/ viernes 11 de junio de 2021

Expediente Confidencial | La urgente renovación en la oposición

Las elecciones del domingo pasado pusieron de manifiesto la urgente necesidad de una renovación en los partidos opositores

El PRI extendió su caminata desértica, en la cual ha penado desde hace tres años, cuando dejó de ser una opción competitiva y profundizó su caída electoral -que data de 2015- hasta convertirse en un bonsái.

Justificar los resultados con derrotas en otras latitudes del país, resulta un pretexto absurdo, a la luz de los triunfos del PRI en lugares como Torreón y Saltillo, ante rivales morenistas como Antonio Attolini o Armando Guadiana, apoyados por el aparato presidencial. O el indudable aporte tricolor para recuperar diputaciones locales y alcaldías en la Ciudad de México

Urge, entonces, que el PRI abra un nuevo ciclo. Sin embargo, no se puede iniciar sin antes cerrar el anterior, lo cual implica la expulsión de su dirigente, Carlos Jiménez, quien, como todo el grupo que bordea a Jorge Hank, confirmó, ya sin pudor y a las claras, lo que se sabía desde hace años: el hankismo siempre utilizó al priismo como instrumento para que su jefe político medrara con el capital tricolor, sin el menor interés de contribuir en el apuntalamiento del partido y su permanencia como opción política relevante y competitiva en Baja California

Si ya se marcharon, de facto, esos priistas, resulta necesario que se ratifique, en la formalidad, su adiós; e igualmente que, desde las bases, también se les cierre la puerta a quienes, como su líder, no tienen empacho en vestir de un color y parcharse de otro

Y una vez que eso ocurra, el priismo deberá iniciar una nueva etapa, sin que dicho adjetivo condicione opciones, ni decisiones. Lo nuevo atañe a lo cronológico, pero el PRI necesita, más que nunca, certidumbre, que solo puede darse si elije un líder capaz de hacerle recuperar su memoria ganadora, al tiempo que trabaja con sus cuadros, no solamente para recomponer a los existentes y abrir un camino de vuelta a quienes se fueron, lastimados, por malos liderazgos, sino también para generar figuras nuevas e impulsar a las que ya se encuentran listas para despegar. El PRI necesita recuperar el sello que tuvo a inicios de la anterior década, cuando vivió su época ganadora más reciente

El PAN, por su parte, necesita llevar a sus otrora nombres ilustres al ático, para que se queden en el sitio que deben, como parte de la historia y el pasado.

En Tijuana, resulta menester que se finiquite la etapa de Jesús González Reyes y Jorge Ramos. Tras dos derrotas electorales contundentes, Ramos debe entender que ya no es un candidato competitivo y que, por el contrario, el holgado triunfo de alguien como Montserrat Caballero, es interpretable como una reacción a su presencia en la boleta. Igual circunstancia se dio en las contiendas por los escaños del parlamento estatal, con Arnulfo Guerrero y Gerardo Álvarez, o en la federal, respecto a Jacqueline Nava. Sus nombres fueron impulso para Morena

El panismo se niega a la renovación. No hay muestra más contundente de ello, así como de los resultados acarreados por dicha negativa, que la vuelta de Héctor Osuna, para coordinar la campaña de Lupita Jones. El fracaso, sin atenuantes, que supuso la candidatura de la Miss Universo, exhibe que Osuna Jaime está completamente fuera de época, como muchos de sus correligionarios. Peor aún, que insistir en esos cuadros, ahonda el pozo donde sigue cayendo el blanquiazul, como retrata el hecho de que Jones obtuvo, con tres partidos postulándola, apenas la mitad de votos que, dos años antes, logró José Óscar Vega Marín, abanderado solo por el azul. De seguir así, a los panistas bajacalifornianos les espera el mismo destino que a sus homólogos jaliscienses, administradores de un bonsái sin futuro, en un territorio emecista.

Y a propósito del naranja, en Movimiento Ciudadano debe cerrarse el ciclo de Alcibíades García. Tras sus aceptables resultados en 2015 y 2016, ha venido en picada, hasta el punto de que, el domingo, salvó su registro única y exclusivamente por el empuje de Daylín García en Mexicali. Es hora de que Clemente Castañeda y Jorge Álvarez le muestren la puerta al otrora senador y diputado. Pero, aunque su flamante y joven legisladora sea la piedra sobre la cual edifiquen su nueva iglesia emecista en el estado, necesitarán más para levantarla. Tienen ante sí la posibilidad de rescatar cuadros jóvenes panistas y perredistas, decepcionados con líderes aferrados a seguir la estela ideológica del PES, para acuerpar a Daylín y acometer la necesaria renovación.

