/ miércoles 22 de junio de 2022

Expediente Confidencial | Los jesuitas y el maldito país 'chaka' en que nos convertimos

Seguramente, a esta hora, usted ya lo sabe. Y si no, se lo platico: dos sacerdotes jesuitas, adultos mayores ambos, fueron asesinados, a sangre fría, por un sicario del Cártel de Sinaloa, en el poblado chihuahuense de Cerocahui.

El crimen, brutal, con una violencia a mansalva, se perpetró la tarde del lunes, aunque hasta ayer saltó a la palestra nacional.

Dos hechos, aparentemente aislados, habrían tejido la desgracia. El primero, a las 11:00 horas de ese día, cuando cuatro turistas, o aparentes turistas, ya no se sabe, dos hombres, una mujer y un menor de edad, fueron 'levantados' de un hotel.

Un par de horas más tarde, Pedro Eliodoro Palma, un guía de turistas que llevaba años trabajando en la región, era perseguido por un hombre armado que, de acuerdo con las autoridades, era José Noriel Portillo, alias 'El Chueco', un sanguinario cabecilla del citado cártel, que, con apenas 30 años, es un consumado criminal que aterroriza dicha zona.

Palma entró al templo donde estaban los sacerdotes jesuitas Joaquín César Mora Salazar, de 80 años, y Javier Campos Morales, de 78.

En una escena francamente macabra, el sicario asesinó a Palma en plena iglesia. Uno de los sacerdotes se acercó a darle la extremaunción y, en respuesta, lo mató también. Otro sacerdote intentó dialogar con él, calmarlo ¿La respuesta del criminal? Acribillarlo. Un tercer sacerdote, el único sobreviviente del episodio, fue dejado vivo, para transmitir una amenaza del criminal: que volvería para matar a todos, si alguien denunciaba lo sucedido.

Sin el menor atisbo de piedad, ni misericordia, 'El Chueco' ordenó que se llevaran los cadáveres de ambos sacerdotes, para que ni siquiera pudiesen darles debida sepultura.

Así el crimen, enseñoreado, empoderado, diabólico, de tantos 'abrazos' que recibe desde el poder.

Si Enrique Peña Nieto dejó su impronta en el cinismo con que, a partir de su gobierno, los políticos roban el erario público, ya sin el menor atisbo de vergüenza, la herencia de Andrés Manuel López Obrador habrá de ser, sin duda, una delincuencia que ya no tiene límites, que no tiene el menor pudor para asesinar y aplastar, que no conoce el miedo, que no teme ni a Dios.

No es solamente este episodio. Hablamos de un crimen que está metido en todo. Ahí está lo que ocurrió con las pollerías de Chilpancingo. Se trata de una delincuencia que a todos quiere extorsionar, que a todos quiere aplastar, que a todos quiere matar como seña de identidad de su poder, conseguido por obra y gracia de un presidente, de un partido político que, para gobernar, se metió en la cama con el diablo.

¿En serio creen los ingenuos que con legalizar las drogas esto se va a parar? ¡Claro que no! Los criminales ya probaron el poder y quieren más. O ahora ¿qué debería hacer la sociedad para tenerlos contentos? ¿De una vez legalizar también la trata, el tráfico de migrantes, la extorsión? ¿De una vez anular el Código Penal y dejarlos que hagan lo que quieran?

Pero más allá de lo que el gobierno deje o haya dejado de hacer, está una sociedad que lleva 10, 15 años, solapando una cultura criminal, tolerándola, admirándola.

Ahí están las narcoseries. Antes de vomitar asqueados por 'El Chueco', sería por demás importante que Televisa, TV Azteca, Univisión, Telemundo, Netflix, se vieran los pies ¡Desde esas empresas se encumbró a la cultura criminal en la psique colectiva! ¿No se vanagloriaba Ricardo Salinas Pliego del rating que tenía Rosario Tijeras? ¿No presumía Univisión su serie romantizando al 'Chapo' Guzmán? ¿Cuántos años, seguidos, emitió Telemundo, sin el menor pudor, series que hacían apología del crimen?

