/ martes 13 de octubre de 2020

Expediente Confidencial | Morenistas, preparen su fiesta para 2021, a menos que…

En memoria de los 3695 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y al mal actuar de las autoridades de salud, federales y estatales. En Tijuana, mueren 20 de cada 100 enfermos de Covid-19, 10 veces más que en San Diego.

Aunque Porfirio Muñoz Ledo haga arder el Ángel de la Independencia, si pierde la presidencia de Morena -como todo parece indicar- ante Mario Delgado, no parece que nada vaya a impedir una nueva oleada guinda en las elecciones de 2021.

Es más que un pronóstico y, por supuesto, no es un deseo. Meramente es una visión fatídica, pero inexorable, que se vislumbra al ver lo perdida que anda la oposición.

La oposición no se va a unir en la boleta, como algunos anhelan y, suspirando, creen posible.

El ‘pacto’ que llevó al PRI a presidir la mesa directiva de la Cámara de Diputados, es más que suficiente para que el tricolor no ose aliarse con panistas, perredistas o cualquier otro partido. El PRI irá solo, en todas partes, sin posibilidad alguna de triunfo, pero con la valiosa misión -valiosa para López Obrador, of course- de fragmentar a la oposición. El PRI va a entregar todos y cada uno de los estados que gobierna al morenismo. No le quedará ni uno. Solo es cuestión de que se llegue el tiempo en que haya elecciones en cada una de esas entidades.

El PRI se convertirá, con el tiempo, en algo como lo que ahora es el Partido Colorado de Uruguay. Seguirá ahí. Obtendrá su 10 o 12% en cada elección presidencial y venderá su capital al mejor postor. No gobernará más que en dos o tres rancherías perdidas. Sus bancadas de diputados federales no pasarán de los 30. Será el fantasma de una época ida, como son COPEI y AD en Venezuela.

Luego, tenemos al PAN. En 2021 perderá, dolorosamente, Chihuahua, que tanto le costó recuperar. También Nayarit, ese aún más fácilmente. Y si no se pone las pilas, también caerá Querétaro. Pero eso si no se lo puede permitir. Perder Querétaro es perder la mitad de Guanajuato y Aguascalientes. Y perder el ‘corredor azul’ del bajío es la muerte del blanquiazul como partido político. Tan lo sabe AMLO que, por eso, machaca y machaca al gobernador queretano con lo de Lozoya y busca ponderar a Santiaguito Nieto, que se siente la versión tenochca de Sergio Moro o Baltazar Garzón.

Perder el ‘corredor azul’ importa menos por historia que debido a una pragmática razón: ahí están la mayoría de armadoras automotrices de México, y Querétaro es uno de los estados mejor plantados económicamente. Aguascalientes también. Perderlos es perder mucho dinero. Y el dinero es el nervio de la guerra.

El PRD perderá el único estado que le queda, Michoacán. La izquierda internacional -léase Cuba, Venezuela o el Partido Demócrata- no tiene ningún interés en financiarlo, porque Morena es todo lo que necesitan. Será una remora panista.

Ahora bien, ¿qué está haciendo la oposición ante esa tormenta brutal que viene? Nada…

Lo de la “Alianza Federalista” es una jalada monumental. Usted disculpe el cariz burdo, pero cualquier otro calificativo no sería suficiente. La mayoría de los 12 gobernadores que la integra va de salida. Es decir, ya huelen a cadáver. “El Bronco”, Juan Manuel Carreras, José Ignacio Peralta, Silvano Aureoles, Javier Corral y Francisco Domínguez, se marchan en 2021 Salvo en Querétaro, que gobierna Domínguez, en el resto de entidades aventaja Morena. Ahí van cinco menos, de 12. En 2022 se van Martín Orozco, Francisco García y José Rosas Aispuro. Solamente en Aguascalientes, gobernada por Orozco, Morena está débil. Los únicos que estarán hasta 2024, esto es, todo el sexenio de López Obrador, son Diego Sinhue y Enrique Alfaro. No por nada es la hora que Mauricio Vila, el mandatario panista con mayor aprobación en el país, sigue fuera de ese ‘show’ mediático.

