/ lunes 18 de marzo de 2024

Expediente Confidencial / El "tigre" y el "baño de sangre"

El 9 de marzo de 2018, Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato presidencial, emitió un discurso en la Convención Bancaria, durante el cual pronunció algo que se volvió paradigma de su narrativa en aquella campaña: "Si se atreven a un fraude, me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar el tigre. Quien suelte el tigre, que lo amarre. Yo no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro".

El 15 de marzo pasado, Donald Trump, candidato presidencial republicano, expresó, durante un discurso en Ohio: "Si no soy elegido, será un baño de sangre para todo el mundo. Será un baño de sangre para el país. No creo que tengamos otras elecciones, o desde luego no unas elecciones que tengan sentido”.

Ambos discursos tienen el mismo 'leitmotiv' y buscan desdoblarse hacia los mismos destinatarios.

Los dos buscan alertar sobre las posibles consecuencias sociales de un fraude electoral... o amagar con estas, según cada cual quiera verlo...

En el México de 2018, era claro que otro fraude electoral como el perpetrado contra Cárdenas -indudable, salvo para los fanáticos salinistas-, o una elección como la de 2006 - que fue cuando menos dudosa, salvo para los filocalderonistas y panistas- iba a provocar una ola de violencia civil. La razón es simple: cerrarle cualquier viso de esperanza democrática a millones y millones cuyo presente se ve difícil y su futuro aún peor, los lleva en automático a buscar otras vías, o a desahogar su ira sin límite alguno, precisamente porque ya no hay nada que perder. Eso es algo que jamás entenderán los 'xochilovers', para quienes la factura electrónica 4.0 es un "drama", mientras el verdadero drama para millones es no tener que comer o no poder comer bien.

El "tigre" del que hablaba AMLO ya estaba ahí, incubado por años y años de políticas de pauperización vital encajadas por millones. Puede debatirse si el crimen o los propios morenistas, al tener todo perdido y/o en revancha, iban a prodigarse en prender la mecha. Pero ellos, en todo caso, no habrían puesto la pólvora, sino los priistas y panistas.

En el Estados Unidos de 2024, la cosa es igual. Otro fraude electoral como el que encajó Al Gore -indudable, salvo para los admiradores de los Bush-, o una elección como la de 2020 -legal, pero a la cual el voto por correo tiñó de dudas-, puede provocar una ola de violencia civil. A Gore y Trump, tan diferentes entre sí, los une algo: ser lo indeseable para el 'establishment' corporativo y político, que se hace cada vez más voraz y menos empático. Un 'establishment' que, ante la realidad de que millones protesten por quedarse sin trabajo -y sin proyecto de vida- en el Rust Belt o en el campo, responde, con insensibilidad, clasismo y miopía, que son "blancos sin instrucción", como si ese calificativo, de un 'establishment' que se dice tan incluyente, resultase una justificación para dejarlos fuera del progreso social.

Es muy cómodo, desde el lujoso cubículo de alguna universidad privada estadounidense y/o desde la tercera generación de académicos, funcionarios o empresarios privilegiados, nacidos y crecidos entre algodones y privilegios, pontificar sobre lo que debe hacer el mundo; otra cosa es vivir en la intemperie de no tener 'palancas', de ser una hija o un hijo de nadie, y sufrir las conseciencias

Y es que mientras para ese 'establishment' liberal, para esa élite de "izquierdistas" que comen caviar, el gran problema es que el ganado no contamine con metano la atmósfera, para esos millones de estadounidenses, donde hay, como han mostrado las encuestas, también afroamericanos y latinos, y no pocos, el drama no es si tienen o no pan sin gluten para el desayuno, sino tener, simplemente, pan.

Esos millones de estadounidenses, desdeñados por la élite que representa, actualmente, el Partido Demócrata, ya no tendrían nada que perder si ese 'establishment' les demuestra que siempre ganará, por la buena o por la mala, frente a ellas y ellos. Y no tener nada que perder es pariente cercano de la desesperación y el estallido iracundo

De nuevo, como en el caso de López Obrador, la pólvora no la puso Trump, sino una élite miope y cínica que, de tanto ver por su propio beneficio, no observaron que socavaban su propia permanencia. Otra cosa es que él encienda la mecha y, ya empezado el fuego, conduzca la hoguera en dirección a sus enemigos políticos, para que estos ardan.

Obviamente, la élite que patrocina a Biden, como aquellos que exigían a Peña imponer a Meade o dejar pasar a Anaya, para evitar la llegada de AMLO, les tiene sin cuidado cuánta sangre o cuántos tigres se suelten, porque solamente piensan en sus cuentas de banco en Suiza. Pero, si bien uno puede señalarle todos los defectos y las vllezas a Peña, indiscutiblemente, su actitud democrática ante la inminente derrota -la misma que tuvo Zedillo también en 2000-, evitó que en México se repitiera la historia que se vivió en 1911 y que tod@s conocemos. Ante una elección reñida ¿Biden tendrá la misma actitud o llevará a los Estados Unidos a un callejón sin salida con su propia versión del "haiga sido como haiga sido"?

