/ lunes 2 de mayo de 2022

Expediente Confidencial | Debanhi: síntoma y consecuencia

Hace 16 años, en Monterrey, un sujeto llamado Diego Santoy asesinó a dos menores, de 3 y 7 años de edad, hermanos de su exnovia, ante la negativa de esta para volver con él. Santoy también intentó degollarla a ella, pero solamente logró herirla. Aunque inicialmente se fugó, le capturaron y ahora cumple una condena de 71 años.

Eran las semanas previas a la efervescente contienda entre Felipe Calderón y el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador. Aunque inicialmente fue un caso local, lo de Santoy pronto llegó a las televisoras nacionales, quienes vieron, tal vez, una excelente ‘caja china’. Así, lo convirtieron en una telenovela, situación que propició un caso penal absolutamente desaseado, donde las pruebas del mismo circulaban en TV como si se tratara de un chisme farandulero, los involucrados daban entrevistas como ‘rock stars’, y hasta Adela Micha entró al penal donde se encontraba Santoy para entrevistarlo y que diera su versión de los hechos…

Tristemente, la semana pasada se repitió la historia en el caso de Debanhi Escobar, convertida en una nueva telenovela que permite desviar la atención sobre temas escabrosos como la inflación, el asesinato de un estudiante en Guanajuato a manos de elementos de la Guardia Nacional, o la Reforma Electoral presentada por López Obrador que, en síntesis, busca cargarse el sistema democrático mexicano.

En una práctica que despertaría escozor en el primer mundo y que pisotea el debido proceso -aunque, a lo mejor, esa es la idea-, las pruebas del caso han sido, al igual que con Santoy, filtradas mediáticamente y paseadas por las pantallas de televisión.

Pero, a diferencia de lo ocurrido con Santoy, aquí también hay una clara intención mediática de lavarle la cara al gobernador nuevoleonés, Samuel García, a su partido, Movimiento Ciudadano, y al fiscal de aquella entidad, Adolfo Guerrero.

Súmele a eso lo insultante que resulta la ingente atención mediática que ha recibido ese caso contra el de Yolanda Martínez, desaparecida hace 29 días, también en Nuevo León, o los de miles de mujeres igualmente desaparecidas, a lo largo y ancho del país.

CABALLOS

El viernes pasado, en su noticiero de Radio Fórmula, Denise Maerker mostró que la entidad donde ha existido mayor incremento en las desapariciones de mujeres es el Estado de México, con un 300%. Que los ojos de los medios estén en el caso de Debanhi y no en Yolanda o las desaparecidas mexiquenses, hace evidente que ‘alguien’ le dio un ‘empujón’ al caso de Escobar para hacerlo tan emblemático y visible. Más aún al ver el comportamiento de algunos medios a lo largo de este.

Inicialmente, Televisa, Multimedios (Milenio) y Reforma/El Norte le echaron gasolina al fuego, dándole palestra a Mario Escobar, el padre de Debanhi. Construyeron la narrativa del caso solamente con su testimonio y, al encontrarse el cadáver de la joven, le dieron foco igualmente a las protestas de mujeres contra Samuel García y la fiscalía. No apareció un solo dato de contraste. La narrativa que esos tres medios construyeron fue que a Debhani la habían asesinado y se le debía hacer justicia.

Pero, evidentemente, algo cambió el lunes pasado.

No es ningún secreto que Samuel García y su esposa, Mariana Rodríguez, se habían convertido en dos figuras mediáticas. La banalidad que muestran en redes sociales atraía a un público poco o nada docto en política y seducido por las historias faranduleras. Hasta ahí, no pasaban de ser una versión tropical de Gavin Newsom y Jennifer Siebel… pero uno supondría que a los rivales políticos de Samuel les preocupó más cuando empezó a dar resultados con temas como las vacunas contra el Covid-19 para niñas y niños, la detención y reclusión de ‘El Bronco’, o la idea silvestre, pero efectiva, de arrojar yoduro de plata en las nubes para propiciar lluvias en Nuevo León, ante la brutal sequía…

La advertencia de que Samuel estaba pisando los callos de ‘alguien’ está reflejada en aquel tuit por demás ‘extraño’ del expresidente Vicente Fox, quien, ante la detención de ‘El Bronco’, afirmó: “Aguas "chamaco" estas muy joven para meterte entre las patas de los caballos”.