Luego, personajes como “El Bronco”, Aureoles o Carreras, ya no tienen ninguna credibilidad, ni arrastre.

El discurso opositor es otro lastre. Están metidos en rollos de políticos para políticos. Lo de los fideicomisos es ininteligible para un ciudadano común, al que ahorita le importa llegar a fin de mes y sobrevivir al Covid-19, no si el Colef tiene lana o no. Los panistas necesitan sacar de su agenda los temas que solamente les importan a las élites. Por eso perdió Anaya. En cuanto al panismo, otro balazo en el pie es seguir defendiendo los gobiernos de Fox y Calderón, pese a que ambos apuñalaron al blanquiazul -uno en 2012, otro en 2018- y, sobre todo, cuando son totalmente indefendibles. Debe haber un rompimiento claro con el pasado, porque el pasado lastra, mucho, a la oposición.

¿Esto es igual o diferente en la entidad? Igual o peor.

Los priistas están dedicados, algunos en sus ratos libres y otros de tiempo completo, a venderle su amor a los gobernantes morenistas. Y como la aventurera, lo venden caro. Pronto documentaremos el caso de una regidora tricolor a la que ni falta le hace que el PRI vuelva al poder, si ahora recibe más dinero de Morena que cuando estaba Peña Nieto.

Los panistas tienen varias dimensiones. Unos están atenazados por sus pecados previos. No quieren mover las aguas porque deben tantas, que temen provocar la furia morenista y acabar, dirían los argentinos, en cana. Otros también están abriéndole los brazos, las piernas y todo su cuerpo al morenismo, a cambio de maletas bien repletas de dinero o tener a parientes, compadres y amantes en la nómina. Claro, hay muchos, especialmente de tropa, que si están desesperados por frenar la ola guinda, que desearían fervientemente una buena BOA, pero no están en la posibilidad de concretar esas cuestiones desde su trinchera.

Otro punto que está ‘tronando’ a los panistas en Baja California es su negativa a renovarse. Es hora de que surja una corriente al interior del blanquiazul que exija cambios y fuertes. Es hora de que alguien ponga a la nomenklatura del PAN a escribir, en planas, 200 veces: “Arturo González no es buena opción”. Y otras 200 veces “Eva María Vásquez sería una pésima candidata en Mexicali”. Son cartuchos quemados que creen valerlo todo y, en realidad, son como víveres echados a perder que apestan el resto del refrigerador.

¿Qué pasaría si, en vez de ver a las mismas caras de siempre, el PAN nos sorprendiera, en 2021, con candidatos jóvenes, entrones, que no dijeran las cosas de toda la vida, que se preocuparan por los problemas de clasemedieros y pobres -a los que Morena les da limosnas electorales, pero no les ha mejorado ni tantito su vida-? Candidatos más a lo ‘Tea Party’, a lo Martínez Almeida, a lo Nayib Bukele, a lo Gloria Álvarez, que a lo Jorge Ramos. Candidatos jóvenes, con buena presencia, con hambre de triunfo, con ganas de llevarse el gato al agua. Probablemente, Morena seguiría ganando la mayoría de contiendas, pero, he aquí lo importante, será igual con Arturo y, lo malo para el PAN, es que habrá perdido la oportunidad de renovarse. Y entre más tarde, más clavados tendrá Morena sus colmillos en el poder. El PP perdió siete años hasta Aznar. Y luego, otros seis para que se ‘aclientara’ y llegara a gobernar ¿Cuál es la ‘gran’ estrategia del PAN, ahorita? Ir por Arturo, ir por Leyzaola. Esas son salidas falsas, coyunturales. Es repetir, otra vez, la estrategia y el error de “La Chula” -ahora morenista- y “El Chon”. Son gente que acude a ‘gorrear’ la fiesta -ser candidato es una buena forma de hacerse rico- y, al marcharse, no ayuda a levantar el tiradero, pero si apaga las luces a quienes se quedan. El PAN debe pensar en un proyecto a futuro que, aunque duela en 2021 -igual dolerá perder con candidatos golondrinos-, dejará mucho más que postular externos, que se van con las manos llenas, mientras al partido le quedan vacías.

