/ martes 28 de abril de 2020

Expediente Confidencial | La ignorancia, la ambición y la necesidad, van a matar más que el coronavirus

Se vienen días aciagos. En unas semanas, si no es que días, tanto la ignorancia como la ambición y la necesidad, habrán de ahondar la pandemia de Covid-19 en el mundo. Y nuestro país no va a ser la excepción.

Del #quedateencasa insistente, el gobierno federal y sus satélites morenistas locales mutarán, en unos días, a otro discurso: el de “ya superamos la pandemia”, “ya pasó lo peor” y hay que “regresar a la normalidad”.

Las razones para este cambio que pronto veremos son dos: una, que el confinamiento en nuestras casas es impopular entre las capas más ignorantes de la sociedad. Y subrayo: las más ignorantes, lo cual no tiene que ver con la clase social de nadie. Hay ignorantes arriba y abajo.

Esas capas son las que llevan, semanas, rebelándose contra el #quedateencasa porque, según ellos, el coronavirus no existe, es un invento y, suponiendo que uno se contagie, es “una gripita”. Y si hay hospitalizados y personas muriendo, es “de otra cosa”, “de neumonías, que siempre han existido”. En el colmo de la imbecilidad, he leído a personas decir que los gobiernos tienen una especie de complot mundial y que no hay personas muriendo de Covid-19, sino de SIDA, cáncer y otros padecimientos, y las autoridades inventan que fue de coronavirus. Por supuesto, se oye y se lee estúpido, pero hay quien lo cree a pie juntillas.

También para “argumentar” –es un decir– contra el aislamiento en casa, las hordas ignorantes salen con que es urgente porque “vendrán saqueos” y luego “ya no habrá comida”. Y en el colmo de la mezquindad, dicen estar preocupados porque “la gente pobre ya no tiene que comer”.

La verdad es otra. A la inmensa mayoría de esa horda de ignorantes que se manifiesta en redes contra el encierro, le valen los pobres y la economía. Lo que sí les importa es que vuelva la “normalidad”, para hacer “carnitas asadas” cada fin de semana, emborracharse hasta la saciedad con sus cuates, cuando no drogarse, y poder regresar a su vida de promiscuidad, adicciones y fiesta, que el confinamiento les está frenando. Necesidades propias de mandriles, argumentos propios de mandriles.

Pero ahí no estriba el mayor problema, sino en que esas hordas de ignorantes son el principal mercado electoral de Morena y el presidente López Obrador, como lo son, en Estados Unidos, aunque con otro perfil, de Donald Trump. Peor aún, hay elecciones cercanas, tanto en México como allá y, por eso, las decisiones sobre el confinamiento, que debieran regirse únicamente por criterios científicos, se tomarán bajo criterios políticos. Y como el confinamiento es impopular para esos grupos, pues al diablo con el confinamiento.

Ya lo vimos en España donde, para no perder a su clientela electoral, el gobierno de Pedro Sánchez decretó que niñas y niños podían salir a la calle, desde el domingo. Como las niñas y los niños no salen solos, cientos de miles de madres y padres les acompañaron. Ahora, expertos advierten que, en tres semanas y por esa medida, habrá un rebrote en aquella nación, la más castigada por la pandemia en el mundo –Estados Unidos tiene más enfermos y muertos, pero mucha más población, así que, per cápita, España está peor–.

Luego está el tema económico. Las grandes empresas ya no quieren que siga el confinamiento, porque eso detiene sus “cadenas productivas” ¿Qué significa eso en buen cristiano? Que sus cuentas de banco no siguen engordando. A los accionistas de esas empresas les vale un comino si, para reanudar sus ganancias, tienen que morir unos miles más. Vean lo que pasó con las maquiladoras en la frontera: enfermos y muertos, porque las empresas no querían ni perder dinero cerrando las plantas, ni gastar pesos en medidas de higiene, como mascarillas y antibacteriales. El dinero, para ellos, no es lo primero, es lo único.

Y también hay empresas pequeñas, medianas y micro, que si están sufriendo. El SAT, la CFE, las comisiones del agua y los bancos, no perdonan. En el mejor de los casos, dicen “no me pagues ahora, pero págame después” ¿Y después, con qué dinero, friends? Las semanas de cierre son un agujero negro. Los ingresos que ahí se perdieron, no volverán. Son semanas donde no se vende, ni se venderá. Son irrecuperables. Ahí también existe ansiedad porque acabe el encierro, justificada, pero igualmente imprudente.

Muchos políticos creyeron que esto era otra influenza AH1N1. Que en unas semanitas, aparecería una cura, una vacuna, y zas, todos de vuelta a la “normalidad”. Como no ha sido así, la presión se incrementa. Por eso, en unas semanas, volveremos a la “normalidad”. Y aumentarán de nuevo los contagios, a los que, a diferencia de ahora, se les ocultará, para evitar otro confinamiento porque, para los políticos, lo primero es el poder. Y ese poder bien vale, para ellos, unos miles de muertos.

