/ viernes 28 de agosto de 2020

Expediente Confidencial | Cinco doritos (y tres Coca-Colas) después…

En memoria de los 3117 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y al mal actuar de las autoridades de salud, federales y estatales. En Tijuana, mueren 26 de cada 100 enfermos de Covid-19, 13 veces más que en San Diego


Para analizar las leyes antichatarra que Morena busca aprobar en las entidades federativas, debemos partir de tres puntos:

1.- Coca-Cola, Kellogg’s, Bimbo, Sabritas y otros SI HAN ENVENANDO A MÉXICO. Los números son claros y no mienten.

El periodista de investigación Michael Blanding reveló, en 2019, que México era el principal consumidor per cápita de Coca-Cola, a nivel mundial: 150 litros por año, frente a 100 de Estados Unidos y 25 en el resto del orbe. Pero el consumo llegaba a 821.25 litros anuales en Chiapas, donde, valiéndose de los caciques locales, a quienes les entregó concesiones, Coca-Cola reemplazo al aguardiente de caña en rituales místicos de las poblaciones indígenas.

Kantar WorldPanel refrenda el dato: en su estudio Brand Footprint 2018, el 98.6% de hogares mexicanos compró Coca-Cola en ese año. Las cinco marcas de productos más adquiridas fueron de esa empresa: Coca Cola, Del Valle, Agua Ciel, Fanta y Sprite. Cuatro tienen azúcar en cantidades excesivas.

Por el mismo camino va Sabritas. De acuerdo con el mismo estudio, las cuatro marcas de alimentos más compradas en México son Sabritas, Doritos, Ruffles y Cheetos. Un 31% del salario de los mexicanos se destina a la adquisición de botanas.

Igual pasa con Bimbo: 99.4% de los hogares mexicanos adquirieron sus productos, todos nefastos para el páncreas. Un análisis de la agencia publicitaria ProColombia, revelo que en México se consume un promedio de 157 mil toneladas de papas fritas, que dejan ingresos por tres mil 153 millones de dólares al año. Una mina de oro.

Pero esa mina de oro ha tenido funestas consecuencias: En 1993, el 5% de los mexicanos tenía diabetes (ENEC). Para 2000 había subido a 6% (ENSA). Pero la llegada a la presidencia de Vicente Fox, ex presidente de Coca-Cola en México, le dejo las manos libres a las empresas de alimentos chatarra. Los resultados saltaron a la vista: En 2004, el 11% de la población tenía diabetes y -ojo con este dato- esa cifra ya era superior en la frontera con Estados Unidos: 15% (Arredondo, 2004). Es decir que, mientras los siete años previos, la diabetes había crecido 1%, en solo cuatro con Fox prácticamente se duplicó. El propio ex mandatario aceptó que Coca-Cola dio donativos a su campaña presidencial.

Para 2015, el porcentaje de mexicanos con diabetes ya era de 15%, a nivel nacional. Y México ya era el segundo lugar mundial, solamente por detrás de Estados Unidos. En 1993, había 6 millones de mexicanos con diabetes (ENEC, Inegi). En 2019 ya eran 20.7 millones. En 26 años, la cifra de diabéticos aumentó 245%, 14.7 millones de personas enfermas más. Peor aún, el 30% de las niñas y los niños mexicanos registraban diabetes, el año pasado. La incidencia de diabetes infantil, de acuerdo con el IMSS, se triplicó entre 2016 y 2018.

En este punto, debe entenderse que medio litro de refresco o jugo contiene hasta 17 cucharaditas de azúcar ¿Se imagina usted comiendo una tras otra? Bueno, eso se bebe.

En el caso de las niñas y los niños, se ha dado una pinza mortal: aumentó su consumo de productos chatarra, pero también sus limitaciones para efectuar actividad física. Quienes fuimos niños en el siglo pasado, jugábamos por horas en parques y aún en la plena calle. Hoy en día, debido a la inseguridad que priva, es suicida dejar a una niña o un niño salir solo a la calle. Son abundantes los ejemplos de niñas y niños que, por salir solos tan solo una cuadra, terminan raptados por tratantes o violados y asesinados. Así, madres y padres han optado por encerrarlos en casa con videojuegos, tabletas, celulares o la TV (de ahí el inusitado éxito de series como Soy Luna en las clases medias y altas; o el hecho de que La Rosa de Guadalupe sea un programa cuantiosamente visto por menores de primaria y secundaria, en las clases bajas). Lamentablemente, no se le puede reprochar nada a esos paterfamilias: ¿quién les garantiza que su hija o hijo regresará a casa tras ir al parque?