Los panistas bajacalifornianos lo están haciendo fatal. Mientras sus compañeros de Puebla y Veracruz están capitalizando, en grande, los pésimos gobiernos morenistas, aquí Bonilla se equivoca a diario y no pasa nada. En el municipio de Puebla, el PAN no solamente aventaja en todas las encuestas, sino que, según TResearch, el blanquiazul tiene más capital de votos entre la Generación Z y los millennials, que entre los mayores de 35. Es decir, hay futuro. En el puerto de Veracruz, no es tan marcado esto último, pero la ventaja panista es igualmente confirmada en todos los sondeos.

Por otro lado, PAN y PRD no pueden permitirse perder al PBC como aliado. Rodrigo Otáñez, por ser hijo de quien es, representa una parte importante de la IP tijuanense. El PAN no tiene nada en Tijuana. El PRD tampoco. Sus votaciones en 2012 y 2019 son fantasías generadas por el impacto de López Obrador, en el primer caso, y de Julián Leyzaola, en el segundo. La verdad es otra, el mejor ejemplo es lo de Reyna Soledad. Los Otáñez son lo único que podrá neutralizar a Escobedo, que estará del otro lado en Tijuana. Escobedo puede prometer contratos, permisos, porque, al final del día, Morena seguirá gobernando nacionalmente y, aunque pierda algo en Baja California, no será todo. Arturo ¿qué va a prometer? Humo, quimeras…

Pero igual, puede que el PAN apueste a González Cruz, a herederos directos del ‘kikismo’ y el ‘patismo’, que el PRD crea que Martínez Veloz, con su tufo radical, va a ‘noquear’ sin bronca a Escobedo, que el blanquiazul postule a Eva María en Mexicali, apostándole a su cariz ultramontano, convencido que Anita B. de Ochoa todavía puede sacar a votar a alguien más que no sea ella. Puede que no haya renovación. Si eso pasa, entonces sí, que los morenistas vayan comprando las cervezas para su tropa y los mejores vinos para ellos -el morenismo es más ‘fifí’ de lo que se cree-. El 6 de junio de 2021 será noche de fiesta.

P.D.: "Si algo nos pasa, es que quieren callarnos"

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

En memoria de los 3695 bajacalifornianas y bajacalifornianos que (oficialmente) han perdido la vida debido al Covid-19 y al mal actuar de las autoridades de salud, federales y estatales. En Tijuana, mueren 20 de cada 100 enfermos de Covid-19, 10 veces más que en San Diego.

Aunque Porfirio Muñoz Ledo haga arder el Ángel de la Independencia, si pierde la presidencia de Morena -como todo parece indicar- ante Mario Delgado, no parece que nada vaya a impedir una nueva oleada guinda en las elecciones de 2021.

Es más que un pronóstico y, por supuesto, no es un deseo. Meramente es una visión fatídica, pero inexorable, que se vislumbra al ver lo perdida que anda la oposición.

La oposición no se va a unir en la boleta, como algunos anhelan y, suspirando, creen posible.

El ‘pacto’ que llevó al PRI a presidir la mesa directiva de la Cámara de Diputados, es más que suficiente para que el tricolor no ose aliarse con panistas, perredistas o cualquier otro partido. El PRI irá solo, en todas partes, sin posibilidad alguna de triunfo, pero con la valiosa misión -valiosa para López Obrador, of course- de fragmentar a la oposición. El PRI va a entregar todos y cada uno de los estados que gobierna al morenismo. No le quedará ni uno. Solo es cuestión de que se llegue el tiempo en que haya elecciones en cada una de esas entidades.

El PRI se convertirá, con el tiempo, en algo como lo que ahora es el Partido Colorado de Uruguay. Seguirá ahí. Obtendrá su 10 o 12% en cada elección presidencial y venderá su capital al mejor postor. No gobernará más que en dos o tres rancherías perdidas. Sus bancadas de diputados federales no pasarán de los 30. Será el fantasma de una época ida, como son COPEI y AD en Venezuela.

