/ miércoles 5 de agosto de 2020

En Perspectiva | El PT y su corrupción en el Congreso

Al acercarse el próximo periodo legislativo en el Congreso de Unión, del que me enorgullece ser parte como diputado por Tijuana, entramos en la recta final de un proceso que inició en 2018 bajo una bandera que enarboló, por sobre todo, la transformación profunda que a la vida pública de este país le urgía.

Hartos estábamos de la forma y el fondo en el que la decisiones se habían tomado hasta el momento, pero particularmente de la más recientes camadas de legisladores que se enriquecieron enormemente bajo el manto que el cargo les daba.

El caso Lozoya y la cloaca que ha destapado es solo un botón para mostrar hasta qué punto la corrupción se impulsó tan sólo durante el sexenio pasado .

Sin embargo, a pesar de la victoria de la alianza Juntos Haremos Historia, persisten costumbres y mañas heredadas por algunos políticos que predican la Cuarta Transformación en el escaño, pero que tras bambalinas resultan iguales o peores que sus antecesores.

Hoy quiero aprovechar este espacio para denunciar lo que el Partido del Trabajo está haciendo en el Congreso. Durante los pasados meses, se ha empeñado en intentar comprar con incentivos económicos millonarios a compañeros diputados, especialmente de la bancada de la que formo parte, Encuentro Social.

Como bien lo ha denunciado el coordinador de nuestra bancada, Jorge Argüelles, el PT está buscando presidir la Mesa Directiva del Congreso a base de inflar artificialmente su número de escaños, que actualmente es de 43 y que necesita, por lo menos, llegar a 46 para reclamar la presidencia de la directiva.

Está actitud es deplorable, pues está faltando a la pluralidad y orden al que todas las fuerzas políticas nos suscribimos el 5 de septiembre de 2018, con un acuerdo fundacional que se adscribe al cumplimiento de la Ley Orgánica del Congreso, que explícitamente en su artículo 17 señala que la Mesa Directiva sea rotativa y de acuerdo al orden decreciente de los grupos parlamentarios.

Con la complacencia de Morena, la ambición del PT está siendo financiada con dinero apelando a la ambición de unos pocos legisladores, pues al fin y acabo solo necesitaría de 4 diputados más para aplicar un tecnicismo y presidir el Congreso.

Así, hago eco de un argumento esgrimido por mi coordinador Argüelles, quien atinadamente señaló que que a veces la corrupción es difícil de probar, como el mismo diputado del PT Fernández Noroña lo sabe bien, quien acusó siempre al exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, de estar vinculado con el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, pero nunca presentó pruebas.

Hoy sabemos que esas acusaciones eran ciertas.

El propio vicecoordinador del PT, Benjamin Robles Montoya, lo ha reconocido: “Nosotros no estamos buscando convertirnos en nada, pero conocemos el reglamento y si éste nos dice que tenemos los números para exigir lo que nos pudiese corresponder como una nueva tercera fuerza política, lo haremos”, declaró a un medio nacional.

La actitud gandalla del PT y su operación de “cachirules” es una muestra de que aún persisten comportamientos propios de una época en la que la corrupción era sostenida desde el régimen oficial, cuando se utilizaban los recursos públicos para alimentar la corrupción y ahogar el diálogo y la pluralidad que tanta falta le hacen a la vida democrática del país.

En medio de las crisis económica y de salud por las que atraviesa el país, es difícil y hasta irrelevante para muchos ciudadanos prestar atención a situaciones como las que hoy se viven en el Congreso , sin embargo, es vital para hacer notar este tipo de comportamientos, pues como bien lo ha probado la Historia, a la larga repercuten en perpetuar la corrupción y la llegada al poder de personas hipócritas.

Al acercarse el próximo periodo legislativo en el Congreso de Unión, del que me enorgullece ser parte como diputado por Tijuana, entramos en la recta final de un proceso que inició en 2018 bajo una bandera que enarboló, por sobre todo, la transformación profunda que a la vida pública de este país le urgía.

Hartos estábamos de la forma y el fondo en el que la decisiones se habían tomado hasta el momento, pero particularmente de la más recientes camadas de legisladores que se enriquecieron enormemente bajo el manto que el cargo les daba.

El caso Lozoya y la cloaca que ha destapado es solo un botón para mostrar hasta qué punto la corrupción se impulsó tan sólo durante el sexenio pasado .

Sin embargo, a pesar de la victoria de la alianza Juntos Haremos Historia, persisten costumbres y mañas heredadas por algunos políticos que predican la Cuarta Transformación en el escaño, pero que tras bambalinas resultan iguales o peores que sus antecesores.

Hoy quiero aprovechar este espacio para denunciar lo que el Partido del Trabajo está haciendo en el Congreso. Durante los pasados meses, se ha empeñado en intentar comprar con incentivos económicos millonarios a compañeros diputados, especialmente de la bancada de la que formo parte, Encuentro Social.

Como bien lo ha denunciado el coordinador de nuestra bancada, Jorge Argüelles, el PT está buscando presidir la Mesa Directiva del Congreso a base de inflar artificialmente su número de escaños, que actualmente es de 43 y que necesita, por lo menos, llegar a 46 para reclamar la presidencia de la directiva.

Está actitud es deplorable, pues está faltando a la pluralidad y orden al que todas las fuerzas políticas nos suscribimos el 5 de septiembre de 2018, con un acuerdo fundacional que se adscribe al cumplimiento de la Ley Orgánica del Congreso, que explícitamente en su artículo 17 señala que la Mesa Directiva sea rotativa y de acuerdo al orden decreciente de los grupos parlamentarios.

Con la complacencia de Morena, la ambición del PT está siendo financiada con dinero apelando a la ambición de unos pocos legisladores, pues al fin y acabo solo necesitaría de 4 diputados más para aplicar un tecnicismo y presidir el Congreso.

Así, hago eco de un argumento esgrimido por mi coordinador Argüelles, quien atinadamente señaló que que a veces la corrupción es difícil de probar, como el mismo diputado del PT Fernández Noroña lo sabe bien, quien acusó siempre al exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, de estar vinculado con el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, pero nunca presentó pruebas.

Hoy sabemos que esas acusaciones eran ciertas.

El propio vicecoordinador del PT, Benjamin Robles Montoya, lo ha reconocido: “Nosotros no estamos buscando convertirnos en nada, pero conocemos el reglamento y si éste nos dice que tenemos los números para exigir lo que nos pudiese corresponder como una nueva tercera fuerza política, lo haremos”, declaró a un medio nacional.

La actitud gandalla del PT y su operación de “cachirules” es una muestra de que aún persisten comportamientos propios de una época en la que la corrupción era sostenida desde el régimen oficial, cuando se utilizaban los recursos públicos para alimentar la corrupción y ahogar el diálogo y la pluralidad que tanta falta le hacen a la vida democrática del país.

En medio de las crisis económica y de salud por las que atraviesa el país, es difícil y hasta irrelevante para muchos ciudadanos prestar atención a situaciones como las que hoy se viven en el Congreso , sin embargo, es vital para hacer notar este tipo de comportamientos, pues como bien lo ha probado la Historia, a la larga repercuten en perpetuar la corrupción y la llegada al poder de personas hipócritas.