2.- Dichas empresas están muy lejos de ser almas de la caridad o actuar limpiamente. Cuando empiezan a recibir críticas, sacan sus campañitas de responsabilidad social: que ponemos el parquecito en el pueblito de la sierra, que plantamos arbolitos, que hacemos jornadas de limpieza. Cosas que, habitualmente, hacen con voluntarios que, de gratis, les lavan la cara. Y si algo se gastan, es como quitarle un pelo a un gato.

Luego, compran a los políticos para que, cuando haya reformas que pretendan tocar su mina de oro, estas no sean aprobadas. Durante el sexenio de Peña Nieto, la senadora panista Marcela Torres intentó aumentar el impuesto a los refrescos. Incluso, generó una exposición fotográfica llamada “Obesidad y refrescos”. Por supuesto, su iniciativa fue bloqueada durante los seis años que Torres duró en la cámara alta. Y el grupo de medios y comentócratas aceitado por Femsa, Sabritas, Bimbo y un largo etcétera, se lanzó al cuello con el típico argumento: “Esa no es la solución”. Hoy que Morena está en plena cruzada contra los alimentos chatarra, es menester recordar a la panista Torres Peimbert, quien, en su lucha, enfrentó hasta a sus propios compañeros de partidos, aquellos senadores calderonistas y anayistas que Ernesto Ruffo bautizó tan bien como “la pus”. Si se hubiese aprobado la iniciativa de Marcela, quizás hoy tendríamos menos problemas con el Covid-19. Ya no lo sabremos. El hubiera no existe.

La razón central de porque el incremento en el consumo de refrescos elevó la diabetes a esos niveles, se debe a que las empresas de alimentos utilizan, cada vez más, el Jarabe de Maíz de Alta Fructuosa, un componente químico que permite endulzar más con menos dinero. Y el dinero es lo único que interesa a las empresas de alimentos chatarra, aún y cuando mueran millones.

La cantidad de porquería que nos metemos al cuerpo es aterradora. La asociación El Poder del Consumidor tiene una aplicación llamada Escáner Nutrimental. Bájela y, cuando vaya al súper, revise cuatro o cinco productos. Se va a quedar frío de ver lo que se come y bebe.

3.- Por supuesto que el repentino interés de Morena respecto a la prohibición de venta de alimentos chatarra a niñas y niños, está directamente relacionada con la búsqueda de un culpable para los catastróficos números que ha dejado la pandemia de Covid-19 en nuestro país: vamos, al parecer inexorablemente, hacia los 70 mil muertos. En la narrativa del viejo PRI, que es siempre utilizada por el gobierno lopezobradorista (desde su amor por Juárez hasta su alergia a la crítica), siempre hay que encontrar un culpable que, por supuesto, reemplace al gobierno en la silla de los acusados.

La pésima estrategia de no hacer pruebas, para no elevar las cifras de contagios y salir, políticamente, de puntitas del problema, no funcionó. López Gatell y el gobierno federal en general, imaginaron que serviría esa táctica porque creyeron que el Covid-19 sería como el AH1N1: una pandemia para la que se encontraría una cura rápida. Ya estamos casi en septiembre y esto no tiene salida (ayer AstraZeneca anunció que la vacuna llegaría a México ¡en abril de 2021! A Brasil le darán millones de dosis en diciembre ¿De qué sirvió la “heroica” intervención de Slim, entonces? ¿De a cómo fue el negocio que hizo el amigo del ´presi’?).

No se puede criticar que se prohíba la venta de alimentos chatarra en las escuelas. Mucho menos que en la Ciudad de México se discuta poner multas de 30 mil pesos a quien le venda esos auténticos venenos a niñas y niños. Es un buen primer paso, pero con un enorme talón de Aquiles: no hay -no podría haber, jurídicamente- castigo para madres y padres que entren, compren ellos, mayores de edad, unos Cheetos, y se los entreguen inmediatamente a su hija o hijo ¿Disminuirá el consumo de alimentos chatarras en niñas y niños? Si ¿Cuánto? Evidentemente, no lo suficiente.

Por otra parte, gran parte del problema de la diabetes en México ya está en adultos. Son prediabéticos que no lo saben y, si le siguen metiendo al azúcar y las grasas, pronto serán diabéticos sin el ‘pre’. Ese flanco no lo tocan esas reformas. Por ello, se hace necesario un complemento: subir los impuestos a los alimentos chatarra. Si una Coca-Cola de tres litros costara 100 pesos ¿cuánta gente seguiría comprándola con la frecuencia que lo hace?