Luego, tenemos al PAN. En 2021 perderá, dolorosamente, Chihuahua, que tanto le costó recuperar. También Nayarit, ese aún más fácilmente. Y si no se pone las pilas, también caerá Querétaro. Pero eso si no se lo puede permitir. Perder Querétaro es perder la mitad de Guanajuato y Aguascalientes. Y perder el ‘corredor azul’ del bajío es la muerte del blanquiazul como partido político. Tan lo sabe AMLO que, por eso, machaca y machaca al gobernador queretano con lo de Lozoya y busca ponderar a Santiaguito Nieto, que se siente la versión tenochca de Sergio Moro o Baltazar Garzón.

Perder el ‘corredor azul’ importa menos por historia que debido a una pragmática razón: ahí están la mayoría de armadoras automotrices de México, y Querétaro es uno de los estados mejor plantados económicamente. Aguascalientes también. Perderlos es perder mucho dinero. Y el dinero es el nervio de la guerra.

El PRD perderá el único estado que le queda, Michoacán. La izquierda internacional -léase Cuba, Venezuela o el Partido Demócrata- no tiene ningún interés en financiarlo, porque Morena es todo lo que necesitan. Será una remora panista.

Ahora bien, ¿qué está haciendo la oposición ante esa tormenta brutal que viene? Nada…

Lo de la “Alianza Federalista” es una jalada monumental. Usted disculpe el cariz burdo, pero cualquier otro calificativo no sería suficiente. La mayoría de los 12 gobernadores que la integra va de salida. Es decir, ya huelen a cadáver. “El Bronco”, Juan Manuel Carreras, José Ignacio Peralta, Silvano Aureoles, Javier Corral y Francisco Domínguez, se marchan en 2021 Salvo en Querétaro, que gobierna Domínguez, en el resto de entidades aventaja Morena. Ahí van cinco menos, de 12. En 2022 se van Martín Orozco, Francisco García y José Rosas Aispuro. Solamente en Aguascalientes, gobernada por Orozco, Morena está débil. Los únicos que estarán hasta 2024, esto es, todo el sexenio de López Obrador, son Diego Sinhue y Enrique Alfaro. No por nada es la hora que Mauricio Vila, el mandatario panista con mayor aprobación en el país, sigue fuera de ese ‘show’ mediático.

Luego, personajes como “El Bronco”, Aureoles o Carreras, ya no tienen ninguna credibilidad, ni arrastre.

El discurso opositor es otro lastre. Están metidos en rollos de políticos para políticos. Lo de los fideicomisos es ininteligible para un ciudadano común, al que ahorita le importa llegar a fin de mes y sobrevivir al Covid-19, no si el Colef tiene lana o no. Los panistas necesitan sacar de su agenda los temas que solamente les importan a las élites. Por eso perdió Anaya. En cuanto al panismo, otro balazo en el pie es seguir defendiendo los gobiernos de Fox y Calderón, pese a que ambos apuñalaron al blanquiazul -uno en 2012, otro en 2018- y, sobre todo, cuando son totalmente indefendibles. Debe haber un rompimiento claro con el pasado, porque el pasado lastra, mucho, a la oposición.

¿Esto es igual o diferente en la entidad? Igual o peor.

Los priistas están dedicados, algunos en sus ratos libres y otros de tiempo completo, a venderle su amor a los gobernantes morenistas. Y como la aventurera, lo venden caro. Pronto documentaremos el caso de una regidora tricolor a la que ni falta le hace que el PRI vuelva al poder, si ahora recibe más dinero de Morena que cuando estaba Peña Nieto.

Los panistas tienen varias dimensiones. Unos están atenazados por sus pecados previos. No quieren mover las aguas porque deben tantas, que temen provocar la furia morenista y acabar, dirían los argentinos, en cana. Otros también están abriéndole los brazos, las piernas y todo su cuerpo al morenismo, a cambio de maletas bien repletas de dinero o tener a parientes, compadres y amantes en la nómina. Claro, hay muchos, especialmente de tropa, que si están desesperados por frenar la ola guinda, que desearían fervientemente una buena BOA, pero no están en la posibilidad de concretar esas cuestiones desde su trinchera.

Otro punto que está ‘tronando’ a los panistas en Baja California es su negativa a renovarse. Es hora de que surja una corriente al interior del blanquiazul que exija cambios y fuertes. Es hora de que alguien ponga a la nomenklatura del PAN a escribir, en planas, 200 veces: “Arturo González no es buena opción”. Y otras 200 veces “Eva María Vásquez sería una pésima candidata en Mexicali”. Son cartuchos quemados que creen valerlo todo y, en realidad, son como víveres echados a perder que apestan el resto del refrigerador.

