/ jueves 31 de diciembre de 2020

Expediente Confidencial | 2020 en una frase: “¿El 10% vale la pena?”

En memoria de las y los 5458 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19, pero, sobre todo, a la INCAPACIDAD de los gobiernos. Dedicado este texto también a todo el personal sanitario que se la está jugando, a diario. Y recordando que en TIJUANA MUEREN 21 DE CADA 100 ENFERMOS DE Covid-19, EN SAN DIEGO MUERE UNO DE CADA 100...

“Y ya no hay ninguna duda… Se está pudriendo esta basura”

Bersuit, “Se viene”

Sábado 14 de marzo: Anders Tegnell charla, vía correo electrónico, con Mika Salminen.

Tegnell es epidemiólogo y está al frente de la “respuesta” del gobierno sueco contra el Covid-19. Salminen ocupa el mismo cargo en Finlandia.

La conversación se extiende al domingo 15. Tegnell airea su estrategia para “frenar” al coronavirus: la inmunidad de rebaño.

-"Tenemos un punto a favor de mantener las escuelas abiertas: hacerlo con el fin de alcanzar la inmunidad del rebaño más rápidamente", dice Tegnell

-"También hemos pensado en eso. El espíritu de los niños propagará la infección", responde Salminen.

-“Probablemente más (que cerrándolas), en función de las proyecciones por edades que tenemos”.

-“Sí, pero nuestro modelador tiene estimaciones de que los contagios entre ancianos suben 10% si las dejamos abiertas”.

-“¿El 10% vale la pena?”.

Esa frase sintetiza, mejor que nada, el 2020.

A Tegnell, un científico, un médico, que hizo un juramento para salvar vidas, le parece, poca cosa, que muriese un 10% más de ancianos.

A día de hoy, cuando ya está plenamente demostrado que la inmunidad de rebaño no puede darse en el Covid-19, Tegnell insiste. Los “resultados” están a la vista: 90% de los muertos suecos en la pandemia son personas de 70 años o más.

Además, Tegnell rechaza los cubrebocas e instruyó al gobierno sueco para mantener abierto todo.

En cuanto detonó la pandemia, Tegnell metió a la ecuación a su mentor profesional, Johan Giesecke, otro médico y epidemiólogo, como asesor del gobierno.

Giesecke le cobró al erario hasta las entrevistas que daba en TV, mientras trabajaba, al mismo tiempo, como asesor de un fondo de pensiones (una afore en México). Y en tanto la pandemia azotaba a su país, aprovechó su cargo para promover un proyecto de su esposa y buscarle financiadores.

¿Quién está detrás de Tegnell y Giesecke? Los empresarios. El banquero Jacob Wallenberg -un Ricardo Salinas Pliego sueco- de manera preponderante.

¿Y quién les ha dado poder a Tegnell y Giesecke? El primer ministro Stefan Löfven, ex líder sindical y abanderado por el PSS, partido, supuestamente, “de izquierda”

Para mayo, cuando lo de Suecia ya era un escándalo, los patrocinadores de Tegnell y Giesecke quisieron lavarle la cara a su “estrategia”. Wallenberg salió a defenderla en el Financial Times, vocero por excelencia de banqueros, bolseros y especuladores internacionales. Luego, Hjalmar Didrikson hizo lo mismo en una nota de Forbes, que era un auténtico publirreportaje.

Wallenberg y Didrikson se escudaron en lo que se han escudado miles de empresarios alrededor del planeta: que, si hay restricciones por el Covid-19, crecerá la pobreza ¡Qué dura tienen la cara! Los que han generado miles de millones de pobres con sus políticas económicas, los que han enviado a miles de millones a la miseria para beneficiarse ellos y enriquecerse más, ¡ahora están preocupados por los pobres!

Pues no, lo único que les importa es no perder dinero con esas restricciones.

Esa historia, que parece tan mexicana, ocurrió en Suecia, en una nación que, supuestamente, era ejemplo de instrucción, de madurez cívica, de probidad.