El triunfo morenista, con su fuerza, pone ante la oposición no solamente un hándicap desafiante, sino que mostrará, con sus acciones y omisiones, su propia viabilidad en el futuro. De encontrarla, depende que la entidad pueda tener un sistema de pesos y contrapesos, desde el poder a la sociedad. La alternativa es una autocracia maquillada como democracia…

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

Las elecciones del domingo pasado pusieron de manifiesto la urgente necesidad de una renovación en los partidos opositores

El PRI extendió su caminata desértica, en la cual ha penado desde hace tres años, cuando dejó de ser una opción competitiva y profundizó su caída electoral -que data de 2015- hasta convertirse en un bonsái.

Justificar los resultados con derrotas en otras latitudes del país, resulta un pretexto absurdo, a la luz de los triunfos del PRI en lugares como Torreón y Saltillo, ante rivales morenistas como Antonio Attolini o Armando Guadiana, apoyados por el aparato presidencial. O el indudable aporte tricolor para recuperar diputaciones locales y alcaldías en la Ciudad de México

Urge, entonces, que el PRI abra un nuevo ciclo. Sin embargo, no se puede iniciar sin antes cerrar el anterior, lo cual implica la expulsión de su dirigente, Carlos Jiménez, quien, como todo el grupo que bordea a Jorge Hank, confirmó, ya sin pudor y a las claras, lo que se sabía desde hace años: el hankismo siempre utilizó al priismo como instrumento para que su jefe político medrara con el capital tricolor, sin el menor interés de contribuir en el apuntalamiento del partido y su permanencia como opción política relevante y competitiva en Baja California

Si ya se marcharon, de facto, esos priistas, resulta necesario que se ratifique, en la formalidad, su adiós; e igualmente que, desde las bases, también se les cierre la puerta a quienes, como su líder, no tienen empacho en vestir de un color y parcharse de otro

Y una vez que eso ocurra, el priismo deberá iniciar una nueva etapa, sin que dicho adjetivo condicione opciones, ni decisiones. Lo nuevo atañe a lo cronológico, pero el PRI necesita, más que nunca, certidumbre, que solo puede darse si elije un líder capaz de hacerle recuperar su memoria ganadora, al tiempo que trabaja con sus cuadros, no solamente para recomponer a los existentes y abrir un camino de vuelta a quienes se fueron, lastimados, por malos liderazgos, sino también para generar figuras nuevas e impulsar a las que ya se encuentran listas para despegar. El PRI necesita recuperar el sello que tuvo a inicios de la anterior década, cuando vivió su época ganadora más reciente

El PAN, por su parte, necesita llevar a sus otrora nombres ilustres al ático, para que se queden en el sitio que deben, como parte de la historia y el pasado.

En Tijuana, resulta menester que se finiquite la etapa de Jesús González Reyes y Jorge Ramos. Tras dos derrotas electorales contundentes, Ramos debe entender que ya no es un candidato competitivo y que, por el contrario, el holgado triunfo de alguien como Montserrat Caballero, es interpretable como una reacción a su presencia en la boleta. Igual circunstancia se dio en las contiendas por los escaños del parlamento estatal, con Arnulfo Guerrero y Gerardo Álvarez, o en la federal, respecto a Jacqueline Nava. Sus nombres fueron impulso para Morena

El panismo se niega a la renovación. No hay muestra más contundente de ello, así como de los resultados acarreados por dicha negativa, que la vuelta de Héctor Osuna, para coordinar la campaña de Lupita Jones. El fracaso, sin atenuantes, que supuso la candidatura de la Miss Universo, exhibe que Osuna Jaime está completamente fuera de época, como muchos de sus correligionarios. Peor aún, que insistir en esos cuadros, ahonda el pozo donde sigue cayendo el blanquiazul, como retrata el hecho de que Jones obtuvo, con tres partidos postulándola, apenas la mitad de votos que, dos años antes, logró José Óscar Vega Marín, abanderado solo por el azul. De seguir así, a los panistas bajacalifornianos les espera el mismo destino que a sus homólogos jaliscienses, administradores de un bonsái sin futuro, en un territorio emecista.

Y a propósito del naranja, en Movimiento Ciudadano debe cerrarse el ciclo de Alcibíades García. Tras sus aceptables resultados en 2015 y 2016, ha venido en picada, hasta el punto de que, el domingo, salvó su registro única y exclusivamente por el empuje de Daylín García en Mexicali. Es hora de que Clemente Castañeda y Jorge Álvarez le muestren la puerta al otrora senador y diputado. Pero, aunque su flamante y joven legisladora sea la piedra sobre la cual edifiquen su nueva iglesia emecista en el estado, necesitarán más para levantarla. Tienen ante sí la posibilidad de rescatar cuadros jóvenes panistas y perredistas, decepcionados con líderes aferrados a seguir la estela ideológica del PES, para acuerpar a Daylín y acometer la necesaria renovación.

El triunfo morenista, con su fuerza, pone ante la oposición no solamente un hándicap desafiante, sino que mostrará, con sus acciones y omisiones, su propia viabilidad en el futuro. De encontrarla, depende que la entidad pueda tener un sistema de pesos y contrapesos, desde el poder a la sociedad. La alternativa es una autocracia maquillada como democracia…

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com