¿Qué pasaría si, en vez de ver a las mismas caras de siempre, el PAN nos sorprendiera, en 2021, con candidatos jóvenes, entrones, que no dijeran las cosas de toda la vida, que se preocuparan por los problemas de clasemedieros y pobres -a los que Morena les da limosnas electorales, pero no les ha mejorado ni tantito su vida-? Candidatos más a lo ‘Tea Party’, a lo Martínez Almeida, a lo Nayib Bukele, a lo Gloria Álvarez, que a lo Jorge Ramos. Candidatos jóvenes, con buena presencia, con hambre de triunfo, con ganas de llevarse el gato al agua. Probablemente, Morena seguiría ganando la mayoría de contiendas, pero, he aquí lo importante, será igual con Arturo y, lo malo para el PAN, es que habrá perdido la oportunidad de renovarse. Y entre más tarde, más clavados tendrá Morena sus colmillos en el poder. El PP perdió siete años hasta Aznar. Y luego, otros seis para que se ‘aclientara’ y llegara a gobernar ¿Cuál es la ‘gran’ estrategia del PAN, ahorita? Ir por Arturo, ir por Leyzaola. Esas son salidas falsas, coyunturales. Es repetir, otra vez, la estrategia y el error de “La Chula” -ahora morenista- y “El Chon”. Son gente que acude a ‘gorrear’ la fiesta -ser candidato es una buena forma de hacerse rico- y, al marcharse, no ayuda a levantar el tiradero, pero si apaga las luces a quienes se quedan. El PAN debe pensar en un proyecto a futuro que, aunque duela en 2021 -igual dolerá perder con candidatos golondrinos-, dejará mucho más que postular externos, que se van con las manos llenas, mientras al partido le quedan vacías.

Los panistas bajacalifornianos lo están haciendo fatal. Mientras sus compañeros de Puebla y Veracruz están capitalizando, en grande, los pésimos gobiernos morenistas, aquí Bonilla se equivoca a diario y no pasa nada. En el municipio de Puebla, el PAN no solamente aventaja en todas las encuestas, sino que, según TResearch, el blanquiazul tiene más capital de votos entre la Generación Z y los millennials, que entre los mayores de 35. Es decir, hay futuro. En el puerto de Veracruz, no es tan marcado esto último, pero la ventaja panista es igualmente confirmada en todos los sondeos.

Por otro lado, PAN y PRD no pueden permitirse perder al PBC como aliado. Rodrigo Otáñez, por ser hijo de quien es, representa una parte importante de la IP tijuanense. El PAN no tiene nada en Tijuana. El PRD tampoco. Sus votaciones en 2012 y 2019 son fantasías generadas por el impacto de López Obrador, en el primer caso, y de Julián Leyzaola, en el segundo. La verdad es otra, el mejor ejemplo es lo de Reyna Soledad. Los Otáñez son lo único que podrá neutralizar a Escobedo, que estará del otro lado en Tijuana. Escobedo puede prometer contratos, permisos, porque, al final del día, Morena seguirá gobernando nacionalmente y, aunque pierda algo en Baja California, no será todo. Arturo ¿qué va a prometer? Humo, quimeras…

Pero igual, puede que el PAN apueste a González Cruz, a herederos directos del ‘kikismo’ y el ‘patismo’, que el PRD crea que Martínez Veloz, con su tufo radical, va a ‘noquear’ sin bronca a Escobedo, que el blanquiazul postule a Eva María en Mexicali, apostándole a su cariz ultramontano, convencido que Anita B. de Ochoa todavía puede sacar a votar a alguien más que no sea ella. Puede que no haya renovación. Si eso pasa, entonces sí, que los morenistas vayan comprando las cervezas para su tropa y los mejores vinos para ellos -el morenismo es más ‘fifí’ de lo que se cree-. El 6 de junio de 2021 será noche de fiesta.

P.D.: "Si algo nos pasa, es que quieren callarnos"

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com