar el papel de periodistas incómodos que indagan en la veracidad de lo que se ofrece, se pasean por la clase media baja, asombrándose ante todo, disfrutando de privilegios instantáneos y concediéndole al producto el título de “lo mejor del mundo”, sin siquiera entender su verdadero propósito. Esta carencia de regulación ha abierto las puertas para que algunos influencers presenten contenido engañoso, camuflándolo como recomendaciones genuinas.

Es un hecho que marcas como Apple y Samsung y Sony y Microsoft han sido arrastradas al epicentro de la controversia, donde periodistas se venden a cambio de viajes y adulan los productos o el software, los videojuegos y los teléfonos.

Esto nos lleva a cuestionar dónde trazar la línea entre una colaboración auténtica y la manipulación de la opinión pública. Las marcas tienen la obligación de ser transparentes y respetuosas con su audiencia, mientras que los periodistas deben velar por su integridad y mantener la confianza del público.

Pues resulta que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) entra a escena para combatir la publicidad engañosa de los reporteros de la fuente, seudoperiodistas, youtuberos, tuiteros, influencers o tiktokerssimpáticos. Comenzará a castigar y controlar estos discursos y muchos de los involucrados se preguntan si esto es algo que deba hacer el Gobierno.

La Profeco emitió un acuerdo en el que presenta una “Guía de publicidad para influencers”. Dicha guía tiene como objetivo orientar a estos personajes y creadores de contenido en el cumplimiento de las disposiciones legales en materia de publicidad, especialmente en medios electrónicos y tecnologías similares. El acuerdo, firmado por el procurador Francisco Ricardo Sheffield Padilla, responde a esta crisis.

El acuerdo considera que la publicidad generada por influencers y creadores de contenido a través de medios electrónicos a menudo puede ser engañosa y plantear problemas para los consumidores. Con base en las atribuciones de la Profeco y en las recomendaciones del Consejo Consultivo del Consumo, se estableció un “Grupo de Trabajo, Propuesta de regulación de la publicidad para influencers” para analizar la situación y proponer soluciones. Será interesante conocer los castigos y si esto genera algún cambio en el escenario.

En última instancia, la guía de la Profeco es un paso en la dirección correcta, pero también es un recordatorio de que la regulación no puede abordar todos los problemas. Se necesita un cambio en la mentalidad tanto de los influencers como de las marcas. Los consumidores merecen la verdad y la transparencia, y es esencial que la industria se esfuerce por cumplir con estas expectativas. Mientras tanto, debemos mantenernos atentos y críticos ante las influencias que pueden venir envueltas en un paquete atractivo, pero potencialmente engañoso.