¿Educar a la gente? Eso tarda décadas, máxime en un país como el nuestro. Además, el comer sano trae aparejado otro problema: se requiere dinero. Haga la prueba en el súper y verá como entre más azúcar y grasas tiene un producto, más barato es. Lo primero que se necesita para que la población deje de consumir chatarra es que los productos más sanos sean más baratos que los más dañinos. Se puede educar a la gente, pero, al mismo tiempo, darle con el mazo fiscal a los productos chatarra.

Luego, es muy fácil ser ‘fit’ siendo rico. El pudiente le pide a la sirvienta que le haga una ensalada, no repara en lo que cuestan las frutas y verduras, ni en el tiempo que se lleva cocinarlas. Se sienta a la mesa y está todo listo. En vez de comer pan blanco Bimbo con 8 gramos de azúcar, de 32 pesos, adquiere su pan Ezekiel con cero gramos, de 150 pesos. Eso es lo que no está viendo Morena: hay que castigar a los productos chatarra como se castigó, hace años, a los cigarros.

Respecto a la actividad física, es un cuento generado por las empresas de alimentos chatarra ¿Habrá actividad física más intensa que la de un albañil? ¿Se podrá transpirar más en un gimnasio o dándole vueltas al parque que cargando tabiques, al rayo del sol? ¿Se podrán quemar más calorías en una caminadora o en ocho horas de calor quemante haciendo un trabajo totalmente físico? ¿Por qué, entonces, hay albañiles diabéticos y no pocos? Respuesta: Porque se toman tres litros de Coca-Cola al día y la cantidad de azúcar que se meten no la puede quemar ni Dios padre. Por todo eso y más, que vengan las leyes antichatarra. Esas y más.

Perro del mal: El israelí Tal Zaks, director científico de Moderna, con el cinismo que solamente puede tener un capitalista salvaje, advirtió que quien desee la vacuna contra el Covid-19 que desarrolla dicho laboratorio (“mi vacuna”, la llamó), deberá pagar 60 dólares por cada una, frente a los tres o cuatro que cobrarán AstraZeneca o Johnson & Johnson. Eso, a pesar de que recibió una “ayudita” de 536 millones de dólares del gobierno estadounidense. “Quizá otras empresas pueden ofrecer sus vacunas gratis: es su elección. Pero no creo que haya que esperar de nosotros eso”, dijo Zaks, quien advirtió, eso sí, que para garantizar inmunidad, hay que ponerse dos dosis de su vacuna. Vaya que si los hay caraduras

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

En memoria de los 3117 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y al mal actuar de las autoridades de salud, federales y estatales. En Tijuana, mueren 26 de cada 100 enfermos de Covid-19, 13 veces más que en San Diego


Para analizar las leyes antichatarra que Morena busca aprobar en las entidades federativas, debemos partir de tres puntos:

1.- Coca-Cola, Kellogg’s, Bimbo, Sabritas y otros SI HAN ENVENANDO A MÉXICO. Los números son claros y no mienten.

El periodista de investigación Michael Blanding reveló, en 2019, que México era el principal consumidor per cápita de Coca-Cola, a nivel mundial: 150 litros por año, frente a 100 de Estados Unidos y 25 en el resto del orbe. Pero el consumo llegaba a 821.25 litros anuales en Chiapas, donde, valiéndose de los caciques locales, a quienes les entregó concesiones, Coca-Cola reemplazo al aguardiente de caña en rituales místicos de las poblaciones indígenas.

Kantar WorldPanel refrenda el dato: en su estudio Brand Footprint 2018, el 98.6% de hogares mexicanos compró Coca-Cola en ese año. Las cinco marcas de productos más adquiridas fueron de esa empresa: Coca Cola, Del Valle, Agua Ciel, Fanta y Sprite. Cuatro tienen azúcar en cantidades excesivas.

Por el mismo camino va Sabritas. De acuerdo con el mismo estudio, las cuatro marcas de alimentos más compradas en México son Sabritas, Doritos, Ruffles y Cheetos. Un 31% del salario de los mexicanos se destina a la adquisición de botanas.

Igual pasa con Bimbo: 99.4% de los hogares mexicanos adquirieron sus productos, todos nefastos para el páncreas. Un análisis de la agencia publicitaria ProColombia, revelo que en México se consume un promedio de 157 mil toneladas de papas fritas, que dejan ingresos por tres mil 153 millones de dólares al año. Una mina de oro.