Eso nos deja 2020: constatar que la podredumbre ya es mundial.

Y que esa podredumbre tiene nexos, puntos de coincidencia.

1.- Políticos vendiéndose al dinero de empresarios, tomando medidas que van en contra de su propio pueblo. Muchos de ellos, diciéndose de “izquierda” (López Obrador, Sánchez, Löfven). Ahora sabemos que defendían a la gente humilde para llegar al poder y, ya en la silla, traicionarla.

2.- Científicos y/o profesionistas del más alto nivel, vendiéndose al dinero de políticos, empresarios o ambos, pisoteando la más elemental ética. Lo mismo para hablar en favor del gobierno (López Gatell, Simón, Fauci), que en contra (Pitta y, otra vez, Fauci).

3.- Empresarios cuyo dinero no tiene contrapeso alguno. Todo lo compra y todo lo corrompe.

4.- Medios y “periodistas” dispuestos a ocultar la mugre de esas medidas o a justificarlas, a cambio, por supuesto, de dinero.

5.- La vida humana, ahora sí, no vale nada. No importa la pérdida de vidas para los “de arriba”, en aras del dinero. Pero tampoco importa para los “de abajo”. Están dispuestos a matar abuelos, madre, padre, hermanos, a cambio de ir a una fiesta para emborracharse. Una sociedad donde la vida no tiene importancia, está podrida.

Si, el 2020 hizo flotar la porquería. Y así llegamos al 2021. Mañana, 1 de enero, será igual y, con el tiempo, incluso peor ¿O le parece que estamos mejor que en 1991, 1999 o 2002?

VEINTENAS: Durante estas últimas seis décadas, la humanidad ha visto mutar la historia en ‘rebanadas’ de 20 años, asociadas a un cambio de gobierno en Estados Unidos.

El triunfo de John F. Kennedy, en 1960, marcó, sin duda, el fin de una era -los 30 años marcados por las causas, ocurrencia y consecuencias de la II Guerra Mundial-, donde el liberalismo se entronizó. No importa que Kennedy muriera pronto, esa línea se extendió con Johnson, la oposición a Nixon y Carter. Y en Reino Unido, con Wilson y Callaghan.

La victoria de Ronald Reagan, en 1980, inició la era de esplendor conservador. Se marcharon los hippies y arribó el orden, el libre comercio, la libertad en la ‘Cortina de Hierro’. Y en el Reino Unido, igual, con Margaret Hilda Thatcher, que aún permanece en la historia como la mejor y la más grande, y luego con Major. El arribo de Bill Clinton no cortó esta etapa, sino que fue un matiz.

El “triunfo” de George W. Bush, en 2000, marcó igualmente los siguientes 20 años, caracterizados por un terrorismo global -primero, Al Qaeda. Después, ISIS-; una injerencia subrepticia -con grilla y alentando ‘revoluciones de colores’, ya no con dictaduras auspiciadas- de Estados Unidos en la geopolítica; un nuevo choque cultural entre liberales y conservadores, así como el descredito del sistema electoral estadounidense -con Gore, Trump, Biden-. También, en torno al 2000, o en este, arribaron Putin, Chávez (1998), Erdoğan (2002) y Merkel (2005). Todos han marcado un estilo y una era en sus países y regiones, dejando su impronta a nivel global.

Y la “victoria” de Joe Biden, en 2020, supone el retorno del liberalismo al trono. Vuelven los hippies, pero ya sin pelo largo, sino ahora en plan de guerrilla urbana, como BLM o Antifa. Dejaron su retórica pacifista y ahora apuestan a la violencia, son mucho más peligrosos. Serán los lugartenientes del Partido Demócrata en el poder. Pero el conservadurismo peleará. Si los militares fueron la mano estadounidense para mecer la cuna global en sesentas y setentas, si el libre comercio lo fue en ochentas y noventas, si el terrorismo y las protestas sociales resultaron el método en este nuevo siglo, ¿qué estará por venir?