¿”NORMALIDAD”? No podrá haber “normalidad” hasta que no exista vacuna o cura. La “normalidad” sin vacuna o cura, es mandar a miles hacia una muerte segura.

UNOS A LA PENA Y OTROS A LA PEPENA: Lamentable espectáculo han dado todos los políticos mexicanos con la pandemia. El ‘show’ ocurrido con Hugo López Gatell es la mejor muestra de ello. López Gatell empezó a crecer en popularidad. El doctor se dio cuenta de eso y, como en anuncio de Melate, se “vio”. Soñó con que podía ser tirador a la silla del águila. De otro modo, no se entiende su aparición en la revista Quién, luego acallada, supongo, a petición de él mismo, cuando vio que ya estaba pisando callos, particularmente, los de Marcelo Ebrard, quien ya se siente el siguiente presidente de México, arropado por sus amigos del Partido Demócrata estadounidense. A eso obedeció la zarandeada que Javier Alatorre le dio a López Gatell, porque cualquiera con dos dedos de frente sabe que ni Alatorre, ni su patrón, Ricardo Salinas, se mandan solos, y que este último se halla de plácemes con el presidente López Obrador. Al doctor López Gatell, pues, le cortaron las alas, cosa subrayada cuando le dijeron que estaría a las órdenes de Ebrard. El mensaje fue más que claro: “Va él, no tú”. Pero mientras miles fallecen por el Covid-19, a Ebrard y a López Gatell solo les movía el ansia de poder. Así las prioridades.

¿AHORA SI LO CREEMOS? El lunes, Luc Montagnier, virólogo francés que ganó el Premio Nobel y quien es considerado el descubridor del VIH, confirmó algo lógico: el Covid-19 fue creado en un laboratorio chino. El gobierno chino ha sido pródigo en buscar desmentir eso, pero, curiosamente, cuando alguien busca rascarle al tema, enfurece. Así lo hizo su embajador en Australia, quien amenazó con un boicot comercial cuando el premier de aquel país, Scott Morrison, dijo que financiaría una investigación transparente e independiente, para averiguar el origen del mortal coronavirus. El que nada debe, nada teme, pero los chinos parecen deber mucho y, por ello, temer que se descubra la verdad. La OMS, que ha actuado como un vergonzoso patiño del gobierno de China, había desmentido una y otra vez que el Covid-19 fuese un virus creado. Pero Montagnier es voz autorizada ¿Hay alguien que siga teniendo dudas?

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

Se vienen días aciagos. En unas semanas, si no es que días, tanto la ignorancia como la ambición y la necesidad, habrán de ahondar la pandemia de Covid-19 en el mundo. Y nuestro país no va a ser la excepción.

Del #quedateencasa insistente, el gobierno federal y sus satélites morenistas locales mutarán, en unos días, a otro discurso: el de “ya superamos la pandemia”, “ya pasó lo peor” y hay que “regresar a la normalidad”.

Las razones para este cambio que pronto veremos son dos: una, que el confinamiento en nuestras casas es impopular entre las capas más ignorantes de la sociedad. Y subrayo: las más ignorantes, lo cual no tiene que ver con la clase social de nadie. Hay ignorantes arriba y abajo.

Esas capas son las que llevan, semanas, rebelándose contra el #quedateencasa porque, según ellos, el coronavirus no existe, es un invento y, suponiendo que uno se contagie, es “una gripita”. Y si hay hospitalizados y personas muriendo, es “de otra cosa”, “de neumonías, que siempre han existido”. En el colmo de la imbecilidad, he leído a personas decir que los gobiernos tienen una especie de complot mundial y que no hay personas muriendo de Covid-19, sino de SIDA, cáncer y otros padecimientos, y las autoridades inventan que fue de coronavirus. Por supuesto, se oye y se lee estúpido, pero hay quien lo cree a pie juntillas.

También para “argumentar” –es un decir– contra el aislamiento en casa, las hordas ignorantes salen con que es urgente porque “vendrán saqueos” y luego “ya no habrá comida”. Y en el colmo de la mezquindad, dicen estar preocupados porque “la gente pobre ya no tiene que comer”.

La verdad es otra. A la inmensa mayoría de esa horda de ignorantes que se manifiesta en redes contra el encierro, le valen los pobres y la economía. Lo que sí les importa es que vuelva la “normalidad”, para hacer “carnitas asadas” cada fin de semana, emborracharse hasta la saciedad con sus cuates, cuando no drogarse, y poder regresar a su vida de promiscuidad, adicciones y fiesta, que el confinamiento les está frenando. Necesidades propias de mandriles, argumentos propios de mandriles.