Pero esa mina de oro ha tenido funestas consecuencias: En 1993, el 5% de los mexicanos tenía diabetes (ENEC). Para 2000 había subido a 6% (ENSA). Pero la llegada a la presidencia de Vicente Fox, ex presidente de Coca-Cola en México, le dejo las manos libres a las empresas de alimentos chatarra. Los resultados saltaron a la vista: En 2004, el 11% de la población tenía diabetes y -ojo con este dato- esa cifra ya era superior en la frontera con Estados Unidos: 15% (Arredondo, 2004). Es decir que, mientras los siete años previos, la diabetes había crecido 1%, en solo cuatro con Fox prácticamente se duplicó. El propio ex mandatario aceptó que Coca-Cola dio donativos a su campaña presidencial.

Para 2015, el porcentaje de mexicanos con diabetes ya era de 15%, a nivel nacional. Y México ya era el segundo lugar mundial, solamente por detrás de Estados Unidos. En 1993, había 6 millones de mexicanos con diabetes (ENEC, Inegi). En 2019 ya eran 20.7 millones. En 26 años, la cifra de diabéticos aumentó 245%, 14.7 millones de personas enfermas más. Peor aún, el 30% de las niñas y los niños mexicanos registraban diabetes, el año pasado. La incidencia de diabetes infantil, de acuerdo con el IMSS, se triplicó entre 2016 y 2018.

En este punto, debe entenderse que medio litro de refresco o jugo contiene hasta 17 cucharaditas de azúcar ¿Se imagina usted comiendo una tras otra? Bueno, eso se bebe.

En el caso de las niñas y los niños, se ha dado una pinza mortal: aumentó su consumo de productos chatarra, pero también sus limitaciones para efectuar actividad física. Quienes fuimos niños en el siglo pasado, jugábamos por horas en parques y aún en la plena calle. Hoy en día, debido a la inseguridad que priva, es suicida dejar a una niña o un niño salir solo a la calle. Son abundantes los ejemplos de niñas y niños que, por salir solos tan solo una cuadra, terminan raptados por tratantes o violados y asesinados. Así, madres y padres han optado por encerrarlos en casa con videojuegos, tabletas, celulares o la TV (de ahí el inusitado éxito de series como Soy Luna en las clases medias y altas; o el hecho de que La Rosa de Guadalupe sea un programa cuantiosamente visto por menores de primaria y secundaria, en las clases bajas). Lamentablemente, no se le puede reprochar nada a esos paterfamilias: ¿quién les garantiza que su hija o hijo regresará a casa tras ir al parque?

2.- Dichas empresas están muy lejos de ser almas de la caridad o actuar limpiamente. Cuando empiezan a recibir críticas, sacan sus campañitas de responsabilidad social: que ponemos el parquecito en el pueblito de la sierra, que plantamos arbolitos, que hacemos jornadas de limpieza. Cosas que, habitualmente, hacen con voluntarios que, de gratis, les lavan la cara. Y si algo se gastan, es como quitarle un pelo a un gato.

Luego, compran a los políticos para que, cuando haya reformas que pretendan tocar su mina de oro, estas no sean aprobadas. Durante el sexenio de Peña Nieto, la senadora panista Marcela Torres intentó aumentar el impuesto a los refrescos. Incluso, generó una exposición fotográfica llamada “Obesidad y refrescos”. Por supuesto, su iniciativa fue bloqueada durante los seis años que Torres duró en la cámara alta. Y el grupo de medios y comentócratas aceitado por Femsa, Sabritas, Bimbo y un largo etcétera, se lanzó al cuello con el típico argumento: “Esa no es la solución”. Hoy que Morena está en plena cruzada contra los alimentos chatarra, es menester recordar a la panista Torres Peimbert, quien, en su lucha, enfrentó hasta a sus propios compañeros de partidos, aquellos senadores calderonistas y anayistas que Ernesto Ruffo bautizó tan bien como “la pus”. Si se hubiese aprobado la iniciativa de Marcela, quizás hoy tendríamos menos problemas con el Covid-19. Ya no lo sabremos. El hubiera no existe.

La razón central de porque el incremento en el consumo de refrescos elevó la diabetes a esos niveles, se debe a que las empresas de alimentos utilizan, cada vez más, el Jarabe de Maíz de Alta Fructuosa, un componente químico que permite endulzar más con menos dinero. Y el dinero es lo único que interesa a las empresas de alimentos chatarra, aún y cuando mueran millones.

La cantidad de porquería que nos metemos al cuerpo es aterradora. La asociación El Poder del Consumidor tiene una aplicación llamada Escáner Nutrimental. Bájela y, cuando vaya al súper, revise cuatro o cinco productos. Se va a quedar frío de ver lo que se come y bebe.

