/ sábado 19 de junio de 2021

Expediente Confidencial | Fútbol y vida: De la cenicienta amarilla a la hermanastra azul

Con el final de ciclo 2020-21, el fútbol asistió a dos fiestas, donde sendos equipos se coronaron campeones generando explosiones emotivas

La primera, fue protagonizada por el Villarreal, equipo cuya sede es un pequeño poblado muy cercano a Valencia, una de las ciudades españolas más importantes. El ‘submarino amarillo’, como es conocido por el tono de su uniforme, logró el primer título de su historia y fue internacional: la Europa League, venciendo a un grande de todos los tiempos, como el Manchester United.

En 2006, un Villarreal potenciado por los argentinos Juan Román Riquelme y Juan Pablo Sorín, jugadores que habían sido desechados por el Barcelona -algo similar a lo ocurrido con Luis Suárez en la actualidad-, se quedó a un gol de ir a la final de la Liga de Campeones. Desde entonces, pasaron 15 años, donde el equipo se vino abajo, descendió a segunda división, regresó a la primera y, finalmente, encontró otra cita con la historia…

Este punto es importante entenderlo, para aquilatar el valor del triunfo villarrealista. El fútbol es una infinita analogía de la vida y, como tal, igual que en la existencia misma, para los modestos hay muy pocas citas con la historia, muy escasas grandes noches y, cuando se pierde una, cuesta muchísimo abrir otra ventana de oportunidad, a diferencia de lo que sucede con los equipos potentados, que cada año tienen esas opciones.

Y como sufre una persona humilde, modesta, para llegar a la cima, porque le cuesta el doble, o el triple, o el cuádruple, que al rico, así el Villarreal debió enfrentar un viacrucis de 90 minutos de juego regular, 30 más de tiempos extras y 11 penales. Ninguno de los 10 jugadores de campo falló el suyo. Vinieron entonces los porteros y, mientras el amarillo acertó, el rojo erró.

La Europa League es limbo y purgatorio, a la vez, para el balompié de clubes en el viejo continente. Limbo para los equipos modestos, porque es una especie de segunda división de la Liga de Campeones, que para muchas escuadras es su meta, producto de la infinita desigualdad financiera entre clubes, por lo que, al igual que en la vida, hay quienes, por más que se esfuercen, solamente llegarán a tocar el techo del limbo, que es el suelo del cielo. Pero también es purgatorio para equipos grandes en etapas decadentes -siempre pasajeras-, producto de sus vicios y/o excesos. Por ahí pueden penar Inter, Roma, Manchester United, Arsenal, pagando culpas. Al final, siempre escapan y vuelven a la élite. Ya se sabe, más le queda al rico cuando empobrece…

Y también es purgatorio de técnicos que, si hacen la tarea, pueden salir del callejón y volver al bulevar. Julen Lopetegui, cuya ambición lo hizo quebrar su relación con la selección española, a punto de iniciar el mundial de Rusia, para irse al Real Madrid y fracasar, el año pasado purgó sus pecados y alcanzó la gloria con el Sevilla. Este año fue otro español, Unai Emery, quien, hace años, tuvo su oportunidad de grandeza, primero con el PSG, echándola por la borda cuando el Barcelona le sacó una eliminatoria que tenía ganada, luego, con el Arsenal, donde jamás calzó bien. Emery, quien es el director técnico con más títulos en la Europa League, volvió al torneo que lo hizo grande, como el hijo pródigo.

En ese contexto, el Villarreal fue una cenicienta vestida de amarillo que, como en filme deportivo de Hollywood, llegó, de la mano de un técnico con recuerdos de gloria y presente de sobrevivencia, al triunfo.

Mientras, aquí, el Cruz Azul salió campeón tras 24 años. A sus aficionados no les importaba el cómo, sino el cuándo. De ahí su felicidad, producto de la paz que propicia el fin de la desesperación y la exasperación.

Pero resulta insoslayable que, a diferencia del villarrealista, el cetro cruzazulino tuvo el impulso, siempre invisible en las formas, pero visible en los hechos, del ‘establishment’. Un gol ilegítimo, validado desde lo alto del estadio, sin admitir revisión ninguna, exhibe claramente que el decreto fue la estrategia que les faltó a los equipos celestes que no pudieron obtener la corona en 24 largos años.