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

El 9 de marzo de 2018, Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato presidencial, emitió un discurso en la Convención Bancaria, durante el cual pronunció algo que se volvió paradigma de su narrativa en aquella campaña: "Si se atreven a un fraude, me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar el tigre. Quien suelte el tigre, que lo amarre. Yo no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro".

El 15 de marzo pasado, Donald Trump, candidato presidencial republicano, expresó, durante un discurso en Ohio: "Si no soy elegido, será un baño de sangre para todo el mundo. Será un baño de sangre para el país. No creo que tengamos otras elecciones, o desde luego no unas elecciones que tengan sentido”.

Ambos discursos tienen el mismo 'leitmotiv' y buscan desdoblarse hacia los mismos destinatarios.

Los dos buscan alertar sobre las posibles consecuencias sociales de un fraude electoral... o amagar con estas, según cada cual quiera verlo...

En el México de 2018, era claro que otro fraude electoral como el perpetrado contra Cárdenas -indudable, salvo para los fanáticos salinistas-, o una elección como la de 2006 - que fue cuando menos dudosa, salvo para los filocalderonistas y panistas- iba a provocar una ola de violencia civil. La razón es simple: cerrarle cualquier viso de esperanza democrática a millones y millones cuyo presente se ve difícil y su futuro aún peor, los lleva en automático a buscar otras vías, o a desahogar su ira sin límite alguno, precisamente porque ya no hay nada que perder. Eso es algo que jamás entenderán los 'xochilovers', para quienes la factura electrónica 4.0 es un "drama", mientras el verdadero drama para millones es no tener que comer o no poder comer bien.

El "tigre" del que hablaba AMLO ya estaba ahí, incubado por años y años de políticas de pauperización vital encajadas por millones. Puede debatirse si el crimen o los propios morenistas, al tener todo perdido y/o en revancha, iban a prodigarse en prender la mecha. Pero ellos, en todo caso, no habrían puesto la pólvora, sino los priistas y panistas.

En el Estados Unidos de 2024, la cosa es igual. Otro fraude electoral como el que encajó Al Gore -indudable, salvo para los admiradores de los Bush-, o una elección como la de 2020 -legal, pero a la cual el voto por correo tiñó de dudas-, puede provocar una ola de violencia civil. A Gore y Trump, tan diferentes entre sí, los une algo: ser lo indeseable para el 'establishment' corporativo y político, que se hace cada vez más voraz y menos empático. Un 'establishment' que, ante la realidad de que millones protesten por quedarse sin trabajo -y sin proyecto de vida- en el Rust Belt o en el campo, responde, con insensibilidad, clasismo y miopía, que son "blancos sin instrucción", como si ese calificativo, de un 'establishment' que se dice tan incluyente, resultase una justificación para dejarlos fuera del progreso social.

Es muy cómodo, desde el lujoso cubículo de alguna universidad privada estadounidense y/o desde la tercera generación de académicos, funcionarios o empresarios privilegiados, nacidos y crecidos entre algodones y privilegios, pontificar sobre lo que debe hacer el mundo; otra cosa es vivir en la intemperie de no tener 'palancas', de ser una hija o un hijo de nadie, y sufrir las conseciencias

Y es que mientras para ese 'establishment' liberal, para esa élite de "izquierdistas" que comen caviar, el gran problema es que el ganado no contamine con metano la atmósfera, para esos millones de estadounidenses, donde hay, como han mostrado las encuestas, también afroamericanos y latinos, y no pocos, el drama no es si tienen o no pan sin gluten para el desayuno, sino tener, simplemente, pan.

Esos millones de estadounidenses, desdeñados por la élite que representa, actualmente, el Partido Demócrata, ya no tendrían nada que perder si ese 'establishment' les demuestra que siempre ganará, por la buena o por la mala, frente a ellas y ellos. Y no tener nada que perder es pariente cercano de la desesperación y el estallido iracundo

De nuevo, como en el caso de López Obrador, la pólvora no la puso Trump, sino una élite miope y cínica que, de tanto ver por su propio beneficio, no observaron que socavaban su propia permanencia. Otra cosa es que él encienda la mecha y, ya empezado el fuego, conduzca la hoguera en dirección a sus enemigos políticos, para que estos ardan.

Obviamente, la élite que patrocina a Biden, como aquellos que exigían a Peña imponer a Meade o dejar pasar a Anaya, para evitar la llegada de AMLO, les tiene sin cuidado cuánta sangre o cuántos tigres se suelten, porque solamente piensan en sus cuentas de banco en Suiza. Pero, si bien uno puede señalarle todos los defectos y las vllezas a Peña, indiscutiblemente, su actitud democrática ante la inminente derrota -la misma que tuvo Zedillo también en 2000-, evitó que en México se repitiera la historia que se vivió en 1911 y que tod@s conocemos. Ante una elección reñida ¿Biden tendrá la misma actitud o llevará a los Estados Unidos a un callejón sin salida con su propia versión del "haiga sido como haiga sido"?

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com