3.- Por supuesto que el repentino interés de Morena respecto a la prohibición de venta de alimentos chatarra a niñas y niños, está directamente relacionada con la búsqueda de un culpable para los catastróficos números que ha dejado la pandemia de Covid-19 en nuestro país: vamos, al parecer inexorablemente, hacia los 70 mil muertos. En la narrativa del viejo PRI, que es siempre utilizada por el gobierno lopezobradorista (desde su amor por Juárez hasta su alergia a la crítica), siempre hay que encontrar un culpable que, por supuesto, reemplace al gobierno en la silla de los acusados.

La pésima estrategia de no hacer pruebas, para no elevar las cifras de contagios y salir, políticamente, de puntitas del problema, no funcionó. López Gatell y el gobierno federal en general, imaginaron que serviría esa táctica porque creyeron que el Covid-19 sería como el AH1N1: una pandemia para la que se encontraría una cura rápida. Ya estamos casi en septiembre y esto no tiene salida (ayer AstraZeneca anunció que la vacuna llegaría a México ¡en abril de 2021! A Brasil le darán millones de dosis en diciembre ¿De qué sirvió la “heroica” intervención de Slim, entonces? ¿De a cómo fue el negocio que hizo el amigo del ´presi’?).

No se puede criticar que se prohíba la venta de alimentos chatarra en las escuelas. Mucho menos que en la Ciudad de México se discuta poner multas de 30 mil pesos a quien le venda esos auténticos venenos a niñas y niños. Es un buen primer paso, pero con un enorme talón de Aquiles: no hay -no podría haber, jurídicamente- castigo para madres y padres que entren, compren ellos, mayores de edad, unos Cheetos, y se los entreguen inmediatamente a su hija o hijo ¿Disminuirá el consumo de alimentos chatarras en niñas y niños? Si ¿Cuánto? Evidentemente, no lo suficiente.

Por otra parte, gran parte del problema de la diabetes en México ya está en adultos. Son prediabéticos que no lo saben y, si le siguen metiendo al azúcar y las grasas, pronto serán diabéticos sin el ‘pre’. Ese flanco no lo tocan esas reformas. Por ello, se hace necesario un complemento: subir los impuestos a los alimentos chatarra. Si una Coca-Cola de tres litros costara 100 pesos ¿cuánta gente seguiría comprándola con la frecuencia que lo hace?

¿Educar a la gente? Eso tarda décadas, máxime en un país como el nuestro. Además, el comer sano trae aparejado otro problema: se requiere dinero. Haga la prueba en el súper y verá como entre más azúcar y grasas tiene un producto, más barato es. Lo primero que se necesita para que la población deje de consumir chatarra es que los productos más sanos sean más baratos que los más dañinos. Se puede educar a la gente, pero, al mismo tiempo, darle con el mazo fiscal a los productos chatarra.

Luego, es muy fácil ser ‘fit’ siendo rico. El pudiente le pide a la sirvienta que le haga una ensalada, no repara en lo que cuestan las frutas y verduras, ni en el tiempo que se lleva cocinarlas. Se sienta a la mesa y está todo listo. En vez de comer pan blanco Bimbo con 8 gramos de azúcar, de 32 pesos, adquiere su pan Ezekiel con cero gramos, de 150 pesos. Eso es lo que no está viendo Morena: hay que castigar a los productos chatarra como se castigó, hace años, a los cigarros.

Respecto a la actividad física, es un cuento generado por las empresas de alimentos chatarra ¿Habrá actividad física más intensa que la de un albañil? ¿Se podrá transpirar más en un gimnasio o dándole vueltas al parque que cargando tabiques, al rayo del sol? ¿Se podrán quemar más calorías en una caminadora o en ocho horas de calor quemante haciendo un trabajo totalmente físico? ¿Por qué, entonces, hay albañiles diabéticos y no pocos? Respuesta: Porque se toman tres litros de Coca-Cola al día y la cantidad de azúcar que se meten no la puede quemar ni Dios padre. Por todo eso y más, que vengan las leyes antichatarra. Esas y más.

Perro del mal: El israelí Tal Zaks, director científico de Moderna, con el cinismo que solamente puede tener un capitalista salvaje, advirtió que quien desee la vacuna contra el Covid-19 que desarrolla dicho laboratorio (“mi vacuna”, la llamó), deberá pagar 60 dólares por cada una, frente a los tres o cuatro que cobrarán AstraZeneca o Johnson & Johnson. Eso, a pesar de que recibió una “ayudita” de 536 millones de dólares del gobierno estadounidense. “Quizá otras empresas pueden ofrecer sus vacunas gratis: es su elección. Pero no creo que haya que esperar de nosotros eso”, dijo Zaks, quien advirtió, eso sí, que para garantizar inmunidad, hay que ponerse dos dosis de su vacuna. Vaya que si los hay caraduras

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com