Una nueva directiva, que la polémica Unidad de Inteligencia Financiera de Santiago Nieto llevó a hombros al control de la cementera homónima, necesitaba algo que pudiéramos calificar de ‘quinazo’ deportivo, para afianzarse ¿Algo mejor que un título que termine 24 años sin campeonatos?

Y no es que los anteriores directivos, encabezados por el ahora prófugo ‘Billy’ Álvarez, hayan sido buenos. En Cruz Azul, la empresa, todo viso de decencia murió en 1988, con la entronización de los júniors Álvarez, aunque, durante años, se disimulara bien el carnaval, como en toda familia rica que presume decencia y caridad, mientras de sus bóvedas y closets emana pestilencia.

Pero emular la historia del Necaxa, “equipo de la década” mientras su fan más importante, un tal Ernesto Zedillo, ocupaba la presidencia del país, no es un nuevo inicio para el Cruz Azul, sino una vuelta de tuerca en su grotesca tragicomedia, aunque esta sea indolora, momentáneamente, gracias al analgésico fervor del título. Se fueron los amigos del anterior régimen, llegaron los del nuevo

Así, mientras el Villarreal fue una cenicienta amarilla, que luchó, hasta de más, por su noche de gloria, el Cruz Azul fue la hermanastra a quien le calzan, forzadamente, la zapatilla ¿Y alguien dice que el fútbol no es como la vida?

EURO: Todo lo relevante de la Eurocopa, hasta ahora, se ha relacionado con Dinamarca. Primero, con el shockeante episodio de Christian Eriksen, resucitado en plena cancha. Los medios mal disimularon el morbo. Las redes, en México, con esa picardía para algunos chispeante y para otros chocante, encontraron que el caso del danés emulaba al de ‘El Zombi’, personaje de ‘Club de Cuervos’, serie que retrata, a pie juntillas, el balompié nacional. Y a mitad de semana, otra vez fueron los daneses quienes protagonizaron el que, de momento, al menos, es el mejor juego de la competencia, frente a una Bélgica trepidante, ante un estadio lleno en Copenhague, viñeta posible, igual que la salvación de Eriksen, gracias a un sistema de salud como el que tiene dicha nación escandinava. El mismo que, según nuestro presidente, igualaría México bajo su mando, en algo que sería un mal chiste, si no fuera porque 300 mil fallecidos de Covid-19 lo enmarcan, convirtiéndolo en tragedia.

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

Con el final de ciclo 2020-21, el fútbol asistió a dos fiestas, donde sendos equipos se coronaron campeones generando explosiones emotivas

La primera, fue protagonizada por el Villarreal, equipo cuya sede es un pequeño poblado muy cercano a Valencia, una de las ciudades españolas más importantes. El ‘submarino amarillo’, como es conocido por el tono de su uniforme, logró el primer título de su historia y fue internacional: la Europa League, venciendo a un grande de todos los tiempos, como el Manchester United.

En 2006, un Villarreal potenciado por los argentinos Juan Román Riquelme y Juan Pablo Sorín, jugadores que habían sido desechados por el Barcelona -algo similar a lo ocurrido con Luis Suárez en la actualidad-, se quedó a un gol de ir a la final de la Liga de Campeones. Desde entonces, pasaron 15 años, donde el equipo se vino abajo, descendió a segunda división, regresó a la primera y, finalmente, encontró otra cita con la historia…

Este punto es importante entenderlo, para aquilatar el valor del triunfo villarrealista. El fútbol es una infinita analogía de la vida y, como tal, igual que en la existencia misma, para los modestos hay muy pocas citas con la historia, muy escasas grandes noches y, cuando se pierde una, cuesta muchísimo abrir otra ventana de oportunidad, a diferencia de lo que sucede con los equipos potentados, que cada año tienen esas opciones.

Y como sufre una persona humilde, modesta, para llegar a la cima, porque le cuesta el doble, o el triple, o el cuádruple, que al rico, así el Villarreal debió enfrentar un viacrucis de 90 minutos de juego regular, 30 más de tiempos extras y 11 penales. Ninguno de los 10 jugadores de campo falló el suyo. Vinieron entonces los porteros y, mientras el amarillo acertó, el rojo erró.