P.D.: Si algo nos pasa, es que quieren callarnos

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

En memoria de las y los 5458 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19, pero, sobre todo, a la INCAPACIDAD de los gobiernos. Dedicado este texto también a todo el personal sanitario que se la está jugando, a diario. Y recordando que en TIJUANA MUEREN 21 DE CADA 100 ENFERMOS DE Covid-19, EN SAN DIEGO MUERE UNO DE CADA 100...

“Y ya no hay ninguna duda… Se está pudriendo esta basura”

Bersuit, “Se viene”

Sábado 14 de marzo: Anders Tegnell charla, vía correo electrónico, con Mika Salminen.

Tegnell es epidemiólogo y está al frente de la “respuesta” del gobierno sueco contra el Covid-19. Salminen ocupa el mismo cargo en Finlandia.

La conversación se extiende al domingo 15. Tegnell airea su estrategia para “frenar” al coronavirus: la inmunidad de rebaño.

-"Tenemos un punto a favor de mantener las escuelas abiertas: hacerlo con el fin de alcanzar la inmunidad del rebaño más rápidamente", dice Tegnell

-"También hemos pensado en eso. El espíritu de los niños propagará la infección", responde Salminen.

-“Probablemente más (que cerrándolas), en función de las proyecciones por edades que tenemos”.

-“Sí, pero nuestro modelador tiene estimaciones de que los contagios entre ancianos suben 10% si las dejamos abiertas”.

-“¿El 10% vale la pena?”.

Esa frase sintetiza, mejor que nada, el 2020.

A Tegnell, un científico, un médico, que hizo un juramento para salvar vidas, le parece, poca cosa, que muriese un 10% más de ancianos.

A día de hoy, cuando ya está plenamente demostrado que la inmunidad de rebaño no puede darse en el Covid-19, Tegnell insiste. Los “resultados” están a la vista: 90% de los muertos suecos en la pandemia son personas de 70 años o más.

Además, Tegnell rechaza los cubrebocas e instruyó al gobierno sueco para mantener abierto todo.

En cuanto detonó la pandemia, Tegnell metió a la ecuación a su mentor profesional, Johan Giesecke, otro médico y epidemiólogo, como asesor del gobierno.

Giesecke le cobró al erario hasta las entrevistas que daba en TV, mientras trabajaba, al mismo tiempo, como asesor de un fondo de pensiones (una afore en México). Y en tanto la pandemia azotaba a su país, aprovechó su cargo para promover un proyecto de su esposa y buscarle financiadores.

¿Quién está detrás de Tegnell y Giesecke? Los empresarios. El banquero Jacob Wallenberg -un Ricardo Salinas Pliego sueco- de manera preponderante.

¿Y quién les ha dado poder a Tegnell y Giesecke? El primer ministro Stefan Löfven, ex líder sindical y abanderado por el PSS, partido, supuestamente, “de izquierda”

Para mayo, cuando lo de Suecia ya era un escándalo, los patrocinadores de Tegnell y Giesecke quisieron lavarle la cara a su “estrategia”. Wallenberg salió a defenderla en el Financial Times, vocero por excelencia de banqueros, bolseros y especuladores internacionales. Luego, Hjalmar Didrikson hizo lo mismo en una nota de Forbes, que era un auténtico publirreportaje.

Wallenberg y Didrikson se escudaron en lo que se han escudado miles de empresarios alrededor del planeta: que, si hay restricciones por el Covid-19, crecerá la pobreza ¡Qué dura tienen la cara! Los que han generado miles de millones de pobres con sus políticas económicas, los que han enviado a miles de millones a la miseria para beneficiarse ellos y enriquecerse más, ¡ahora están preocupados por los pobres!

Pues no, lo único que les importa es no perder dinero con esas restricciones.

Esa historia, que parece tan mexicana, ocurrió en Suecia, en una nación que, supuestamente, era ejemplo de instrucción, de madurez cívica, de probidad.

Eso nos deja 2020: constatar que la podredumbre ya es mundial.