Y ni hablemos de las estaciones de radio, ¿cuántas dijeron "vamos a vetar los 'narcocorridos'"? ¿Cuántos no se burlaron cuando Chihuahua vetó los conciertos de corridos 'alterados'? ¿Cuántos no criticaban que Los Tucanes de Tijuana no pudieran cantar sus melodías ensalzando criminales, en Baja California? ¿Cuántos no decían que eran "expresiones artísticas" toda esa mierda?

Porque, más allá de que López Obrador, de que Morena, estén aliados con el crimen, lo cual se demuestra en los hechos, por si el presidente quiere alguna prueba, el asunto es que existe una buena parte de la población que observa complacida esa política de 'abrazos, no balazos'.

Guiado por los jilgueros del crimen, este país se desfiguró. Dejó de ser una nación de familias y de valores. Y antes de que algunos se confundan, aclaro, familias hay también LGBTQI+ y por valores nos referimos a la honestidad, al trabajo duro, al esfuerzo, a estudiar, a labrarse un futuro mediante un camino recto.

Esos jilgueros decían que esos valores eran cosa de "antes", que "ahora" debía haber otra visión. Pues claro, la visión de ellos, la del triunfo de la podredumbre.

Dejamos de ser un país de buenos que rechazaba a los malos, para convertirnos en un mugriento país 'chaka', que admira narcotraficantes, que ve narcoseries, que escucha 'corridos' y letras de reguetón donde se habla de consumir drogas como si fuesen refrescos...

Bueno, pues ahí están las consecuencias.

Este país dejó de llamarle malos a los malos. Ratas a las ratas. Mugre a la mugre.

Que tapales los ojitos en la foto; que ponle Juan 'N' sin el apellido; que el debido proceso, que los "derechos humanos".

Que no les digas "tecos", "cholos", "rateros".

Bien dijo Carlos Alazraki en su día: "Los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas"...

Si queremos salir algún día de esto, hay que dar marcha atrás, empezando por llamarle a las cosas por su nombre.

Yo siempre he admirado que en el semanario Zeta se siga poniendo el nombre completo de los detenidos. Así debe ser.

Pero no basta. Es hora de volverle a inculcar a nuestras hijas e hijos que las ratas no son respetables, sino que son materia de cañería.

Por darle tantos 'derechos' a los malos, resulta que los buenos nos hemos quedado sin ninguno...

¿Le parece viable?

De este gobierno no podemos esperar nada. Ahí está, para muestra, un arrebato de cinismo, uno más, con la invitación de Beatriz Gutiérrez Müeller, esposa del presidente, al cantante Eduin Caz, del Grupo Firme, a uno de sus 'Fandangos por la lectura', en Zitácuaro, Michoacán...

¡En Michoacán, que arde de narcoviolencia!

Ante mil estudiantes de primaria y secundaria, Caz interpretó sus canciones 'Ya supérame' y 'Yo ya no vuelvo contigo', que tiene estrofas tan 'edificantes' como la siguiente:

A tu nombre alzo mi copa

Porque dormiré con otra

Y tú soñaras conmigo

O esta:

Cuánto quieres que te pague

Solo quiero que te largues

Te lo doy en efectivo

Desgraciadamente, aquí no habrá un Nayib Bukele que nos venga a rescatar. Ojalá hubiera uno, pero no pasará. Al menos no pronto.

Lo que nos toca, como sociedad, es ser nosotros un Bukele en donde estemos: rechazar toda esa cultura, esa visión podrida del mundo, decirle a las cosas por su nombre. Nada de que lo malo ahora es bueno. Lo malo siempre es malo. So pena de que los tres sacerdotes jesuitas sean apenas los primeros y dolorosos clavos de un ataúd en el que habremos de enterrar al México que alguna vez fuimos.