La Europa League es limbo y purgatorio, a la vez, para el balompié de clubes en el viejo continente. Limbo para los equipos modestos, porque es una especie de segunda división de la Liga de Campeones, que para muchas escuadras es su meta, producto de la infinita desigualdad financiera entre clubes, por lo que, al igual que en la vida, hay quienes, por más que se esfuercen, solamente llegarán a tocar el techo del limbo, que es el suelo del cielo. Pero también es purgatorio para equipos grandes en etapas decadentes -siempre pasajeras-, producto de sus vicios y/o excesos. Por ahí pueden penar Inter, Roma, Manchester United, Arsenal, pagando culpas. Al final, siempre escapan y vuelven a la élite. Ya se sabe, más le queda al rico cuando empobrece…

Y también es purgatorio de técnicos que, si hacen la tarea, pueden salir del callejón y volver al bulevar. Julen Lopetegui, cuya ambición lo hizo quebrar su relación con la selección española, a punto de iniciar el mundial de Rusia, para irse al Real Madrid y fracasar, el año pasado purgó sus pecados y alcanzó la gloria con el Sevilla. Este año fue otro español, Unai Emery, quien, hace años, tuvo su oportunidad de grandeza, primero con el PSG, echándola por la borda cuando el Barcelona le sacó una eliminatoria que tenía ganada, luego, con el Arsenal, donde jamás calzó bien. Emery, quien es el director técnico con más títulos en la Europa League, volvió al torneo que lo hizo grande, como el hijo pródigo.

En ese contexto, el Villarreal fue una cenicienta vestida de amarillo que, como en filme deportivo de Hollywood, llegó, de la mano de un técnico con recuerdos de gloria y presente de sobrevivencia, al triunfo.

Mientras, aquí, el Cruz Azul salió campeón tras 24 años. A sus aficionados no les importaba el cómo, sino el cuándo. De ahí su felicidad, producto de la paz que propicia el fin de la desesperación y la exasperación.

Pero resulta insoslayable que, a diferencia del villarrealista, el cetro cruzazulino tuvo el impulso, siempre invisible en las formas, pero visible en los hechos, del ‘establishment’. Un gol ilegítimo, validado desde lo alto del estadio, sin admitir revisión ninguna, exhibe claramente que el decreto fue la estrategia que les faltó a los equipos celestes que no pudieron obtener la corona en 24 largos años.

Una nueva directiva, que la polémica Unidad de Inteligencia Financiera de Santiago Nieto llevó a hombros al control de la cementera homónima, necesitaba algo que pudiéramos calificar de ‘quinazo’ deportivo, para afianzarse ¿Algo mejor que un título que termine 24 años sin campeonatos?

Y no es que los anteriores directivos, encabezados por el ahora prófugo ‘Billy’ Álvarez, hayan sido buenos. En Cruz Azul, la empresa, todo viso de decencia murió en 1988, con la entronización de los júniors Álvarez, aunque, durante años, se disimulara bien el carnaval, como en toda familia rica que presume decencia y caridad, mientras de sus bóvedas y closets emana pestilencia.

Pero emular la historia del Necaxa, “equipo de la década” mientras su fan más importante, un tal Ernesto Zedillo, ocupaba la presidencia del país, no es un nuevo inicio para el Cruz Azul, sino una vuelta de tuerca en su grotesca tragicomedia, aunque esta sea indolora, momentáneamente, gracias al analgésico fervor del título. Se fueron los amigos del anterior régimen, llegaron los del nuevo

Así, mientras el Villarreal fue una cenicienta amarilla, que luchó, hasta de más, por su noche de gloria, el Cruz Azul fue la hermanastra a quien le calzan, forzadamente, la zapatilla ¿Y alguien dice que el fútbol no es como la vida?

EURO: Todo lo relevante de la Eurocopa, hasta ahora, se ha relacionado con Dinamarca. Primero, con el shockeante episodio de Christian Eriksen, resucitado en plena cancha. Los medios mal disimularon el morbo. Las redes, en México, con esa picardía para algunos chispeante y para otros chocante, encontraron que el caso del danés emulaba al de ‘El Zombi’, personaje de ‘Club de Cuervos’, serie que retrata, a pie juntillas, el balompié nacional. Y a mitad de semana, otra vez fueron los daneses quienes protagonizaron el que, de momento, al menos, es el mejor juego de la competencia, frente a una Bélgica trepidante, ante un estadio lleno en Copenhague, viñeta posible, igual que la salvación de Eriksen, gracias a un sistema de salud como el que tiene dicha nación escandinava. El mismo que, según nuestro presidente, igualaría México bajo su mando, en algo que sería un mal chiste, si no fuera porque 300 mil fallecidos de Covid-19 lo enmarcan, convirtiéndolo en tragedia.

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com