Parece que “las patas de los caballos” encontraron en Debanhi una buena forma de eliminar políticamente a Samuel…

Sin embargo, da la impresión que, más tarde, esos “caballos” se dieron cuenta que ahorcar a Samuel, particularmente con Debanhi, que no en abstracto, implicaba pisarse su propia cola.

Quizás, si esos “caballos” son los mismos que pretenden llevar a Luis Donaldo Colosio Riojas a la elección presidencial de 2024, se dieron cuenta que acribillar mediáticamente a Samuel, manchaba a Movimiento Ciudadano como marca y luego ¿cómo podrían postular a Luis Donaldo (el) júnior?

Y vino la reculada.

GIRO

El martes, las cosas dieron un giro de 180 grados. Multimedios/Milenio modificó bruscamente su narrativa, que se transformó en una defensa absoluta de la hipótesis oficial de que Debanhi murió en un accidente.

En unas cuantas horas, se echó en marcha una maquinaria mediática dirigida específicamente a una sociedad conservadora y juzgona, como la regiomontana.

La receta empezó a prepararse con una entrevista que, al mediodía de ese martes, le hizo María Julia Lafuente, conductora de Multimedios, al padre de Debanhi. Tal charla fue un ejercicio del peor periodismo televisivo y se convirtió en una especie de juicio que versó sobre la buena o mala paternidad de Mario Escobar.

Primero, se intentó retratarlo como un patriarca machista. Fallida la celada, Lafuente quiso dibujarlo como un padre irresponsable, por haber dejado salir a su hija, sin percatarse de la absurda incongruencia: ¿Con qué argumentos legales podría impedir un padre a su hija, mayor de edad, salir a una fiesta? ¿Y cuál sería el argumento “moral” para hacerlo? ¿Qué el padre es “el hombre de la casa” y por ello su hija debe obedecerle? Es decir, María Julia quiso sentenciarlo, primero, por machista… y después, por no serlo. Al final, la entrevistadora, sin embargo, obtuvo una pequeña ‘victoria’: la revelación de que Debanhi era hija adoptiva. En una sociedad como la estadounidense -vaya, hasta en Texas-, tal cosa sería vista como algo irrelevante, pero no en una sociedad conservadora donde ese simple hecho le restaría fuerza al reclamo del padre, bajo el argumento “¿Por qué le preocupa tanto? Si ni era su hija verdadera (sic)”.

Luego, vino la revictimización de Debanhi, a quien, en cuestión de horas, Televisa, Multimedios/Milenio y El Norte la bajaron del altar, para transformarla de “santa” en “pecadora”, otra vez para consumo del público regiomontano.

La tarde del miércoles, en una conferencia de prensa larguísima y atropellada, sazonada con videos incompletos -como sabríamos después- e incongruencias aterradoras, se intentó fortalecer la hipótesis del accidente, pero, sobre todo, una idea más importante: que Debanhi era adicta al alcohol y las drogas, lo cual se quiso acentuar con un video donde atraviesa, distraída, la carretera a Nuevo Laredo y un automóvil tiene que esquivarla, para luego correr hacia el motel, “sin que nadie la siguiera” (sic).

Para “fortalecer” esa idea, José Luis García, de Televisa Monterrey, entrevistó, poco antes, a las dos “amigas” de Debanhi durante 40 minutos. Cualquiera que sepa cuánto vale un minuto en TV abierta, entiende que ninguna cadena le daría ese tiempo a dos jóvenes para que salieran a defenderse y enlodar a otra persona, si no hubiera una razón pecuniaria o política detrás. Sin contención alguna, García, en la parte final de la entrevista, dijo, incluso, que Adolfo Vega, abogado de las dos chicas, es su “amigo”.

Y por la noche, vino la estocada traicionera a su memoria. Primero, en Milenio, Azucena Uresti presentó unos videos que estuvo anunciando durante media hora, como una supuesta exclusiva que no era, pues Reforma y El Norte los publicarían, igualitos, minutos después.