Pero ahí no estriba el mayor problema, sino en que esas hordas de ignorantes son el principal mercado electoral de Morena y el presidente López Obrador, como lo son, en Estados Unidos, aunque con otro perfil, de Donald Trump. Peor aún, hay elecciones cercanas, tanto en México como allá y, por eso, las decisiones sobre el confinamiento, que debieran regirse únicamente por criterios científicos, se tomarán bajo criterios políticos. Y como el confinamiento es impopular para esos grupos, pues al diablo con el confinamiento.

Ya lo vimos en España donde, para no perder a su clientela electoral, el gobierno de Pedro Sánchez decretó que niñas y niños podían salir a la calle, desde el domingo. Como las niñas y los niños no salen solos, cientos de miles de madres y padres les acompañaron. Ahora, expertos advierten que, en tres semanas y por esa medida, habrá un rebrote en aquella nación, la más castigada por la pandemia en el mundo –Estados Unidos tiene más enfermos y muertos, pero mucha más población, así que, per cápita, España está peor–.

Luego está el tema económico. Las grandes empresas ya no quieren que siga el confinamiento, porque eso detiene sus “cadenas productivas” ¿Qué significa eso en buen cristiano? Que sus cuentas de banco no siguen engordando. A los accionistas de esas empresas les vale un comino si, para reanudar sus ganancias, tienen que morir unos miles más. Vean lo que pasó con las maquiladoras en la frontera: enfermos y muertos, porque las empresas no querían ni perder dinero cerrando las plantas, ni gastar pesos en medidas de higiene, como mascarillas y antibacteriales. El dinero, para ellos, no es lo primero, es lo único.

Y también hay empresas pequeñas, medianas y micro, que si están sufriendo. El SAT, la CFE, las comisiones del agua y los bancos, no perdonan. En el mejor de los casos, dicen “no me pagues ahora, pero págame después” ¿Y después, con qué dinero, friends? Las semanas de cierre son un agujero negro. Los ingresos que ahí se perdieron, no volverán. Son semanas donde no se vende, ni se venderá. Son irrecuperables. Ahí también existe ansiedad porque acabe el encierro, justificada, pero igualmente imprudente.

Muchos políticos creyeron que esto era otra influenza AH1N1. Que en unas semanitas, aparecería una cura, una vacuna, y zas, todos de vuelta a la “normalidad”. Como no ha sido así, la presión se incrementa. Por eso, en unas semanas, volveremos a la “normalidad”. Y aumentarán de nuevo los contagios, a los que, a diferencia de ahora, se les ocultará, para evitar otro confinamiento porque, para los políticos, lo primero es el poder. Y ese poder bien vale, para ellos, unos miles de muertos.

¿”NORMALIDAD”? No podrá haber “normalidad” hasta que no exista vacuna o cura. La “normalidad” sin vacuna o cura, es mandar a miles hacia una muerte segura.

UNOS A LA PENA Y OTROS A LA PEPENA: Lamentable espectáculo han dado todos los políticos mexicanos con la pandemia. El ‘show’ ocurrido con Hugo López Gatell es la mejor muestra de ello. López Gatell empezó a crecer en popularidad. El doctor se dio cuenta de eso y, como en anuncio de Melate, se “vio”. Soñó con que podía ser tirador a la silla del águila. De otro modo, no se entiende su aparición en la revista Quién, luego acallada, supongo, a petición de él mismo, cuando vio que ya estaba pisando callos, particularmente, los de Marcelo Ebrard, quien ya se siente el siguiente presidente de México, arropado por sus amigos del Partido Demócrata estadounidense. A eso obedeció la zarandeada que Javier Alatorre le dio a López Gatell, porque cualquiera con dos dedos de frente sabe que ni Alatorre, ni su patrón, Ricardo Salinas, se mandan solos, y que este último se halla de plácemes con el presidente López Obrador. Al doctor López Gatell, pues, le cortaron las alas, cosa subrayada cuando le dijeron que estaría a las órdenes de Ebrard. El mensaje fue más que claro: “Va él, no tú”. Pero mientras miles fallecen por el Covid-19, a Ebrard y a López Gatell solo les movía el ansia de poder. Así las prioridades.

¿AHORA SI LO CREEMOS? El lunes, Luc Montagnier, virólogo francés que ganó el Premio Nobel y quien es considerado el descubridor del VIH, confirmó algo lógico: el Covid-19 fue creado en un laboratorio chino. El gobierno chino ha sido pródigo en buscar desmentir eso, pero, curiosamente, cuando alguien busca rascarle al tema, enfurece. Así lo hizo su embajador en Australia, quien amenazó con un boicot comercial cuando el premier de aquel país, Scott Morrison, dijo que financiaría una investigación transparente e independiente, para averiguar el origen del mortal coronavirus. El que nada debe, nada teme, pero los chinos parecen deber mucho y, por ello, temer que se descubra la verdad. La OMS, que ha actuado como un vergonzoso patiño del gobierno de China, había desmentido una y otra vez que el Covid-19 fuese un virus creado. Pero Montagnier es voz autorizada ¿Hay alguien que siga teniendo dudas?

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com