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

Seguramente, a esta hora, usted ya lo sabe. Y si no, se lo platico: dos sacerdotes jesuitas, adultos mayores ambos, fueron asesinados, a sangre fría, por un sicario del Cártel de Sinaloa, en el poblado chihuahuense de Cerocahui.

El crimen, brutal, con una violencia a mansalva, se perpetró la tarde del lunes, aunque hasta ayer saltó a la palestra nacional.

Dos hechos, aparentemente aislados, habrían tejido la desgracia. El primero, a las 11:00 horas de ese día, cuando cuatro turistas, o aparentes turistas, ya no se sabe, dos hombres, una mujer y un menor de edad, fueron 'levantados' de un hotel.

Un par de horas más tarde, Pedro Eliodoro Palma, un guía de turistas que llevaba años trabajando en la región, era perseguido por un hombre armado que, de acuerdo con las autoridades, era José Noriel Portillo, alias 'El Chueco', un sanguinario cabecilla del citado cártel, que, con apenas 30 años, es un consumado criminal que aterroriza dicha zona.

Palma entró al templo donde estaban los sacerdotes jesuitas Joaquín César Mora Salazar, de 80 años, y Javier Campos Morales, de 78.

En una escena francamente macabra, el sicario asesinó a Palma en plena iglesia. Uno de los sacerdotes se acercó a darle la extremaunción y, en respuesta, lo mató también. Otro sacerdote intentó dialogar con él, calmarlo ¿La respuesta del criminal? Acribillarlo. Un tercer sacerdote, el único sobreviviente del episodio, fue dejado vivo, para transmitir una amenaza del criminal: que volvería para matar a todos, si alguien denunciaba lo sucedido.

Sin el menor atisbo de piedad, ni misericordia, 'El Chueco' ordenó que se llevaran los cadáveres de ambos sacerdotes, para que ni siquiera pudiesen darles debida sepultura.

Así el crimen, enseñoreado, empoderado, diabólico, de tantos 'abrazos' que recibe desde el poder.

Si Enrique Peña Nieto dejó su impronta en el cinismo con que, a partir de su gobierno, los políticos roban el erario público, ya sin el menor atisbo de vergüenza, la herencia de Andrés Manuel López Obrador habrá de ser, sin duda, una delincuencia que ya no tiene límites, que no tiene el menor pudor para asesinar y aplastar, que no conoce el miedo, que no teme ni a Dios.

No es solamente este episodio. Hablamos de un crimen que está metido en todo. Ahí está lo que ocurrió con las pollerías de Chilpancingo. Se trata de una delincuencia que a todos quiere extorsionar, que a todos quiere aplastar, que a todos quiere matar como seña de identidad de su poder, conseguido por obra y gracia de un presidente, de un partido político que, para gobernar, se metió en la cama con el diablo.

¿En serio creen los ingenuos que con legalizar las drogas esto se va a parar? ¡Claro que no! Los criminales ya probaron el poder y quieren más. O ahora ¿qué debería hacer la sociedad para tenerlos contentos? ¿De una vez legalizar también la trata, el tráfico de migrantes, la extorsión? ¿De una vez anular el Código Penal y dejarlos que hagan lo que quieran?

Pero más allá de lo que el gobierno deje o haya dejado de hacer, está una sociedad que lleva 10, 15 años, solapando una cultura criminal, tolerándola, admirándola.

Ahí están las narcoseries. Antes de vomitar asqueados por 'El Chueco', sería por demás importante que Televisa, TV Azteca, Univisión, Telemundo, Netflix, se vieran los pies ¡Desde esas empresas se encumbró a la cultura criminal en la psique colectiva! ¿No se vanagloriaba Ricardo Salinas Pliego del rating que tenía Rosario Tijeras? ¿No presumía Univisión su serie romantizando al 'Chapo' Guzmán? ¿Cuántos años, seguidos, emitió Telemundo, sin el menor pudor, series que hacían apología del crimen?