En esos videos, obtenidos de diversas cámaras de seguridad, básicamente se ven dos cosas: una, a Debanhi y sus supuestas “amigas” comprar alcohol en un Oxxo; y dos, a Debanhi saliendo iracunda de la famosa fiesta, llegando, incluso, a tirarle una patada a un joven que salió detrás de ella.

Para ponerle la cereza al pastel, Uresti, haciendo gala de nula ética periodística, dijo, con cara de estupefacción, a la cámara: “Por respeto a la familia, no voy a revelar qué tenía (Debanhi) al interior de la bolsa, pero eso nos da una idea de lo que pudo haber sucedido después, cuando ella se acerca a la zona de la cisterna”.

La intención era evidente: que el público pensara que Debhani llevaba drogas en la bolsa, a fin de concluir que era ‘dealer’, una adicta, o ambas cosas. Como si eso justificara la muerte de alguien. A Uresti solamente le faltó decir que era una maldita pecadora.

Pero Reforma/El Norte nos revelaron, quince minutos después, el misterioso y pecaminoso contenido hallado en la bolsa de Debanhi: un sostén. Claro que ese “comprometedor” sostén, a ojos de esa sociedad regiomontana, tampoco era menos grave: “seguramente era prostituta”, dijeron algunos, esa noche, al calce de dicho video, en YouTube.

DEONTOLOGÍA

El cinismo salvaje mostrado en esta operación mediática justifica, por desgracia, el calificativo “sicarios” que John Ackerman le aplicó a una parte de la prensa mexicana.

Por ejemplo, Reforma/El Norte cometieron un ‘errorcito’: subieron el video completo, de 21 minutos, sin percatarse ¡que habían dejado las plecas y marcas de agua de la fiscalía nuevoleonesa! Es decir, la fiscalía hizo el video y ellos simplemente lo publicaron. Peor aún, al día siguiente, la fiscalía salió a decir que no sabía quién había filtrado eso, cuando, claramente, se trata de un video con una edición ex profeso para medios, incluso, con una voz en off de mujer.

Reforma/El Norte dejaron el video como de “libre acceso”, es decir, gratis para quienes no tienen una suscripción.

Este columnista no deja de impactarse con el horrendo ejercicio profesional de Azucena Uresti, quien, por lo demás, al día siguiente, jueves, al entrevistar a la fiscal nuevoleonesa en Feminicidios y Delitos contra la Mujer, Griselda Núñez, no tuvo empacho en elogiar su “profesionalismo”. Caray, tantita deontología periodística.

Peor aún, antes del giro en la narrativa sobre el caso, Uresti entrevistó varias veces a Mario Escobar, ensalzando la convicción que mostraba en su búsqueda de justicia. Que Uresti haya intentado ensuciar la imagen de Debanhi, la exhibe como una evidente traidora a su género, carente de la más mínima sororidad, porque esta no puede darse a conveniencia. Que Uresti haya llegado a lo de “por respeto a la familia, no voy a revelar qué tenía al interior de la bolsa”, tras haberle ‘dorado la píldora’ al padre de Debanhi, la muestra como una mala persona.

Y ser una mala periodista la pone al nivel de Loret con el montaje de Florence Cassez -que no quita los buenos trabajos que ha tenido después-, y al de Danielle Dithurbide con ‘Frida Sofía’. Pero ser una mala persona la pone en un nivel realmente más bajo al de los citados. Alguien que no es buena persona, no puede ser buen periodista.

Mención aparte merece la corte de ‘blogueros’ y portales amarillistas que han construido una narrativa alterna, no sé si inverosímil, porque en México todo puede pasar, pero si, evidentemente, guiada también por la conveniencia de obtener miles y miles de reproducciones que, en la era de YouTube y Facebook, se traducen en dinero. Son buitres que, escudándose en un supuesto interés de hacer justicia y periodismo -ni uno, ni otro-, se hinchan los bolsillos. Son la versión moderna de la revista Alarma. O peor aún. Sin embargo, como ya lo he dicho tantas veces, los medios ‘tradicionales’ y sus ‘Urestis’ de turno, empujan a la gente hacia esos contenidos.