Y que esa podredumbre tiene nexos, puntos de coincidencia.

1.- Políticos vendiéndose al dinero de empresarios, tomando medidas que van en contra de su propio pueblo. Muchos de ellos, diciéndose de “izquierda” (López Obrador, Sánchez, Löfven). Ahora sabemos que defendían a la gente humilde para llegar al poder y, ya en la silla, traicionarla.

2.- Científicos y/o profesionistas del más alto nivel, vendiéndose al dinero de políticos, empresarios o ambos, pisoteando la más elemental ética. Lo mismo para hablar en favor del gobierno (López Gatell, Simón, Fauci), que en contra (Pitta y, otra vez, Fauci).

3.- Empresarios cuyo dinero no tiene contrapeso alguno. Todo lo compra y todo lo corrompe.

4.- Medios y “periodistas” dispuestos a ocultar la mugre de esas medidas o a justificarlas, a cambio, por supuesto, de dinero.

5.- La vida humana, ahora sí, no vale nada. No importa la pérdida de vidas para los “de arriba”, en aras del dinero. Pero tampoco importa para los “de abajo”. Están dispuestos a matar abuelos, madre, padre, hermanos, a cambio de ir a una fiesta para emborracharse. Una sociedad donde la vida no tiene importancia, está podrida.

Si, el 2020 hizo flotar la porquería. Y así llegamos al 2021. Mañana, 1 de enero, será igual y, con el tiempo, incluso peor ¿O le parece que estamos mejor que en 1991, 1999 o 2002?

VEINTENAS: Durante estas últimas seis décadas, la humanidad ha visto mutar la historia en ‘rebanadas’ de 20 años, asociadas a un cambio de gobierno en Estados Unidos.

El triunfo de John F. Kennedy, en 1960, marcó, sin duda, el fin de una era -los 30 años marcados por las causas, ocurrencia y consecuencias de la II Guerra Mundial-, donde el liberalismo se entronizó. No importa que Kennedy muriera pronto, esa línea se extendió con Johnson, la oposición a Nixon y Carter. Y en Reino Unido, con Wilson y Callaghan.

La victoria de Ronald Reagan, en 1980, inició la era de esplendor conservador. Se marcharon los hippies y arribó el orden, el libre comercio, la libertad en la ‘Cortina de Hierro’. Y en el Reino Unido, igual, con Margaret Hilda Thatcher, que aún permanece en la historia como la mejor y la más grande, y luego con Major. El arribo de Bill Clinton no cortó esta etapa, sino que fue un matiz.

El “triunfo” de George W. Bush, en 2000, marcó igualmente los siguientes 20 años, caracterizados por un terrorismo global -primero, Al Qaeda. Después, ISIS-; una injerencia subrepticia -con grilla y alentando ‘revoluciones de colores’, ya no con dictaduras auspiciadas- de Estados Unidos en la geopolítica; un nuevo choque cultural entre liberales y conservadores, así como el descredito del sistema electoral estadounidense -con Gore, Trump, Biden-. También, en torno al 2000, o en este, arribaron Putin, Chávez (1998), Erdoğan (2002) y Merkel (2005). Todos han marcado un estilo y una era en sus países y regiones, dejando su impronta a nivel global.

Y la “victoria” de Joe Biden, en 2020, supone el retorno del liberalismo al trono. Vuelven los hippies, pero ya sin pelo largo, sino ahora en plan de guerrilla urbana, como BLM o Antifa. Dejaron su retórica pacifista y ahora apuestan a la violencia, son mucho más peligrosos. Serán los lugartenientes del Partido Demócrata en el poder. Pero el conservadurismo peleará. Si los militares fueron la mano estadounidense para mecer la cuna global en sesentas y setentas, si el libre comercio lo fue en ochentas y noventas, si el terrorismo y las protestas sociales resultaron el método en este nuevo siglo, ¿qué estará por venir?

P.D.: Si algo nos pasa, es que quieren callarnos

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com