Y ni hablemos de las estaciones de radio, ¿cuántas dijeron "vamos a vetar los 'narcocorridos'"? ¿Cuántos no se burlaron cuando Chihuahua vetó los conciertos de corridos 'alterados'? ¿Cuántos no criticaban que Los Tucanes de Tijuana no pudieran cantar sus melodías ensalzando criminales, en Baja California? ¿Cuántos no decían que eran "expresiones artísticas" toda esa mierda?

Porque, más allá de que López Obrador, de que Morena, estén aliados con el crimen, lo cual se demuestra en los hechos, por si el presidente quiere alguna prueba, el asunto es que existe una buena parte de la población que observa complacida esa política de 'abrazos, no balazos'.

Guiado por los jilgueros del crimen, este país se desfiguró. Dejó de ser una nación de familias y de valores. Y antes de que algunos se confundan, aclaro, familias hay también LGBTQI+ y por valores nos referimos a la honestidad, al trabajo duro, al esfuerzo, a estudiar, a labrarse un futuro mediante un camino recto.

Esos jilgueros decían que esos valores eran cosa de "antes", que "ahora" debía haber otra visión. Pues claro, la visión de ellos, la del triunfo de la podredumbre.

Dejamos de ser un país de buenos que rechazaba a los malos, para convertirnos en un mugriento país 'chaka', que admira narcotraficantes, que ve narcoseries, que escucha 'corridos' y letras de reguetón donde se habla de consumir drogas como si fuesen refrescos...

Bueno, pues ahí están las consecuencias.

Este país dejó de llamarle malos a los malos. Ratas a las ratas. Mugre a la mugre.

Que tapales los ojitos en la foto; que ponle Juan 'N' sin el apellido; que el debido proceso, que los "derechos humanos".

Que no les digas "tecos", "cholos", "rateros".

Bien dijo Carlos Alazraki en su día: "Los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas"...

Si queremos salir algún día de esto, hay que dar marcha atrás, empezando por llamarle a las cosas por su nombre.

Yo siempre he admirado que en el semanario Zeta se siga poniendo el nombre completo de los detenidos. Así debe ser.

Pero no basta. Es hora de volverle a inculcar a nuestras hijas e hijos que las ratas no son respetables, sino que son materia de cañería.

Por darle tantos 'derechos' a los malos, resulta que los buenos nos hemos quedado sin ninguno...

¿Le parece viable?

De este gobierno no podemos esperar nada. Ahí está, para muestra, un arrebato de cinismo, uno más, con la invitación de Beatriz Gutiérrez Müeller, esposa del presidente, al cantante Eduin Caz, del Grupo Firme, a uno de sus 'Fandangos por la lectura', en Zitácuaro, Michoacán...

¡En Michoacán, que arde de narcoviolencia!

Ante mil estudiantes de primaria y secundaria, Caz interpretó sus canciones 'Ya supérame' y 'Yo ya no vuelvo contigo', que tiene estrofas tan 'edificantes' como la siguiente:

A tu nombre alzo mi copa

Porque dormiré con otra

Y tú soñaras conmigo

O esta:

Cuánto quieres que te pague

Solo quiero que te largues

Te lo doy en efectivo

Desgraciadamente, aquí no habrá un Nayib Bukele que nos venga a rescatar. Ojalá hubiera uno, pero no pasará. Al menos no pronto.

Lo que nos toca, como sociedad, es ser nosotros un Bukele en donde estemos: rechazar toda esa cultura, esa visión podrida del mundo, decirle a las cosas por su nombre. Nada de que lo malo ahora es bueno. Lo malo siempre es malo. So pena de que los tres sacerdotes jesuitas sean apenas los primeros y dolorosos clavos de un ataúd en el que habremos de enterrar al México que alguna vez fuimos.

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com