DUDAS

La hipótesis del accidente está llena de agujeros y, por ello, la sociedad duda. He aquí cuatro dudas razonables:

1.- La fiscalía cortó, inicialmente, el video de la abrupta salida de Debanhi de la fiesta, omitiendo la parte donde una de las “amigas” le jala salvajemente del cabello. Si no hay nada que ocultar ¿por qué se hizo esto? Porque esa edición tuvo, evidentemente, la intención de reforzar la narrativa de la Debanhi ‘mala’…

2.- Si existen elementos, más allá de toda duda razonable, como debe ser en el derecho, para concluir que Debanhi murió accidentalmente, ¿por qué se ha intentado desacreditarla moralmente, en vez de sustentar jurídicamente esa hipótesis?

3.- ¿De dónde sacaron dinero las amigas de Debanhi para pagar un abogado como el que tienen?

4.- ¿Cómo fue que el celular, el monedero y las llaves de Debanhi fueron a parar en la cisterna contraria a donde fue encontrada, cuando ambas solamente están comunicadas por una rendija del tamaño de una hoja carta que está a 2.13 metros de altura? Más aún ¿cómo fue que su bolsa fue encontrada sobre esa rendija, cuando Debanhi medía 1.67 metros?

CONCLUSIÓN

El caso Debanhi ha mostrado mucho de lo que somos y no somos como país. También de lo que es y no es, actualmente, el periodismo mexicano, carente, en un 99%, de la más elemental deontología, de códigos éticos y guiado únicamente por el interés económico. En un momento donde parece que vivimos un retroceso e implosionamos como nación, la muerte de la joven regia no deja de ser síntoma y consecuencia a la vez. Estamos peor que en 1984, cuando, en un memorable episodio de su programa, Óscar Cadena sorteó la censura oficial, en un canal de gobierno y, provisto de su cámara y un micrófono, exhibió, sin necesidad de editorializar, solamente con sus imágenes, la tragedia que el gobierno se afanaba en ocultar en San Juanico. Cadena hoy está muerto y, al prender la pantalla, lo que hay es alguien deseoso de ser altavoz de algún gobierno...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

Hace 16 años, en Monterrey, un sujeto llamado Diego Santoy asesinó a dos menores, de 3 y 7 años de edad, hermanos de su exnovia, ante la negativa de esta para volver con él. Santoy también intentó degollarla a ella, pero solamente logró herirla. Aunque inicialmente se fugó, le capturaron y ahora cumple una condena de 71 años.

Eran las semanas previas a la efervescente contienda entre Felipe Calderón y el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador. Aunque inicialmente fue un caso local, lo de Santoy pronto llegó a las televisoras nacionales, quienes vieron, tal vez, una excelente ‘caja china’. Así, lo convirtieron en una telenovela, situación que propició un caso penal absolutamente desaseado, donde las pruebas del mismo circulaban en TV como si se tratara de un chisme farandulero, los involucrados daban entrevistas como ‘rock stars’, y hasta Adela Micha entró al penal donde se encontraba Santoy para entrevistarlo y que diera su versión de los hechos…

Tristemente, la semana pasada se repitió la historia en el caso de Debanhi Escobar, convertida en una nueva telenovela que permite desviar la atención sobre temas escabrosos como la inflación, el asesinato de un estudiante en Guanajuato a manos de elementos de la Guardia Nacional, o la Reforma Electoral presentada por López Obrador que, en síntesis, busca cargarse el sistema democrático mexicano.

En una práctica que despertaría escozor en el primer mundo y que pisotea el debido proceso -aunque, a lo mejor, esa es la idea-, las pruebas del caso han sido, al igual que con Santoy, filtradas mediáticamente y paseadas por las pantallas de televisión.

Pero, a diferencia de lo ocurrido con Santoy, aquí también hay una clara intención mediática de lavarle la cara al gobernador nuevoleonés, Samuel García, a su partido, Movimiento Ciudadano, y al fiscal de aquella entidad, Adolfo Guerrero.

Súmele a eso lo insultante que resulta la ingente atención mediática que ha recibido ese caso contra el de Yolanda Martínez, desaparecida hace 29 días, también en Nuevo León, o los de miles de mujeres igualmente desaparecidas, a lo largo y ancho del país.

CABALLOS

El viernes pasado, en su noticiero de Radio Fórmula, Denise Maerker mostró que la entidad donde ha existido mayor incremento en las desapariciones de mujeres es el Estado de México, con un 300%. Que los ojos de los medios estén en el caso de Debanhi y no en Yolanda o las desaparecidas mexiquenses, hace evidente que ‘alguien’ le dio un ‘empujón’ al caso de Escobar para hacerlo tan emblemático y visible. Más aún al ver el comportamiento de algunos medios a lo largo de este.

Inicialmente, Televisa, Multimedios (Milenio) y Reforma/El Norte le echaron gasolina al fuego, dándole palestra a Mario Escobar, el padre de Debanhi. Construyeron la narrativa del caso solamente con su testimonio y, al encontrarse el cadáver de la joven, le dieron foco igualmente a las protestas de mujeres contra Samuel García y la fiscalía. No apareció un solo dato de contraste. La narrativa que esos tres medios construyeron fue que a Debhani la habían asesinado y se le debía hacer justicia.

Pero, evidentemente, algo cambió el lunes pasado.

No es ningún secreto que Samuel García y su esposa, Mariana Rodríguez, se habían convertido en dos figuras mediáticas. La banalidad que muestran en redes sociales atraía a un público poco o nada docto en política y seducido por las historias faranduleras. Hasta ahí, no pasaban de ser una versión tropical de Gavin Newsom y Jennifer Siebel… pero uno supondría que a los rivales políticos de Samuel les preocupó más cuando empezó a dar resultados con temas como las vacunas contra el Covid-19 para niñas y niños, la detención y reclusión de ‘El Bronco’, o la idea silvestre, pero efectiva, de arrojar yoduro de plata en las nubes para propiciar lluvias en Nuevo León, ante la brutal sequía…

La advertencia de que Samuel estaba pisando los callos de ‘alguien’ está reflejada en aquel tuit por demás ‘extraño’ del expresidente Vicente Fox, quien, ante la detención de ‘El Bronco’, afirmó: “Aguas "chamaco" estas muy joven para meterte entre las patas de los caballos”.

Parece que “las patas de los caballos” encontraron en Debanhi una buena forma de eliminar políticamente a Samuel…

Sin embargo, da la impresión que, más tarde, esos “caballos” se dieron cuenta que ahorcar a Samuel, particularmente con Debanhi, que no en abstracto, implicaba pisarse su propia cola.

Quizás, si esos “caballos” son los mismos que pretenden llevar a Luis Donaldo Colosio Riojas a la elección presidencial de 2024, se dieron cuenta que acribillar mediáticamente a Samuel, manchaba a Movimiento Ciudadano como marca y luego ¿cómo podrían postular a Luis Donaldo (el) júnior?

Y vino la reculada.

GIRO

El martes, las cosas dieron un giro de 180 grados. Multimedios/Milenio modificó bruscamente su narrativa, que se transformó en una defensa absoluta de la hipótesis oficial de que Debanhi murió en un accidente.

En unas cuantas horas, se echó en marcha una maquinaria mediática dirigida específicamente a una sociedad conservadora y juzgona, como la regiomontana.

La receta empezó a prepararse con una entrevista que, al mediodía de ese martes, le hizo María Julia Lafuente, conductora de Multimedios, al padre de Debanhi. Tal charla fue un ejercicio del peor periodismo televisivo y se convirtió en una especie de juicio que versó sobre la buena o mala paternidad de Mario Escobar.

Primero, se intentó retratarlo como un patriarca machista. Fallida la celada, Lafuente quiso dibujarlo como un padre irresponsable, por haber dejado salir a su hija, sin percatarse de la absurda incongruencia: ¿Con qué argumentos legales podría impedir un padre a su hija, mayor de edad, salir a una fiesta? ¿Y cuál sería el argumento “moral” para hacerlo? ¿Qué el padre es “el hombre de la casa” y por ello su hija debe obedecerle? Es decir, María Julia quiso sentenciarlo, primero, por machista… y después, por no serlo. Al final, la entrevistadora, sin embargo, obtuvo una pequeña ‘victoria’: la revelación de que Debanhi era hija adoptiva. En una sociedad como la estadounidense -vaya, hasta en Texas-, tal cosa sería vista como algo irrelevante, pero no en una sociedad conservadora donde ese simple hecho le restaría fuerza al reclamo del padre, bajo el argumento “¿Por qué le preocupa tanto? Si ni era su hija verdadera (sic)”.

Luego, vino la revictimización de Debanhi, a quien, en cuestión de horas, Televisa, Multimedios/Milenio y El Norte la bajaron del altar, para transformarla de “santa” en “pecadora”, otra vez para consumo del público regiomontano.

La tarde del miércoles, en una conferencia de prensa larguísima y atropellada, sazonada con videos incompletos -como sabríamos después- e incongruencias aterradoras, se intentó fortalecer la hipótesis del accidente, pero, sobre todo, una idea más importante: que Debanhi era adicta al alcohol y las drogas, lo cual se quiso acentuar con un video donde atraviesa, distraída, la carretera a Nuevo Laredo y un automóvil tiene que esquivarla, para luego correr hacia el motel, “sin que nadie la siguiera” (sic).

Para “fortalecer” esa idea, José Luis García, de Televisa Monterrey, entrevistó, poco antes, a las dos “amigas” de Debanhi durante 40 minutos. Cualquiera que sepa cuánto vale un minuto en TV abierta, entiende que ninguna cadena le daría ese tiempo a dos jóvenes para que salieran a defenderse y enlodar a otra persona, si no hubiera una razón pecuniaria o política detrás. Sin contención alguna, García, en la parte final de la entrevista, dijo, incluso, que Adolfo Vega, abogado de las dos chicas, es su “amigo”.

Y por la noche, vino la estocada traicionera a su memoria. Primero, en Milenio, Azucena Uresti presentó unos videos que estuvo anunciando durante media hora, como una supuesta exclusiva que no era, pues Reforma y El Norte los publicarían, igualitos, minutos después.

En esos videos, obtenidos de diversas cámaras de seguridad, básicamente se ven dos cosas: una, a Debanhi y sus supuestas “amigas” comprar alcohol en un Oxxo; y dos, a Debanhi saliendo iracunda de la famosa fiesta, llegando, incluso, a tirarle una patada a un joven que salió detrás de ella.

Para ponerle la cereza al pastel, Uresti, haciendo gala de nula ética periodística, dijo, con cara de estupefacción, a la cámara: “Por respeto a la familia, no voy a revelar qué tenía (Debanhi) al interior de la bolsa, pero eso nos da una idea de lo que pudo haber sucedido después, cuando ella se acerca a la zona de la cisterna”.

La intención era evidente: que el público pensara que Debhani llevaba drogas en la bolsa, a fin de concluir que era ‘dealer’, una adicta, o ambas cosas. Como si eso justificara la muerte de alguien. A Uresti solamente le faltó decir que era una maldita pecadora.

Pero Reforma/El Norte nos revelaron, quince minutos después, el misterioso y pecaminoso contenido hallado en la bolsa de Debanhi: un sostén. Claro que ese “comprometedor” sostén, a ojos de esa sociedad regiomontana, tampoco era menos grave: “seguramente era prostituta”, dijeron algunos, esa noche, al calce de dicho video, en YouTube.

DEONTOLOGÍA

El cinismo salvaje mostrado en esta operación mediática justifica, por desgracia, el calificativo “sicarios” que John Ackerman le aplicó a una parte de la prensa mexicana.

Por ejemplo, Reforma/El Norte cometieron un ‘errorcito’: subieron el video completo, de 21 minutos, sin percatarse ¡que habían dejado las plecas y marcas de agua de la fiscalía nuevoleonesa! Es decir, la fiscalía hizo el video y ellos simplemente lo publicaron. Peor aún, al día siguiente, la fiscalía salió a decir que no sabía quién había filtrado eso, cuando, claramente, se trata de un video con una edición ex profeso para medios, incluso, con una voz en off de mujer.

Reforma/El Norte dejaron el video como de “libre acceso”, es decir, gratis para quienes no tienen una suscripción.

Este columnista no deja de impactarse con el horrendo ejercicio profesional de Azucena Uresti, quien, por lo demás, al día siguiente, jueves, al entrevistar a la fiscal nuevoleonesa en Feminicidios y Delitos contra la Mujer, Griselda Núñez, no tuvo empacho en elogiar su “profesionalismo”. Caray, tantita deontología periodística.

Peor aún, antes del giro en la narrativa sobre el caso, Uresti entrevistó varias veces a Mario Escobar, ensalzando la convicción que mostraba en su búsqueda de justicia. Que Uresti haya intentado ensuciar la imagen de Debanhi, la exhibe como una evidente traidora a su género, carente de la más mínima sororidad, porque esta no puede darse a conveniencia. Que Uresti haya llegado a lo de “por respeto a la familia, no voy a revelar qué tenía al interior de la bolsa”, tras haberle ‘dorado la píldora’ al padre de Debanhi, la muestra como una mala persona.

Y ser una mala periodista la pone al nivel de Loret con el montaje de Florence Cassez -que no quita los buenos trabajos que ha tenido después-, y al de Danielle Dithurbide con ‘Frida Sofía’. Pero ser una mala persona la pone en un nivel realmente más bajo al de los citados. Alguien que no es buena persona, no puede ser buen periodista.

Mención aparte merece la corte de ‘blogueros’ y portales amarillistas que han construido una narrativa alterna, no sé si inverosímil, porque en México todo puede pasar, pero si, evidentemente, guiada también por la conveniencia de obtener miles y miles de reproducciones que, en la era de YouTube y Facebook, se traducen en dinero. Son buitres que, escudándose en un supuesto interés de hacer justicia y periodismo -ni uno, ni otro-, se hinchan los bolsillos. Son la versión moderna de la revista Alarma. O peor aún. Sin embargo, como ya lo he dicho tantas veces, los medios ‘tradicionales’ y sus ‘Urestis’ de turno, empujan a la gente hacia esos contenidos.

DUDAS

La hipótesis del accidente está llena de agujeros y, por ello, la sociedad duda. He aquí cuatro dudas razonables:

1.- La fiscalía cortó, inicialmente, el video de la abrupta salida de Debanhi de la fiesta, omitiendo la parte donde una de las “amigas” le jala salvajemente del cabello. Si no hay nada que ocultar ¿por qué se hizo esto? Porque esa edición tuvo, evidentemente, la intención de reforzar la narrativa de la Debanhi ‘mala’…

2.- Si existen elementos, más allá de toda duda razonable, como debe ser en el derecho, para concluir que Debanhi murió accidentalmente, ¿por qué se ha intentado desacreditarla moralmente, en vez de sustentar jurídicamente esa hipótesis?

3.- ¿De dónde sacaron dinero las amigas de Debanhi para pagar un abogado como el que tienen?

4.- ¿Cómo fue que el celular, el monedero y las llaves de Debanhi fueron a parar en la cisterna contraria a donde fue encontrada, cuando ambas solamente están comunicadas por una rendija del tamaño de una hoja carta que está a 2.13 metros de altura? Más aún ¿cómo fue que su bolsa fue encontrada sobre esa rendija, cuando Debanhi medía 1.67 metros?

CONCLUSIÓN

El caso Debanhi ha mostrado mucho de lo que somos y no somos como país. También de lo que es y no es, actualmente, el periodismo mexicano, carente, en un 99%, de la más elemental deontología, de códigos éticos y guiado únicamente por el interés económico. En un momento donde parece que vivimos un retroceso e implosionamos como nación, la muerte de la joven regia no deja de ser síntoma y consecuencia a la vez. Estamos peor que en 1984, cuando, en un memorable episodio de su programa, Óscar Cadena sorteó la censura oficial, en un canal de gobierno y, provisto de su cámara y un micrófono, exhibió, sin necesidad de editorializar, solamente con sus imágenes, la tragedia que el gobierno se afanaba en ocultar en San Juanico. Cadena hoy está muerto y, al prender la pantalla, lo que hay es alguien deseoso de ser altavoz de algún gobierno...

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com